En el expediente fueron incluidos el atentado a Argentino Pesce y el asalto al Cambio Sanssone y se dejó de lado el asalto al pagador del Frigorífico Nacional.
Fue caratulado “Domingo Aquino y otros. Homicidio, Heridas, etc.”
Según las confidencias de Domingo Aquino y González Mintrosi a Femando O Neill, en el tiempo que compartieron la celda a fines de la década del cuarenta e inicios del cincuenta, ellos habían intervenido en el asalto al pagador del Frigorífico Nacional y en el robo del Cambio Sanssone. Incluso, González Mintrosi negaba cualquier vinculación con el crimen de Pardeiro y Seluja.
Domingo Aquino afirmaba que la confesión arrancada por la policía, que lo culpaba del crimen del comisario, la había hecho cuando se quebró su resistencia en la tortura.
El propio Jefe de Investigaciones, José Pascasio Casas Rodríguez, en el testimonio ya citado de 1977 cuando tenía 88 años, mencionaba como asesinos de Pardeiro a Francisco Zappia alias “Faccia Brutta” y a Armando Luis Gudi alias “Piojo Blanco”. Se trataba en realidad de Bruno Antonelli Dellabella y Armando Guidot.
El treinta de abril de 1951 -diecinueve años después de iniciado el proceso- el Juez del Crimen de Primer Turno, doctor Juan Lando Tiscornia, dictó sentencia en todo de acuerdo con la solicitud del Fiscal del Crimen de Segundo Turno doctor Gualberto Pi, aplicándoles las siguientes penas:
González Mintrosi, 30 años; Domingo Aquino. 26 años; Leonardo Russo o Antonio Pastorino, 20 años; Rudecindo Nicolás Rodolfo Musso, 18 años; Tomás Derlis Borche, 14 años.
Antes de la sentencia de primera instancia tres de los acusados fueron liberados bajo caución juratoria por la Suprema Corte en carácter de gracia con motivo de la visita anual de cárceles:
Tomás Derlis Borche salió el 11 de noviembre de 1941, cumpliendo 9 años, 5 meses y 9 días de penitenciaría.
Leonardo Russo, salió el 4 de diciembre de 1943, cumpliendo 11 años, 8 meses y 3 días de reclusión.
Rudecindo N. R. Musso fue liberado el 6 de noviembre de 1947, completando 15 años, 5 meses y 9 días de detención.
En el fallo de primera instancia quedó abierta la causa para aquellos de los cuales se desconocía su paradero: Gerardo Fontela, Adolfo Pagani, González Manfredi, Bautista Forcindri y “Faccia Brutta” al cual no se identifica con su verdadero nombre y se desconoce su deceso en octubre de 1934.
La sentencia de segunda instancia se dictó el 29 de setiembre de 1956 -24 años después del comienzo del proceso- por el Tribunal de Apelaciones en lo Penal compuesto por los jueces Chain, Cerdeiras y Mallo (actuando como secretario Pedro Grille González).
Este tribunal confirmó la sentencia de primera instancia, con una única variante: anuló la condena a González Mintrosi como autor del hurto de un vehículo y su posterior incendio, propiedad de Aquiles Delle Piane.
Cuando el Tribunal de Apelaciones tomó resolución, Musso, violando la caución juratoria, se encontraba prófugo.
Aquino y González Mintrosi estaban en libertad desde 1953. Los defensores de oficio de González Mintrosi, Russo y Borche “no expresaron agravios” respecto al pedido del Fiscal que reclamaba la confirmación de la sentencia de primera instancia. Por el contrario, el defensor de Domingo Aquino, el doctor Armando R. Malet pidió que se revocara la sentencia apelada argumentando que:
a) no está probada la intervención de Aquino en las heridas causadas a Pesce; b) está probado que no intervino en la muerte de Seluja y Pardeiro; c) está probado que no mató a Lecaldare; d) es dudosa su participación en los actos que precedieron a la muerte de este último; e) no fue acusado por la muerte de los pagadores del Nacional; f) no puede, por tanto, ser responsable de los delitos conexos a los mencionados en los numerales a) y b).
