Javier Sierra - El ángel perdido

Здесь есть возможность читать онлайн «Javier Sierra - El ángel perdido» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El ángel perdido: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El ángel perdido»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Mientras trabaja en la restauración del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, Julia Álvarez recibe una noticia devastadora: su marido ha sido secuestrado en una región montañosa del noreste de Turquía. A partir de ese momento, Julia se verá envuelta sin quererlo en una ambiciosa carrera por controlar dos antiguas piedras que, al parecer, permiten el contacto con entidades sobrenaturales y por las que están interesados desde una misteriosa secta oriental hasta el presidente de los Estados Unidos.
Una obra que deja atrás todos los convencionalismos del género, reinventándolo y empujando al lector a una aventura que no olvidará.

El ángel perdido — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El ángel perdido», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Tal vez fuera una idea sin sentido. Lo admito. Mi estado mental aún estaba trastornado por lo vivido. Pero en ese momento me daba paz.

– Julia! -me zarandeó Ellen como si hubiera olvidado decir algo-. Debería estar agradecida al coronel. ¡Le ha salvado la vida!

– No fue nada… -terció él, desconcertado por mi reacción.

Ellen Watson encogió la nariz mirándole a él y a mí alternativamente.

– ¿De veras? Debe saber que el coronel logró sacarla del glaciar colocando unos esquís de fibra de vidrio debajo de las ruedas de la camilla.

– Pensé que si introducía un elemento aislante entre usted y el suelo de la cueva, quedaría libre de la prisión eléctrica en la que estaba.

Ellen, ufana, apostilló:

– Por suerte funcionó y está usted viva.

– Siento no haber podido hacer nada por Martin. -El coronel bajó la vista-. Lo siento de veras. Como usted, también yo tenía muchas cosas que preguntarle.

– ¿Hacer por Martin?-sonreí de oreja a oreja, para su desconcierto-. ¿Y qué pensaba hacer usted por él?

Allen me miró desconcertado.

– ¿No le aflige su muerte?

– No es eso, coronel. ¿Conoce la historia de Enoc y Elías? -lo interpelé.

– Claro. -El veterano militar captó al vuelo lo que estaba pensando-. Ambos fueron ascendidos a los cielos sin necesidad de pasar por la muerte.

– ¿No creerá usted que él y esa gente…?

– Eso es exactamente lo que creo, Nick. Justo eso

Capítulo 102

Santiago de Compostela, España.

Tres días más tarde

– Eres un ingenuo, Antonio. Un completo y jodido ingenuo.

El rostro de Marcelo Muñiz había enrojecido de manera notable después de la tercera cerveza y el segundo plato de pulpo a feira que compartía con su amigo inspector. El joyero era quizás el único amigo fuera del «caso Faber» con el que Antonio Figueiras podía desahogarse.

– Pero ¿es que no lo ves? -le insistió-. Me cuentas que Julia Álvarez ha regresado ya de su cautiverio en Turquía, y te mosqueas porque a la primera persona con la que concierta una entrevista es el padre Fornés y no tú.

– ¿Y dónde carallo está mi ingenuidad?

– Que esa mujer trabaja para el cabildo, Antonio.

– Pero ¡yo soy la autoridad!

– Que es restauradora en su catedral -le picó Muñiz-. Su fidelidad está con ellos y no con la policía, ¿no lo entiendes? Y aunque sepa Dios lo que habrá visto durante su secuestro, a ti no te lo va a contar si antes no le dan permiso sus jefes. Y no la culpo -rió-. Con ese aspecto desaliñado que te gastas, tampoco yo me fiaría.

– ¿Qué quieres decir?

– Mírate bien, hombre. Llevas una semana sin afeitarte, las ojeras te llegan a los tobillos y hasta se te ha descolgado la mandíbula. Este caso va a matarte.

– Ya no tengo caso, Marcelo… -dijo, como si le arrancaran una muela.

– ¿Cómo que no? Esa mujer tiene mucho que contarte. Deja pasar unos días y vuelve a llamarla…

– Lo he hecho esta mañana. Es la cuarta vez que hablo con ella desde que llegó. Y me ha dicho que tiene una cita con el deán… -Figueiras echó un vistazo a su reloj-justo ahora.

– Pues tendrás que obligarla -dijo Muñiz llevándose otro pedazo de tentáculo a la boca-. La muchacha fue testigo del asesinato de cuatro hombres en Noia. Cuatro soldados norteamericanos. Marines. ¿No? Cúrsale una orden de detención y ya está.

– Ojalá fuera tan fácil. La investigación la lleva ahora la OTAN. Nos han dejado fuera.

– ¿En serio? ¿Y tú te quedas ahí, tan tranquilo?

– Me han pedido que mantenga mis narices lejos de allí. La orden viene del Ministerio de Asuntos Exteriores. No puedo hacer nada, Marcelo.

– ¡Joder!

