Anne Holt - Crepúsculo En Oslo

Здесь есть возможность читать онлайн «Anne Holt - Crepúsculo En Oslo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Crepúsculo En Oslo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Crepúsculo En Oslo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la ciudad de Oslo, una conocida presentadora de televisión aparece asesinada en su domicilio. El superintendente Yngvar Stubø y la que fuera profiler del FBI Inger Johanne Vik son requeridos para llevar a cabo la investigación. Pareja tanto en la vida real como en la profesional, Stubø y Vik se muestran reticentes a llevar el caso ya que acaban de ser padres; sin embargo, se ven forzados a aceptarlo dada la naturaleza del mismo.
Todo apunta a un asesino en serie de gusto perverso que se deleita escenificando sus crímenes. Mientras Stubø se vuelca en el análisis meticuloso de los detalles que rodean cada crimen, Vik ahonda en una teoría que coge fuerza a medida que traza el perfil del presunto asesino; la posible conexión entre los hechos presentes y su pasado como miembro del FBI.

Crepúsculo En Oslo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Crepúsculo En Oslo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La ayudante de dirección posó la mano sobre su brazo. Wencke Bencke dio tres pasos tranquilos, hacia atrás.

– Quizá por eso Warren siempre finaliza sus conferencias diciendo…

– Ven -dijo la mujer con los auriculares, ahora ya visiblemente irritada.

– … que Inger Johanne Vik es la mejor profiler que nunca haya conocido. O quizás es que sencillamente es verdad.

Después desapareció hacia el estudio. Las pesadas puertas de acero se cerraron lentamente detrás de ella.

– ¿Va todo bien? -preguntó el más joven de los policías, parecía preocupado y le ofreció un vaso de agua-. Inspector, ¿va todo…?

Pero el inspector miraba fijamente el monitor. Estaba sonando la sintonía del programa; una liebre y una tortuga danzaban por un laberinto psicodélico obligando a Yngvar a apoyarse sobre el respaldo de la silla. El presentador entró y recibió un ensordecedor aplauso de un público bien instruido.

Wencke Bencke se sentó.

Llevaba un traje chaqueta rojo oscuro.

El presentador se rió de algo que dijo ella. Yngvar no estaba prestando atención. Miraba fijamente un pequeño broche, casi invisible en la imagen. Sólo de vez en cuando el metal relumbraba bajo la luz del estudio, cuando la escritora se movía; cuando se echaba para delante, hacía el presentador. Eran íntimos ante un millón de espectadores, Yngvar no oyó nada hasta que el rubio presentador preguntó:

– ¿Qué has estado haciendo allí abajo? En la Riviera en medio del invierno, quiero decir.

– He estado escribiendo -dijo ella-. Estoy escribiendo una novela sobre una escritora de novelas policíacas que empieza a matar porque se aburre.

Todos se rieron. Reían en el estudio; se sentía una vibración, un temblor en el suelo. Reían en la pequeña habitación en la que se hallaba Yngvar, rieron largo y tendido, y el presentador fue quien rió más y durante más tiempo.

– Porque podrás decir lo que quieras -dijo Wencke Bencke cuando finalmente se calmaron, puso la mano suave y maternalmente sobre el muslo del hombre-, pero si hay alguien que lo sepa todo sobre el matar, somos nosotros. Por no decir… -Sonrió de oreja a oreja y agregó-: ¡Sabemos cómo salir impunes!

– Joder, Yngvar. Menuda historia.

En una casa en la calle Sag, justo detrás de los antiguos telares junto al río Aker, el fuego ardía alegremente en una estufa de ladrillo. Era ya de madrugada. Yngvar estaba recostado en un sillón orejero. Cuando cerraba los ojos, oía el salto de agua junto al molino, donde el río caía alborotando y crecido por la primavera, en dirección al fiordo que estaba a algunos kilómetros de distancia hacia el sur. La oscuridad al otro lado de la ventana era compacta debido a la lluvia. Dentro hacía frío, casi se quedó dormido.

Yngvar había contado la historia que no había que contar.

– Sí -dijo-. Es todo un relato.

El otro hombre se levantó y trajo dos copas de la cocina. Yngvar oyó el tintinear de los cubitos de hielo.

– Toma -dijo Bjørn Busk pasándole un sólido whisky antes de echarle otro tronco al fuego y sentarse en la otra silla-. ¿Está Inger Johanne sola en casa?

– No. Esta noche se quedaba a dormir en casa de sus padres. Pero sólo esta noche. Se le ha metido en la cabeza que Wencke Bencke sabe dónde estamos en todo momento. Por eso no quiere dormir bajo el mismo techo que las niñas. En su caso, esa mujer iría por nosotros dos. No por los niños. Nosotros nos quedamos en casa, Kristiane se va a quedar un tiempo con Isak. La madre de Inger Johanne se encarga de Ragnhild. Por la noche, vamos. Los dioses sabrán cuánto tiempo podremos continuar así.

