Ira Levin - Las poseídas de Stepford

Здесь есть возможность читать онлайн «Ira Levin - Las poseídas de Stepford» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1995, ISBN: 1995, Издательство: Plaza y Janés, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las poseídas de Stepford: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las poseídas de Stepford»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la apacible y bucólica ciudad de Stepford las mujeres están poseídas por algo extraño, dificil de precisar, pero que en todo caso las induce a guardar una conducta sorprendentemente ejemplar. Por su parte, los maridos también observan un comportamiento intachable. Nadie se explica los motivos de unas vidas tan modélicas. Johanna, recién llegada a Stepford con su marido y sus hijos, decide investigar el enigma, sin imaginar que se verá atrapada en una pesadilla escalofriante… Las Poseídas de Stepford es una novela tan original como sobrecogedora, un nuevo hito en la producción del autor de la célebre La Semilla del Diablo.

Las poseídas de Stepford — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las poseídas de Stepford», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—No.

—Llámame, pues. ¿De acuerdo?

—De acuerdo. Hasta pronto, Joanna.

—Hasta mañana, Bobbie.

Colgó y se quedó sentada, mirando el teléfono, y su mano sobre el teléfono. Le sobresaltó la idea —ridícula— de que Bobbie hubiera cambiado, lo mismo que Charmaine. No, Bobbie no: ¡imposible! Debía haber tenido una pelea con Dave, una pelea de marca mayor, que todavía no estaba dispuesta a comentar. ¿O sería que ella misma había ofendido a Bobbie de algún modo, sin darse cuenta? ¿Había dicho algo el domingo, sobre la permanencia de Adam, que Bobbie pudiera haber tomado a mal? Pero no, se habían despedido tan amigas como siempre, rozándose las mejillas y prometiendo recíprocamente llamarse. (Sin embargo, ya entonces, ahora que lo pensaba, Bobbie había parecido diferente: no había dicho la clase de cosas que solía decir, y se había movido con más lentitud también.) Quién sabe si ella y Dave no habían estado fumando yerba el fin de semana. Lo habían probado un par de veces sin mayor resultado, según Bobbie le había dicho. A lo mejor esta vez…

Escribió unos pocos sobres más.

Llamó a Ruthanne Hendry, que se mostró cordial y complacida de oírla. Conversaron acerca de El Mago, que Ruthanne estaba saboreando, como antes Joanna; y Ruthanne le habló de su nuevo libro, otra historia de Penny. Convinieron en almorzar juntas la semana próxima: Joanna se combinaría con Bobbie, y las tres irían al restaurante francés de Eastbridge. Ruthanne la llamaría el lunes por la mañana.

Siguió con los saludos de Navidad, y estuvo leyendo el libro de Skinner en la cama, hasta que llegó Walter.

—Esta noche hablé con Bobbie —le contó—. Me pareció diferente, como desteñida…

—Probablemente está cansada de tanto correr de aquí para allá en los últimos tiempos —dijo Walter mientras vaciaba sus bolsillos encima de la cómoda.

—El domingo también parecía diferente —observó Joanna—, no dijo…

—Tenía un poco de maquillaje, eso es todo. No vas a empezar con ese asunto del agente químico, ¿verdad?

Ella contrajo el ceño, apretando el libro cerrado contra las rodillas forradas de sábana.

—¿Te dijo Dave que hubieran estado probando marihuana de nuevo? —preguntó.

—No, pero bien podría ser ésa la explicación —dijo Walter.

Hicieron el amor, pero ella estaba tensa y no podía entregarse realmente, y no sirvió de nada.

Bobbie no llamó. A eso de la una, Joanna fue a su casa. Cuando bajó de la camioneta, le ladraron los perros, atados a una cuerda alta, al fondo del terreno. El perrillo inglés, erguido sobre sus patas traseras, manoteaba el aire y chillaba: «hip…, hip…, hip…»; el ovejero, inmóvil y lanudo, resoplaba: «ruff, ruff, ruff…» El «Chevy» azul de Bobbie estaba estacionado en la calzada.

Bobbie, en su living inmaculado —almohadones bien mullidos, maderas relucientes, revistas dispuestas en abanico sobre la mesita lustrada de atrás del sofá—, le sonrió y se excusó.

—Perdona. Estuve tan atareada que se me olvidó. ¿Almorzaste? Ven a la cocina, te prepararé un emparedado. ¿De qué te gustaría?

Estaba igual que el domingo: hermosa, recién peinada, con un maquillaje impecable. Llevaba algún corpiño relleno que le abultaba y levantaba el busto, debajo del suéter verde, y una faja que le rebanaba las caderas, bajo la falda tableada marrón.

