Francisco Pavón - Las hermanas Coloradas

Здесь есть возможность читать онлайн «Francisco Pavón - Las hermanas Coloradas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las hermanas Coloradas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las hermanas Coloradas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Las hermanas coloradas gira en torno a dos curiosos personajes femeninos. Dos mujeres pelirrojas, sesentonas y solteras, hijas de un antiguo notario de Tomelloso y afincadas en Madrid, que reciben una misteriosa llamada telefónica, salen de su domicilio precipitadamente. Ambas desaparecen en un taxi. Este es el leit motiv que despierta a Manuel González, alias Plintio, personaje central en muchas novelas de García Pavón. Este padre de familia y avezado investigador debe hacerse cargo del enigmático suceso. Sin embargo, no se enfrenta solo a este caso. Don lotario -un veterinario con mucho tiempo libre, a medio camino entre Sancho Panza y el simpático Watson- se convierte en su más fiel ayudante a lo largo de la novela. A través de encuentros y desencuentros con nuevos personajes, el jefe de la policía municipal de Tomelloso irá, poco a poco, atando cabos sueltos. Con una mirada social, Garda Pavón expone una historia que, por medio de un cuidado realismo, hace reflexionar al lector.

Las hermanas Coloradas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las hermanas Coloradas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Oye, Adela, dile a don Lotario que se ponga.

– Oiga, don Lotario, he decidido ir ahora a la casa de la Barona como le dije. A ver qué sale. Nos veremos en Gayangos a tomar unas copas antes de la cena.

– De acuerdo. A ver si así por lo menos te animas.

– Voy sobre todo para atar el último cabo suelto…, mejor dicho, el único.

– Además, esa diligencia tenías que hacerla.

– Será un chasco como el de los sellos. Ya verá usted.

– No adelantes. Ya contarás. Hasta luego.

En la misma glorieta tomó un taxi camino de Carabanchel Alto.

Desde que fue soldado no había vuelto Plinio por Carabanchel. El único recuerdo que le quedaba era una larga barbacana de piedra oscura que remontaba la acera derecha conforme se llega de Madrid. Calle del General Ricardos arriba vio edificado lo que en sus tiempos fue campo. Entonces pasaba el tranvía entre solares y descampados, intercalados por alguna taberna solitaria con obreros que jugaban a la rana o discutían de política. Ahora era calle continuada, con edificios a lo moderno.

Pasó ante la Colonia de la Prensa, tan famosa antaño, que ahora tiene aire abandonado, mal pintada y con yesones caídos. Los chalets de ladrillo rojo que tanto abundaban y fueron antes recreación de los poderosos de la capital, habían desaparecido o estaban en ruinas. De algunos quedaba la verja pintada de verde y la fachada negro-grana, pero dentro, en lo que fuera jardín, con frecuencia había edificios sin gracia, como huéspedes inadecuados.

Todavía se veían algunas casas pueblerinas, con la puerta de la calle cubierta de chapa pintada, patio hondo y estrecho con alguna verdura, y al fondo la vivienda. Al pasar ante ellas recordaba las mujeres de aquel tiempo, con la falda hasta los pies y el pelo recogido en un moño alto, que al caer la tarde se sentaban en la calle a tomar la fresca. Se echó una medio novia de aquella traza, que tenía una tienda de huevos y un lunar grande en la barbilla. Cuando se marchaba al cuartel ella lo despedía desde la puerta de la tienda tirándole besos disimulones.

La vieja barbacana estaba cortada, sólo quedaba el rabo final, como recuerdo. Desde ella, sobre todo en la parte frontera a la plaza, fumó el Plinio soldado cientos de pitos y revisó muchas mozas de moño alto.

Manuel estuvo a punto de reengancharse en la mili para hacerse chusquero, pero al fin no se decidió. Lo de pasarse la vida poniendo quintos en fila no era su vocación. Volvió al pueblo con intención de irse a las viñas, estuvo un poco tiempo de bodeguero, pero al fin el alcalde Carretero le ofreció un puesto de guardia municipal.

Dejó el taxi en la plaza, junto a la iglesia de siempre y miró con nostalgia a todos lados. Allí se celebraba la verbena el día de San Pedro. Aquella noche, a los más enchufados les daban permiso para ir al bailongo público, comer churros y montar en el tiovivo con la huevera de turno. En aquel tiempo todavía había muchos castizos de gorra visera y pañuelo blanco al cuello, que hacían desplantes pintorescos, bailaban el chotis con ademanes de equilibrista y se sentaban con las piernas muy abiertas, el cuerpo inclinado hacia delante y la mano en el muslo. Todavía se decía entonces: al que Dios le da ventura no necesita cultura. Eran gentes que en todo momento se creían obligados a demostrar ser machísimos. ¿Qué fue de ellos? Ya estarían haciendo la higa en el cementerio católico, sin organillo que llevarse al oído ni gachí a la mano tonta. La pobre huevera, que se llamaba Consuelo, tal vez sería alguna de las ancianas combadas que en aquel momento salían de la iglesia. A lo largo de tantos años, sólo recordaba su lunar, el restante solar de su cara se lo llevó el olvido. Todo aquello estaba transformado. Muchos edificios de corte agrio, moderno y provisional. Los de los bancos eran mejores. Bares con televisión y coches por todos sitios. Entonces los tranvías amarillos y lentísimos llevaban a Mataderos, al Bajo y a Madrid. Allí paraban en la Plaza Mayor. Tranvías con bancos de madera a la larga, llenos de mujeres con cestas, soldados y hombres de oficio. Recordaba que una vez hubo huelga de tranviarios, llevaron los coches soldados de ferrocarriles, y lo hacían rematadamente mal.

