Joanne Harris - Chocolat
Здесь есть возможность читать онлайн «Joanne Harris - Chocolat» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Chocolat
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Chocolat: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Chocolat»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Chocolat — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Chocolat», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Las cosas de mi madre siguen guardadas en aquella caja suya, entre madera de sándalo y espliego. Sus cartas, sus hierbas, sus libros, sus óleos, la tinta perfumada que usaba para ver el futuro, sus hechizos, sus encantamientos, sus cristales, sus cirios de diferentes colores. A no ser por los cirios, apenas abriría la caja. Huele demasiado a esperanzas rotas. Pero aunque sólo sea por Anouk, esa Anouk que tanto me la recuerda, creo que debo probar. Me siento un poco ridícula. Tendría que dormir, recuperar fuerzas para el atareado día que mañana me espera. Pero me atormenta la cara de Guillaume. Las palabras de Anouk me impiden dormir. Me digo con desesperación que este tipo de cosas comportan peligros, que si pongo en juego estas facultades casi olvidadas lo que hago es potenciar esa otra mujer que hay en mí y hacer más difícil que nos quedemos aquí…
El hábito del ritual, abandonado desde hace tanto tiempo, vuelve a mí con inesperada facilidad. Trazar un círculo -agua en un vaso, sal en un plato, colocar una candela encendida en el suelo- es casi un consuelo, un retorno a los tiempos en que todo tenía una explicación sencilla. Me siento en el suelo con las piernas cruzadas, cierro los ojos, dejo que la respiración se me vaya aquietando.
Mi madre era dada a rituales y encantamientos. Yo menos. Con una risita ahogada, me decía que yo era una persona inhibida. Ahora, con los ojos cerrados y con su perfume en el polvo que ha quedado adherido a mis dedos, me siento muy próxima a ella. Tal vez ésta sea la razón de que esta noche lo encuentre todo tan fácil. La gente que no sabe nada de la magia auténtica se imagina que se trata de un proceso aparatoso. Imagino que quizá por eso mi madre, que era una enamorada de todo lo teatral, la convertía en espectáculo. Sin embargo, el asunto en sí no tiene nada de espectacular; se trata, simplemente, de centrar la mente en un objetivo deseado. Los milagros no existen, ni tampoco las apariciones súbitas. Veo claramente al perro de Guillaume con los ojos de la mente, envuelto por el dorado resplandor de la bienvenida, pero en el círculo no aparece ningún perro. Tal vez surja una coincidencia parecida mañana o pasado mañana, algo así como la silla de color naranja o los taburetes rojos del mostrador que imaginamos el primer día. Tal vez no surja nada.
Al echar una ojeada al reloj que he dejado en el suelo veo que son aproximadamente las tres y media. Debo de llevar aquí más tiempo del que suponía, ya que la vela está muy corta y tengo los miembros tiesos y ateridos. La inquietud, sin embargo, se ha desvanecido, lo que me ha dejado curiosamente distendida, satisfecha aunque no haya ninguna razón que lo justifique.
Vuelvo a la cama -Anouk ha ampliado su imperio y ahora tiende los brazos sobre las almohadas- y yo me acurruco buscando calor. Esta exigente desconocida se ha tranquilizado. Mientras me hundo suavemente en el sueño creo distinguir por un momento la voz de mi madre muy cerca de mí, hablándome en un murmullo.
22
Viernes, 7 de marzo
Los gitanos se van. Esta mañana temprano he pasado por Les Marauds y he visto que habían empezado a hacer los preparativos, amontonando los botes que utilizan para pescar y retirando esas interminables cuerdas en las que ponen la colada a secar. Algunos se fueron anoche, en plena oscuridad -oí el sonido de sus silbatos y de sus cuernos, a manera de desafío final-, como si esperasen las primeras luces por razones supersticiosas. Eran poco más de las siete cuando pasé. A la pálida luz entre verdosa y grisácea del alba parecían refugiados de guerra, con sus caras pálidas, atando con gesto avieso los últimos restos de su epopeya flotante y liando los fardos. Lo que anoche era deslumbrante, mágico y rutilante hoy es sórdido, está desprovisto de encanto. En la neblina flota un olor a quemado y a petróleo. Restallar de lonas, petardeo de motores al alba. Son pocos los que se molestan en mirarme, ocupados en sus asuntos con la boca apretada y los ojos fruncidos. Nadie dice nada. Entre los rezagados no veo a Roux. Tal vez se haya marchado con los que han abierto la marcha. En el río quedan todavía unas treinta barcas, la proa hundida por el peso de las mercancías acumuladas. Zézette, esa chica, va de un lado a otro a lo largo del casco de la embarcación embarrancada, dedicada a trasladar a su barca piezas ennegrecidas e imposibles de identificar. Un cajón lleno de pollos se mantiene en equilibrio inestable sobre un colchón carbonizado y una caja llena de periódicos. Me dirige una mirada de odio, pero no me dice nada.
