Kazuo Ishiguro - Nunca Me Abandones

Здесь есть возможность читать онлайн «Kazuo Ishiguro - Nunca Me Abandones» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Nunca Me Abandones: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Nunca Me Abandones»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A primera vista, los jovencitos que estudian en el internado de Hailsham son como cualquier otro grupo de adolescentes. Practican deportes, o tienen clases de arte donde sus profesoras se dedican a estimular su creativi-dad. Es un mundo hermйtico, donde los pupilos no tienen otro contacto con el mundo exterior que Madame, como llaman a la mujer que viene a llevarse las obras mбs interesantes de los adolescentes, quizб para una galerнa de arte, o un museo. Kathy, Ruth y Tommy fueron pupilos en Hailsham y tambiйn fueron un triбngulo amoroso. Y ahora, Kathy K. se permite recordar cуmo ella y sus amigos, sus amantes, descubrieron poco a poco la verdad. El lector de esta esplйndida novela, utopнa gуtica, irб descubriendo que en Hailsham todo es una re-presentaciуn donde los jуvenes actores no saben que lo son, y tampoco saben que no son mбs que el secreto terrible de la buena salud de una sociedad.

Nunca Me Abandones — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Nunca Me Abandones», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Veo perfectamente lo que habéis estado haciendo, y no está bien -dijo, y les mandó a ver a la señorita Emily.

Cuando llegaron a su despacho, la señorita Emily les dijo que estaba a punto de salir para una reunión importante, y que no tenía tiempo para hablar con ellos.

– Pero sabéis que no tendríais que haber estado haciendo lo que estuvierais haciendo, y espero que no volváis a hacerlo -les había dicho, antes de salir apresuradamente con sus carpetas.

El sexo homosexual, por cierto, era algo sobre lo que nos sentíamos aún más confusos. Por alguna razón que desconozco, lo llamábamos «sexo sombrilla»; si te gustaba alguien de tu mismo sexo, eras un o una «sombrilla». No sé cómo sería en los centros del exterior, pero en Hailsham no éramos en absoluto amables con todo lo que tuviera que ver con una tendencia homosexual. Los chicos, sobre todo, podían ser de lo más crueles. Según Ruth, ello se debía a que muchos de ellos se habían hecho cosas mutuamente cuando eran muy pequeños, antes de que pudieran darse cuenta de lo que estaban haciendo. Así que ahora se sentían ridículamente tensos en relación con ello. No sé si tenía o no razón, pero no había duda de que si acusabas a alguien de ser «un sombrilla de cuidado» podías buscarte una buena bronca.

Cuando hablábamos de todas estas cosas -y lo hacíamos constantemente en aquel tiempo- nunca podíamos concluir si los custodios querían o no que tuviéramos sexo entre nosotros. Algunos pensaban que sí, pero que siempre queríamos hacerlo cuando no debíamos. Hannah sostenía la teoría de que su deber era hacer que tuviéramos sexo entre nosotros porque de lo contrario nunca llegaríamos a ser buenos donantes. Según ella, los riñones, el páncreas y demás cosas por el estilo no funcionaban bien si no se tenía sexo. Y alguien añadió que no teníamos que olvidar que los custodios eran «normales». Por eso eran tan raros en lo referente al sexo; para ellos, el sexo era para cuando querías tener niños, y aunque sabían, intelectualmente, que nosotros no podíamos tenerlos, seguían sintiéndose incómodos cuando practicábamos el sexo porque en el fondo no acababan de creerse que no íbamos a tener hijos.

Annette B. tenía otra teoría: que los custodios se sentían incómodos cuando practicábamos el sexo entre nosotros porque lo que en realidad querían era tener sexo con nosotros. El señor Chris en particular, afirmaba Annette, nos miraba a las chicas de ese modo. Laura dijo que lo que Annette quería decir realmente era que la que quería tener sexo con el señor Chris era ella. Y todas nos partimos de risa, porque la idea de tener relaciones sexuales con el señor Chris nos parecía absurda, además de absolutamente nauseabunda.

La teoría que creo que más se acercaba a la verdad era la de Ruth.

– Nos informan de todo lo relacionado con el sexo para cuando nos vayamos de Hailsham -explicaba-. Quieren que lo hagamos como es debido, con alguien que nos guste y sin coger enfermedades. Pero como digo, nos lo cuentan para cuando dejemos Hailsham. No quieren que lo hagamos aquí, porque es demasiado lío para ellos.

Yo, por mi parte, pienso que no hacíamos tanto sexo como fingíamos hacer. Había, quizá, mucho besuqueo, mucho manoseo; y parejas que daban a entender que estaban manteniendo relaciones sexuales completas. Pero hoy, al volver la vista atrás, me pregunto hasta qué punto todo esto era verdad. Si todos los que decían que lo hacían lo estaban haciendo realmente, en Hailsham no se habría visto más que parejas empeñadas en tal afán a todas horas, y a derecha, izquierda y centro.

