• Пожаловаться

Andrés Trapiello: La brevedad de los días

Здесь есть возможность читать онлайн «Andrés Trapiello: La brevedad de los días» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Andrés Trapiello La brevedad de los días

La brevedad de los días: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La brevedad de los días»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Durante cincuenta y dos semanas un hombre va relatando una vasta y misteriosa historia, extraña y cotidiana, a unas cuantas personas, a muchas de las cuales ni siquera conoce. Ese hombre sabe, como Sherezade, que todo consiste en vencer la noche y sus temibles fantasmas con palabras de asombro, de sueño y de silencio, un día y otro día, un año y otro año. Le va en ello su suerte. La brevedad de los días, reunión de cincuenta y dos momentos más o menos intensos a lo largo de doce meses, constituye para Andrés Trapiello otro paso más de la novela en marcha que él ha titulado Salón de pasos perdidos, y como tal quiere que figure en ella, porque desde el principio ha creído que la literatura ha de servirnos para rescatar aquello que el tiempo y el olvido tratan de destruir. Así pues, La brevedad de los días no es más que un acto de restitución, de devolverle a la vida lo que de la vida tomamos prestado, bueno y malo, grande y pequeño, luminoso y sombrío.

Andrés Trapiello: другие книги автора


Кто написал La brevedad de los días? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La brevedad de los días — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La brevedad de los días», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Dentro de unos años es posible que nuestros nietos, repasando las imágenes de Fidel Castro, se hagan estas mismas preguntas. Es cosa indubitable que cuando un hombre ha logrado sostenerse durante cuarenta años en el poder de la manera en que él lo ha hecho es porque se ha vuelto loco, después de haberle vuelto loco a todo el mundo a su alrededor. Como si les hubiera secuestrado el juicio o sorbido el seso.

La Historia ha hecho de él el centro de tantas cosas, que ha acabado por enloquecerse de vanidad. Es probable que ningún país de la Tierra haya sido observado por todo el mundo con tanto interés y pasión como lo ha sido la pequeña isla caribeña de Cuba. Si sobre el Imperio de Felipe Ii jamás se ponía el sol, sobre el nombre de Fidel tampoco, y basta que tosa o mueva una ceja, para que vengan periodistas desde el último rincón de la tierra, como si se tratara del verdadero Rey Sol.

No se crea, sin embargo, que le ha hecho enloquecer sólo la pura vanidad, como a Hitler la Raza o a Mussolini el Imperio, que fueron en ambos casos manifestaciones de sendas metástasis nacionalistas. Pero al fin y a la postre y al otro les sostenían naciones poderosas. Lo raro es lo de Castro. Detrás suyo ni siquiera queda una quimera, sino miseria y una isla que se cae a pedazos. Ésa es la inadecuación que ha acabado con él. La esquizofrenia del que se dirige con la soberbia de un rey a un ejército de fantasmas depauperados, y por eso, cuando habla y discursea, hablando de la Historia, del Hombre, de la Revolución y de las Mayúsculas, le delatan un sinfín de muecas que no son más que grotescas, aunque tan magistral y misteriosamente ejecutadas que sólo nuestros nietos se percibirán de ello de manera cabal.

Todo menos la vida

El título de los artículos, como el de los libros, acaba por imponerse de una manera incontestable y rotunda. Pero no siempre es así. A veces pugnan dos o más por la hegemonía y uno acaba indeciso y, a menudo, insatisfecho con su elección. El título que damos a las cosas es importante, hasta el extremo de que en el Paraíso fue el propio Yahvé, incapaz de hacerlos por sí mismo, quien suplicó a Adán que titulase una por una todas las criaturas vivas, tarea que éste acometió, como se sabe, entusiasmado y con resultados notables, pues no es fácil ver por primera vez una cebra y saber que se trata de una cebra y no de una jirafa, y así con todo lo demás.

Este artículo, pues, debería haberse titulado «Jacinta se venga de Fortunata», pero quizá aquellas personas que no hayan leído todavía la novela de Galdós, afortunadas pues aún tienen al alcance de la mano una experiencia irrepetible y maravillosa, quizá, ellas, decimos, se quedarían fuera de la alusión a aquellas dos mujeres, una rica y otra pobre, luchando ambas por la vida, encarnada en un señorito vaina y sin consistencia.

El siglo Xix ha quedado representado, al menos en su segunda mitad, por lo que Galdós en buena medida nos ha contado de él, que ha sido casi todo.

Estas últimas semanas se ha podido ver en Madrid una magna exposición sobre aquel tiempo galdosiano, en realidad sobre el 1898, exposición que trataba de reconstruir la vida de hace cien años y que el público ha acogido con entusiasmo, como demostraron en las larguísimas colas para visitarla. Había en ella fielmente reproducidos, incluso, como en unos estudios cinematográficos, un café de la época, una tienda de ultramarinos y coloniales, el despacho de un notario, el comedor burgués, la cocina rústica, incluso medio vagón, que salía de una pared donde se simulaba, pintada, la estación de ferrocarril. Había muchas otras vitrinas en las que también se podía admirar de todo: trajes de la época, armas, monedas y billetes, libros, partituras, programas de teatro y zarzuela, cosméticos y medicinas, juguetes… todo un recorrido por aquel año y por aquel final de siglo. Y sin embargo, pese a los más que satisfactorios logros, al final uno se preguntaba con la melancólica cesura villoniana: ¿Dónde está la vida, dónde quedó la vida de aquel tiempo, qué se hicieron las nieves de antaño?

