Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto

Здесь есть возможность читать онлайн «Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los amigos del crimen perfecto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los amigos del crimen perfecto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Los amigos del crimen perfecto es una novela coral vertebrada en torno a un grupo de amantes de la novela negra que persiguen, desde hace años, tanto el estudio como la quimera de un crimen perfecto, hasta que la realidad acaba envolviéndoles en uno que, siendo un crimen perfecto, acaso ni es crimen ni perfecto.

Los amigos del crimen perfecto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los amigos del crimen perfecto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Spade era clarividente y columbró que aquel día era la tumba de la democracia y de Sam Spade, de Miss Marple, de Nero Wolfe, de Néstor, de Perry Mason, de Poe…

Tampoco dejó traslucir ninguno de sus temores.

– Allí viene Maigret -exclamó de pronto Marlowe.

Miraron todos a un tiempo a través de la cristalera. Se había confundido. Era alguien que se le parecía y que pasó de largo.

– Tenía que verle -recordó un Spade apesarado. Ninguno de los que le acompañaban podía ni siquiera sospechar las turbulencias que lo sacudían por dentro.

– La verdad es que los nombres que tenemos estaban bien puestos -dijo de pronto Spade.

– ¿Y eso a qué viene ahora, Sam? -preguntó Marlowe.

– Se me ha pasado por la cabeza.

– A mí el mío no me gusta -disintió Marlowe-. Hubiera preferido otro. Yo soy más guapo que Humphrey Bogart.

Marlowe hizo uno de sus gestos característicos, se llevó la mano derecha al pecho y la deslizó lentamente de arriba abajo, como si llevase corbata y quisiera alisarla, al tiempo que adelantaba la mandíbula y abría la boca en un «ahí queda eso».

Se llamaba Isidro Rodríguez Revuelto, y se había puesto Marlowe por ninguna razón detectivesca en particular. En el fondo, acaso, porque le gustaba la mano que Marlowe se daba con las mujeres, cómo las llamaba muñeca, preciosa, flaca, chatilla, pequeña, y las besaba sin que le respondiesen, sosteniéndolas por el talle con una mano, doblándolas hacia atrás y atornillándoles la boca con la lengua, y sin soltar el cigarro de la otra, y cómo se las llevaba a la cama sin que se enterase nadie, a veces ni siquiera los lectores, y sin tener que hablar luego de todo ello, cada cual por su camino, una noche de frenética y cínica pasión, y a la mañana siguiente adiós, el largo adiós, sin rencor, como buenos amigos, cada cual por su camino, como los perros callejeros. Eso le parecía poético.

Spade se le quedó mirando y sonrió. Al contrario que a Mason, a él Marlowe le hacía gracia, la gracia del pueblo de Madrid.

Spade contaba entonces treinta y ocho años. Perry Mason, según la ficha, había nacido quince antes. Marlowe tenía veintidós, Poe veinte, y Milagros, treinta y siete.

Todas las fichas tienen su fotografía. Spade en la suya no parece de treinta y ocho años, sino mucho más joven, y Perry Mason, mucho mayor, con unos ojos de vulpeja que contrastan con su aspecto inofensivo, de gastrónomo francés.

En la mirada de Marlowe se apreciaba cierta desfachatez, simpática desde luego, pero también un fondo de desdicha. ¿Qué lector, incluso de novelas del oeste o de detectives, no es desdichado? Y tampoco era tan insolente como Mason creía. Era lo que se dice un tipo bromista.

Poe llevaba entonces un corte de pelo que podría calificarse de ominoso, con unas patillas largas que ya parecían pasadas de moda. Estaba muy delgado. Quizá tuviese razón su madre, sosteniendo que en Madrid no se comía bien.

Ese día la tertulia era atípica. Ya no sabían de qué hablar pero tampoco querían marcharse a casa. En los plenos de los ACP el tiempo se les hacía corto para comentar los últimos adelantos de la criminología o los casos más interesantes, dejando fuera de lugar cualquier conato de privacidad. Sin embargo ese día no tenían nada que preguntarse, y quizá por eso Marlowe, que decía proteger, en tanto que forastero, a Poe, le preguntó por Hanna.

– Hanna debe de estar asustada con todo esto que pasa aquí. Tendríamos que llamarla para tranquilizarla. Poe se quedó mirando a su amigo, pero no movió un solo músculo de la cara. Siempre era difícil saber en qué estaba pensando.

