Tahar Jelloun - Mi madre
Здесь есть возможность читать онлайн «Tahar Jelloun - Mi madre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Mi madre
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Mi madre: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mi madre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Mi madre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mi madre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– ¡Hay que encontrar una solución, querido amigo!
– ¿Cómo?
– Déjamelo a mí, no te diré nada por el momento, voy a informarme primero y te mantendré al corriente.
Así fue como Muley Abdeslam convenció a su hermano, que debía convencer a su mujer, que debía hablar con mi madre para que aceptase convertirse en la segunda esposa de un buen hombre, comerciante de especias y de buena familia.
No sé cuál de los cuatro tuvo la idea de plantear la principal condición para que tuviese lugar ese casamiento: ¡que se divorcie de la primera esposa en cuanto Lal-la Fatma se quede encinta!
Acuerdo concluido. Pequeña dote. Pequeña fiesta. Cohabitación con la primera esposa, que estaba convencida de que el estéril era el marido. Una noche con una, otra noche con otra, hasta el día en que se oyeron albórbolas en la casa: mi madre estaba encinta, había tenido las primeras náuseas, los primeros antojos, se había convertido en reina, y la otra esposa se fue por su propia voluntad, mi padre le entregó «su carta», es decir, el acta de repudio. La casa se volvió grande, inmensa, mi padre, pleno de atenciones, nunca llegaba con las manos vacías.
Los comerciantes del Diwán se enteraron de la noticia: Sidi Hassan espera un hijo y su primera mujer busca marido. Maalem Zituni, el carnicero del barrio Rsif estaba harto de su soltería. Una joven divorciada no será muy exigente. No es frecuente ni fácil aceptar el lecho de un carnicero que, haga lo que haga, siempre olerá a grasa y sangre. Muley Abdeslam aceptó hacer de intermediario. Gran boda, gran fiesta, buena dote.
Mientras tanto, mi madre daba a luz a un varón.
Fez padecía la Gran Guerra; el aceite, el azúcar, la harina estaban racionados; las especias se vendían mal; la vida diaria era difícil, pero mi padre era el más feliz de los hombres. Su joven esposa estaba encinta de nuevo. Decía: «¡Este hijo vendrá con la paz, ya no habrá guerra, estoy convencido de ello!».
Llegué al mundo unos meses antes del fin de la guerra.
La mujer del carnicero dio a luz gemelas.
14
A menudo me he preguntado si entre mis padres existía amor. Afecto, sí. Amor apasionado con declaraciones románticas, regalos, flores y palabras cariñosas, no. Discutían sin cesar. Mi padre decía que su mujer no lo entendía, que le llevaba la contraria, lo enfadaba y no lo respetaba. Mi madre, menos rencorosa, le echaba en cara su falta de generosidad y de cariño, su agresividad. Se peleaban a menudo, muy a menudo. Mi madre lloraba, nos tomaba por testigos, nos pedía nuestro apoyo, incluso nuestra protección. Mi padre se ponía a gritar y decía que estaba solo, y que nosotros estábamos del lado de nuestra madre. No había maldad ni violencia física, sino incompatibilidad de caracteres. Demasiada diferencia entre ambos. Él la trataba de ignorante, de analfabeta. Ella no sabía leer ni escribir. Había aprendido dos números de teléfono, uno de ellos el de la tienda de mi padre. Lo marcaba automáticamente. Él se burlaba de ella. Era muy sarcástico. Ella caía en sus trampas y a él le divertía. Entonces ella lo ignoraba. Él no entendía por qué ella había dejado de hablar con él. Hacía lo imposible para volver a poner las cosas en su sitio. El silencio era el arma de mi madre. En cuanto él enfermaba, con gripe o con una mala digestión, ella enloquecía, nos llamaba. Se preocupaba por nada. Tras la muerte de mi padre, cumplió rigurosamente el luto. Yo sospechaba que para ella había sido en cierto modo un alivio. Ella por supuesto no hablaba de ello. De vez en cuando, evocaba su memoria, y recordaba que era un buen hombre que no había tenido suerte en su vida profesional.
Mis padres eran gente sencilla, en serena armonía con las tradiciones ancestrales que imponen que públicamente no se manifiesten emociones ni sentimientos. Ambos eran pudorosos y no acostumbraban a poner cariño en sus palabras.
