Juan Sasturain - Manual De Perdedores

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Sasturain - Manual De Perdedores» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Manual De Perdedores: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Manual De Perdedores»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

No me ha gustado este libro tan mentado. Sasturain es un personaje, y a veces se lo ve actuando en fotonovelas para revistas literarias coloridas. Le entré con mucha expectativa, pero pronto me cansé. Tal vez el esfuerzo de mantener el libro abierto (la encuadernación de Sudamericana no tiene parangón), o lo simplón de la trama. Tal vez la hilaridad que despierta leer las proezas físicas de un jubilado municipal, o ese esfuerzo por hacer de la historia algo cotidiano. Si bien hay algunos hallazgos en la escritura, no llegué a leer la segunda historia. Ya me pudrí cuando la misma se insinúa al final de la primera. De todas maneras, pueden hacer la prueba. Tengo dudas sobre el abandono de las lecturas, pues a veces me ha pasado que retomé un libro varios años después del abandono, y me pregunté por qué había dejado una obra que ahora me gustaba. El libro está en las mesas de saldo de los supermercados a $6 (sí, seis pesos).
Sólo para mi vanagloria: comenzado el 1º de noviembre y abandonado al día siguiente.

Manual De Perdedores — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Manual De Perdedores», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pasaron unos minutos. Etchenaik encendió un cigarrillo y con la misma luz del fósforo estuvo examinando el cuadro: el perfil de la mujer de gran escote que miraba por una ventana donde había mar y algunos barcos no le pareció gran cosa.

Estaba en la mitad del segundo cigarrillo cuando los hombres salieron en tropel con movimientos apresurados y torpes, desbordando la estrecha vereda, entrando al auto por puertas diferentes.

Los dos que acompañaban a Huergo eran sin duda más jóvenes y en cierto modo intercambiables, casi mellizos, petisos y ostensiblemente trajeados con corbatas alevosas.

El Peugeot tomó por Santa Fe y enhebró los semáforos con suaves golpes de acelerador, que hacían cabecear a los ocupantes. Dobló por Pueyrredón al sur y al llegar a Corrientes encaró hacia el centro. Etchenaik lo seguía a media cuadra y tuvo que tener cuidado cuando el doctor Huergo se detuvo en el semáforo de Riobamba y uno de los petisos descendió. El hombre se inclinó levemente sobre la ventanilla y luego caminó rápidamente hacia Sarmiento; el Peugeot siguió y dobló por Rodríguez Peña rumbo a Congreso. A esa altura el veterano no dudó de lo que pasaría y cuando, después de dar la vuelta a la plaza, el otro petiso se bajó en Sáenz Peña, el Plymouth también se detuvo. Don Mariano había terminado el recorrido y el reparto de enanos. El auto blanco se perdió por Avenida. Para Etchenaik, la joda recién comenzaba.

Desde el auto siguió los movimientos del otro, lo vio pasar cauteloso frente al edificio de su oficina, mirar el cartel, reconocer el terreno y seguir hasta la esquina, detenerse. Eligió ese momento para acelerar, dar la vuelta manzana frente a él, mostrándose, y terminar deteniéndose en la puerta.

Al bajar del auto vio al hombrecito apostado en el edificio contiguo. Abrió la puerta de calle y mientras maniobraba sintió el movimiento a sus espaldas. Dejó cerrado sin llave y tomó el ascensor. Cuando llegó al tercero lo abandonó con la puerta abierta, fue a la oficina vacía -el gallego había ido a visitar a su vieja esa noche- encendió las luces y volvió al pasillo. Pasó frente al ascensor y subió por la escalera hasta el primer descanso; allí se sentó en la oscuridad. Esperó.

Las pisadas sonaban como el frotar de una lija gruesa contra el mármol de los escalones. Luego el sonido cambió y se hizo casi imperceptible. Una sombra más oscura atravesó el hueco negro al pie de la escalera. Etchenaik bajó los seis escalones con dos grandes zancadas silenciosas. Lo vio: la figura se recortaba nítida contra el vidrio iluminado de la puerta de la oficina, al fondo del pasillo. El hombre llegó hasta el cuadrado de luz del ascensor y al girar la cabeza el veterano pudo ver el gesto de extrañeza, las pupilas dilatadas por el esfuerzo de atravesar la oscuridad.

– Quieto -le dijo-. Quieto o lo quemo.

El petiso se inmovilizó, ni siquiera se dio vuelta.

– Las manos sobre la cabeza, sin girar eh…

Se acercó por detrás sin dejar de apuntarle con el revólver a la nuca; colocándole la mano en el antebrazo lo empujó hacia el ascensor.

– Adentro -ordenó-. Desabróchese el saco y tire todo lo que lleva encima.