La primera constatación fue, una vez más, dolorosa: la historia la escribe el señor y no el vasallo, y recuerda más no quien tiene más que recordar, sino quien tiene más tiempo para hacerlo, y mientras un noble se pierde en su frondoso árbol genealógico siempre hay alguien que le cava la huerta. Así, el 90 por 100 de las cosas mostradas en esa exposición sólo pudo disfrutarlas un 10 por 100 de Jacintas, en tanto que la vida de Fortunata parece haberse perdido para siempre. Guardamos memoria de los vestidos de Jacinta, en verdad hermosos, pero ¿y los mandiles de Fortunata, y sus modestas esclavinas? ¿y sus casas vacías de muebles, y sus severas camas de hierro, y su miseria, y aquellos doloros harapos y sus trajes de fiesta, no menos dolorosos? ¿Dónde quedó la penumbra de las calles, el frío de las alcobas, el miedo a las fiebres tercianas y a la tisis? ¿Y los jornales de hambre, y las vidas sin esperanza, qué se hizo de su memoria? ¿Y la poesía de sus noches de luna, y el humo de las verbenas, y las centellas? Parece cometido de la historia conservar todo menos la vida, pero el Hombre, que puso nombre a las fieras, creó la rima y quiso que con historia rimara también memoria, la nuestra, la que ahora, contigo, trata de pensar en Fortunata, porque también a mí, y a ti, y a todos nosotros. Fortunatas y Fortunatos de este final de siglo, alguien querrá hacernos desaparecer dentro de otro siglo en otra exposición, para otros alegres y ociosos visitantes, que olvidarán nuestros pequeños gozos y pesares, nuestra vida.

El coleccionista

Uno de los momentos más solemnes en la vida del hombre es cuando éste, adivinando ya próximo su fin, va desprendiéndose poco a poco de muchas de aquellas cosas de que se ha rodeado a lo largo de la vida, y que han venido a ser como su propia imagen, algo así como si, poco a poco, decidiera ir borrando el azogue del espejo que le ha servido durante tantos años para mirarse en él y comprobar que seguía vivo. Como si quisiera emprender ese último trecho del camino ligero de impedimento, sin nostalgia ni pesadumbre. Es ese momento en el que una tarde, de manera insospechada, la abuela llama a un aparte a sus hijas y va repartiendo entre ellas, en una escena a la que tratará de restar dramatismo y solemnidad, sus queridas joyas, pocas o muchas, pobres o suntuosas, las alhajas que también llegaron hasta ella con historias de amor y de muerte y que aquéllas, sumándolas amor y muerte, repartirán un día entre sus propias hijas.

Está también lo contrario, el caso patético del avaro, que se vuelve tanto más avariento y codicioso cuanto más viejo se hace, figura dramática donde las haya, que los novelistas o pintores nos la representan siempre decrépita, con un pie en la tumba y las manos descarnadas metidas en una arqueta con monedas de oro.

La figura del coleccionista es, por paradójico que parezca, una extraña mezcla de ambas. Podría pensarse que acapara las cosas que colecciona, con pulsión incorregible, pero en realidad no está sino reencauzando el mundo, ordenándolo, tratando de salvarlo del diluvio del tiempo, como hiciera un día Noé, por mandato de Yahvé, en la más grande y completa colección de la que se haya tenido noticia jamás, como fue conseguir dos ejemplares de todas y cada una de las especies del reino animal, y meterla en un álbum que ha llegado a hacerse célebre con el nombre de Arca.

Hay muchas clases de coleccionistas. No siempre codicia objetos valiosos, ni siquiera su coleccionismo guarda una relación directa con su poder adquisitivo. Al contrario. A veces es el hombre acaudalado el que reúne religiosa y tenazmente bagatelas, y otras veces es el hombre de recursos limitados quien, con supremos esfuerzos y obcecación asombrosa, fatiga las sendas de la fortuna, quitándoselo incluso de comer. Está el que colecciona automóviles antiguos y el que busca, en los buquinistas del Sena, estampas de diez o doce francos, el que acopia bolas de cristal en las que nieva dentro cuando se agitan y el que se abisma en los carillones de sus cien relojes, quien va metiendo en unas cajas, como momias tristes, plumas estilográficas o vitolas de puro o posavasos, y quien forma un harén inquietante y funéreo de muñecas de porcelana. Uno les observa en los mercadillos, en las tiendas de antigüedades, en los rastros del mundo, vagando un poco como las mariposas, de aquí para allá, examinando cada flor con una rara mezcla de candor y desconfianza, y les ve, pese a todo, felices como los inocentes. Y son felices porque son inocentes, y son inocentes porque creen que el mundo es eso que van juntando a lo largo de su vida y sobre lo que la vida soplará su viento aventador.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La brevedad de los días»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La brevedad de los días» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Gabriel Márquez: Doce Cuentos Peregrinos
Doce Cuentos Peregrinos
Gabriel Márquez
Andrés Trapiello: Al Morir Don Quijote
Al Morir Don Quijote
Andrés Trapiello
Orhan Pamuk: El libro negro
El libro negro
Orhan Pamuk
Alberto Marini: Mientras Duermes
Mientras Duermes
Alberto Marini
Carly Phillips: El Rompecorazones
El Rompecorazones
Carly Phillips
Отзывы о книге «La brevedad de los días»

Обсуждение, отзывы о книге «La brevedad de los días» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.