– Fa molto caldo y a mí no me manya niente.
Me empujó, tomó el asiento de la derecha y levantó la cortinilla que atajaba los rayos solares. ¿Estaría loco? No sé. De una cosa estoy seguro, o mejor de dos: no conocía el miedo y era un fanfarrón. Porque aquella escena era para mí. Cuando llegamos a destino me dijo:
– ¿Capiche que non pasare niente?”
Finalmente, el asalto a los remeseros del Banco Provincia que Riera quería concertar con la banda de “Faccia”, no se hizo. Cuando le exponen el plan al grupo, están todos de acuerdo, pero primero está pendiente un ajuste de cuentas con un hombre -de apellido Blanco- que pertenecía a la banda y que se ha vuelto delator.
En realidad las acusaciones no pasan de ser sospechas y no hay nada que esté claramente comprobado.
Riera trata de impedir que se ejecute al tipo por meras presunciones y argumenta:
– ¿Ustedes no saben cómo trabaja la policía? ¿olvidan que la cizaña inteligente es su arma predilecta? ¿que los verdaderos delatores los encubren para seguirlos usando y enchastran a otros…?
“Faccia” se queda sin argumentos y liquida la discusión con una sentencia inapelable:
– Ma si no está probado que sea delatore pode llegare a serlo…
Dos días después el tano recorría el centro de Rosario con los dos “Pibes” y se cruzan con el sentenciado. “Faccia” le tira de inmediato y lo liquida. Los “pibes” huyen del lugar perseguidos por la policía rosarina, robando autos y cambiando de vehículos varias veces en una suerte de escape cinematográfico. Finalmente logran burlar a sus seguidores y salen de la ciudad en un ómnibus.
“Faccia Brutta” consigue llegar a su morada en el vivero de flores. Ahí lo detiene la policía, que posiblemente ubica la quinta por otro sujeto que acompañaba a Blanco cuando fue baleado.
El tano es copado mientras se afeita. No tiene el arma cerca y se deja esposar.
Detenido en Rosario, contó durante su prisión con una ayuda efectiva de la maffia. La órbita de su azarosa y brutal existencia se cerró algunos meses después en la cárcel de esa ciudad.
Y no es de extrañar que el término llegara con La misma vehemencia con la que él había pactado ritualmente.
* * *
La ejecución en Rosario del supuesto soplón, será la última andanza de Bruno Antonelli. La prisión inmediata interrumpe sus peripecias de bandolero anarquista. Y en aquella cárcel rosarina tendrá desenlace su saga.
Pero antes de estos acontecimientos, está su vertiginosa pasada por Montevideo en los primeros meses de 1932.
A “Faccia Brutta” se lo trajo especialmente para ajusticiar al comisario.
No llegó casualmente a sus oídos la ofensiva bofetada de Pardeiro a Roscigno, como asevera Laureano Riera.
El contacto se realizó a través de Ginno Gatti, que a fines de 1931 se había unido a Eliseo Rodríguez -fugado de un calabozo de la Jefatura de Policía de La Plata -, a Pedro Espelocín -escapado de un Hospital donde estaba internado bajo custodia-, a Juan del Piano -panadero-, y a Armando Guidot.
Todos ellos necesitaban tomar distancia de Avellaneda y La Plata.
Gatti, antes de la fuga de la carbonería, había viajado hacia Argentina instalándose en las inmediaciones de La Plata. A mediados de 1931 le dio refugio a Astolfi, buscado intensamente porque había zafado de una larga persecución policial con varios tiroteos y agentes heridos y muertos, por el sur de la ciudad de Buenos Aires.
El ex propietario de El Buen Trato arregló el traslado de Astolfi a Montevideo luego de hacerlo curar y restablecer de las graves heridas que tenía. Desde aquí se lo sacó hacia Barcelona.
Aunque la actividad de los anarquistas expropiadores seguía siendo intensa, en 1931 sus condiciones de existencia eran cada vez más difíciles.
