Héctor Camín - Historias Conversadas

Здесь есть возможность читать онлайн «Héctor Camín - Historias Conversadas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Historias Conversadas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Historias Conversadas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

No es fácil pasar impunemente de la novela al cuento. Se trata de un género abierto a todos los géneros, versus una cápsula verbal que debe concentrarse en un sólo objetivo de interés. En estos cuentos, Aguilar Camín ha sido fiel a su mundo imaginario: trasponer la realidad real, testimonial, a un plano de ficción, pero sin dejar de ser o apuntar permanentemente hacia el testimonio, hacia la realidad de cada día. De manera que, en estas Historias conversadas, sin pretender crear un mundo de pura ficción por el costante guiño que le hace a la realidad, nos atrapa igualmente en su madeja anecdótica como si fuera un mundo de pura ficción, sin relación inmediata o reconocible

Historias Conversadas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Historias Conversadas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Al atardecer, empapados los dos como por una llovizna en el torrente de las memorias infantiles de Álvaro, caminábamos un kilómetro hacia el mirador de la barranca, dejábamos por fin de hablar y oír, y sólo veíamos, en un recogimiento religioso, el juego de las luces del atardecer sobre los filos de la barranca, las verduras aradas del valle abajo, ondulado y húmedo como sólo pueden serlo las colinas colombianas o el perfecto ajedrez, fértil y humano, de las terrazas naturales del Piamonte italiano.

Pero nada hubiera quedado en mí de esa levitación luminosa de no habernos cruzado una mañana, en un banco ruinoso de la plaza, con la figura anciana y raída, pero imponente y melancólica, de Antonio Bugarín. Vestía calzones charros de listas marrón y una camisa de hilo con botones ovalados de hueso. Un sombrero negro, con cintillo plateado, reposaba sobre sus piernas, dejando al aire limpio y juguetón de la plaza las hebras sudadas de un cabello blanco que no había perdido el brillo, aunque empezaba a escasear, desamparando filones de sonrosado cuero cabelludo. Un bigote también blanco, finamente cortado, sostenía la curva de la nariz recta y grande, afilada por los años. Bajo las cejas pobladas del mismo color platino, ardían aún dos ojos vivos y cordiales, que nada querían saber de su vejez.

Todo en Antonio Bugarín, de hecho, no sólo la mirada, recusaba la evidencia de sus años; sus mismas ropas, ceñidas y como juveniles, la coquetería galante del paliacate rojo que envolvía su cuello curtido, el brillo de las espuelas que ornaban los talones de sus bien pulidas botas. Las espaldas anchas y los muslos fuertes, reposaban en el banco no para reparar el cansancio, sino en espera de la voz de marcha; no como el anciano que calienta al sol sus huesos, sino como el joven que vela, dispuesto, la inminencia fugaz de su destino.

– Pregúntale de la Cristera -me dijo Álvaro, cuando nos acercamos a ese anciano, tocado en su alma por la gana de la eterna juventud. Lo saludó después, con un beso en la mano, llamándolo tío y me presentó sin más preámbulo, amarrando los hilos de la conversación que buscaba: -Un amigo de México. Quiere estudiar la Cristera en esta zona. Le dije que usted puede contarle lo que sabe.

– De la Cristera, tú sabes todo lo que hay que saber -dijo Antonio Bugarín a su sobrino, luego de saludarme. – ¿Qué puedo agregar yo que no se sepa?

– Ahora hay nuevas disciplinas en el estudio de la historia en México -respondió Álvaro. -Interesan los dichos de los testigos presenciales, más que lo escrito en documentos.

– ¿Qué se puede agregar a lo cierto? -alegó Bugarín, imponiendo a nuestros trucos la mesura altiva y como intemporal de sus frases. -Nomás mentiras.

– Se pueden agregar versiones -dije yo. -Formas distintas de contar lo mismo.

– Un buey es un buey desde donde lo vea -dijo Bugarín, riendo apenas, con sus labios delgados y blancos, dibujados por el bigote. -Pero estoy a sus órdenes. Si piensan que algo agrega lo que yo pueda decir, los leídos son ustedes, ustedes sabrán.

– Cuéntenos de la Cristera en la Meseta -dijo Álvaro. – ¿Cómo empezó?

– Con el cura de Colotlán empezó -dijo Antonio Bugarín. -Cuando el gobierno prohibió los cultos en las iglesias, el cura de Colotlán empezó aquí abajo a hacer su guerra.

– El culto en las iglesias lo suspendieron los sacerdotes – dije yo.

En efecto, los obispos, indignados, habían respondido con esa decisión a una ley de cultos limitativa y jacobina del gobierno.

– Eso habrá sido donde usted leyó -me dijo Antonio Bugarín. -En toda esta región, los cultos los suspendió el gobierno. Por eso la gente se fue al llano con su escopeta, a buscar lo que decían "una nueva casa" para Cristo Rey.