No vaya a figurarse que esta gente no me inspira ningún sentimiento. No les tengo ningún rencor personal, mon père, pero tengo que pensar en mi congregación. No puedo perder tiempo predicando a gente desconocida que no me lo ha pedido, total para que se burlen de mí y me insulten. Sin embargo, no es que yo sea una persona inaccesible. Si su contrición fuera sincera, todos tendrían cabida en mi iglesia. Si necesitan orientación, saben que pueden contar conmigo.
Anoche dormí mal. Desde el principio de la Cuaresma paso las noches muy inquieto. A menudo tengo que levantarme de la cama a hora muy temprana con la esperanza de encontrar el sueño en las páginas de un libro o en las calles oscuras y silenciosas de Lansquenet o hasta en las orillas del Tannes. Anoche me sentí más inquieto que de costumbre y, sabiendo que no conseguiría conciliar el sueño, abandoné la casa a las once para dar un paseo de una hora junto a la orilla del río. Rodeé Les Marauds y del campamento de los gitanos, atravesé los campos y seguí río arriba, aunque desde atrás me llegaban claramente los sonidos de su actividad. Al volverme para echar una mirada río abajo vi las hogueras encendidas en la orilla y las figuras de gente que bailaba recortadas en el resplandor anaranjado del fuego. Miré mi reloj y vi que había caminado casi una hora y me di la vuelta para volver sobre mis pasos. No me había propuesto inicialmente atravesar Les Marauds pero, de haber optado por cruzar los campos, el camino para dirigirme a casa se habría alargado media hora más y la fatiga me hacía sentir torpe y me confundía. Pero lo peor era que el aire frío unido a la falta de sueño me había espoleado el hambre y yo sabía de antemano que la ligera colación de pan y café que tomaba por las mañanas no lo saciaría. Esa fue la razón por la que me dirigí a Les Marauds, père, pese a que las gruesas botas se me hundían en el barro de la orilla y el resplandor de sus fogatas hacía refulgir mi aliento. No tardé en encontrarme lo bastante cerca para cerciorarme de lo que ocurría. Estaban celebrando una fiesta. Vi farolillos, cirios hincados en los costados de las barcas, todo infundía a la escena carnavalesca un aire extrañamente religioso. Flotaba en el aire el olor a humo de leña y otro aroma exasperante que igual podía ser de sardinas asadas, que se sobreponían a ese perfume amargo e intenso del chocolate de Vianne Rocher. Habría debido suponer que también ella estaría presente. De no ser por ella, haría tiempo que los gitanos se habrían marchado. La descubrí en el embarcadero que hay junto a la casa de Armande Voizin. Entre las llamas, su largo abrigo rojo y su cabello suelto le daban un aspecto curiosamente pagano. Se volvió hacia mí un momento y vi el resplandor de un fuego azulado levantarse de sus manos extendidas, algo que se quemaba entre sus dedos y que iluminaba con un reflejo purpúreo los rostros de las personas que la rodeaban…
Me quedé un momento helado de terror. Un sinfín de ideas irracionales -sacrificios arcanos, el culto al demonio, ofrecimientos de seres vivos y quemados a algún dios antiguo y salvaje- aletearon en mi mente y me indujeron a huir corriendo, trabados mis pasos por el espesor del fango, tendidas las manos para no caer en la maraña de endrinos detrás de los que procuraba esconderme. Después, sensación de alivio. Alivio, reconocimiento y un reconcomio, una desorientación al ver lo absurdo de mis pensamientos cuando ella se volvió hacia mí y vi que las llamas se apagaban mientras la observaba.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Chocolat»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Chocolat» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Chocolat» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.