4-8 puntos: Pareces alguien de fuera que está dentro. Posiblemente estás casado con un armenio.
9-12 puntos: Casi con toda seguridad eres armenio.
13-15 puntos: No hay duda: eres un armenio orgulloso.
Armanoush sonrió ante la pantalla. Y en ese momento se dio cuenta de algo que ya sabía. Tenía que ir allí. Eso era lo que necesitaba con urgencia: un viaje. Tenía que viajar a su pasado para poder vivir su propia vida. Al caer sobre ella el peso de esta nueva revelación, experimentó el impulso de mandar un mensaje, aparentemente a todo el mundo, pero dirigido al Barón Baghdassarian en particular:
La paradoja jenízara es estar desagarrado entre dos estadios de la existencia encontrados. Por un lado, se acumulan los restos del pasado: un útero de ternura y pena, una sensación de injusticia y discriminación. Por el otro, brilla el futuro prometido: un refugio decorado con los símbolos y adornos del éxito, una sensación de seguridad como jamás se ha experimentado antes, la comodidad de unirse a la mayoría y por fin ser considerado una persona normal.
¡Hola, Madame Mi Alma Exiliada! Me alegro de que hayas vuelto. Me encanta oír a la poetisa que llevas dentro.
Era el Barón Baghdassarian. Armanoush no pudo evitar leer en voz alta la última frase: «Me encanta oír a la poetisa que llevas dentro». Perdió el hilo de sus pensamientos, aunque solo fue un momento.
Creo que me identifico con la paradoja jenízara. Como hija única de padres divorciados y resentidos provenientes de distintas culturas.
Se interrumpió; le incomodaba revelar su historia personal, pero el impulso de proseguir era demasiado fuerte.
Como hija única de un padre armenio, hijo a su vez de supervivientes, y con una madre de Elizabethtown (Kentucky), sé lo que es estar desgarrada entre dos bandos opuestos, incapaz de pertenecer del todo a ninguno de ellos, fluctuando constantemente entre dos estadios de la existencia.
Hasta entonces jamás había escrito nada tan personal y directo a nadie del grupo. Con el corazón acelerado, tomó aliento. ¿Qué iba a pensar ahora de ella el Barón Baghdassarian? ¿Escribiría sus reflexiones más sinceras?
Debe de ser duro. Para la mayoría de los armenios en la diáspora, Hai Dat es la única ancla psicológica que tenemos para mantener una identidad. Tu situación es distinta, pero al final todos somos estadounidenses y armenios, y esa pluralidad es buena siempre que no perdamos el ancla.
Esa era Penosa Convivencia, un ama de casa infelizmente casada con el redactor jefe de una destacada revista del Área de la Bahía.
Pluralidad significa ser más que uno. Pero ese no era mi caso. Yo nunca he podido llegar a ser armenia -escribió Armanoush, dándose cuenta de que estaba a punto de hacer una confesión-. Necesito encontrar mi identidad. ¿Sabes qué he estado pensando en secreto? Ir a ver la casa de mi familia en Turquía. Mi abuela siempre habla de la maravillosa casa de Estambul. Iré a verla con mis propios ojos. Es un viaje al pasado de mi familia, pero también a mi futuro. La paradoja jenízara me atormentará si no hago algo por descubrir mi pasado.
Espera, espera, espera -escribió alarmada Lady Pavo Real/Siramark-. ¿Qué demonios piensas hacer? ¿Ir sola a Turquía? ¿Es que te has vuelto loca?
Puedo buscar contactos. No es tan difícil.
¿Y cómo, Madame Mi Alma Exiliada? -insistió Lady Pavo Real/Siramark-. ¿Hasta dónde crees que podrás llegar con ese nombre en el pasaporte?
¿Por qué no te vas derecha a una comisaría de Estambul para que te detengan tranquilamente? -terció Anti-Javurma, que cursaba Estudios de Oriente Próximo en la Universidad de Columbia.
Armanoush pensó que aquel sería el momento apropiado para confesar otra verdad fundamental de su vida. Puede que no me resulte tan difícil buscar contactos, porque mi madre ahora está casada con un turco.
