Alberto Vázquez-Figueroa - Piratas

Здесь есть возможность читать онлайн «Alberto Vázquez-Figueroa - Piratas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. ISBN: , Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Piratas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Piratas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Piratas es la novela de aventuras en estado puro: el género que ha convertido Alberto Vázquez-Figueroa en el autor español número uno en ventas. Narra una extraordinaria historia repleta de acción, emociones e intriga protagonizada por un viejo corsario británico y un jovencísimo buscador de perlas español al que las circunstancias conducen hasta el barco del temido Jacaré Jack. Los combates en alta mar, los peligrosos juegos de la astucia, el destino de una familia de españoles afincada en el Caribe de la época de la trata de negros y la corrupción generalizada de las autoridades coloniales constituyen el transfondo de una trama trepidante, como corresponde a una de las mejores novelas de su autor.

Piratas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Piratas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La voz del muchacho sonó extrañamente seria al replicar:

— Le debo demasiado para mentirle, y estoy seguro de que jamás contará a nadie lo que voy a decir. — Sebastián hizo una breve pausa para añadir con un tono muy quedo —: Yo soy ahora el capitán Jacaré Jack, y el barco es mío.

El militar tardó en lanzar un leve silbido de asombro, observó a su interlocutor de arriba abajo como si le costara un enorme esfuerzo aceptar que aquel chiquillo al que tan a menudo había propinado dolorosos coscorrones pudiera ser ahora un temido cabecilla pirata, y por último señaló como si se refiriera a algo carente por completo de importancia:

— Eso cambia las cosas, y si vuelvo a verte en la isla te ahorco.

— Lo sé.

— Jamás imaginé que acabaras en esto — dijo al poco Sancho Mendaña, visiblemente pesaroso —. Me gustaba considerarte como a un hijo, y aunque admito que te empujaron a ello, me niego a aceptar que te hayas convertido en algo que desprecio.

— ¿Desprecia más a los piratas que los a funcionarios de la Casa o a los negreros?

— No más, pero sí tanto como a ellos. La gente honrada de esta parte del mundo vive angustiada por el temor de que tipos de vuestra calaña desembarquen de pronto en mitad de la noche, violen a sus mujeres, asesinen a sus hijos e incendien sus hogares. Ningún pirata, ni siquiera tú, merece algo más que una soga al cuello.

— Lamento oírle decir eso — replicó el muchacho con tono pesaroso —. Yo le aprecio.

— Y yo a ti. Pero eres tú quien se ha colocado al margen de la ley.

— ¿Ley? — se lamentó el margariteño —. ¿Qué ley? ¿La ley que me arrebató cuanto tenía?

— Si tu madre te abandonó fue por su gusto, y no creo que exista ninguna ley que se lo impida — le hizo notar el otro dejando a un lado su cachimba, como si de pronto se sintiera hastiado de ella —. Me consta que no fue justo que encarcelaran a tu padre, y por ello le ayudé a huir, pero de ahí a aceptar que te conviertas en capitán pirata, media un abismo. ¡Piénsatelo! Aún estás a tiempo.

Sebastián Heredia negó con un gesto.

— ¡Ya no! Hace tres semanas arrojé al mar un grupo de negreros.

— ¿Y a quién le importa? — dijo el militar —. A mi modo de ver, tirar negreros por la borda no es delito. Más bien al contrario. — Tendió la mano y la posó sobre el antebrazo del muchacho para añadir con tono casi suplicante —: Olvídate de ellos, abandona ese maldito barco y búscate una forma de vida más acorde con lo que te enseñaron siendo niño.

— De niño me enseñaron que es suficiente con que aparezca un hombre rico para que todo aquello en lo que crees se destruya — fue la amarga respuesta —. Un solo acto basta a veces para borrar un millón de palabras.

— Si condicionas tu vida a lo que te hicieron en un determinado momento, te estarás convirtiendo en esclavo de tu pasado — sentenció el militar, seguro de sí —. Ya eres un hombre, y no tienes derecho a justificar tus acciones por los errores que pudiera cometer tu madre.

— Eso va en opiniones.

— De poco te servirán las opiniones cuando te veas al pie del patíbulo — le hizo notar Sancho Mendaña —. Lo quieras o no, el comandar a una pandilla de criminales acabará por arrastrarte al crimen, porque está demostrado que nadie puede vivir rodeado de mierda sin cagarse. — Encendió de nuevo su cachimba, como si confiara en que pudiera ayudarle a encontrar los argumentos que tanto necesitaba —. No sé qué puedes haber hecho hasta el presente, pero algo me dice que aún no estás corrompido. ¡Déjalo ahora!

