Espido Freire - Diabulus in musica

Здесь есть возможность читать онлайн «Espido Freire - Diabulus in musica» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Diabulus in musica: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Diabulus in musica»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ésta es una historia de amor entre una mujer, un hombre y un fantasma. O, tal vez, dos fantasmas. Una historia que nos habla de Christopher Random, un actor que fue muchas personas, y de Balder Goienuri, que hasta su muerte sólo interpretó a Christopher Random.
De la muchacha que amó a los dos.
De las mentiras y los fingimientos entre los que se perdieron, y de cómo se buscaron durante años sin encontrarse.
El Diabulus representaba, en la teoría de la música antigua, el intervalo prohibido, un error deslizado entre las matemáticas perfectas que regían el mundo. También esta novela describe la lucha entre el orden y el caos, la luz y la oscuridad, el pasado y el presente. La voz y el silencio. Las múltiples maneras en las que el diablo acecha a la espera de encontrar un hueco por el que llevarse a sus víctimas.

Diabulus in musica — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Diabulus in musica», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No te vayas -susurraba, mientras comenzaba a soltar los botones de mi camisa, y me atraía hacia su cintura-. Quédate conmigo. Está lloviendo.

Yo no era capaz de resistirme.

Cuando Chris volvió a trabajar de nuevo, en enero, y viajó primero a California, y luego a Michigan, y luego al norte de Francia para las localizaciones me quedé encerrada en casa, sin otra cosa que hacer más que mirar por la ventana y dejar pasar las horas frente al televisor.

– ¿Qué quieres que te traiga? -me preguntaba él, y yo tenía que controlarme para no mostrar mi frustración.

– Algo de cristal. Lo que quieras.

Una mujer mayor acudía tres veces por semana para aliviar el trabajo doméstico, y le pedí que sólo se pasara una. Al menos, limpiar me mantenía ocupada. La casa tenía seis dormitorios, tres salones, contando el invernadero, y suficientes escondrijos de los que espantar el polvo. Según aumentaban las piezas de cristal en la vitrina de la habitación, mi pena pesaba más y más. Cogía un libro, y no lograba concentrarme en las palabras. La ausencia de Chris reptaba en los crujidos del suelo, en el único cubierto a la hora de comer, en el lado derecho de la cama, en sus camisas en el armario.

A cambio, las sombras invadían los rincones junto a las ventanas. El recuerdo de Balder llegaba y tomaba el puesto de Chris al caer la noche.

Clara se había marchado a París, y no sabía nada de ella desde hacía semanas. Había tenido problemas con sus compañeros de piso, y aún no me daba una dirección fija. Ella me había advertido:

– Te cansarás pronto.

– ¿De él? No creo que pueda llegar nunca a cansarme.

– De la vida que llevarás con él.

Para despedirnos, yo había accedido a comer en la National Gallery. Ella se disculpó por no llevarme a su casa, pero había empaquetado ya todo, y prefería que no la viese así. Compramos dos emparedados y nos sentamos en el suelo, en las escaleras de camino al baño. Anunciaban una exposición sobre los espejos en la pintura, y por todas partes veíamos “Ladys de Shalott” y “Venus del Espejo”.

– ¿La vida? -pregunté, incapaz de encontrar puntos débiles a mis días.

– La casa es suya. Suyo es el dinero. En el mundo que compartís, tú no posees nada.

Me indigné.

– Eso no tiene nada que ver.

– Te conozco: le necesitarás cada día, a cada momento. Te enroscarás a él como una hiedra a un árbol. Para no sufrir, tendrás que viajar con él. ¿Qué trabajo puedes mantener que te permita seguirle? Abandonarás todo por él, y si -cruzó los dedos, y yo la imité-, si deja de amarte, permitirás que tu vida termine. Busca tu propio tiempo. No le sigas, no pienses en él cuando no le tengas cerca. Ocupa tus horas, y no esperes que posea todas las respuestas. Un hombre no te librará de la angustia; en el peor de los casos, ni siquiera de la soledad.

Hacía seis días que Chris faltaba de casa, y yo comenzaba a caer en el abismo. A casa llegaban cartas de sus admiradoras, y una chica, siempre la misma, se paseaba casi todos los días frente a la verja negra, con la esperanza de poder verle. A menudo los celos eran tan intensos que debía sentarme y apretar los puños en un es fuerzo por recuperar la calma; pero, aún así, hice un esfuerzo por negarlo.

– Aún llevamos poco tiempo. Es lógico que queramos estar siempre juntos. Que le eche de menos. Nunca habíamos pasado tanto sin vernos.

Ella me miró.

– Pasaste años sin verle.

– Sí. Pero entonces aún no me había tocado.

– Tenías a Balder.

– Nunca tuve a Balder.