Se produjo una inquietante pausa. Durante un largo minuto nadie escribió nada, de manera que Armanoush prosiguió:
Se llama Mustafa, es geólogo y trabaja para una empresa de Arizona. Es un buen tipo, pero no le interesa en absoluto la historia y desde que llegó a Estados Unidos, hace unos veinte años, jamás ha vuelto a su casa. Ni siquiera invitó a su familia a la boda. Hay algo que huele mal, pero ignoro qué es. Él no habla nunca de esas cosas. Sé que tiene una familia numerosa en Estambul. Una vez le pregunté cómo eran sus parientes y me contestó: «Bueno, pues gente normal, como tú y yo».
No parece el hombre más sensible del mundo, precisamente. Bueno, eso si es que los hombres pueden tener sentimientos -arremetió Hija de Safo, una camarera lesbiana que había encontrado trabajo hacía poco en un sórdido bar de reggae de Brooklyn.
Desde luego que no -añadió Penosa Convivencia-. ¿Tiene corazón?
Desde luego que sí. Quiere a mi madre, y mi madre a él -replicó Armanoush. Se dio cuenta de que era la primera vez que reconocía el amor entre su madre y su padrastro, como si los viera a través de otros ojos-. En fin, el caso es que puedo quedarme con su familia. Al fin y al cabo soy su hijastra y supongo que tendrían que aceptarme en su casa. De lo que no tengo ni idea es de cómo me recibirán los turcos corrientes, quiero decir, una familia turca auténtica, no esos intelectuales americanizados.
¿De qué vas a hablar con turcos corrientes? -preguntó Lady Pavo Real/Siramark-. Mira, hasta los que están bien educados son nacionalistas o ignorantes. ¿Tú crees que la gente corriente tendrá algún interés en aceptar verdades históricas? ¿Esperas que digan: «Ay, sí, sentimos haberos aniquilado y deportado, y luego haberlo negado todo alegremente»? ¿Por qué quieres buscarte problemas?
Eso lo entiendo. Pero deberíais intentar comprenderme a mí también -se desanimó de pronto Armanoush. Al revelar un secreto tras otro se le había disparado la sensación de estar sola en este mundo enorme, algo que siempre había sabido pero a lo que todavía, como si esperase el momento propicio, no se había enfrentado-. Todos vosotros habéis nacido en la comunidad armenia y nunca habéis tenido que demostrar que pertenecéis a ella, mientras que yo estoy atrapada en este umbral desde el día que nací, siempre fluctuando entre una orgullosa pero traumatizada familia armenia, y una madre histéricamente antiarmenia. Para poder llegar a ser armenia americana como vosotros, necesito encontrar primero mi naturaleza armenia. Si para eso hace falta viajar al pasado, pienso viajar, por mucho que digan o hagan los turcos.
Pero ¿cómo te van a dejar tu padre y su familia viajar a Turquía? -Era Alex el Estoico, un americano de Boston, de origen griego, que disfrutaba de esta vida mientras hiciera sol y tuviera buena comida y mujeres guapas. Como leal seguidor de Zenón creía que había que hacer lo posible por no forzar los límites de cada cual y estar satisfecho con lo que se tiene-. ¿No crees que tu familia de San Francisco se va a preocupar?
¿Preocupar? Armanoush hizo una mueca al pensar en las caras de sus tías y su abuela. Se iban a morir de preocupación.
No tienen que saber nada, por su propio bien. Se acercan las vacaciones de primavera y puedo pasar los diez días en Estambul. Mi padre pensará que estoy en Arizona con mi madre, y mi madre creerá que sigo aquí en San Francisco. Nunca hablan entre ellos. Y mi padrastro nunca habla con su familia de Estambul, así que nadie se enterará de nada. Será un secreto. -Armanoush miró la pantalla con ojos entornados, como pasmada por lo que acababa de escribir-. Si sigo llamando a mi madre todos los días y a mi padre cada dos o tres, lo tendré todo bajo control.
¡Un plan genial! Podrías enviar informes al café todos los días desde Estambul -sugirió Lady Pavo Real/Siramark.
¡Vaya! Serás nuestra reportera de guerra -se entusiasmó Anti-Javurma. Pero siguió una pausa todavía más larga, nadie se unió a la broma.
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