– Pero el culto lo suspendieron los curas -dijo Álvaro.

– Ellos fueron -admitió Antonio Bugarín. -Y lo sé yo mejor que nadie en esta parte del mundo. Lo que quiero decir, es que no hubo cristiano leal o improvisado de esta zona que no pensara entonces, y piense todavía, que fue Calles quien cerró la casa del Divino. Discutiéndoles eso fue que nos dimos de balazos cuatro meses. Les ganamos tres a uno, pero ni así se convencieron. ¿Qué quieren saber de ese jaleo?

– Todo lo que usted recuerde -dijo Álvaro.

– Entonces ha de ser muy poco, sobrino -dijo Antonio Bugarín. -Porque recuerdo la misma historia con unos pocos cambios. Aquí, bajo ese huizache que ahí se ve, mataron a Ramón Fernández. Bajo aquel otro, ajustaron a su primo Donaciano. Y uno estaba en nuestro bando y el otro en el bando de ellos. Eso fue todo: un perseguirnos de acá para allá, unos a otros, y luego de regreso. Y los muertos y los gritos de las mujeres, las jaculatorias y las mentadas. Lo único que recuerdo mejor es cuando les pusimos el retén a los que subían de abajo con refuerzos para los cristeros de acá arriba. Ya estaba todo en paz acá arriba, les habíamos ganado tres a uno, como les digo, y supimos que venían de Colotlán con el cura al frente para incendiar de nuevo la meseta. Dije entre mí: "Eso no". Y así fue. Una partida montada subía por el sendero de Juchipila y otros a pie trepaban como monos por la escarpa del ojo de agua, allá del lado de Jalisco. No habían alcanzado la mitad del camino, cuando en un recodo encañoné de frente al cura de Colotlán.

– Cuéntenos del cura de Colotlán -dijo Álvaro, sabedor del guión de la memoria de su tío.

– Hombre vanidoso el señor cura -dijo Antonio Bugarín, sonriendo. -Subía esa noche de luna montando un caballo blanco. Pude verlo de lejos y atajarlo con premeditación. Lo apercollé del cogote y le dije: "Viva Cristo yo", para que supiera a qué atenerse con el blasfemo que le había tocado. Supo. No sé si por el apretón o por la blasfemia. El caso es que se quedó blandito entre mis brazos, rendido, arrepentido a lo mejor de haber usado su caballo blanco. Luego les grité a los que seguían escarpando: "Aquí tengo al cura. Si se mueven lo mando al otro mundo. Les habla Antonio Bugarín." Entonces mi nombre valía algo entre esa gente porque les habíamos matado tres a uno acá arriba, y eso cuenta cuando se anda de guerra. Pararon su ascensión y les dije: "Si quieren ver vivo otra vez al señor cura, acá no suban. Hagan su guerra abajo. Cuando acabe el incendio de su Cristo, les devuelvo a su cura intacto. Y hasta bien comido". Eso fue con los que venían a caballo. Los que venían a pie, por el otro lado del desfiladero, esos murieron o huyeron, de modo que les fue peor. El caso es que yo me llevé al cura y ellos dejaron de subir. Cada semana les escribía el señor cura a sus fieles de allá abajo. "Estoy bien con Bugarín". Y muy bien estaba el vividor, aunque siempre queriéndose escapar. Se sentía Miguel Hidalgo, el nuevo padre de la patria. Y algo se parecía en lo necio, digo yo. ¿Qué más quieren saber?

– ¿Usted era ateo, tío? -preguntó Álvaro.

– Católico como el que más -respondió Antonio Bugarín.

– ¿Por qué se metió entonces a pelear contra los cristeros?

– Tuve mis razones -dijo Bugarín. -Y tú las sabes mejor que nadie, de modo que si quieres contarlas no tienes más que empezar. Pero aquí, a tu amigo, puedo decirle que yo estaba en la cárcel y me fueron a ver y a proponerme que me dejaban libre y limpio si limpiaba de cristeros la meseta. Yo dije: "Bueno", y me fui por mis hombres de siempre, que también eran católicos pero no tenían cabecilla y estaban aburridos de que llevábamos años de la quietud ésta del cielo que usted ve, y ninguna otra cosa.

– Ellos pacificaron la zona luego de la revolución, en 1917 -me explicó Álvaro. -Quedaron más bandidos sueltos que hubo revolucionarios. Los pueblos aquí se defendieron solos de los bandoleros. Allá en el desfiladero de Juchipila, mi tío y su gente echaron para atrás a Inés García. ¿Te acuerdas de Inés García?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Historias Conversadas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Historias Conversadas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Historias Conversadas»

Обсуждение, отзывы о книге «Historias Conversadas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x