Malet pidió además que se llamara a declarar de nuevo a Domingo Aquino y que en su oportunidad se anulara el testimonio tomado el seis de junio de 1932, por haber sido extraído con apremios. Este reclamo del doctor Malet ocurre 25 años después.
El juez doctor Velardo J. Cerdeiras, informante del caso en el tribunal, sin argumentar en contrario, fundamentó a favor de la sentencia de primera instancia basándose en la convicción de los jueces intervinientes en el caso, de la culpabilidad de los reos; agregando que las declaraciones del seis de junio del 32 muestran que “no se amoldan a un patrón impuesto coactivamente por la policía.”
En base a esto se denegó el llamado a Aquino para una nueva declaración.
El actual Juzgado Penal Primero, heredó el expediente del caso que fue enviado al Archivo Judicial en el legajo número 19 de 1968.
El Tribunal de Apelaciones en lo Penal conserva en su archivo la sentencia de segunda instancia. El Juzgado Penal Primero no sabe dónde se encuentra el libro que contiene la sentencia de primera instancia. La actuaria justificó el hecho basándose en la suposición de que “el libro puede haber quedado olvidado en algún local anterior del juzgado”.
Quien quisiera estudiar este interesante caso se verá frustrado.
Del Archivo Judicial -dependiente del Archivo General de la Nación – fue sustraído el expediente sin que en su lugar conste ninguna referencia sobre su paradero.
* * *
La misteriosa carta que distrajo la atención del Comisario en el preciso momento de la emboscada no pudo ser ubicada y su texto es uno de los enigmas que aún perduran.
Bruno Antonelli Dellabella
(“Faccia Brutta”)
Luego de su vertiginosa pasada por Montevideo en febrero de 1932, Faccia Brutta vuelve a Rosario y en 1933 realiza el ajuste de cuentas contra el supuesto delator Blanco. Este hecho permite su detención. De la Penitenciaría saldría sin vida meses después.
Murió el lunes 15 de octubre de 1934 en la cárcel de Rosario de Santa Fe, atacado por otro detenido que le dio cinco puñaladas.
Cuando El Plata informa sobre el hecho asegura que “aún se mantiene opinión indudable de su participación en el horrible atentado contra el comisario Pardeiro y su chofer.”
El incidente en que Bruno Antonelli recibe varios puntazos en los riñones es consecuencia de su vanidad.
El cine policial de los años treinta se inició en Norteamérica con biografías noveladas de criminales reales como Al Capone y otros jefes de bandas cuyas hazañas acaparaban los titulares. En la siguiente década se impondría el cine de detectives.
No es raro, entonces, que una compañía cinematográfica estadounidense se interesara por filmar su vida.
Para los anarquistas detenidos con él, la empresa a la que “Faccia Brutta” accedió gustosamente, ponía en peligro a mucha gente con quien éste había actuado.
El famoso pistolero no era alguien fácil de convencer para que cambiara de opinión y abandonara su pretensión de inmortalidad en el celuloide.
Y la realización del jugoso guión fue impedida por un “corte” de esos que se hacen en las cárceles.
Domingo Aquino
Según testimonio de Fernando O’Neill, que estuvo detenido ocho años y medio a partir de 1946 y que compartió durante un período la celda con Aquino y González Mintrosi, no aceptaban haber participado en el atentado a Pardeiro.
“Eran muy comunicativos y ambos aceptaron haber intervenido en el robo del Cambio Sanssone y el asalto al pagador del Nacional, pero González insistía que la acusación respecto a Pardeiro y Seluja era falsa.”
Sin embargo la defensa de Malet, en el Tribunal de Apelaciones, aceptaba que Aquino había estado en el lugar en el momento del asesinato de Pardeiro y Seluja, pero que se había acercado a mirar atraído por los disparos, pues casualmente tomaba unas copas en un boliche de la calle Pagola.
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