– Los Estados Unidos van a pagar la restauración de la iglesia de Santa María y harán una generosa donación al pueblo. También han ofrecido un dinero a las viudas de los dos policías asesinados en Santiago. A cambio, dicen que no van a facilitarnos pistas del caso hasta que no lo resuelvan. Secreto de sumario. Cabrones.

– ¿Y eso no te parece raro?

– Es lo que hay, Marcelo. Me he quedado sin caso. Aunque te diré algo: eso no es lo más extraño de este asunto.

– ¿Ah, no?

Figueiras apuró el resto de su cerveza de un sorbo, como si con ese gesto pudiera olvidar los agravios que se acumulaban en su mesa.

– No. -Reprimió un eructo-. ¿Y sabes qué? Lo primero que hizo Julia al regresar a España fue acercarse al retén de policía del aeropuerto y retirar la denuncia de desaparición de su marido que nosotros practicamos de oficio.

Los dedos del joyero bailotearon nerviosos sobre la mesa.

– ¿Y dijo por qué?

– En su formulario explicaba que lo había encontrado en Turquía y que allí decidieron separarse de mutuo acuerdo.

Muñiz se atusó la pajarita, con cara de no terminar de comprender.

– ¿La crees?

– Y yo qué sé -gruñó-. No entiendo a las mujeres. Son más raras que tus historias de talismanes y símbolos.

– ¡Hombre! Ya que sacas el tema, ¿sabes qué ha pasado con las piedras?

– Se las ha quedado él, supongo. Es otro tema tabú. Nadie quiere hablar de ello.

– ¿Y ha explicado esa mujer por qué se la llevaron a Turquía?

– Ésa es buena. Ahora dice que no se la llevaron, Marcelo. Que se fue por su propio pie. Lo único que esa tipa me ha pedido es que retire también la denuncia de su propio secuestro. Desde Madrid, el ministerio ha dicho lo mismo. ¡Y hasta la embajada de Estados Unidos ha hablado con el comisario para que les entreguemos nuestro dossier de los Faber!

– Al menos Julia te habrá dicho qué fue a hacer a Turquía, ¿no?

– Eso sí -resopló, con cierta indignación-. A buscar el Arca de Noé. Joder, Marcelo. No se le podía haber ocurrido una mentira más estúpida. Tú me dirás qué pinta una experta en el Pórtico de la Gloria, restauradora de arte románico gallego, buscando una cosa así.

– No… Si tampoco yo me lo explico.

Capítulo 103

Nunca pensé que le importara tanto.

Los pequeños ojos del padre Benigno Fornés se llenaron de lágrimas en cuanto terminé de desgranarle el relato de mis últimos días. Se humedecieron sin hacerse notar, llenando de brillos sus pupilas transparentes. No es que el suyo fuera un llanto desconsolado o triste, pero tampoco de júbilo. Aquéllas eran, al fin, lágrimas de reconocimiento. Como si a través de mis palabras el bueno del deán hubiera hallado un consuelo que hacía años que buscaba.

Había acudido a verle por una razón sentimental. El fue el primero que se interesó por mí -y no por mis piedras- cuando puse el pie en Santiago, dejándome una nota en el buzón de casa para que lo llamara a mi regreso. Su gesto me enterneció. El viaje de vuelta a España había sido penoso. Las dieciséis horas de trámites aduaneros y consulares para justificar por qué no llevaba el pasaporte encima, sin contar con el precioso tiempo perdido convenciendo al destacamento aéreo número 6 de la OTAN en Yenidoğan de que no tenía ningún tesoro tecnológico arcaico que ofrecerles, me habían dejado maltrecha y desencantada. Por no hablar de los tres vuelos regulares que debí abordar antes de llegar a casa.

Y luego esa sensación.

La de que el Ararat se lo había quedado todo. Incluso a mi marido.

Al leer la nota del deán -una tarjeta de visita con una frase escueta: «Ven a mi despacho, tengo respuestas para ti»-, pensé que don Benigno me ayudaría a empezar.

Para mi sorpresa, me citó en la puerta de la catedral a las ocho, poco antes del cierre al público de sus puertas. Como es natural, quería escuchar todos los detalles de lo ocurrido, pero no se atrevía a presionarme. Se imaginaba por lo que había pasado y aguardó paciente mi respuesta. Enseguida le dije que sí. Que aceptaba encantada. Hablar me sentaría bien. Me ayudaría a ordenar lo que sucedió entre la noche del tiroteo y los últimos momentos dentro del glaciar. Y funcionó, porque nada de lo que le expliqué le pareció fantástico o exagerado. Ni siquiera al abordar el tema de los descendientes de los ángeles caídos o su desesperada obsesión por llamar al cielo. Hombre prudente y con poco que perder, convino conmigo en que la «fuerza» que nos había envuelto a todos en la cumbre más sagrada de Turquía debía de parecerse mucho, en efecto, a la escala de Jacob.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El ángel perdido»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El ángel perdido» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El ángel perdido»

Обсуждение, отзывы о книге «El ángel perdido» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x