Lo que sí recuerdo es que existía un acuerdo casi tácito entre todos nosotros para no interrogarnos demasiado sobre lo que decíamos que hacíamos. Si, por ejemplo, Hannah ponía los ojos en blanco cuando estábamos hablando de otra chica y decía entre dientes «virgen» -queriendo decir «por supuesto, nosotras no lo somos, y como ella sí lo es, ¿qué puedes esperarte?»-, ciertamente no era muy propio preguntarle: «¿Con quién lo has hecho tú? ¿Cuándo? ¿Dónde?». No, lo que hacías era limitarte a asentir con complicidad. Era como si existiera otro universo paralelo al cual nos trasladábamos para practicar todo ese sexo.

Creo que debí de darme cuenta incluso entonces de que todos aquellos lances de los que se alardeaba a mi alrededor no cuadraban en absoluto. En cualquier caso, a medida que se acercaba el verano, empecé a sentirme más y más un bicho raro a este respecto. En cierto modo, el sexo había llegado a ser como lo de «ser creativo» unos años antes. Era como si, al no haberlo hecho nunca, tuvieras que hacerlo, y pronto. Y en mi caso la cosa se hacía aún más complicada por el hecho de que dos de las chicas de mi círculo más íntimo lo habían hecho ya. Laura, con Rob D., aunque nunca habían llegado a ser pareja. Y Ruth con Tommy.

A pesar de ello, yo seguía y seguía resistiéndome, repitiéndome a mí misma el consejo de la señorita Emily: «Si no encuentras a nadie con quien desees de veras compartir esa experiencia, ¡no lo hagas!». Pero hacia primavera del año del que estoy hablando empecé a pensar que no me importaría tener sexo con un chico. No sólo para ver cómo era, sino también porque se me ocurrió que necesitaba familiarizarme con el sexo, y que incluso sería preferible practicarlo por primera vez con un chico que no me importara demasiado. Así, en el futuro, si estaba con alguien especial, tendría más probabilidades de hacerlo todo como es debido. Lo que quiero decir es que, si la señorita Emily tenía razón y el sexo era algo tan importante entre las personas, entonces no quería hacerlo por primera vez cuando, llegado el momento, fuera realmente importante hacerlo bien.

Así que le eché el ojo a Harry C. Lo elegí por varias razones. La primera, porque sabía que él lo había hecho ya con Sharon D. La segunda, porque aunque no me gustaba demasiado tampoco lo encontraba repulsivo. Y también porque era tranquilo y decente, y, si la cosa resultaba un verdadero desastre, nada dado a ir por ahí luego chismorreando. Era, además, un chico que ya había insinuado unas cuantas veces que le gustaría tener sexo conmigo. De acuerdo, había un montón de chicos que a la sazón lanzaban sondas galantes, pero para entonces sabíamos ya distinguir claramente una proposición real de la habitual palabrería de los chicos.

Así que elegí a Harry, y lo diferí un par de meses porque quería asegurarme de estar bien físicamente. La señorita Emily nos había dicho que podría ser doloroso y resultar un completo fracaso si no te humedecías lo bastante, y ésa era mi principal preocupación. No era cuestión de que te desgarraran ahí abajo, como a veces comentábamos en broma (era además el miedo secreto de muchísimas chicas). Me decía a mí misma que siempre que me mojase lo bastante aprisa, no tenía por qué haber problemas, y practiqué mucho yo sola para asegurarme.

Me doy cuenta de que quizá pudiera pensarse que me estaba volviendo obsesiva, pero recuerdo que también me pasaba mucho tiempo releyendo pasajes de libros en los que la gente tenía relaciones sexuales, y repasaba las frases una y otra vez tratando de encontrar pistas. Lo malo es que los libros que teníamos en Hailsham no me servían de ninguna ayuda. Teníamos muchas obras de Thomas Hardy y de autores por el estilo, prácticamente inútiles para mis propósitos. En algunos libros modernos, de escritoras como Edna O'Brien y Margaret Drabble, había algo de sexo, pero nunca se sabía con claridad lo que sucedía porque los autores siempre daban por supuesto que tenías en tu haber un montón de experiencia y que no hacía ninguna falta entrar en detalles. Así que me estaba resultando francamente frustrante lo de los libros y el sexo, y los vídeos tampoco eran una buena opción. Desde hacía un par de años teníamos un vídeo en la sala de billar, y aquella primavera disponíamos ya de una colección bastante buena de películas. En muchas de ellas había sexo, pero la mayoría de las escenas acababan justo antes de que empezara el sexo propiamente dicho, o, si la cámara registraba cómo lo hacían, tú sólo veías las caras o las espaldas de los protagonistas. Y cuando había un pasaje en verdad útil, era muy difícil verlo pausadamente porque por lo general había otros veinte compañeros en la sala. Teníamos ese sistema que te permite repetir tus secuencias preferidas, como, por ejemplo, el momento en que el soldado norteamericano salta sobre el alambre de espino a lomos de su motocicleta en La gran evasión. Se oía la cantinela de «¡Rebobina, rebobina!», y alguien cogía el mando a distancia y volvíamos a ver la secuencia, a menudo tres, cuatro veces. Pero difícilmente podía yo ponerme a gritar que rebobinaran para volver a ver una determinada escena de sexo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Nunca Me Abandones»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Nunca Me Abandones» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Nunca Me Abandones»

Обсуждение, отзывы о книге «Nunca Me Abandones» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x