Rosamunde Pilcher - Días De Tormenta

Здесь есть возможность читать онлайн «Rosamunde Pilcher - Días De Tormenta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Días De Tormenta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Días De Tormenta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Instalada en Londres, donde lleva una vida ordenada y solitaria, Rebecca tiene que viajar imprevistamente para acompañar a su madre, la que al sentirse al borde de la muerte le revela secretos familiares que la conmueven. Movida por una intensa curiosidad, Rebecca se traslada a la mansión de campo de su abuelo para intentar completar el difuso cuadro familiar. Esos días de viento y lluvia se convierten en una experiencia memorable, que determinará su futuro.

Días De Tormenta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Días De Tormenta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Pero algún día será de Eliot.

Me dirigió una mirada helada.

– Después de lo de esta noche, tengo mis dudas.

– Vamos, Mollie, yo no quiero Boscarva. Grenville nunca me dejaría a mí un lugar como éste. Dijo eso sólo para ganar la batalla, quizá porque fue lo primero que le vino a la cabeza. Lo dijo sin querer.

– Pero ha herido los sentimientos de Eliot.

– Eliot lo entenderá. Hay que ser comprensivo con los ancianos.

– Estoy harta de ser comprensiva con Grenville -dijo Mollie, mientras recortaba automáticamente una hebra de lana con unas tijeras de plata-. Grenville me ha desorganizado la existencia. Él y Pettifer podrían haberse venido a vivir a High Cross. Eso es lo que nosotros queríamos. La casa es más pequeña y más adecuada y habría sido mejor para todos. Hace años que Boscarva tendría que estar en manos de Eliot. Tal como están las cosas, los gastos de sucesión serán exorbitantes. Eliot no va a poder mantenerla. Toda esta situación es muy poco práctica.

– Supongo que cuesta ser práctico cuando se tienen ochenta años y se ha vivido en un solo lugar casi siempre.

No me hizo caso.

– Y encima la tierra y la granja. Eliot quiere encontrar la mejor solución, pero Grenville no se da cuenta. Nunca ha manifestado el menor interés, nunca ha estimulado a Eliot en ningún sentido. Por ejemplo, el salón-garaje de High Cross lo tuvo que conseguir Eliot valiéndose de sus propios medios. Al principio le pidió ayuda a su abuelo, pero Grenville dijo que no quería saber nada de coches de segunda mano, hubo una discusión y Eliot tuvo que pedir un préstamo a otra persona y, desde ese día, no ha vuelto a pedirle un penique a su abuelo. Creo que es un mérito que hay que reconocerle.

Estaba pálida de ira por Eliot, una tigresa, me dije, que pelea por su cachorro, y recordé la pésima opinión que tenía mi madre sobre la educación consentida e hiperprotectora que había dado Mollie al pequeño Eliot. Puede que ninguno de los dos se hubiera desprendido de aquella costumbre.

Para cambiar de tema, le conté que Eliot me había invitado para el día siguiente.

– Dijo que me llevaría a ver High Cross.

Pero no logré distraer a Mollie más que un momento.

– Tienes que conocerla. Eliot tiene la llave. Yo voy casi todas las semanas para asegurarme de que todo está en orden, pero me deprimo cuando tengo que volver a este lugar sombrío… -Se rió de sí misma-. Esta vida está acabando conmigo. Tengo que sobreponerme. Pero cuando todo termine, respiraré tranquila.

Cuando todo termine. Aquello significaba cuando falleciera Grenville. Me gustaba pensar en la muerte de Grenville tanto como en que Joss se acostaba con la insípida Andrea; tanto como en que Joss se había agenciado el buró y la silla Chippendale, los había cargado en la furgoneta y se los había vendido al mejor postor.

¿Qué sabes de Joss? ¿Qué sabe de él ninguno de nosotros?

Por mi parte, hubiera querido no saber nada. Di vueltas en el lecho y golpeé las almohadas con la infundada esperanza de conciliar el sueño.

Llovió durante la noche, pero a la mañana siguiente había escampado, el cielo era de un azul pálido y desteñido, todo estaba húmedo, brillante, transparente a la fresca luz de la primavera. Me asomé a la ventana para aspirar el olor de la humedad, mohosa y dulzona. El mar estaba tranquilo y azul como una colcha de seda; las gaviotas volaban perezosamente sobre el borde del acantilado; un barco se alejaba del puerto rumbo a lejanas zonas de pesca y el aire estaba tan inmóvil que se podía oír el resoplido lejano del motor.

