– ¡Le he dado! ¡Le he dado!
Salto de alegría, abrazo a Massi con todas mis fuerzas y le planto un beso en los labios. Él se echa a reír.
– ¡Muy bien! Ahora me toca a mí…
Espera a que el agua oscura del fondo vuelva a calmarse. Ya está. De nuevo reina el silencio. Una luna virtual resplandece otra vez en el fondo del pozo. Massi extiende la mano, cierra los ojos y, en ese momento, formula su deseo. Yo también los cierro y aprieto los puños deseando ardientemente que sea el mismo que el mío… Luego veo que abre la mano de golpe. La moneda cae en la oscuridad del pozo. Me inclino un poco más sobre el bcrde para intentar seguirla hasta que… ¡plof!
– ¡Ahí está! ¡¡Yo también he dado en el blanco!!
Y nos abrazamos y nos damos otro beso y otro y otro, mirándonos a los ojos, hambrientos de amor. Después nos separamos por un instante. Silencio. Lo miro.
– Qué pena que los deseos no puedan contarse.
– Ya… Si no, no se cumplen…
Massi sonríe en la oscuridad de la noche. Busca mis ojos.
– Sí…, así es.
Sin dejar de sonreír, se acerca a mí y me da un último beso, precioso, tan maravilloso que casi parece susurrar: nuestros deseos son idénticos…
Mayo
Películas que hay que ver en mayo: Aspettando il solé.
¿Canción del mes de mayo? Tre minuti, de Negramaro.
¿La atmósfera más romántica? En mayo, por descontado. El atardecer entre las 7 y las 8, cuando oscurece y el crepúsculo es rosa.
¿Estás enamorada en este momento? Me asusta decir que estoy enamorada, pero lo cierto es que soy inmensamente feliz.
¿Crees en los fantasmas? Creo que, en ocasiones, los recuerdos son fantasmas.
¿Perdonas la traición? Engañar significa que se ha dejado de amar. No hay nada que perdonar, lo que ocurre es que algo se ha acabado…
¿Eres vengativa? No.
¿Crees en el verdadero amor? Por supuesto.
¿Cuál es tu flor preferida? El ciclamen. Mi madre tiene uno precioso.
¿Crees en el flechazo? ¡Sí! Supongo que te refieres al amor, ¿no? Aunque no me gustaría recibir uno en el cuerpo.
No me lo puedo creer. Es el amor. El amor con mayúsculas, el amor loco, esa felicidad absoluta, ese que desplaza a todos los demás, por guapos que sean. Amor infinito. Amor ilimitado. Amor planetario. Amor, amor, amor. Tres veces amor. Querrías repetir esa palabra mil veces, la escribes sobre el papel y garabateas su nombre, pese a que, a fin de cuentas, apenas sabes nada de él. Nos vemos todos los días, aunque sólo sea diez minutos debajo de casa o por la calle.
– ¿Quedamos un momento?
– Caro, pero si acabo de dejarte hace un instante en casa…
– Tengo que decirte algo…
– Está bien.
Massi se ríe y al cabo de unos minutos estamos en medio de la calle, entre los coches, los autobuses, entre los vehículos que pasan a nuestro alrededor sin hacer ruido aparente. Estamos allí de pie, parados, mientras el resto del mundo gira.
– ¿Y bien?… ¿De qué se trata?
Me mira sonriente, arquea las cejas con curiosidad. Le gustaría poder leer en mis ojos y en mi corazón. No lo consigo. No lo logro. Y, al final, opto por la solución más fácil.
– Es que… soy feliz
Massi me abraza y me estrecha con fuerza. Después se separa un poco de mí, sacude la cabeza y me mira divertido al comprobar hasta qué punto estoy loca de amor.
– Estás completamente chiflada…
– Sí, por ti.
Los días sucesivos transcurren con tranquilidad, ¡Incluso me va bien cuando me preguntan en clase! Es increíble, casi no tengo que prepararme. Me basta con estudiar un poco para saberme la lección. Es magia. Clod y Alis no dan crédito.
– Por eso desapareciste de golpe… ¡Era él! Bueno, he de reconocer que el chico está muy bien.
– Sí, está muy bueno…
– Alis, con eso te quedas corta…
– ¡A mí me lo parece! Además, no es que lo conozca tanto, sólo lo vi esa tarde y las dos veces que ha venido a recogerte después. E insisto en que está muy bueno…
Alis siempre consigue hacerme reír.
– ¿Te has acostado ya con él?
– ¡De eso nada!
– Pues si no lo haces, te dejará…
«¿Por qué tienes que ser siempre tan aguafiestas?», me gustaría responderle. ¡Tengo catorce años! En mi haber cuento con algún que otro beso, un poco de confusión con respecto a los dibujos que hicimos en Ciòccolati. Luego Lorenzo y su mano… Y las cosquillas. Eso es todo.
