Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto
Здесь есть возможность читать онлайн «Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Los amigos del crimen perfecto
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Los amigos del crimen perfecto: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los amigos del crimen perfecto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Los amigos del crimen perfecto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los amigos del crimen perfecto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Maigret fue de la misma opinión que Paco.
– Marlowe sabe la verdad -le dijo el novelista al policía-. Poe se lo ha dicho y Marlowe trata de encubrirle, es lo lógico. Son amigos.
Paco no podía presentarse en Castellón con un par de conjeturas y esperar que Poe se declarara culpable del asesinato del comisario don Luis Alvarez, sólo porque un ex escritor de novelas policiacas tenía una buena teoría de origen piscológico, como un nuevo Dostoyevski. Precisaba de algo más. La única baza era precisamente aquella tercera bala. Si hubiera seguido escribiendo novelas, y hubiese llevado a las cuartillas aquel caso, hubiera titulado el libro La tercera bala. Sin la menor duda.
Pasó por la relojería de la calle Postas y sacó a Marlowe a un bar cercano, para seguir su conversación mientras se tomaban un café.
– ¿Cómo sabías que hubo tres disparos? Los periódicos y la televisión sólo hablaron de dos. Ni siquiera yo sabía que habían disparado tres veces. Ha sido Lorenzo el que me lo ha confirmado ayer.
– ¿Yo dije que habían sido tres disparos? No me acuerdo.
Marlowe empezaba a no querer colaborar de tan buena gana como lo había hecho la primera vez, y era evidente que trataba de conservar la calma, incluso su casticismo.
– Dos, tres, Paco, ¿dónde están ya? Y sobre todo, ¿a quién le importan?
– Lo que dijiste exactamente es que Poe hubiera sido incapaz de disparar tres veces, porque a la primera se habría muerto de miedo.
– ¿Y eso es tan importante?
Marlowe sabía perfectamente que en un interrogatorio de esa naturaleza era vital invertir los papeles y tratar de averiguar antes lo que el otro ya sabía. Pero volvía a suceder lo mismo: Marlowe sabía que Paco sabía.
– Isidro, por favor, tú y yo somos perros viejos.
– Como en tus novelas.
– Exactamente.
– Paco, tú sabes que siempre protegeré y encubriré si fuese necesario a un amigo. Y no digo más. Tú no eres policía y aunque se lo cuentes a Maigret es tan poco probable que él te hiciera caso, que nadie se tomaría en serio un asunto que incluso han olvidado los propios compañeros. Tú no eres tampoco el primero en saber que tu suegro no valía ni siquiera las dos horas que se gastaron con él en la autopsia o las tres balas que le dispararon.
– ¿Te dijo Poe que lo hizo? -le preguntó Cortés al cabo de un rato.
Marlowe se lo quedó mirando de una manera opaca. Hablaban en voz baja, con largas interrupciones que disimulaban la tensión entre los dos amigos. Marlowe pareció en ese momento mucho más viejo de lo que en realidad era. Fue como si en un segundo la barba se le hubiese cerrado y le hubiese sombreado la cara.
– No voy a decirte nada más, Paco. Ni se lo diré a la policía, si viene a interrogarme. Ellos saben incluso menos que tú, sabiéndolo todo.
– ¿Qué quieres decir? -preguntó Paco.
– Nada.
DIJO a Dora que tenía que ir a Barcelona por cuestiones de trabajo, a entrevistarse con un autor que Ediciones Dulcinea trataba de contratar, y Dora nada receló.
Gracias a Maigret y a la colaboración de la policía castellonense, se enteraron, sin levantar sospechas, del lugar de trabajo de su amigo Poe y del piso que tenía alquilado. Se plantó a las tres menos cinco frente a los bajos donde el joven oficinaba, y esperó que saliera. Aunque no era del todo improbable que Marlowe hubiese puesto sobre aviso a su amigo de la conversación habida con él, consideró que el factor sorpresa podía venirle muy bien.
Vio salir a Poe con el resto de los empleados. Éste se despidió de ellos para seguir solo. Hacía poco más de un año que Paco no le veía. Aún se diría que el muchacho estaba más delgado. Le siguió durante unos minutos y ya en el Paseo, en un paso de peatones, se hizo el encontradizo.