Mi padre tenía tendencia a ser anarquista, provocador, odiaba la hipocresía social o religiosa. Mi madre era más diplomática. Se pasaba el tiempo reparando los estropicios que causaba mi padre con sus comentarios. La gente la apreciaba por eso, y la respetaba por su sentido de la mesura. Nunca hablaba mal de los demás. Incluso cuando la traicionaban las mujeres que trabajaban en casa o cuando tenía algún roce con sus primas o vecinas, se encomendaba a Dios y le pedía que él hiciese justicia. Ese sentido de la fatalidad, su serenidad y bondad la ponían a salvo de las maledicencias. Nadie hablaba mal de ella. Decían que había heredado la bondad de su padre. No así mi padre, que no tenía pelos en la lengua. No se andaba con chiquitas con nadie, ni con los vivos o los muertos, ni con los próximos o los lejanos. Nada se le escapaba, para él era una distracción. Tenía un cuaderno grande donde anotaba todo: los nacimientos, los bautizos, las circuncisiones, las bodas, las muertes y lo principal: el precio de las cosas. Hojeándolo, se aprendía la historia de la familia y de la época. Algunos primos y tíos temían ese cuaderno, rico en detalles y comentarios, a veces, odiosos. Las mujeres no podían ocultar su fecha de nacimiento ni exagerar el precio de compra de sus alhajas. Sabía todo y no se privaba de escribirlo. Así fue como me enteré de que mi padre había hecho lo imposible por tener hijos con su primera mujer. En aquella época no había médicos en la medina, sólo un enfermero que hacía las funciones de doctor. Cuidaba a todo el mundo. Tenían confianza en él y, cuando las cosas se ponían graves, se encomendaban a Dios. El enfermero Drissi le había dicho que Dios no quería esa relación, el matrimonio aquel había sido un error, podía repudiar a aquella mujer y darle su oportunidad. Fue entonces cuando habló de ello con Sidi Abdeslam.
Todo estaba anotado en el gran cuaderno: la conversación con el tío de mi madre, las dudas, la condición principal…: «Esta mañana hablé con Sidi Abdeslam, es muy buena persona y lleno de buena voluntad. Le conté todo. Mi esposa es estéril. Hace más de dos años que nos casamos y su vientre sigue vacío. La vida no tiene sentido sin hijos. Yo soy de una familia de siete, cinco chicos y dos chicas. Sidi Abdeslam me ha hablado muy bien de Lal-la Fatma, su sobrina. No sé cómo es ella, si tendrá mal carácter, si será caprichosa o cariñosa y dócil. No aguanto a las mujeres rebeldes, es superior a mis fuerzas. Se lo he comentado, me ha tranquilizado. Lal-la Fatma es una mujer de muy buena familia, bien educada, su padre es un hombre respetado y querido por todos. No son gente rica. ¡Qué más da! Espero que lleguemos a un acuerdo pronto».
¡Cuántas veces he intentado saber cómo habían ocurrido las cosas! Imposible. Falta de memoria o rechazo a desvelar confidencias. Hoy, mi madre se ríe de aquella época. Prefiere hablarme de su primer marido, el que había muerto unos meses después de la boda. Y del segundo, al que ella llama «el viejo», cuenta sus escapadas, sus fugas: «Yo era una niña. Mi madre criaba a mi hija Turía al mismo tiempo que a mi hermana menor, Amina. Yo no me preocupaba de lo que pasaba en la casa. En cuanto se me presentaba la ocasión, me iba a la de mis padres. Mi padre me agarraba de la mano y me devolvía a la casa del viejo. No se atrevía a regañarme, sabiendo que la diferencia de edad era enorme. Tuve un hijo con él. Después de unos meses, se murió de viejo, y yo me encontraba de nuevo viuda y bastante aliviada. No le tenía rencor, pero no entendía qué hacía yo en casa de aquel hombre. Me quedé sola algunos años, o quizá sólo fue uno, ya no recuerdo, mi tío Sidi Abdeslam vino a proponerme que me casara de nuevo. Sabía que había sido iniciativa de mi padre. No podía negarme. En aquella época, tenías que obedecer. Me casé con tu padre sin haberlo visto nunca, como me había ocurrido con los dos maridos anteriores. Entonces la gente se casaba sin conocerse, sin haberse visto nunca. Era una especie de lotería, de sorpresa. Al principio, tu padre era todo miel, todo dulzura, más aún cuando se enteró de que estaba encinta. Repudió a la primera esposa, me encontré con un hombre lleno de atenciones y amabilidad. Así fue como ocurrió, sin problemas, sin alharacas. Luego, nuestra relación pasó por momentos difíciles. Tú asististe a ellos. ¡Pero olvidemos todo eso!».
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Mi madre»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mi madre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Mi madre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.