Christopher Isherwood - Adiós A Berlín

Здесь есть возможность читать онлайн «Christopher Isherwood - Adiós A Berlín» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Adiós A Berlín: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Adiós A Berlín»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Adiós a Berlín combina la realidad con la ficción, y el Christopher Isherwood de la novela, aun siendo el narrador, no es necesariamente el autor. Personajes marginales, a menudo cómicos, viven vidas desordenadas, hasta torpes, como exiliados en Berlín, bajo la amenaza del horror que se avecina.La novela perdura como un documento acerca de una ciudad harapienta y corrupta -como lo eran en los años treinta el estado y el pueblo alemanes-, y la claudicación ante el nazismo en ciernes y el egoísmo de un generalizado sálvese quien pueda. El consumado oficio de Isherwood convierte el documento en literatura.

Adiós A Berlín — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Adiós A Berlín», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Al cabo de un tiempo consiguió trabajo de extra en las películas y luego entró de actriz secundaria en una compañía ambulante. Después conoció a Diana.

– ¿Cuánto tiempo piensas quedarte en Berlín?-le pregunté.

– Ni idea. El contrato en el Lady Windermere sólo me dura otra semana. Me lo dieron gracias a un tipo que conocí en el Eden Bar y que ahora está en Viena. Me figuro que tendré que telefonear a la Ufa. Y además hay un judío, un viejo asqueroso, que me saca algunas veces. Siempre dice que me va a conseguir un contrato, pero lo único que quiere, el muy cerdo, es acostarse conmigo. Los hombres en este país son horribles. No tienen un céntimo y todos quieren llevarte a la cama por una caja de bombones.

– ¿Cómo demonios te las vas a arreglar cuando se te acabe este trabajo?

– Bueno, sabes que de casa me mandan algo de dinero. Aunque no va a durar mucho: mamá ya ha amenazado con dejarme en seco si no vuelvo en seguida a Inglaterra… Claro que ellos piensan que estoy aquí con una amiga. Si mamá supiese que estoy sola terminaba inmediatamente conmigo. De todas maneras pronto encontraré algún modo de ganar dinero. Y además no me gusta pedirles. El negocio de papá está muy mal ahora, con la depresión.

– Mira, Sally. Si alguna vez te encuentras en un lío me gustaría que me lo dijeses.

Se echó a reír.

– Eres un encanto, Chris. Pero no doy sablazos a los amigos.

– ¿Es que Fritz no es amigo tuyo?-Se me escapó sin querer, pero a Sally no pareció importarle.

– Sí, claro, le quiero un horror. Pero tiene montones de dinero. Y no sé por qué, pero cuando la gente tiene dinero una les ve de otra manera.

– ¿Y cómo sabes que yo no tengo también montones de dinero?

– ¿Tú?-Sally soltó una carcajada.- ¡Pero si desde el momento que te vi me di cuenta de que no tienes un céntimo!

La tarde en que Sally vino a tomar el té conmigo Fräulein Schroeder estaba fuera de sí de excitación. Se había puesto su mejor vestido y se había ondulado el pelo. Sonó el timbre y abrió la puerta ceremoniosamente:

– Herr Issyvoo -anunció en tono estentóreo mientras me guiñaba un ojo-, ¡una señora desea verle!

Con la misma ceremonia presenté yo la una a la otra. Fräulein Schroeder era toda cortesía y se dirigió repetidamente a Sally llamándola «Gnädiges Fräulein» . Sally, con su gorro de botones inclinado sobre una oreja, le dedicó una risita argentina y se sentó elegantemente en el sofá, mientras Fräulein Schroeder, que nunca había conocido a nadie como Sally, asombrada, admirada, se afanaba a su alrededor. En lugar de las habituales, descoloridas y poco apetitosas rebanadas de bizcocho, nos trajo con el té una bandeja de pasteles con mermelada dispuestos en forma de estrella. Me fijé también en que nos había puesto dos diminutas servilletas de papel con los bordes calados imitando encaje. (Después, al felicitarla por esos detalles, me contó que siempre ponía esas servilletas cuando Herr Rittmeister invitaba a su prometida a tomar el té. «Sí, Herr Issyvoo. ¡Puede usted confiar en mí: sé muy bien cómo agradar a una señorita!»)

– ¿Te molesta que me eche en el sofá, mi vida?-preguntó Sally en cuanto nos quedamos solos.

– Claro que no.

Se quitó la gorra, colocó sus zapatitos de terciopelo sobre la tapicería del sofá, abrió el bolso y empezó a empolvarse.

– Estoy rendida: anoche no pegué un ojo. Tengo un nuevo amante que es una maravilla.

Serví el té. Sally me miraba con el rabillo del ojo.