– ¡Bueno, esta tarde quedamos en mi casa! -Alis parece muy decidida-. Las tres. Clase de anatomía. En pocas palabras, educación sexual… ¡Que no se pierda la experiencia que he adquirido gracias a Dodo!
– ¡Alis!
– No nos dijiste nada…
Nos mira sonriente.
– Porque no sucedió nada. Mantuvimos relaciones varias veces, sin llegar al final… ¡Aun así, quiero que comprendáis algo! Ahora sois vosotras las que tenéis novio…
Clod y yo nos miramos. Ella abre los brazos.
– ¡Nos toca!
Alis nos coge a las dos del brazo.
– Tiene razón.
– ¡Bien! ¡En ese caso, esta tarde «estudiamos» en mi casa!
Justo en ese momento pasa por nuestro lado el profe Leone.
– ¡Muy bien, así me gusta!
Alis se da media vuelta.
– ¡Las convertiré en dos estudiantes modelo!
Después se dirige de nuevo a nosotras:
– ¡Muy bien, así me gusta.
¡La tarde en casa de Alis es increíble! Ha instalado una pizarra en la sala.
– Entonces, a ver cómo os lo explico… Esto, como podéis ver, es… -dibuja con una tiza blanca- su cosa… Puede ser más o menos grande… La de Dodo era así.
Y nos indica la medida con las manos. Clod no logra contenerse.
– Veo que lo recuerdas bien, ¿eh? Alis sonríe.
– Como si se pudiese olvidar fácilmente. Bueno, debéis mostraros afectuosas con esa cosa, no tirar de ella, ser dulces, acariciarla arriba y abajo, sin empujar mucho hasta el fondo… Y sin tirar demasiado hacia vosotras… ¡Si no, se la arrancaréis!
Clod suelta uno de sus comentarios.
– Sí…, ¡para poder llevármela a casa! ¿Quién te crees que soy?, ¿el tío de Saw ?
En ese preciso momento entra la madre de Alis.
– Chicas, yo salgo… -Luego ve la pizarra-. ¡Alis!
– ¡Mañana tenemos clase de educación sexual, mamá! No querrás que me suspendan, ¿no?
La madre mira de nuevo el dibujo que hay en la pizarra.
– Bueno…, si se trata de estudiar.
Y sale. Nosotras retomamos la lección. Alis es una profesora magnífica y con ella descubro cosas que jamás me habría imaginado que podían hacerse.
– ¿Os dais cuenta de que nuestros padres habrán hecho todo eso?
– ¡Puede que incluso más!
Me imagino a mis padres. Me resulta extraño. Luego a Massi y a mí…, y entonces me parece de lo más natural. Socorro. Se acerca el momento. ¿Qué sucederá?
Vuelvo a casa.
– ¡Ya estoy aquí!
Mis padres. Ale, están todos. Voy al baño, cierro con llave y me desnudo. Abro el grifo de la bañera, echo las sales que he comprado. Me pongo el albornoz y me encamino hacia mi habitación. Me encuentro con mi madre.
– ¿Qué haces?
– Quería darme un baño. A fin de cuentas, la cena tardará todavía un poco, ¿no?
– Sí.
Y me sonríe. Entro en la habitación, cojo mi iPod, los altavoces, y regreso al cuarto de baño. Cierro la puerta, lo conecto y lo enciendo. Ya está. El agua está ardiendo. Me quito el albornoz y después, poco a poco, me meto en la bañera. Me deslizo lentamente hacia abajo. Quema un poco, pero en cuanto me acostumbro me parece perfecta.
Empieza la música, al azar. Suena Alicia Keys, Me pirra. Lentamente me voy deslizando más hacia abajo. Mi cabeza toca el agua. Está caliente, está buena. Es relajante. El ligero aroma de las sales. Massi. Me encantaría que estuvieras aquí. Y así, pensando en él, me acaricio una pierna. Me lo imagino. Imagino que es una de sus manos. Siento su beso, su perfume. Subo la mano por la pierna. Su mano. Y, de improviso, sigo las instrucciones de Alis. Sonrío medio sumergida en el agua. Ahora sería capaz de hacerlo. Lo haría todo. El agua caliente es perfecta, echo la cabeza un poco más hacia atrás, arqueo la espalda, separo un poco las piernas. Apoyo los pies en las esquinas de la bañera, no pueden ir más allá… Sigo ligera, delicada, suave. Alis me lo ha explicado de maravilla. Me gusta. Y no me avergüenzo. No me avergüenzo estando así…
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