– ¿Acaso no lo aceptaríamos nosotros? En ese sentido, tú y yo no podemos llegar a ningún pacto. Si no encontramos algún remedio, y ahora mismo no se me ocurre ninguno, estamos en sus manos.
– Sé que la solución no es nada fácil, pero debe de haber algún mecanismo para evitar que acumulen tanto poder. Tenemos tiempo para pensárnoslo, hasta las elecciones. Una democracia no puede permitirse el lujo de que un partido minúsculo, que socialmente representa tan poco, condicione a dos grandes formaciones políticas.
– No es justo.
– No lo es.
– Pero son las reglas del juego.
– Pues busquemos el modo de cambiarlas, o por lo menos de que no nos afecten.
Acordaron una reunión con los secretarios generales de los dos partidos. También acordaron, como primera medida, un ostensible aumento de los créditos de ambos para afrontar con garantías las próximas elecciones, cuestión que pactarían en el consejo de administración de Bancam, con la coartada de un aumento proporcional al obtenido por el Front. Llegaron a los coches.
– Es curioso, en otra situación el caso Petit nos favorecería -reflexionó Josep Maria Madrid-, pero no me fío. En algunos pueblos no ha tenido problemas ideológicos para daros los ayuntamientos.
– Tampoco los ha tenido con vosotros.
– Se acuestan con todo el mundo.
– En eso Pujol sí ha sido su maestro.
Júlia Aleixandre abrió la puerta de su coche. Se sentó al volante. Bajó la ventanilla para despedirse de Josep Maria Madrid.
– El caso Petit tiene que ser algo prioritario para los dos. No dejaremos de estar en contacto hasta que resolvamos el problema.
– Muy bien -dijo Josep Maria. Se fijó en una bolsa deportiva negra que Júlia llevaba en el asiento de atrás-. ¿Qué deporte practicas?
Júlia miró hacia atrás.
– Pádel -sonrió nerviosa, cerrando la cremallera de la bolsa para que no viera la chaqueta de ante y los pantalones vaqueros.
– ¿A estas horas? -eran cerca de las siete de la tarde, casi de noche.
– De día no tengo tiempo.
***
[1]«Dos hombres van en esta barca, / ni uno lleva escopeta / ni el otro es poeta.» (N. del T.)
[2]«Y ahora, pandilla de guarros, vamos a descansar un ratito.» (N. del T.)
[3] « La perdiz en la monta ñ a / canta y dice la verdad: / cuando la cabra d é lana / sus amigos tendr á n bondad. » (N. del T.)
[4] « Asumir á s la voz de un pueblo. » (N. del T.)
[5] « Dios nos guarde de la mula que hace « hin, hin » y de la mujer que sabe lat í n. » (N. del T.)
[6] « La mujer y el puerco, mala cosa si son del mismo pueblo. » (N. del T.)
[7] « El amigo, de verdad; la sand í a, abierta por la mitad. » (N. del T.)