No deseaba despedirme de ella así. Cambiamos de tema, prometí ir a visitarla a Francia, observamos con reproche a dos turistas españolas que hablaban a gritos, y luego nos quedamos sin nada que decir.

– Si necesitas ayuda, llámame -susurré, al despedirme.

– Lo mismo digo.

Sus postales no me hablaban de mimos. Las dos que yo le envié no mencionaban a Chris, tampoco.

Christopher perdía la paciencia cuando me encontraba en casa, sentada, o demasiado ansiosa por su regreso.

– ¿Qué te pasa, nena? -decía, y a veces se arrodillaba a mi lado, o me acariciaba la cabeza, sin prestarme mucha atención-. ¿Qué tienes?

– Nada -contestaba yo, algunas veces, y otras me quejaba con las palabras y la voz de una niña-. No soporto que te marches. Doy vueltas de cuarto en cuarto, sin saber qué hacer. Miro el reloj y nunca avanza lo suficientemente deprisa.

– Llama a alguno de tus amigos.

Yo me abrazaba a él.

– No son mis amigos. No tengo amigos. Clara se ha ido, y con el resto no tengo nada de qué hablar. No puedo irme al pub y reírme y divertirme y emborracharme con ellos si tú no estás -me invadía una rabia desconocida, el impulso de romper algo y hacerme daño y gritar-. Incluso cuando estás conmigo, pienso en ti continuamente -confesé, desesperada.

– A mí se me hace difícil también.

– Pero puedes vivir así.

– ¿Y si buscas unas clases? -me decía él, con poca convicción, porque odiaba la idea de que yo trabajara.

– No. Ahora no.

Puede que fuera por mi negativa, tan repetida, a enseñar, por lo que más tarde escogí este colegio, y no un moderno edificio de oficinas, o retirarme, como la niña de las margaritas insinuaba, a una casona abandonada. Entonces no me sentía con fuerzas como para hablar a nadie que no fuera él, de nada que no fuera él. Poco tiempo más tarde Christopher me ofreció una solución. Tal vez le aburrió mi cantinela, o quizás me echaba de menos, como decía.

– Está bien -dijo, y fingía una seriedad desmentida por su tono de voz-. No hay necesidad de sufrir. A partir del sábado vendrás conmigo -se puso en pie y me ayudó a levantarme-. Ya no me interesa trabajar si no estás cerca. Sólo pienso en llegar al hotel y llamarte. Cuando tardas en coger el teléfono me pongo furioso, y me asaltan los celos.

– No tienes ninguna razón. Siempre estoy en casa. Y te quiero.

Él sonrió.

– Pero no hay modo de que yo pueda saber eso.

Había cosas que no le había contado: no le hablé de Balder, que acudía cada vez más a menudo a mi mente si él no estaba a mi lado para espantarlo, de los recuerdos de otra época, que regresaban para que los desmenuzara poco a poco, comparando fechas, y datos, y mojones generacionales, sacando cuentas, y no le hablé de las llamadas de Karen.

Karen estaba al tanto de los viajes de Chris, obviamente. Llamaba a su hija tan a menudo como a mí, y cuando rodó en California pasó algún tiempo con la niña.

Junto a los prismas, las copas y los jarrones de cristal que me regalaba, compraba cintas, y ropa, y bolsitos, y juguetes para Frances.

En las noches en las que Chris dormía en la parte derecha de una cama lejana, Karen me llamaba. La primera noche creía que era él.

Temí lo peor: que hubieran regresado juntos, que él no hubiera reunido valor suficiente para decírmelo, que ella, endiosada, se hubiera ofrecido a hacerlo. Pero era ella.

En las primeras llamadas me cubría de acusaciones. Yo había destrozado una familia y un hogar feliz, la niña lloraba y preguntaba por su padre a todas horas, mi aspecto inocente escondía un corazón podrido, ni siquiera merecía que me siguiera hablando.

No admitía réplica, y a mí me quemaban sus palabras. Tenía pesadillas en las que me abofeteaba, y me deformaba el rostro por las heridas de sus anillos. A veces me asaltaba la duda de si realmente tenía parte de razón, si no había tomado al asalto una casa en la que aún podían haber remediado la separación, en la que se conservaba su letra en los frascos de las especias y sus tiestos colgados en el invernadero. Luego movía la cabeza. Era imposible. La reconciliación sólo existía en la mente de Karen; Chris hablaba de ella con aburrimiento y cierta lástima. Hacía años que el matrimonio estaba roto. Más tarde me daba igual. Me pertenecía, era mío por derecho de paciencia y de conquista, y si ella no había sabido retenerlo, lo único que le quedaba como consuelo era llamarme e insultarme.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Diabulus in musica»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Diabulus in musica» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Diabulus in musica»

Обсуждение, отзывы о книге «Diabulus in musica» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x