Juan Sasturain - Manual De Perdedores

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Sasturain - Manual De Perdedores» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Manual De Perdedores: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Manual De Perdedores»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

No me ha gustado este libro tan mentado. Sasturain es un personaje, y a veces se lo ve actuando en fotonovelas para revistas literarias coloridas. Le entré con mucha expectativa, pero pronto me cansé. Tal vez el esfuerzo de mantener el libro abierto (la encuadernación de Sudamericana no tiene parangón), o lo simplón de la trama. Tal vez la hilaridad que despierta leer las proezas físicas de un jubilado municipal, o ese esfuerzo por hacer de la historia algo cotidiano. Si bien hay algunos hallazgos en la escritura, no llegué a leer la segunda historia. Ya me pudrí cuando la misma se insinúa al final de la primera. De todas maneras, pueden hacer la prueba. Tengo dudas sobre el abandono de las lecturas, pues a veces me ha pasado que retomé un libro varios años después del abandono, y me pregunté por qué había dejado una obra que ahora me gustaba. El libro está en las mesas de saldo de los supermercados a $6 (sí, seis pesos).
Sólo para mi vanagloria: comenzado el 1º de noviembre y abandonado al día siguiente.

Manual De Perdedores — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Manual De Perdedores», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Qué pasa, Cora?

Hubo un suspiro del otro lado; la voz se endureció.

– Se portó, ayer.

– No entiendo.

– En Boedo, digo. Muy novelesca la huida pero después cayó la cana…

– Si cayó la cana se joden. Y ojalá al Chamaco lo guarden por unos años. Lo siento por Esteban. Pero jódanse.

– No.

– ¿No qué?

– No creo que piense eso que dice.

– Sí, pienso eso.

Hubo una pausa larga. Ya iba a colgar.

– No me pregunta por qué lo llamé.

– No.

– Lo espero a las seis de la tarde en el bar de Córdoba y Uruguay. El Ibérico…

– No voy a ir.

Hubo otro silencio. Nuevamente fue ella la que volvió:

– Yo le hago caso y me cuido. Usted no. Le conviene ir.

– Esperá sentada.

Colgó y miró a Tony. Tenía la cara de cuando era mozo y tenía que bancarse una mesa remolona en pagar, cargadora y de pedidos largos, sándwiches complicados y poca propina.

– Tengo hambre, Tony.

El gallego señaló un obvio paquete de papel blanco, la botella de litro apoyada en el escritorio.

– Ahí están los últimos mangos que tenía. En medio del quilombo te olvidaste de la guita, vos…

Etchenaik sonrió por primera vez en el día. Fue hasta la silla donde estaba tirado su saco, metió la mano en el bolsillo y sacó un puñado de billetes.

– Tomá -dijo tirándola sobre el escritorio como si sembrara-. La fui juntando en una escalera. Olela, que tiene perfume de mujer.

Y comieron sándwiches de salame y queso con vino blanco y sobre la mesa llena de miguitas repartieron plata arrugada en dos pilitas prolijas.

– Hoy le llevo masas secas a mi vieja -dijo Tony con otra cara.

130. Excursionistas-All Boys, suspendido

Terminaron el café, dejaron los pocillos llenos de puchos, el aire del bar saturado de humo entre el ruido de las fichas de dominó, los atenuados golpes de los billares del fondo.

– Tres y media. Me voy a la cancha.

– Mirá que llueve otra vez.

Detrás de los vidrios, la avenida sólo se agitaba cuando pasaban los colectivos de izquierda a derecha, brillantes como peces, semivacíos, casi innecesarios entre el papel picado de la llovizna que volvía, los semáforos que hacían colores y pausas para nadie.

– Es la primera fecha, en Excursionistas. Este año ascendemos.

Ya habían hablado todo, dado vueltas las posibilidades como un guante reversible, se habían convencido de que había que quedarse quietos. Sin embargo, Tony sabía algo más, lo sospechaba.

– Pero a la mina la vas a ver.

– No. Le dije que no.

– Te oí.

– Y bueno…

Un programa de Primera B y masitas secas les llenaba el sábado. Las fantasías de la eterna aventura y el riesgo habían quedado archivadas, al menos por un fin de semana, en el mueble metálico y semivacío de la oficina.

Viajó en un 64 sin apretujones con señoras circunspectas que se fueron desgranando por Luis María Campos. Cuando bajó en la vía de Pampa vio los corrillos, la esquina de la cancha llena de hinchas locales, los gorritos albos de Floresta, alguna bandera marchita, húmeda y decepcionada. No había partido: Excursionistas-All Boys, suspendido.

