Michael Chabon - Chicos prodigiosos

Здесь есть возможность читать онлайн «Michael Chabon - Chicos prodigiosos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Chicos prodigiosos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Chicos prodigiosos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Grady Tripp es un escritor ya cercano a la mediana edad y profesor en una universidad de provincias. En su juventud fue una promesa de la literatura, un esplendoroso chico prodigio que tuvo su fugaz temporada de gloria, pero el tiempo ha pasado y Grady arrstra desde hace ocho años una inmensa novela inconclusa, cada vez más larga e hirsuta y cuyo título es, claro está, Chicos prodigiosos. A Grady le gusta compararla con Ada, de Navokov, y dice que es la clase de obra que "enseña al lector cómo debe leerla a medida que se interna en ella". En una palabra, que Grady no sabe qué hacer con su novela, y está absolutamente perdido en una maraña de páginas que no llevan a ninguna parte.
Y, en medio de toda esta confusión literaria y también vital -Sara, su amante, está embarazada; su tercera esposa lo ha abandonado, y una joven escritora, alumna de sus talleres literarios, está fascinada por él, y le fascina-, recibe la visita del siempre sorprendente Terry Crabtree, su editor y cómplice desde hace muchos años, que declara que perderá su puesto en la editorial si no vuelve con un manuscrito genial bajo el brazo.
Y desde el mismo instante en que Crabtree baja del avión acompañado por la maravillosa Miss Sloviack -un(a) guapísimo(a) travesti-, y en los tres días que durará la Fiesta de las Palabras, una feria literaria que cada año se celebra en la universidad donde enseña Grady, se despliega ante el lector una de las novelas más deleitosas, brillantes y diversidad de los últimos años. Un irónico viaje por la espuma de los libros y la vida, donde la literatura y sus géneros, el cine y las mitologías de nuestra época son también protagonistas.

Chicos prodigiosos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Chicos prodigiosos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Así pues, el viejo la agarró por el cuello como si fuese una paloma. Le aplastó la cara contra el polvoriento y amarillento colchón de su cama. Ella no podía respirar. Él había estado recogiendo moras al borde de la carretera y todavía tenía los dedos manchados.

El narrador proseguía su relato en el mismo tono desapasionado y comentaba que nueve meses después nació John Eager. Al leer ese pasaje por primera vez se me erizó el vello de la nuca, y al releerlo ya no me sentí tan seguro de que hacía un rato James Leer me hubiese mentido, a pesar de que no ignoraba que los mentirosos más hábiles siguen haciéndolo a la perfección mucho tiempo después de haber sido descubiertos. No creía que Fred Leer fuese al mismo tiempo el padre y el abuelo de James, pero aun así no pude evitar una súbita punzada de culpabilidad en el pecho por haber permitido que aquel par de elegantes espectros se lo llevasen. Volví a dejar el manuscrito, me puse en pie y empecé a dar vueltas por la habitación, pensando en James Leer.

¿Por qué El desfile del amor? Como de costumbre, James parecía haber elegido ese título más por lo bien que sonaba que por la conexión que pudiese tener con la trama o los personajes de la historia. Había una especie de simpático guiño en la elección de títulos por parte de James, como si escribiendo libros titulados La diligencia o Avaricia esperase convertirse no en un simple escritor, sino en todo un estudio cinematográfico; quería construir, en el solar vacío que era su vida, una ciudad rebosante de figurinistas, ingenieros de sonido, guerreros griegos, bucaneros e indios kickapoo, una ciudad en la que pudiera ejercer de productor y director, guionista, foquista y maquillador, figurante destinado al estrellato y actriz principal en la cima de su carrera. He conocido a montones de cinéfilos en mi vida, desde gentes que soñaban con ser travestís e idolatraban los rostros de las grandes divas, hasta nostálgicos compulsivos que se metían en una película como quien se mete en una máquina del tiempo o en una botella de whisky y programa un viaje sin regreso. Y, en mayor o menor grado, esa obsesión estaba relacionada, como cualquier otra, con una sensación de vacío existencial. Pensé que en el caso de James lo que debía de fascinarle eran las cambiantes personalidades de los actores y actrices: las biografías oficiales de las oficinas de prensa; los seudónimos artísticos; los papeles que interpretaban, saltando continuamente de un personaje a otro. Y había influido sobremanera en él, según se desprendía de la lectura de su novela, la atmósfera de comunidad que emanaba de la vida en las pequeñas ciudades de provincias cuyas excelencias cantaban muchas de las películas del Hollywood de los años dorados.

Sin embargo, era lo bastante inteligente para percatarse de que esa atmósfera era una pura ilusión -cuya ambivalencia quedaba reflejada en El desfile del amor - , y lo bastante depresivo para que le fascinase el reverso del medallón hollywoodiense, representado por la aspirante a estrella que aparece en un rincón en la escena de la fiesta de Cautivos del mal y después se toma noventa y dos nembutales y se precipita al vacío desde la terraza de su casa, por la desolación del guionista incluido en la lista negra durante la caza de brujas, por la triste patología de la verdadera vida sexual de un mítico galán de la pantalla o por el trágico destino de Sal Mineo, Jayne Mansfield o Thelma Todd. Y me dije que el acto culminante de su particular pasión cinéfila había sido tatuarse el nombre de Frank Capra en una mano. A Capra siempre se le ha considerado un director sentimentaloide, pero el mundo que aparece en sus películas está lleno de sombras -recuerden que sólo la vida de un hombre separaba Bedford Falls de la chillona pesadilla de Pottersville-, en las que a menudo acecha el espectro de la ruina, el suicidio y la vergüenza. Apesadumbrado por el fallecimiento del director que había dotado de un aura romántica a la América de las pequeñas ciudades de provincias, James decidió grabarse su nombre en su propia carne con una aguja.

