Camilo Cela - La Colmena

Здесь есть возможность читать онлайн «Camilo Cela - La Colmena» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Colmena: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Colmena»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La acción de La colmena tiene lugar en Madrid a lo largo de dos días del mes de diciembre de 1942, aunque su episodio final sucede unos días más tarde, cuando ya el aire `va tomando cierto olor de navidad`. En esa realidad precisa, convertida en espacio narrativo, en ficción, se fija la mirada penetrante de Camilo José Cela para dejar apresadas en las páginas del relato la angustia, la mediocridad, la desesperanza de casi trescientos personajes que, cuidadosamente seleccionados por el autor, pretenden representar a todo un mundo ciudadano. La incertidumbre que viven desemboca en franca impotencia cuando constatan que la realidad es incomprensible y que en ella las cosas suceden inexorablemente, porque sí, sin que exista posibilidad alguna de intervenir para manipular el destino que les está reservado. En esta obra cumbre de la novela el siglo XX se nos ofrece una cala, fugaz pero implacable, en el corazón atrofiado de la colectividad.

La Colmena — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Colmena», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Oye, Petrita, ¿sabes que el hermano de tu señorita se ha vuelto muy flamenco?

– Déjelo usted, señor Celestino, que el pobre lo que está es pasando las de Cain. ¿Le dejó algo a deber?

– Pues sí, veintidós pesetas. Petrita se acercó a la trastienda.

– Voy a coger un sifón, enciéndame la luz.

– Ya sabes donde está.

– No, enciéndamela usted, a veces da calambre. Cuando Celestino Ortiz se metió en la trastienda, a encender la luz, Petrita lo abordó.

– Oiga, ¿yo valgo veintidós pesetas? Celestino no entendió la pregunta.

– ¿Eh?

– Que si yo valgo veintidós pesetas.

A Celestino Ortiz se le subió la sangre a la cabeza.

– ¡Tú vales un imperio!

– ¿Y veintidós pesetas?

Celestino Ortiz se abalanzó sobre la muchacha.

– Cóbrese usted los cafés del señorito Martín.

Por la trastienda del bar de Celestino Ortiz pasó como un ángel que levantase un huracán con las alas.

– ¿Y tú por qué haces esto por el señorito Martín?

– Pues porque me da la gana y porque lo quiero más que a nada en el mundo; a todo el que lo quiera saber se lo digo, a mi novio el primero.

Petrita, con las mejillas arreboladas, el pecho palpitante, la voz ronca, el pelo en desorden y los ojos llenos de brillo, tenia una belleza extraña, como de leona recién casada.

– ¿Y él te corresponde?

– No le dejo.

A las cinco, la tertulia del Café de la calle de San Bernardo se disuelve, y a eso de las cinco y media, o aun antes, ya está cada mochuelo en su olivo. Don Pablo y don Roque, cada uno en su casa; don Francisco y su yerno, en la consulta; don Tesifonte, estudiando, y el señor Ramón viendo cómo levantan los cierres de su panadería, su mina de oro.

En el Café, en una mesa algo apartada, quedan dos hombres, fumando casi en silencio; uno se llama Ventura Aguado y es estudiante de Notarías.

– Dame un pitillo.

– Cógelo.

Martín Marco enciende el pitillo.

– Se llama Purita y es un encanto de mujer, es suave como una niña, delicada como una princesa. ¡Qué vida asquerosa!

Pura Bartolomé, a aquellas horas, está merendando con un chamarilero rico, en un figón de Cuchilleros. Martín se acuerda de sus últimas palabras:

– Adiós, Martín; ya sabes, yo suelo estar en la pensión todas las tardes, no tienes más que llamarme por teléfono. Esta tarde no me llames; estoy ya comprometida con un amigo.

– Bueno.

– Adiós, dame un beso.

– Pero, ¿aquí?

– Sí, bobo; la gente se creerá que somos marido y mujer. Martín Marco chupó del pitillo casi con majestad. Después respiró fuerte.

– En fin… Oye, Ventura, déjame dos duros, hoy no he comido.

– ¡Pero, hombre, así no se puede vivir!

– ¡Bien lo sé yo!

– ¿Y no encuentras nada por ahí?

– Nada, los dos artículos de colaboración; doscientas pesetas con el nueve por ciento de descuento.

– ¡Pues estás listo! Bueno, toma, ¡mientras yo tenga! Ahora mi padre ha tirado de la cuerda. Toma cinco, ¿qué vas a hacer con dos?

– Muchas gracias; déjame que te invite con tu dinero. Martín Marco llamó al mozo.

– ¿Dos cafés corrientes?

– Tres pesetas.

– Cóbrese, por favor.

El camarero se echó mano al bolsillo y le dio las vueltas: veintidós pesetas.

Martín Marco y Ventura Aguado son amigos desde hace tiempo, buenos amigos; fueron compañeros de carrera, en la Facultad de Derecho, antes de la guerra.

