Nick Brooks - La buena muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Nick Brooks - La buena muerte» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La buena muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La buena muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sobre La buena muerte: Hugh Madden trabaja como embalsamador y le encanta su trabajo: vive para sus «bellezas durmientes». Cuando su antiguo profesor de medicina aparece en el depósito de cadáveres, Madden recuerda sus años como estudiante en la universidad de Glasgow; en especial su amistad con un colega poseedor de un carisma peligroso, y de cómo acabó trabajando con muertos en lugar de salvar vidas…
Atrapado desde hace cuarenta años en un matrimonio insatisfactorio con una mujer hipocondríaca, en la vida cuidadosamente ordenada de Madden surge el caos cuando despide a la persona encargada del cuidado de su mujer y alguien descubre un cuerpo en un lago cercano. Los secretos enterrados de Madden empiezan a salir a la luz.
Nick Brooks se ha revelado como una de las voces más audaces y renovadoras de la narrativa británica. La buena muerte es un relato deslumbrante y oscuro teñido de elegante perversidad, acerca de esqueletos en el armario y cadáveres en la mesa mortuoria.

La buena muerte — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La buena muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La tetera resultaba muy útil desde hacía cosa de tres años. En efecto, la vida allá en las entrañas de la funeraria habría sido el doble (no, el triple) de triste de no ser por sus modestos servicios. Aunque solo tuvieran café soluble, con algo había que prepararlo. Pequeños favores como aquel eran los que hacían el día más llevadero.

Globos oculares.

Eso era: «Hay gente en el mundo capaz de sacarte los ojos y volver luego a por las cuencas». Una de las opiniones más meditadas de Joe Caldwell padre, recordaba Madden. Una visión cínica de la naturaleza humana que, sin embargo, no implicaba un desdén incontrolado. Había toda clase de gente en el mundo. Algunos sacaban ojos y otro volvían también a por las cuencas. No menos que el propio Joe, que no hacía ascos a algún acto ocasional de sadismo cuando trabajaba con un cadáver. Como si la muerte no fuera ya suficiente ultraje. Era un embalsamador competente; ni ostentoso, ni de talento exagerado, pero sí capaz, probablemente en virtud del ritmo mortecino con que sacaba adelante su trabajo. Madden había tardado largo tiempo en comprender que no debía subestimar a aquel viejo puñetero y que el simple hecho de que se moviera con la prisa de un pollo descongelado no era razón para pensar que fuera tardo. No era estúpido ni fatuo, que era más de lo que podía decirse de su hijo.

Madden desenrolló sus guantes de goma y los echó al fregadero. En teoría debían tener guantes desechables (Madden los había pedido expresamente en más de una ocasión; hasta Catherine la Ayudante Fantasma los había pedido), pero Joe hijo había decretado desde las alturas que podían hervir los que tenían y volver a usarlos. Aquello fue el golpe de gracia. Hasta Catherine se quedó de una pieza.

«¿Hervir los guantes de goma? ¿Estás de broma?», dijo con su gañido nasal. Madden apretó los dientes y, como no quería darle la excusa que sin duda buscaba para descargar su bilis, se calló. «¿Quién coño hierve guantes de goma? ¿Eh? Díselo, Madden. Dile a ese maricón que ni de coña. ¡Ni de coña!»

Él rehusó y salió de la habitación. Catherine corría el riesgo de que le atravesara la oreja con una pinza hemostática, posibilidad peligrosa que rondaba cerca de la superficie de sus pensamientos.

De todas formas, él ya estaba curado de espanto. El negocio sufría hemorragia de clientes y había poco que él pudiera hacer al respecto, como no fuera seguir adelante y confiar en morirse en cualquier parte menos en el trabajo. Ya estaba bastante harto antes de que Catherine la Inútil se dignara machacarlo. Decidió tomarse un descanso y subió a sentarse a la luz de la sala de recepción.

Antes de subir, sacó la petaca de su maletín negro de médico y echó un chorrito en la taza recuerdo de Glasgow 800 [10], removió su contenido y aspiró el vapor antes de tomar un trago. Luego echó una sábana sobre el cuerpo de Eugenio, cogió la bandeja con la otra mitad de su cara y la puso en un recipiente Tupperware. Ya llevaba puesta la etiqueta con su nombre. No era muy probable que llegara a confundirse con la cabeza de otro, pero de todas formas la cambió de sitio porque tenía en un recipiente idéntico a aquel un trozo de pastel de Madeira del que pensaba comerse una porción con el café. Satisfecho, subió las escaleras hasta la planta baja en lugar de coger el ascensor. Cuando se llegaba a su edad, convenía mantenerse lo más activo posible.