Me senté en la cama, crucé los brazos y al cabo de un momento me puse en pie de nuevo. Tomé del estante Lem Walker, cirujano del espacio y leí un pasaje en el que se relataba la ceremonia de graduación en la Academia de Medicina de Altair IV, mientras en el cielo estallaba una tormenta de positrones. Abrí los cajones del viejo escritorio de Sam y comprobé que no había nada, excepto un caramelo Pez y un centavo de 1964. Traté de borrar de mi mente la sensación de que, de todas las personas cuya confianza había traicionado a lo largo de mi vida, James Leer era probablemente la menos capaz de soportarlo.

– Muy bien -dije en voz alta mientras contemplaba con remordimiento la mochila de James al tiempo que deseaba con toda mi alma egoísta y marchita como una pasa tumbarme en la cama de Sam Warshaw, fumarme un canuto y leer el episodio de la epidemia de «fiebres cetusianas» entre los «pueblos de las colmenas» de Betelgeuse V de las aventuras de Lem Walker. Pero mi negro y mezquino corazón estaba prisionero en el asiento posterior de un Mercedes gris que había emprendido un largo y silencioso viaje de regreso a Pittsburgh-. Creo que eso es lo que debo hacer.

Cogí el manuscrito y la mochila y bajé por las escaleras. En el último peldaño perdí el equilibrio y me torcí el tobillo sano. Fui hasta la cocina dando saltos y descolgué el teléfono. Marqué el número de mi casa. Respondió Hannah. Le expliqué dónde estaba.

– Te echamos de menos -dijo ella casi gritando. Al fondo se oía a Wilson Pickett, los elefantes de Aníbal, un tiroteo, gritos de mujeres histéricas y unos ruidos que podían ser de una partida de dados.

– Crabtree anda por ahí, ¿verdad? -dije. Me resultaba difícil seguir hablando en voz baja.

– Ha montado una fiesta.

– ¡Dios mío! -suspiré-. Una idea genial. -Metí el manuscrito de James en la mochila y la cerré-. Por favor, asegúrate de que no se largue, ¿de acuerdo?

– Vale. ¡Escucha, Grady! -Hannah ya hablaba a gritos-. Escucha, tengo que decirte una cosa. Ha venido por aquí un policía. Esta noche, hace un rato. Un tal Popnik, o algo por el estilo.

– Pupcik. Le conozco. -Irene había dejado la chaqueta de satén negro colgada en el respaldo de una de las sillas de la cocina. La cogí y me la acerqué a la cara. El cuello de piel desprendía un ligero olor amargo, a vitamina B-. ¿Qué quería?

– No lo sé. Ha dicho que quería hablar contigo. Grady, ¿cuándo vas a volver a casa?

La puerta trasera se abrió y se cerró de un portazo. Un instante después apareció en la cocina Emily. Apestaba a tabaco y se le había corrido el maquillaje hasta convertirse en una máscara de Pierrot. Caminaba rígida y un poco ladeada, como un gato atemorizado. Cuando pasó junto a mí, rozándome, nuestras miradas se cruzaron, y, al contemplar los borrosos círculos negros en que se habían convertido sus ojos, me sentí como uno de los personajes de August Van Zorn en el preciso momento en que su desventurada existencia se enfrenta a su terrible final. No había absolutamente nada en aquellos ojos. Era una mirada vacía, un agujero en el tejido del mundo.

– ¡Lárgate! -dijo.

Recogí la mochila de James y me colgé la chaqueta robada sobre un hombro. Me acerqué el auricular a la boca y le dije a Hannah:

– Justamente ahora iba a salir hacia allí.

De pronto, mientras recorría el camino bordeado de olmos, noté que las ruedas del Galaxie pasaban sobre algo considerablemente voluminoso. Durante un horrible instante, al pisar el freno, el coche derrapó. Bajé y fui hasta la parte posterior del Galaxie, donde, iluminado por el resplandor sanguinolento de las luces traseras, descubrí en el suelo una especie de cable extendido formando un semicírculo, con una de las puntas completamente aplastada. Había atropellado a Grossman. En un primer momento me dejé llevar por el pánico y me metí de nuevo en el coche con la intención de no levantar el pie del acelerador hasta llegar a Wood Bufalo o Uranium City [38]y no volver a poner los pies en casa de los Warshaw en mi vida. Arranqué, pero después de recorrer apenas diez metros paré y volví atrás para recoger los sorprendentemente pesados restos mortales de Grossman. Pensé que nadie echaría de menos a aquel detestado e imprevisible miembro de la familia. Así que lo llevé hasta el coche, abrí el maletero y lo metí dentro, junto a la tuba y a Doctor Dee.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Chicos prodigiosos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Chicos prodigiosos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Chicos prodigiosos»

Обсуждение, отзывы о книге «Chicos prodigiosos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x