– ¿Nos vamos?

– Bueno, como quieras. Aquí ya no tenemos nada que hacer.

– Hombre, la verdad es que yo tampoco tengo nada que hacer en ningún otro lado. ¿Tú a dónde vas?

– Pues no sé, me iré a dar una vuelta por ahí para hacer tiempo.

Martín Marco sonrió.

– Espera que me tome un poco de bicarbonato. Contra las digestiones difíciles no hay nada mejor que el bicarbonato.

Julián Suárez Sobrón, alias la Fotógrafa, de cincuenta y tres años de edad, natural de Vegadeo. provincia de Oviedo, y José Giménez Figueras, alias el Astilla, de cuarenta y seis años de edad, y natural del Puerto de Santa María, provincia de Cádiz, están mano sobre mano, en los sótanos de la Dirección General de Seguridad, esperando a que los lleven a la cárcel.

– ¡Ay, Pepe, qué bien vendría a estas horas un cafetito!

– Si, y una copita de triple; pídelo a ver si te lo dan.

El señor Suárez está más preocupado que Pepe, el Astilla; el Giménez Figueras se ve que está más habituado a estos lances.

– Oye, ¿por qué nos tendrán aquí?

– Pues no sé. ¿Tú no habrás abandonado a alguna virtuosa señorita después de hacerla un hijo?

– ¡Ay, Pepe, qué presencia de ánimo tienes!

– Es que, chico, lo mismo nos van a dar.

– Sí, eso es verdad también. A mi lo que más me duele es no haber podido avisar a mi mamita.

– ¿Ya vuelves?

– No, no.

A los dos amigos los detuvieron la noche anterior, en un bar de la calle de Ventura de la Vega. Los policías que fueron por ellos, entraron en el bar, miraron un poquito alrededor y, ¡zas!, se fueron derechos como una bala. ¡Qué tíos, qué acostumbrados debían estar!

– Acompáñennos.

– ¡Ay! ¿A mí por qué se me detiene? Yo soy ciudadano honrado que no se mete con nadie, yo tengo la documentación en regla.

– Muy bien. Todo eso lo explica usted cuando se lo pregunten. Quítese esa flor.

– ¡Ay! ¿Por qué? Yo no tengo por qué acompañarles, yo no estoy haciendo nada malo.

– No escandalice, por favor. Mire usted para aquí. El señor Suárez miró. Del bolsillo del policía asomaban los plateados flejes de las esposas.

Pepe, el Astilla, ya se había levantado.

– Vamos con estos señores, Julián; ya se pondrá todo en claro.

– Vamos, vamos. ¡Caray, qué modales!

En la Dirección de Seguridad no fue preciso ficharlos, ya lo estaban; bastó con añadir una fecha y tres o cuatro palabritas que no pudieron leer.

– ¿Por qué se nos detiene?

– ¿No lo sabe?

– No, yo no sé nada, ¿qué voy a saber?

– Ya se lo dirán a usted. .

– Oiga, ¿y no puedo avisar que estoy detenido?

– Mañana, mañana.

– Es que mi mamá es muy viejecita; la pobre va a estar muy intranquila.

– ¿Su madre?

– Sí, tiene ya setenta y seis años.

– Bueno, yo no puedo hacer nada. Ni decir nada, tampoco. Ya mañana se aclararán las cosas.

En la celda donde los encerraron, una habitación inmensa, cuadrada, de techo bajo, mal alumbrada por una bombilla de quince bujías metida en una jaula de alambre, al principio no se veía nada. Después, al cabo de un rato, cuando ya la vista empezó a acostumbrarse, el señor Suárez y Pepe, el Astilla, fueron viendo algunas caras conocidas, maricas pobres, descuideros, tomadores del dos, sablistas de oficio, gente que siempre andaba dando tumbos como una peonza, sin levantar jamás cabeza.

– ¡Ay, Pepe, qué bien vendría a estas horas un cafetito! Olía muy mal allí dentro, a un olorcillo rancio, penetrante, que hacía cosquillas en la nariz.

– Hola, qué temprano vienes hoy. ¿Dónde has estado?

– Donde siempre, tomando café con los amigos. Doña Visi besa en la calva a su marido.

– ¡Si vieses qué contenta me pongo cuando vienes tan pronto!

– ¡Vaya! A la vejez, viruelas.

Doña Visi sonríe; doña Visi, la pobre, sonríe siempre.

– ¿Sabes quién va a venir esta tarde?

– Algún loro, como si lo viera. Doña Visi no se incomoda jamás.

– No, mi amiga Montserrat.

– ¡Buen elemento!

– ¡Bien buena es!

– ¿No te ha contado ningún milagro más de ese cura de Bilbao?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Colmena»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Colmena» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Colmena»

Обсуждение, отзывы о книге «La Colmena» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x