Federico Andahazi - El Príncipe

Здесь есть возможность читать онлайн «Federico Andahazi - El Príncipe» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Príncipe: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Príncipe»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

De lectura ágil, atractiva, hipnótica, original y terriblemente actual, " El Príncipe" contiene todos los elementos que un lector exigente puede reclamarle a una gran novela.
Es la historia del Hijo de Wari, el diablo, un líder nacido en el corazón de la montaña que conquista la voluntad de su pueblo con promesas incompludias, y lo gobierna con la ilusión de una prosperidad inexistente. Cuando se "retira" -junto con sus ministros-apóstoles, aguardando un momento más propicio para gozar de los frutos de la cosecha en el poder-, el pueblo queda clamando por su segunda venida. Detrás de la escena, un consejero inmaterial, maquiavélico, ilumina los pasos del Mesías. Pero dónde se oculta el Hijo de Wari?, qué trama para su regreso?.

El Príncipe — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Príncipe», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Así como el espacio se dividía entre el arriba y el abajo, el tiempo se calculaba entre el antes y el después del carnaval, según lo que faltara para el próximo y los días que lo separaban del anterior. Desde los tiempos de la Maldición del Conquistador, cuando los Amawtas se petrificaron de horror ante la noticia del asesinato de Atahualpa, esperaban en cada nuevo carnaval el regreso del inca. Desde aquel cataclismo de tinieblas e ignominia, de saqueo y yugo, los guardianes de la sabiduría, los Amawtas, recluidos en su silencio de piedra, vivos en la latente quietud de la roca, habrían de volver a la humana materialidad el anhelado día del pachacuti. En cada carnaval esperaban aquel glorioso amanecer del cataclismo inverso, el segundo gran caos desde cuya tumultuosa tripa habría de restablecerse el orden del universo y entonces se rompería para siempre la negra taumaturgia del maleficio del conquistador, y el inca volvería a reinar sobre los Andes.

Igual que en los tiempos de guerra, la época del Drama, a cada enemigo capturado habrían de desollarle el rostro y cubriéndose la cara con él, prescindirían de la Comedia del carnaval, de la máscara del conquistador ridiculizado con el yeso y la cartapesta. Entonces ya no habría carnaval. Pero mientras tanto, hasta que llegara el pachacuti, tenían el artificio de la dramaturgia; la épica se disfrazaba de sainete y, a fuerza de encarnación y simulacro, acababa en la Tragedia de la muerte del Danzante.

Hubiese dado lo mismo que Gregoria Galimatías Salsipuedes, disfrazada de mujer diablo, montada sobre la horqueta de una retama muerta, pariera a uno u otro lado de la línea imposible de la frontera. La fatalidad habría de producirse de uno u otro modo.

Sin que nadie lo sospechara, se avecinaba el peor de los cataclismos.

3

Para la hedionda criatura, una retama muerta recortada contra el cielo crepuscular era todo el amparo que la cobijaba del viento helado que se levantaba junto con el ocaso andino. Una vicuña, mientras husmeaba los resquicios de las piedras en busca de alguna hierba seca, tropezó la curiosidad de su hocico con el despojo que palpitaba al pie del árbol. Primero lo miró con intriga, lo olfateó intentando descifrar si su incierta naturaleza era comestible. Confrontada a su propia extrañeza, la vicuña lo sacudió con una pezuña blanda y aprensiva, descorriendo el velo de estiércol que ocultaba un diminuto rostro humano. Presas de un pavor simétrico, nariz contra nariz, se medían. El niño dio su primer y estruendoso alarido que se prolongó en un llanto con el que inauguró la mecánica de la respiración; la vicuña, espantada ante el inédito espectáculo de la bosta parlante, corrió provocando un breve movimiento telúrico debajo de sus patas. El niño, envuelto en su ajuar de mierda, rodó ladera abajo y se deslizó suavemente por un talud de hierbas. A su paso, unos pequeños guijarros saltaron como un puñado de dados que, al impactar sobre el tapete de un peñasco, habrían de sumar la cifra que determinaría la tragedia. La piedra se debatió unos segundos a cara o ceca en el borde del abismo, hasta perder el equilibrio y desbarrancarse hacia el interior de la boca abierta en el bostezo milenario del volcán Wari. La roca siguió su carrera descendente hacia la negra garganta del gigante dormido, rodó hasta las profundidades donde jamás había entrado la luz del cielo y, desde la noche sin tiempo del corazón de la montaña, bajó al crepúsculo luciferino que anunciaba la proximidad de la roja lengua de lava. El volcán se conmovió en un sordo ronquido que se condensó en un soplo de humo y polvo. La vieja mole hubiese seguido durmiendo el sueño de los justos de no haber sido por una minucia geológica: la roca, en vez de seguir su curso hacia el subterráneo río de lava y fundirse como la cera de una vela, se elevó a causa de la exhalación y fue a dar al interior de un resquicio que conducía a la tripa misma del monstruo; ajena a la catástrofe que se avecinaba, se internó en el magma del volcán. Como un viejo dragón que fuese fastidiado por un minúsculo parásito ventral, la montaña rompió su plácido sueño y, sin siquiera anunciarlo, estalló en un arrebato de ira hecho de fuego. Vomitó un océano de lava sobre Inti Cuntur. Todo sucedió tan rápido que nadie tuvo tiempo de correr.