Bjørn Busk apoyó los pies sobre un puf y le dio un sorbo a la copa.

– Estás realmente convencido -dijo pensativo.

– ¿De que va por nosotros? No. Pero estoy cien por cien seguro de que mató a Vibeke Heinerback, Vegard Krogh y Håvard Stefansen. Y la verdad es que nunca antes… -se interrumpió a sí mismo y se quedó estudiando el juego del líquido dorado- lo había dicho -completó-. Estoy totalmente seguro con respecto a su culpabilidad, quiero decir. Es un caso despojado de cualquier prueba técnica, de todos modos.

– Está bien que lo digas tú mismo -sonrió Bjørn Busk-. Porque, por lo que puedo entender, no hay nada siquiera cercano a razones de peso para la sospecha.

– Que es el motivo por el que acudo a ti en medio de la noche. Sin previo aviso.

– No pasa nada. Desde que Sara se mudó…

– Lo siento, Bjørn. Tendría que haber hablado contigo cuando me enteré. Tendría que…

– Olvídalo. Así es la vida. Tenemos muchas cosas que atender. Estamos muy atareados. Tenemos bastante con nuestras propias vidas como para implicarnos en los problemas de los demás. Yo estoy bien, Yngvar. En algún sentido…, lo he superado. Y aprecio mucho que hayas venido esta noche.

Bjørn Busk sonrió y dejó la copa sobre una pequeña mesa que había entre ellos. Era un hombre de la edad de Yngvar y de gran tamaño. Eran amigos desde que, con el pelo igual de rapado y con sus carteras azules colgando de sus estrechos hombros, habían entrado en su primera aula en 1962.

– Se puede decir -dijo pensativo- que nuestro procedimiento judicial tiene poco hueco para los asesinatos en los que se carece de móvil. Cuando el resto de las pistas son pocas, o vagas, nos basamos en el móvil. Nunca antes lo había visto exactamente así, pero… -bebió, con el ceño muy fruncido-, puesto que se protege a los ciudadanos de la intromisión arbitraria de las autoridades, imponiendo ciertos requisitos al grado de sospecha antes de permitir investigaciones efectivas…

– Te estás poniendo muy jurídico, Bjørn. El caso es que si no encontramos un móvil, nos tenemos que quedar con los putos brazos cruzados. A no ser que se pille al asesino con la sangre en el cuchillo, los pantalones bajados o con tres testigos con cámara.

– Quizás estés exagerando un poco en el modo de expresarlo. Pero eso era más o menos lo que quería decir.

– Exactamente eso.

Se rieron un poco. Se quedaron en silencio.

– En realidad me estás pidiendo que haga algo ilegal -dijo Bjørn.

Yngvar abrió la boca para protestar.

«Ilegal no. Sólo te estoy pidiendo que aflojes un poco las riendas. Que hagas la vista gorda. Que corras un riesgo, nada más; en nombre de la justicia», pensó.

– Sí -dijo en su lugar-. Supongo que eso es lo que estoy haciendo.

– No se cumplen las condiciones para hacer una entrega en secreto de los extractos. Para nada. Ni para entregarlo de ninguna manera, para ser más precisos.

– Sin una orden no tengo la menor posibilidad de mirar su cuenta -dijo Yngvar, notaba cómo le ardían las mejillas con el calor del alcohol-. Y sin mirar su cuenta no tengo la menor oportunidad de averiguar dónde estaba cuando tuvieron lugar los asesinatos.

– ¿No podrías simplemente preguntarle a ella?

Bjørn lo miró por encima de las gafas.

– ¿Preguntarle a ella?… ¡Ja!

– Si te permite estudiar su cuenta, quiero decir. No dónde estaba. Tal y como la describes, no me sorprendería que te dijera que sí. Tu relato trata sobre una mujer que quiere que la vean. Que desea mostrarse ante ti en breves momentos, desde donde no la puedas alcanzar, pero de todos modos… ahí. Presente. Como un elfo del bosque. Con haber visto uno, se puede jurar que existen. Pero nunca se puede demostrar.

La madera crepitó en el hogar. De vez en cuando las llamas se hinchaban en lenguas azuladas y amarillas. Un leve aroma a alquitrán se mezclaba con el olor del fuerte whisky de malta; brea y corteza quemada. Bjørn cogió un pequeño cofre de madera de un estante y abrió la tapa.

– Coge uno -dijo, Yngvar sintió que se le humedecían los ojos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Crepúsculo En Oslo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Crepúsculo En Oslo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Crepúsculo En Oslo»

Обсуждение, отзывы о книге «Crepúsculo En Oslo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x