La calle principal, la que pasaba ante la plaza, tenía aspecto de barrio madrileño con ciertas pretensiones. Pero en los laterales de la calle madre, casi todas eran casas viejas, chalets con aire abandonado, solares y campo. Todavía entre ciertas moles industriales se veían rebaños de ovejas. Creció y se remozó la calle principal, como camino que era, pero los aledaños estaban marchitos. Tronco renovalío con las ramas secas. Ni era Madrid, ni era pueblo. Las villas de recreo ya no recreaban o no lo parecía. Daba la impresión de una mezcolanza de gusto dudoso: casas nuevas hechas con pocos cuartos y aledaños descuidados, terrosos, melancólicos.

Se puso a la faena siguiendo las orientaciones de don Lotario y el Faraón. Tiró por la calle de Eugenia de Montijo. Había muchas calles con nombres nuevos, de militares. Entre dos edificios en regular estado, había un solar muy liso, y desde él se veía un encuadre de Madrid, como en un escenario. A pesar de tanta mole, de tanto humo amarillo y crecimiento, a pesar de tanta improvisación y caos maquinado por locos y negociantes, todavía conservaba Madrid algo de su aspecto clásico, de su estampa a lo Eduardo Vicente. Cúpulas de las viejas iglesias, la mole gris olvidada del Palacio Real, los viejos tejados con chimeneas y boardillas del XIX. Torres con veletas, ringlas de árboles y el sol de siempre que hiere los vidrios más altos al huir. El Madrid anterior a 1936, desde lejos tiene aspecto de ciudad provinciana, entre castellana y oriental, con no sé qué pobreza mal disimulada. No dominan los grandes edificios particulares oxidados con la pátina del tiempo. Falta arquitectura de solera. No se aprecia un trazado racional y clásico. Sobre viviendas deficientes y medianas, destaca el vuelo de las iglesias y la altura superdesarrollada de un palacio o edificio oficial. Aspecto de pueblo menestral o medianamente acomodado, que no tuvo capacidad ni poder para alzarse más arriba de las torres, como ocurre en las grandes ciudades de Europa. Los rascacielos actuales que rompen ese mediocre paisaje urbano, pertenecen a otro mundo, a otras concepciones que nada tienen que ver con lo que había: iglesias, palacios o calles galdosianas. Son nuevo aspecto de la pobreza, de la falta de gusto. No están inspirados por una estética de gigantes como en Nueva York, sino por la especulación del terreno y modelos serificados que nada tiene que ver con el contorno secular. En el núcleo de Madrid pasa lo que en Carabanchel mismo, se saltó de la casa con corral al bloque colmena, sin haber llegado a las grandes avenidas estilo París con edificios de piedra solemne, mayores que las iglesias. El español va siempre desde el conservadurismo más lóbrego a la improvisación alocada. Aquí no hay ritmo, no hay planificaciones graduadas absolutamente en nada. O se remacha el tornillo del inmovilismo hasta saltarle la cabeza o se entra a saco en las fórmulas más atrevidas y extrañas sin consistencia ni orden… Gran parte de la historia española es una colección de pataletas y desplantes junto a los reumas mentales y formales más esperpénticos. Plinio, recordó, que Jonás Torres contó en el San Fernando, que cierta conocida suya muy beata, que tuvo toda la vida una tienda de telas para hábitos en la calle Postas, cuando le flaqueó el negocio y empezó el turismo, puso en Benidorm un establecimiento de bikinis. Por nada del mundo hubiese vendido ella un bañador corriente hasta los años cincuenta, pero al llegar la marabunta, se pasó de golpe de la estameña franciscana al dos piezas con visión de ombligo. También oyó decir que otro caballero de Valencia que durante los años cuarenta era inspector de bailes, y a todas las parejas que se arrimaban menos de una cuarta les ponía multa, tenía ahora un club nocturno en Barcelona con toda clase de licencias. Y es que el español medio, que es muy impresionable y perezoso de cabeza, cambia según viene el viento.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las hermanas Coloradas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las hermanas Coloradas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las hermanas Coloradas»

Обсуждение, отзывы о книге «Las hermanas Coloradas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x