Tampoco llovía ya. Pero llovería otra vez. Compró cigarrillos y casi insensiblemente, mirando el verde brillante de Barrancas, echó mano a la libreta de direcciones. Abrió con la precisión de las fatalidades y encontró la de Berardi sin buscarla. Estaba a tres cuadras, a lo sumo cuatro.

Enfiló directamente por el césped, mojándose los zapatos. Llegó arriba y caminó bajo la arboleda prestigiosa de la calle que moría en el parque. Las casas se sucedían con variaciones mínimas de un esquema que incluía piedra y madera, césped y entrada de auto, dos pisos, tejas. La que le interesaba respondía al conjunto: dos tipos de madera, tres de piedra.

Subió los escalones irregulares y tocó el timbre. Mientras esperaba comprobó que no había auto en el garaje y que adentro sonaba música correntina a todo trapo. Se movió la cortina de un ventanal de la derecha y vio una sonrisa furtiva, el revuelo de pelo negro.

– ¿A quién busca? -preguntó la chica por encima del ruido. Sin duda era la muchacha que jugaba mientras el lobo no estaba.

– El señor Berardi.

Ella se dio vuelta y pegó el grito.

– Bajen el tocadisco, ché.

Se volvió hacia Etchenaik.

– El señor no está. Se fue a Uruguay.

La chica volvió a desentenderse de él para ocuparse de alguien que la acosaba a sus espaldas.

– Quedate quieto -dijo sin poder dejar de reír.

Apareció por detrás de ella un jovencito rapado hasta la perversidad por previsibles manos militares. Etchenaik no pudo dejar de sentirse viejo y estúpido.

– ¿Y la señora?

Ahora la piba se rió francamente, pero de él.

– ¿Qué señora? -dijo poniendo los dedos en ramillete hacia arriba.

– No sé, usted sabrá… La mujer -probó el veterano al voleo.

– Ella no vive acá. El señor vive solo -dijo la piba como para terminar.

– ¿Quién es, Isabel?

La voz era imperativa, era temerosa, era de mujer.

– Un señor que busca al señor -dijo la chica y ahora se rió otra vez pero de sí misma.

Una mano que tal vez era la dueña de la voz bajó el volumen del chamamé, hubo ruido de pasos.

– Ahí viene alguien que se parece a lo que usted busca -explicó Isabel y se hizo a un lado con toda la ironía correntina.

131. Alguien parecido

Era la persona parecida a la que él buscaba. A la que la piba creía que él buscaba, a la que Etchenaik tal vez no sabía que buscaba.

– ¿Quién es usted? -dijo ella, voz gruesa y oscura, veterana.

– Soy Etchenaik y ando buscando un niño perdido.

Le salió esa respuesta novelesca y falsa, impostada, porque la mujer era teatral, le daba pie.

Estaba parada en el umbral como el personaje secundario de una novela de Onetti: no entraría otra vez en escena pero sería inolvidable y lo sabía.

No había ninguna razón para que se vistiera de negro y con algún inconcebible encaje casi de loca; ni para que se peinara así, tirante el pelo recogido y renegrido, se decorara así la cara hermosa y ajada como un documento valioso, testimonio de pasados esplendores. No había ninguna razón para que Etchenaik quedara suspenso en el escalón. Esperando.

– No hay niños aquí -dijo ella, pero no era definitivo.

– ¿Y padre de niño?

– Tampoco. El padre voló, usted lo sabe pero revuelve.

– ¿Quién es usted, señora?

La mujer era hermosa todavía. Preguntarle era esperar una respuesta brillante, una revelación, el reconocimiento de juntar una cara y un hombre previsto o imprevisto.

– La señora Laura.

Eso solo. «Un nombre para dueña de quilombo» pensó el veterano con imágenes y recuerdos de veterano.

– Usted es la dueña…

– La señora Laura. Cuido la casa, me encargo del personal, del señor Berardi, del funcionamiento de todo. Después del señor, yo, Etchenaik.

– No es frecuente que recuerden mi nombre con tanta facilidad.

– No es frecuente este tipo de visitas domingueras en clave.

Hubo una chispita en algún lugar detrás del frontal de Etchenaik. Una chispita y se apagó.

– Usted es muy parecida a alguien o me recuerda a alguien.

– Soy Laura Hidalgo. -Y se rió.

Increíblemente podría haber sido Laura Hidalgo o Dolores del Río o María Félix o Blanquita Amaro. Era una época más que una mujer. Era parecida a una época pero también era parecida a alguien. No. A Evita no, pensó Etchenaik desalentado.

– Buenas tardes -dijo la mujer.

– Hace rato, quiero decirle, señora, que no encontraba a nadie con su sentido del humor y sus ojos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Manual De Perdedores»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Manual De Perdedores» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Manual De Perdedores»

Обсуждение, отзывы о книге «Manual De Perdedores» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x