Joe hijo volvió, el ardor de su flequillo tintinesco apagado ligeramente a aquella hora de la tarde, con la temperatura de la sala de recepción por las nubes. Madden estaba sentado en unos de los sillones de cuero, con las manos juntas sobre el pecho y un paño húmedo sobre los ojos. La radio estaba puesta con el volumen muy alto para que pudiera oírla desde la entrada, pero aun así debía de haberse dormido. Se removió, se sentó derecho, miró a su alrededor de un modo vagamente alucinado. Había vuelto a soñar con cupones de racionamiento, con una repentina abundancia de carne enlatada, con latas de cerdo Spam y cecina de ternera. La voz de la radio parloteaba extáticamente acerca del cuerpo descubierto en el lago Ardinning.

Escuchó los pormenores con vago interés, pero descubrió que no podía concentrarse por completo en la noticia. Puso Radio 2. Había descubierto que las cualidades sedantes de las voces de los locutores de Radio 2 eran incomparables, sobre todo la de aquel irlandés. ¿Cómo se llamaba? Al final daría con su nombre. Cuando se hubiera despertado.

– ¿Echando una siestecita durante las horas de trabajo? -dijo Joe hijo, inclinando la cabeza con evidente desprecio. Madden no le hizo caso-. Hace calor, ¿eh? -prosiguió Joe-. Ahí fuera es como para morirse. Compré las flores, pero ya están un poco pochas. Quizá deberíamos comprarlas falsas. El plástico es el futuro. ¡Nunca se marchita!

Se metió una mano bajo la camisa y se rascó el sobaco. El fresco del cuarto frío y la subida por las escaleras habían hecho romper a sudar a Madden hasta tal punto que había sentido cierta desazón. Se preguntaba si aquello significaba que todavía tenía sangre caliente en las venas: seguramente los que estaban a un paso de convertirse en viejos notaban más el frío. Siempre veía en la calle a viejecitas de pelo canoso con abrigos y rebecas, hiciera el tiempo que hiciera. Apartó rápidamente la vista mientras Joe se olisqueaba los dedos y se rascaba un picor fingido en la punta de la nariz. Aquel hombre era un olisqueadedos impenitente. Madden sufría por tener que convivir con aquel ejemplar de catástrofe sanitaria, así que, cuando estaba en compañía de Joe, mantenía permanentemente la cabeza de perfil, ladeada a las dos en punto. De ese modo no tenía que ver los horrores de la higiene de rasca y huele de Joe. Por desgracia, cuando el tiempo estaba como ese día, aquella postura lo dejaba en el ángulo perfecto para paladear el truculento pestazo de su sudor.

Madden salió a la entrada con Joe hijo pisándole los talones. Se puso a toquetear la antena de la radio. Seguía los chasquidos y saltos eléctricos de la geografía y la longitud de onda y ajustaba el volumen cuando encontraba algún locutor cuya voz no lo molestaba en exceso. Por fin se decidió por una emisora local con la vaga esperanza de que dijeran algo sobre Kincaid. Sabía que era improbable: tendría que mirar las esquelas del Herald. Allí podría haber algo. A Joe no le haría ninguna gracia, claro. En otro tiempo, a Madden le causaba un placer que apenas podía refrenar el sintonizar a los muecines que llamaban a los fieles a la oración durante el Ramadán, y ello no porque se hubiera convertido de repente, sino porque Joe hijo lo odiaba. Una mañana, al abrirle la puerta, Joe hijo se puso rojo como un tomate de rabia y fue incapaz de articular palabra, simplemente porque Madden lo saludó con un «salam aleikum».

Joe hijo le dijo que se metiera por el culo aquella cháchara de paquistaníes.

Aun así, no había nada que pudiera inducir a Madden a decir una mala palabra de su jefe. A él no lo pillarían chismorreando, ni siquiera con Catherine la Invisible, y eso que ella se pasaba todo el turno parloteando sin ton ni son.

«Yo soy así», andaba diciendo siempre. «Yo soy así. Le digo: "No voy a venir aquí todas las mañanas a meterles tubos por el culo a unos muertos si tú vas a hablarnos así", conque a mí que no me»…

Madden siempre se sorprendía defendiendo ante ella lo que hacía Joe hijo. Solo por callarle la boca, «loe hijo es un hombre razonable», decía. Sí, era un pelín tacaño, no era un lince para los negocios, no, pero tres de cada siete días era (casi siempre) bienintencionado y de fiar, gracias fueran dadas al Profeta, la paz sea con él. No como la pobre Catherine, que era ya por lo visto una ausente perpetua, Dios destruya su hogar. Durante un tiempo, a Madden se le había metido en la cabeza estudiar árabe en sus ratos libres, solo por tener una idea de lo que decían los muecines, pero al final no lo hizo. O estaba demasiado liado en el trabajo, o estaba atendiendo a Rose.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La buena muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La buena muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La buena muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «La buena muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x