Poe mostró al mismo tiempo su sorpresa y su alegría, aunque sin que abandonara esa timidez que le era característica, y que al principio le hacía tartamudear y repetir cada frase un par de veces.
– Me alegro de verte, Paco. Me alegro mucho de verte. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que has venido? ¿Y Dora? ¿Está bien? ¿Esta bien Dora? ¿Y la niña? ¿Qué tal Violeta?
Acabaron almorzando juntos en una tabernita en la que Poe, dijo, solía hacerlo muchos días.
– He venido a ver a un escritor de novelas policiacas que vive en Castellón, Ed Donovan-dijo Paco Spade.
– ¿Del mismo Castellón?
– Este es un inglés de verdad, pero sus novelas las firma, desde hace unos años, con un seudónimo español, José Calvario. El mundo está al revés.
En Paco Cortés aquellas improvisaciones resultaban tan naturales y artísticas que habría sido una lástima considerarlas una mentira.
Poe dio por buena las explicaciones de su amigo, pero no dejó de protestar por no haberle avisado de su visita.
– No sabía -se excusó Cortés- que iba a ser tan breve. Nos hemos puesto de acuerdo en todo. Le he dejado los contratos en su casa y él me los devolverá la semana que viene, por correo. He llegado esta mañana y me vuelvo en el último tren. Hay que ver qué casualidad encontrarte.
– ¿Dónde vive?
– ¿Ed Donovan? A dos manzanas de aquí, más o menos, en la calle Margarita Gautier.
Habían llegado a los postres y seguían hablando de los viejos tiempos de los ACP. Nunca resulta fácil acusar de asesinato a un hombre, así que Paco aprovechó la dulzura del tocinillo de cielo para verter en la conversación unas gotas de acíbar:
– Estoy aquí por la muerte de mi suegro.
Poe apoyó los codos en la mesa, juntó las manos, trenzó sus dedos y apoyó en ellos su nariz. Se limitó a observarlo. Sin despegar los labios.
Se hizo un silencio. La vida seguía a su alrededor, había ruido de platos, otras conversaciones, gentes que dejaban la cuenta y se levantaban, pero allí se estaba resolviendo acaso la vida de un hombre. Paco comprendió que Marlowe tenía razón. Poe no podía ser un asesino de nada, de nadie, y sintió de pronto vergüenza de haberle ido a acusar de un asesinato que no sólo no había cometido, sino que hubiese sido incluso imposible probárselo.
– ¿Sabías que Marlowe fue quien mató a mi suegro?
– ¿Me haces esta pregunta porque lo sabes o porque quieres saberlo?
– Sinceramente no lo sé. Hasta hace diez minutos creía que lo habías hecho tú. Eras el único que tenía un móvil. Hablé con Marlowe hace una semana, y entonces pensé que lo habíais hecho a medias. Ahora he comprendido que sólo pudo hacerlo él. Para hacer un Crimen Perfecto, por altruismo, para quitármelo de enmedio a mí.
– Podrías estar equivocado.
– Sí, pero estoy tan cerca de la verdad, que tarde o temprano me quemaré las manos. Encontraré una prueba.
– O no. O puede que sí, pero aunque se trate de una prueba, ¿de qué te va a servir si no te sirve para atrapar al asesino? Los crímenes perfectos saben contener la respiración cuando pasan a su lado los policías y los detectives. Son perfectos porque no se delatan gritando: ¡He sido yo! Hubiera sido preferible que le hubiese matado por error un chorizo, o un drogadicto, de una cuchillada, a la salida de un cine, por la noche, alguien que ni siquiera supiese que era policía y un cabrón, alguien que le hubiese dejado desangrándose en el portal de su casa toda la noche, con la luz apagada. Sin saber que moría por todos los crímenes que él cometió a lo largo de su vida. Este no es ni siquiera un Crimen Perfecto, no es más que un asesinato justo, un poco de justicia poética. Ha pagado él por todos aquellos que jamás pagarán por lo que hicieron.
– ¿Que hicieron quiénes? -preguntó Paco.
– ¿Quiénes? -y pareció que aquella triste sonrisa le costaba incluso esbozarla. Paco Cortés supo que su amigo Poe ni siquiera se tomaría la molestia en responderle.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Los amigos del crimen perfecto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.