Bajo la luz del ascensor el petiso parecía Peter Lorre esperando un garrotazo. Etchenaik recogió el arma y los documentos. Después encendió la luz del pasillo, abrió la puerta de la oficina y de un empujón lo arrojó sobre el sillón doble de cuero que lo recibió con una nubecita de polvo. Cerró de una patada y, sin dejar de apuntarle a la cabeza, se instaló tras el escritorio.

– Fretes. -dijo revisando los documentos-. ¿A qué debo su visita?

88. Replay

Oscar Fretes, nacido en San Martín, provincia de Buenos Aires, el 18 de octubre de 1938 según la cédula de la Federal que Etchenaik hacía girar entre sus dedos, no parecía asustado por ahora, no tenía apuro por hablar.

– ¿Cómo es el asunto, Fretes? ¿Usted trabaja siempre para el doctor Huergo o es un laburo ocasional?

– No lo conozco. No sé de qué habla.

– A usted lo trajeron como si tuviera un remise de lujo hasta la puerta de mi casa, le pusieron un revólver en el bolsillo… ¿Tenía que usarlo? ¿Vino a pegarme un tiro?

– Está equivocado. Usted no tiene nada que ver. Yo vine buscando a mi mujer… La muy guacha…

Al echar atrás el martillo del antiguo revólver Etchenaik hizo un ruido infernal, intimidatorio. Apuntó cuidadosamente, con los dos brazos extendidos por encima del escritorio, guiñando un ojo, el otro fijo en la mina, en el entrecejo poblado del petiso repentinamente silencioso.

– Enano, esto va en serio… Habla o te juro que te hago un agujero con este trabuco oxidado. Y las balas oxidadas hacen mucho peor.

El otro se acurrucó hasta ser un bollo en el extremo del sillón.

Desde ese lugar salió una voz aflautada, casi quebrada por un miedo que le bamboleaba el esqueleto como si fuera a desarmarlo.

– No tire, Etchenaik. Le explico todo, inventé lo de mi mujer…

– No me había dado cuenta, imbécil. Desenrollate, que te voy a pegar en cualquier parte y el traje es berreta pero está nuevo… Enderezate, así te la pongo en la frente. A ver…

Fretes no lo dejó continuar.

– Me trajo él. Yo no sé quién es usted ni qué pasa. A veces el doctor nos encarga trabajos chicos y los hacemos, pero no tenemos nada que ver.

– «¿Tenemos?»

– Yo y mi hermano.

Recién entonces Etchenaik recordó al otro petiso, el desembarrado en Corrientes y Riobamba.

– ¿Qué tenía que hacer hoy tu hermano, Fretes? -y ya adivinaba la respuesta, la temía.

– No sé… Creo que asustar a una mina. Nada que ver con usted.

Etchenaik casi saltó por encima del escritorio, lo arrastró en su impulso.

– ¿Qué mina, hijo de puta? ¿Qué mina?

Se tiró sobre él, lo arrojó al piso y lo puso boca abajo.

– Quieto, carajo, que tengo apuro.

Abrió el cajón del escritorio, sacó unos pedazos de cable añadido y poniendo la rodilla en la espalda del prisionero lo obligó con la mano a doblar la cabeza. Le hizo girar la corbata, se la sacó y con ella misma lo amordazó. Después le ató los brazos atrás con el cable.

– Vamos a buscar a tu hermano, Fretes… -dijo-. Si seré boludo de no darme cuenta antes.

El petiso forcejeaba sin convicción, entorpecía los trámites finales. Más que defenderse, se vengaba sutilmente. Etchenaik le dio un piñón detrás de la oreja para convencerlo de que debía colaborar y lo enderezó de dos tirones.

– Vamos para allá -dijo-. Y espero que no haya pasado nada porque te juro que los amasijo a los dos.

En ese momento oyó el ruido del picaporte a sus espaldas; después, la puerta que se cerraba.

– Suelte el arma, Etchenaik. Le estamos apuntando.

Cuando giró se sorprendió. El que le apuntaba no era petiso ni estaba trajeado ni llevaba una contundente corbata de colores. Al contrario. La media que le cubría la cara hacía juego con la remera marrón. El fusil FAL que tenía en la mano no hacía juego con nada.

– No… No jodan ché -dijo Etchenaik-. Tengo que hacer, viejo, no me vengan ahora con el replay de lo del otro día. No…

Pero no había nada que hacer.

89. Demasiados fierros

La luz del techo, demasiado baja, dividía la habitación en dos mitades superpuestas. El que había hablado caminó dos pasos y se colocó en medio del círculo iluminado. Etchenaik y su compañero habían quedado seccionados por el límite de la sombra. Las manos caídas a los costados del cuerpo del veterano entraban en la luz; el revólver, colgado de su índice, brillaba.

– Suéltelo y camine -dijo el de la media en la cabeza con voz bien modulada y prolija.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Manual De Perdedores»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Manual De Perdedores» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Manual De Perdedores»

Обсуждение, отзывы о книге «Manual De Perdedores» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x