En menos de lo que separa al relámpago del trueno, el Wari envió una tempestad de roca incandescente que de tan roja era blanca, un diluvio de piedra ardiente que se abatió con la rapidez de la lengua de una serpiente sobre la alta planicie en medio de los festejos del carnaval.

La última fiesta quedó inmortalizada en estatuas danzantes, en perfectas esculturas de rientes Kusillus y Ukumaris parados en una sola pata soldada contra el suelo, en vividas cariátides que sostenían cestas de ofrendas, en pétreas efigies de hombres pájaro a punto de elevarse, en bajorrelieves de niños eternamente dormidos, en tallas calcáreas de músicos y yakiris, en nutridos grupos escultóricos que representaban el cerdo hambriento de la gula, el gallo rampante de la soberbia, el perro huidizo de la envidia y, más allá, desperdigados entre el petrificado follaje, repetidas representaciones de la lujuria, solitarias figuras prodigándose placer a sí mismas mientras contemplaban la extática conclusión de una fellatio, las más incomprensibles posiciones de a pares, de a nones, de a grupos, confundidos los cuerpos y los géneros, las edades y los parentescos. Iconos graníticos de la pasión, la piedad, la maternidad, en fin, todas las virtudes y todos los pecados imaginables. Fantásticas imágenes petrificadas de hombres que representaban sapos petrificados que habían quedado realmente petrificados. La figura petrificada de un hombre petrificado que remedaba al Amawta petrificado, era ahora piedra real.

Gregoria Galimatías Salsipuedes quedó para siempre vestida de China Supay, los brazos abiertos, adorando a un Lucifer mineralizado que, en el centro de la escena, blandía el tridente hacia el cielo enseñando los colmillos en una carcajada eterna. Proclamaba su triunfo con la diestra y, con la otra mano, extendida hacia la planicie, mostrando su obra terminada, parecía pronunciar la vieja sentencia oracular: Todo entra en la piedra. Todo vuelve de la piedra. De la tripa de la piedra, de las heladas cavernas de piedra, del interior de la sustancia pétrea de la montaña, habrán de brotar la hordas de Lucifer. Las puertas de la Salamandra habrán de abrirse un día y volverán de su tumba de piedra las plagas del gigante Wari, el Destructor, convertido en montaña de piedra. Así como el maléfico Wari, condenado a la piedra por los brazos flamígeros de Inti, envió a sus lugartenientes, las plagas representadas por el sapo, la serpiente y las hormigas, derrotados y petrificados por Ñusta, la nacida del Arco Iris, de la misma forma, habrán de regresar de la piedra.

Inti Cuntur quedó convertida para siempre en una acrópolis andina fantasmagórica, habitada por eternos danzantes inmóviles detenidos en la última cacharpaya.

Hubo sólo un sobreviviente.

4

Ajeno a la catástrofe que acababa de provocar, de espaldas a la ciudadela fosilizada en que se había convertido Inti Cuntur, por la ladera opuesta del cerro, el niño se deslizó serenamente sobre el suave repecho de hierbas secas. Agotado por los avatares del parto, el reciente altercado con la vicuña y la breve excursión por la montaña, el pequeño, envuelto en su hediondo ajuar, concluyó su caída a las puertas de la Salamandra. Con una sonrisa beatífica se durmió profundamente.

– Asombroso- dijo el sapo, maravillado, mientras se sacudía el polvo de la piedra milenaria de la que acababa de liberarlo el beso llameante del Wari. Encandilado por la tenue luz del atardecer y los rescoldos candentes que brillaban sobre los restos de Inti Cuntur, miraba al pequeño dormido a sus pies todavía aletargados por la quietud secular. Miraba con sus ojos salidos como abalorios y un poco estrábicos aquella criatura ínfima que acababa de provocar el ansiado cataclismo. Bostezó largamente, se estiró cuan largo era, se rascó la cabeza y de a poco fue recuperando el saludable verdor de su piel agrisada por el tiempo y el sílice. Y mientras sacudía su añosa modorra no dejaba de repetir:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Príncipe»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Príncipe» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Federico Andahazi - Cuentos
Federico Andahazi
Federico Andahazi - Las Piadosas
Federico Andahazi
Federico Andahazi - Errante en la sombra
Federico Andahazi
Federico Andahazi - El Anatomista
Federico Andahazi
Federico Andahazi - El conquistador
Federico Andahazi
Fernando Schwartz - El príncipe de los oasis
Fernando Schwartz
Federico Patán - Federico Patán
Federico Patán
Federico Vite - Zeitgeist tropical
Federico Vite
Federico Montuschi - Due. Dispari
Federico Montuschi
Отзывы о книге «El Príncipe»

Обсуждение, отзывы о книге «El Príncipe» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x