Ese círculo de asaltos, atentados y preparación de fugas, producía bajas que no podían sustituirse y “quemaba” rápidamente refugios y escondites.
Por eso Gatti, Rodríguez, Espelocín, del Piano y Guidot, casi inmovilizados y acorralados en la Provincia de Buenos Aires, trasladan sus acciones hacía Córdoba y Rosario.
Son los meses finales del 31 y en Rosario actuaba la pequeña banda de “Faccia Brutta”.
Gatti se sentía obligado con Roscigno y los detenidos en la casa de Dassori.
De los constructores del túnel, él era el único en libertad.
Era impensable planificar una fuga en Montevideo, pero le llegó el mensaje de Miguel Arcángel que pedía vindicación por la bofetada.
El tano “Faccia” tenía poco poder de discernimiento y muchos puntos de contacto con la delincuencia, pero en acciones violentas era eficiente y decidido.
Gatti concertó el viaje de Bruno Antonelli y se acordó que lo acompañara alguien de su grupo. La elección recayó sobre Armando Guidot.
Ninguno de los dos había actuado antes en Montevideo, lo que favorecía sus movimientos.
En esta ciudad utilizaron como centro de operaciones un taller mecánico propiedad de un refugiado italiano, Destro, ubicado en Rocha y Cuñapirú.
Era un punto de referencia de los residentes italianos con ideas anarquistas.
Luce Fabbri nos confirma el paso de “Faccia Brutta” por allí:
– A ese hombre yo lo vi apenas una sola vez, en el taller mecánico de Destro. Era muy feo y me impresionó tremendamente mal, tremendamente mal…
A esa persona yo no me acerqué, porque no me gustaba.
Era repulsivo, bastante repulsivo y yo vivía en una atmosfera distinta. Mi padre conocía a Carnelli, Grauert estuvo en nuestra casa…
A “Faccia Brutta” no se puede decir que lo conocía, solo lo vi una vez en aquel lugar… [25]
¿Comunistas, anarquistas o contrabandistas?
La descripción que hicieron los testigos tienen algunas coincidencias, pero también sustanciales desacuerdos.
Dos de ellos hablan de un hombre bajo, de complexión fuerte o grueso, al que uno describe como rubio y otro con barba de color rojizo. Sería el personaje que empezó el tiroteo.
A los otros dos se los describe como más delgados y a uno de ellos con un surco profundo en la cara, que hacía sobresalir la mandíbula y el pómulo.
Respecto a la ropa es evidente que uno o dos de ellos tenían saco azul de mecánico; sobre el tercero, el chofer del camión le atribuye un traje marrón o guindo a rayas de fantasía y según Gauthier iba con saco azul.
¿Gorra de visera, boina azul, rancho de paja? Los testigos no coinciden en poner en las cabezas de los sujetos un mismo sombrero. En verdad todos los presentes vieron sólo tres sujetos. Respecto a la existencia de un automóvil con chofer que a último momento se descompuso, según la afirmación policial, coincidiría con los testigos que declararon para El Ideal , haber visto un taxímetro verde por los alrededores del lugar del crimen, guiado por un hombre de rancho de paja.
Desde la primera declaración del Jefe de Policía, Coronel Arquitecto Alfredo Baldomir, se desechaba que los autores del crimen fueran delincuentes que actuaban habitualmente en Montevideo.
“Los criminales no son del ambiente, actuaron a cara descubierta ningún testigo pudo reconocerlos en las fichas policiales de los malhechores más notorios”.
El mismo día del atentado, el senador Pablo María Minelli, en su discurso en Cámara, aconsejaba no dirigir la investigación hacia “los elementos ácratas de la sociedad ni hacia los comunistas”.
De cualquier forma, en los primeros pasos que se dieron para esclarecer el hecho no fueron descartadas ninguna de las tres variantes.
Desde hacía meses, Pardeiro se ocupaba del contrabando y los negociados en la Aduana, pero también, como Comisario de Orden Social, había cosechado rencores y enemigos entre anarquistas y comunistas.
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