– ¿Te molesta que hable así, Christopher, mi vida?

– Nada de eso.

– ¿Pero no te gusta?

Le alargué el vaso de té.

– No es asunto mío.

– ¡Por el amor de Dios! -gritó Sally-. ¡No empieces a hacerte el inglés! ¡Claro que tu opinión es asunto tuyo!

– Bueno, si quieres que te lo diga, más bien me aburre.

La ofendí más de lo que pensaba. Cambió de tono y dijo fríamente:

– Creí que lo comprenderías -luego suspiró-. Me olvidaba de que eres hombre.

– Lo siento, Sally. Lo de ser hombre no puedo remediarlo, por supuesto… Pero no te enfades. Quería decir que cuando hablas así es en realidad una cosa nerviosa. Creo que por temperamento eres bastante tímida con los desconocidos, y en vista de eso has descubierto el truco de imponerte violentamente, obligándoles a aprobar o reprobar tu conducta. Lo sé, porque a veces yo también lo hago… Sólo te pido que no lo hagas conmigo porque no sirve, y no consigues más que ponerme incómodo. Puedes acostarte con todos los hombres de Berlín, uno detrás de otro, y venir cada vez a contármelo, y no me convencerás de que eres La Dame aux Camélias . Porque la verdad, lo sabes muy bien, es que no lo eres.

– No…, supongo que no.

Su voz era deliberadamente impersonal. El tema la divertía: de alguna manera había conseguido halagarla.

– ¿Entonces qué es lo que soy exactamente, Christopher, mi vida?

– Eres la hija de los señores Jackson-Bowies.

Tomó un sorbo de té.

– Sí…, ya sé lo que quieres decir… Puede que tengas razón… Entonces tú crees que debería dejar de acostarme con hombres?

– De ningún modo. Lo único que digo es que tienes que estar segura de que de verdad te gusta.

– Claro -dijo Sally gravemente, después de una pausa-que nunca he dejado que el amor se interfiera en mi trabajo. El trabajo es lo primero. Pero no creo que se pueda ser una gran actriz si no se tiene experiencia amorosa… -se interrumpió-. Chris, ¿de qué te estás riendo?

– Si no me río.

– Siempre estás riéndote de mí. ¿Piensas que soy una imbécil?

– No, Sally. No lo pienso en absoluto. Es verdad que me estaba riendo. No sé por qué, pero con las personas que me son simpáticas me entran a veces ganas de reírme de ellas.

– ¿Entonces yo te soy simpática, Christopher?

– Claro que sí, Sally. ¿No lo sabías?

– Pero no estás enamorado de mí, ¿verdad?

– No. No estoy enamorado de ti.

– Me alegro muchísimo. Desde que nos vimos la primera vez quise serte simpática, pero me alegro que no te hayas enamorado de mí. Porque creo que no podría enamorarme de ti, así que si tú te enamoras, se hubiese estropeado todo.

– Hemos tenido mucha suerte, ¿no te parece?

– Sí, mucha… -Sally vaciló.- Hay algo que te quiero decir, Chris, mi vida… No sé si lo comprenderás.

– Recuerda que no soy más que un hombre.

Sally se rió.

– Es una tontería, pero me molestaría que te enterases sin decírtelo yo… ¿Sabes, el otro día, cuando dijiste que Fritz te había dicho que mi madre era francesa?

– Sí, ya me acuerdo.

– ¿Y yo dije que se lo había inventado él? Bueno, pues no… Fui yo quien se lo dijo a él.

– ¿Pero por qué demonios le contaste eso?

Los dos rompimos a reír.

– No lo sé -dijo Sally-, supongo que porque quería impresionarle.

– Pero qué hay de impresionante en tener una madre francesa?

– Yo soy un poco así a veces, Chris. Tienes que tener paciencia conmigo.

– De acuerdo. Tendré paciencia.

– ¿Me das tu palabra de honor que no se lo contarás a Fritz?

– Palabra de honor.

– ¡Si se lo cuentas, cerdo! -gritó Sally riéndose y empuñando la daga-plegadera que estaba sobre mi mesa-, ¡te corto el cuello!

Después de marcharse Sally le pregunté a Fräulein Schroeder qué le había parecido. Estaba en éxtasis.

– ¡Como un cromo, Herr Issyvoo! ¡Y tan elegante! ¡Unas manos y unos pies tan finos! Se ve que pertenece a la mejor sociedad… Sabe usted, Herr Issyvoo, nunca hubiera imaginado que tuviera una amistad así. ¡Usted, tan callado!

– Ya sabe usted, Fräulein Schroeder, que a veces el agua mansa…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Adiós A Berlín»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Adiós A Berlín» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Adiós A Berlín»

Обсуждение, отзывы о книге «Adiós A Berlín» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x