— ¿Para hacer qué? — preguntó el margariteño, como si estuviera convencido de que no iba a obtener ninguna respuesta válida —. ¿Qué destino me espera si abandono el barco e intento buscarme un trabajo honrado? Ha dicho que corren tiempos difíciles, pero ya lo eran en exceso cuando mi padre se dejaba la piel contra las rocas allá abajo. — Se encogió de hombros con profundo desprecio —. La Casa aprieta el cuello de la gente impidiéndole respirar durante años, y al fin la asfixia. Yo prefiero que me lo aprieten de una vez por todas.

— ¿Y el mal que causes entretanto, o el que causen unos hombres a los que no conseguirás dominar? — El militar bajó la voz para que los acompañantes que Sebastián había dejado fuera no pudieran oírle al mascullar —: Son piratas. ¿Es que no lo entiendes? Ladrones, violadores y asesinos. ¡La escoria del mundo!

— Para mí la escoria del mundo será siempre la que se encierre en un palacio y se escude en unas leyes injustas para expoliar a los débiles — le contradijo el margariteño —. ¡Esas son las auténticas sabandijas que convierten este mundo en una cloaca, puesto que ni siquiera se juegan la vida! Nosotros vivimos durante meses en el mar, sufrimos calmas o tormentas, y cada vez que abordamos un barco nos arriesgamos a que nos reciban a cañonazos. ¡Pero ellos no! Ellos tienen patente de corso en tierra, y si hay algo peor que un pirata, es un corsario.

El capitán Sancho Mendaña tardó en responder. Fue hasta la ventana, contempló la quieta bahía en que apenas se reflejaba media docena de estrellas, y habría podido creerse que súbitamente había envejecido, o le había invadido un cansancio infinito.

— No tengo ganas de seguir discutiendo — susurró —. Pronto amanecerá y es mejor que para entonces ya estés lejos. — Se volvió y miró fijamente al chiquillo de antaño —. Te doy una semana para que encuentres a tu padre — añadió —. ¡Una semana justa! A partir de ese día me convertiré en tu peor enemigo.

— Nunca le podré considerar mi peor enemigo — replicó con apenas un hilo de voz el muchacho —. Y nunca alzaré la mano en contra suya por mucho que me acose.

— Ése no será ya mi problema. Yo te digo lo que hay. ¡Y ahora, vete! Vete y no vuelvas.

Cuando advirtió que el casi imberbe capitán Jacaré Jack había abandonado la estancia cerrando la puerta a sus espaldas, el atribulado militar no pudo por menos que apoyar la frente contra el cristal de la ventana y dejar escapar un corto y amargo lamento.

Siempre había sido un hombre solitario, y lo más parecido que tuvo nunca a una familia se veía reducido ahora a un pobre estúpido que vagabundeaba por algún perdido rincón de la isla, y un dulce chicuelo que llevaba camino de convertirse en un sucio pirata. Se preguntó de qué le habían servido tantos años de esfuerzo y sacrificio, tantas batallas y tantas viejas heridas, y se preguntó, sobre todo, de qué le había servido mantenerse tan fiel a unos principios que nadie parecía querer respetar.

Por su intachable hoja de servicios y su fidelidad a toda prueba, debería haber sido ascendido ya al grado de coronel al mando de una plaza fuerte de la categoría de Cartagena de Indias, San Juan de Puerto Rico o Panamá, pero los años iban pasando y continuaba allí, olvidado, condenado a contemplar una y mil veces los inigualables atardeceres de la bahía de Juan Griego, consciente de que la noche no le traería más que soledad y silencio, y el nuevo día soledad y un largo atardecer que ya le hastiaba.

La única mujer que amara en esta vida, y a la que siempre había adorado como si de una inaccesible virgen se tratara, había acabado por convertirse en amante del ser más despreciable que nunca conociera, y a menudo tenía que escuchar en la taberna del pueblo que, según todos los indicios, muy pronto su hija Celeste la sustituiría en el lecho del aborrecido don Hernando Pedrárias.

Se murmuraba en la isla que la ya gorda y ajada Emiliana Matamoros había llegado tiempo atrás a la amarga conclusión de que sus antiguos encantos habían dejado de despertar las locas pasiones del poderoso delegado de la omnipotente Casa de Contratación de Sevilla, y ante el temor de que cualquiera de las provocativas mulatas que pululaban por la isla vendiendo sus prietas carnes consiguiera desalojarla del hermoso palacete que ocupaba desde hacía años en las afueras de La Asunción, parecía decidida a propiciar que las cosas quedaran en la intimidad de la familia, cambiando su papel de férrea amante por el de sumisa alcahueta.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Piratas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Piratas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Alberto Vázquez-Figueroa - Tuareg
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Centauros
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Negreros
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Maradentro
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Yáiza
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Océano
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - La Iguana
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Piratin der Freiheit
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Ikarus
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Viaje al fin del mundo - Galápagos
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez Figueroa - Delfines
Alberto Vázquez Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Bora Bora
Alberto Vázquez-Figueroa
Отзывы о книге «Piratas»

Обсуждение, отзывы о книге «Piratas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x