De su amiga Hanna no hay ficha, lo cual quiere decir, con toda probabilidad, que jamás formó parte de los ACP. Pero sí figura en una foto de grupo, de las que se conservan algunas.

Parece, en efecto, una mujer muy guapa, delgada, con una expresión de dulzura general. En esa foto tiene el pelo lacio, largo, de color rubio, casi blanco, como el oro blanco, como la avena vana que crece en las cunetas en agosto, y los ojos azules o verdes, difícil saberlo.

– Si me permites decirlo -dijo Marlowe dirigiéndose a Poe en un tono que sólo podía querer decir que iba a soltarlo, quisieran o no escucharle-, Hanna es una preciosidad.

Sonó la galantería como una restitución a la tesorería de las Verdades Universales.

– De veras -insistió Marlowe por si no había quedado claro.

En la foto Hanna lleva un jersey blanco de cuello de cisne. Un cisne.

No se sabe de quién partió la idea de confeccionar esas fichas.

Son las mismas que usaba entonces la policía. Donde iba el escudo, en el mismo rincón superior izquierdo, va sobrepuesto el anagrama de los propios ACP. En algunas ese papel se ha despegado y asoma el águila imperial, que quiere levantar el vuelo con el yugo y las flechas en las garras. El anagrama de los ACP representa un laberinto, una circunferencia con intrincados viales. Se parece a uno de esos ideogramas que se ven en los letreros de los restaurantes chinos. Son como unos cuantos caminos interrumpidos, imposibles y engañosos que no desembocan en ninguna parte, sino que acaban en el mismo punto del que se parte. Resulta notorio que estaba ideado y realizado de una manera significativa y seguramente por el mismo Spade, porque muchas de sus novelas parten de la misma hipótesis: no sólo el criminal regresa al lugar del crimen, sino que el crimen le deja en el mismo lugar en el que se cometió, o peor, en el mismo lugar donde estaba antes de cometerlo, dispuesto a cometerlo de nuevo.

POR fin Thomas les echó de allí con mala cara, mientras los otros dos camareros, sin chaquetilla, vestidos de calle, esperaban que aquello concluyese.

– Vamos a cerrar, en Sevilla y en Valencia van a sacar los tanques a la calle. En Valladolid también. Y en Madrid unos dicen que ya está en camino la División Brunete, y nosotros nos vamos a casa.

Transmitido de esa manera, con la boca seca y la lengua pastosa, parecía que todas esas cosas tenían la misma importancia. La discusión sobre las características de la novela negra que distinguen un Crimen Perfecto de uno que no lo es, asunto tan peliagudo como el de la belleza inmarcesible de Hanna, quedó, pues, aparcada para más sosegado capítulo.

Se levantaron los cuatro amigos.

– ¿Qué vais a hacer? -preguntó Marlowe ya en la calle, frente al sumidero del metro.

Todos acordaron marcharse a sus casas.

Acaso Sherlock tuviese razón. Eran situaciones que había que pasarlas en familia. Spade, que no tenía otra familia que a su hija pequeña, dudó si dirigirse a casa de Dora o a la suya propia.

Milagros bajó del bordillo y se plantó en medio de la calle para avistar un taxi libre. No pasaba ninguno. Antes lanzó una mirada de uno o dos segundos, alusiva y llena de significación, a las mismas pupilas de Spade, para saber algo en lo que sobraban las palabras. Poe se dio cuenta de esa mirada. No era persona a la que se escapasen los detalles menudos. Miró a Spade, que pese a haber recibido la mirada de Miles, la había dejado a un lado, tal y como le llegó, como esa octavilla propagandística que nos tienden en plena calle y que se va a la papelera sin que ni siquiera nos molestemos en saber de qué trataba.

Marlowe, ajeno a tales trasvases sentimentales y con la curiosidad de los verdaderos hijos del pueblo de Madrid para los acontecimientos históricos, dijo que él iría andando hasta la Carrera de San Jerónimo, con el fin de echarle una ojeada al «ambiente». Pero como verdadero hijo del pueblo de Madrid tampoco quería ir solo y le preguntó a Poe, ¿te vienes conmigo?, y a Poe, que no le desviaba demasiado del camino porque vivía entonces en un hostal de la calle Hileras, uno más del rosario de pensiones y hostales por los que anduvo aquellos meses, dijo, bueno, tranquilamente, sin sacarse las manos de los bolsillos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los amigos del crimen perfecto»

Обсуждение, отзывы о книге «Los amigos del crimen perfecto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x