Se me levantó el ánimo. El día anterior pertenecía al pasado, el presente seria mejor. Me alegraba la idea de tener que salir de la casa, alejarme de los reproches de Mollie y de la turbadora presencia de Andrea. Me bañé, me vestí y fui abajo. Encontré a Eliot en el comedor, dando cuenta de un plato de huevos con beicon. Parecía contento y el hecho me satisfizo.

Levantó la vista del periódico de la mañana.

– Ya me preguntaba si tendría que ir a despertarte -dijo-. Creí que a lo mejor te habías olvidado de mi invitación.

– No. Claro que no.

– Somos los primeros en bajar. Con un poco de suerte nos iremos antes de que aparezca nadie. -Hizo una mueca de tristeza, como un muchacho arrepentido-. No quisiera estropearme la mañana oyendo más reproches.

– La culpa la tuve yo por sacar a relucir el buró de las narices. Anoche le dije a tu madre que lo sentía mucho.

– Ya es agua pasada -dijo Eliot-. Siempre aparecen estas pequeñas diferencias de opinión. -Me serví una taza de café-. Lo que lamento es que te hayas visto involucrada.

Nos fuimos nada más acabar el desayuno y experimenté una maravillosa sensación de desahogo al estar en su coche, con Rufus en el asiento trasero, rumbo a la libertad. El coche rugió colina arriba y se alejó de Boscarva. El asfalto parecía azul a causa del reflejo del cielo y el aire olía a prímulas. Según ascendíamos hacia el páramo y lo cruzábamos, el paisaje se alargaba y se hundía delante de nosotros; vi lomas coronadas por mojones y columnas antiquísimos, pequeños pueblos olvidados, agazapados entre los pliegues de barrancos imprevistos por los que serpeaban las rías, olmos y robles añejos que se alzaban apelotonados junto a puentes jorobados y estrechos.

Pero yo sabía que no podríamos disfrutar de aquella jornada compartida, que no estaríamos totalmente a gusto hasta que hubiéramos hecho las paces.

– Ya sé que es agua pasada y que quizás no tuvo importancia, pero tenemos que hablar de lo que pasó anoche -dije.

Me sonrió mirándome de reojo.

– ¿Qué hay que decir?

– Sólo una cosa, lo que dijo Grenville acerca de que tenía más nietos. Lo dijo sin querer. Sé que lo dijo sin querer.

– No. Puede que no. Puede que quisiera enfrentarnos, como si fuéramos perros.

– Nunca me dejaría Boscarva a mí. Jamás. Ni siquiera me conoce, acabo de aparecer en su vida.

– No vuelvas a pensar en eso, Rebecca. Yo tampoco lo haré.

– Al fin y al cabo, si algún día ha de ser tuya, no entiendo por qué no puedes pensar ya en lo que quieres hacer con ella.

– ¿Te refieres a Ernest Padlow? Todos los viejos son unos cotillas. Siempre contando chismes y metiendo cizaña. Si no es el gerente del banco, es la señora Thomas, y si no es la señora Thomas, es Pettifer.

Me esforcé por aparentar indiferencia:

– ¿Venderías las tierras?

– Si lo hiciera, tal vez pudiera permitirme el lujo de vivir en Boscarva. Ya es hora de que me instale por mi cuenta.

– Pero… -elegí las palabras con tacto- pero ¿no sería entonces como… como echarla a perder… quiero decir, vivir rodeado de esas casas que construye el señor Padlow?

Eliot se echó a reír.

– Has cogido el rábano por las hojas. No sería una urbanización como la de la colina. Sería de categoría, con parcelas de una hectárea y haremos muy altos en cuanto al estilo y al precio de las viviendas que se construyesen. No se talarían árboles, ni se regatería en cuanto a confort. Serían casas de lujo para personas de lujo, y no habría muchas. ¿Qué te parece?

– ¿Se lo has dicho a Grenville?

– No me deja. No quiere escucharme. No le interesa.

– Pero si se lo explicaras…

– Me he pasado la vida tratando de explicarle cosas y nunca he conseguido nada. Bueno, ¿hay algún otro tema que quieras discutir?

Lo pensé un poco. Como es lógico, no quería hablar de Joss.

– No -dije.

– En ese caso, ¿qué tal si nos olvidamos de lo que pasó anoche y disfrutamos del paseo?

Parecía buena idea. Nos sonreímos.

– De acuerdo -dije.

Cruzamos un puente y llegamos a una colina de pronunciada pendiente. Eliot cambió de marcha, con ademán de experto, con la anticuada palanca del cambio de velocidades. El coche se lanzó hacia arriba por la cuesta con la proa larga y elegante apuntando hacia el cielo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Días De Tormenta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Días De Tormenta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Días De Tormenta»

Обсуждение, отзывы о книге «Días De Tormenta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x