Ya en su cocina inmaculada, admitió:

—Sí, he cambiado. Recapacité y comprendí que era terriblemente dejada y desprolija. No es ninguna vergüenza ser una buena ama de casa. He resuelto hacer mi trabajo concienzudamente, como Dave hace el suyo, y cuidar más de mi apariencia. ¿Estás segura de que no quieres un emparedado?

Joanna sacudió la cabeza.

—Bobbie, yo… —comenzó a decir—. ¿Es que no ves lo que te ha ocurrido? ¡Eso que hay acá, sea lo que sea, te ha atacado, lo mismo que a Charmaine!

Bobbie le sonrió.

—Nada me ha atacado. No hay nada raro aquí. Todo fue un montón de insensateces. Stepford es un lugar hermoso y saludable para vivir.

—Tú…, ¿no quieres mudarte ya?

— ¡Oh, no! También esa idea fue una insensatez. Me siento perfectamente feliz aquí. ¿Te preparo una taza de café, por lo menos?

Llamó a Walter al estudio. Contestó Esther.

—¿Oh, es usted? Buenas taaardes. ¡Me alegro taaanto de oírla! Debe hacer un día sobeeerbio allí. ¿O habla desde aquí mismo?

—No, estoy en casa. Puede comunicarme con Walter, ¿por favor?

—Temo que está ocupado en este momento.

—Se trata de algo importante. Avísele, por favor.

—Aguarde un segundo, entonces.

Esperó, sentada ante el escritorio, mirando los papeles y los sobres que había sacado del cajón del medio, y el calendario —Diciembre, Martes, 14: la fecha de ayer— y el dibujo de Ike Mazzard.

—En seguida está con usted, Mrs. Eberhart —dijo Esther—. No le habrá pasado algo malo a Pete o a Kim, espero…

—No, ellos están bien.

—Me alegro. Deben div…

—¿Hola? —dijo la voz de Walter.

—¿Walter?

—Hola. ¿Qué pasa?

—Walter, quiero que me escuches y no discutas —empezó Joanna—. Bobbie ha cambiado. Estuve en su casa. Parece como si… ¡No hay una sola manchita, Walter, está inmaculada! Y ella misma, se ha puesto toda… Oye, ¿tienes ahí las libretas de Banco? Las busqué y no puedo encontrarlas. ¿Walter?

—Sí, las tengo yo. Estuve comprando unas acciones por consejo de Dave. ¿Para qué las quieres?

—Para saber con cuánto contamos. Había una de las casas que vi en Eastbridge, que era…

—¡Joanna!

—…un poco más cara que ésta, pero…

—Joanna, escúchame.

—No voy a quedarme aquí un…

—¡Maldición!, ¿vas a escucharme?

Ella se aferró al brazo del sillón.

—Anda, te escucho.

—Procuraré estar de vuelta temprano. No hagas nada, hasta que yo llegue. ¿Me oyes? No contraigas ningún compromiso, ni des ningún paso. Creo que puedo despacharlo todo en una media hora.

—No voy a quedarme aquí un día más —insistió ella.

—Espera hasta que llegue; ¿lo harás? No podemos hablar de esto por teléfono.

—Trae las libretas de Banco.

—Tú no hagas nada, hasta que yo llegue.

El teléfono emitió un clic y se quedó muerto.

Joanna colgó.

Volvió a guardar los papeles y los sobres, y cerró el cajón del medio. Sacó la guía telefónica de su anaquel, y buscó el número de Miss Kirgassa en Eastbridge.

La casa que tenía en mente, la de la calle St. Martin, seguía en venta.

—Hasta creo que la han rebajado un poquito desde que usted la vio.

—¿Quiere hacerme un favor? Podría interesarnos, lo sabré definitivamente mañana. ¿Quiere averiguar el último precio que aceptarían en una venta al contado, y contestarme con la mayor brevedad posible?

—Se lo comunicaré inmediatamente —dijo Miss Kirgassa—. ¿Sabe si Mrs. Markowe ha encontrado algo ya? Esta mañana teníamos una cita, pero no apareció.

—Cambió de opinión, ya no se muda —dijo Joanna—. Pero yo sí.

Llamó a Buck Raymond, el agente de propiedades con quien se habían entendido en Stepford, y le preguntó:

—En el caso hipotético de que pusiéramos en venta esta casa mañana mismo, ¿cree que podríamos venderla rápidamente?

—Sin la menor duda —contestó Buck—. Hay una demanda sostenida aquí. Estoy seguro de que rembolsarían lo que pagaron por ella, y algo más, probablemente. ¿No está contenta en la casa?

—No.

—Lo lamento. ¿Quiere que empiece a mostrarla? Justamente hay un matrimonio que…

—No, no, todavía no —dijo Joanna—. Se lo haré saber mañana.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las poseídas de Stepford»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las poseídas de Stepford» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las poseídas de Stepford»

Обсуждение, отзывы о книге «Las poseídas de Stepford» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x