Arrestos. Deben ser relevados inmediatamente de sus funciones y sometidos a arresto especial individual: todos los gauleiters, reichstatthalters, ministros, presidentes superiores, jefes superiores de las SS y de la policía, jefes de la Gestapo y directores de los servicios de las SS, de los servicios de propaganda, y de los kreisleiter.
Campos de concentración. Deben ocuparse con urgencia. Los jefes de los campos quedarán detenidos, y los guardias desarmados y acuartelados. Debe hacerse saber a los detenidos políticos que han de abstenerse hasta su liberación de toda manifestación y acción individual.
Waffen SS. Si hay dudas en cuanto a la obediencia de los jefes de formaciones Waffen SS o de los jefes locales más antiguos de las Waffen SS, o si se juzgan sospechosos, han de ser arrestados y sustituidos por oficiales del Ejército. Los destacamentos de Waffen SS cuya subordinación sea dudosa deben ser desarmados. En este caso, importa intervenir con fuerzas superiores, a fin de evitar efusiones de sangre considerables.
Policía. Las oficinas de la Gestapo y del Servicio de Seguridad deben ser ocupadas. Además, la policía de orden debe utilizarse ampliamente para descargar a las Fuerzas Armadas. El jefe de la policía alemana difundirá las órdenes por la cadena de mando de la policía.
Marina y Aviación. Debe establecerse el enlace con los jefes de la Marina y la Aviación. La acción común debe asegurarse.
Para todas las cuestiones políticas que surjan del estado de excepción delego cerca de cada jefe de Región un apoderado político. Este asumirá hasta nueva orden las funciones de jefe de la Administración y aconsejará al jefe de Región en toda cuestión política.
El servicio que actuará cerca del comandante en jefe del territorio nacional para tratar toda cuestión relativa al poder ejecutivo será el Estado Mayor del territorio nacional, el cual enviará un oficial de enlace a los jefes de Región para la comunicación recíproca de la situación y de los proyectos.
En el ejercicio del poder ejecutivo no se pueden tolerar actos arbitrarios ni de venganza. La población debe darse cuenta de que el poder ejecutivo repudia los métodos arbitrarios de los que han ejercido el poder hasta hoy.
El Jefe Superior del territorio de guerra nacional:
FROMM, GENERALOBERST.
Coronel conde Stauffenberg
Anexo 5 Discurso del Führer del 21 de julio
¡Camaradas alemanes y alemanas!
No sé cuántos atentados han sido proyectados y ejecutados contra mí. Si os hablo hoy es, sobre todo, por dos razones: para que oigáis mi voz y sepáis que estoy sano y salvo y para que conozcáis los detalles de un crimen que no tiene equivalentes en la historia alemana.
Un insignificante grupo de oficiales ambiciosos, sin honor y de una criminalidad estúpida, ha tramado un complot cuya finalidad era suprimirme y eliminar al mismo tiempo al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Una bomba colocada por el coronel conde Stauffenberg ha estallado a dos metros de mí, a mi derecha, y ha herido gravemente a varios de mis fieles colaboradores. Uno de ellos ha muerto. Yo estoy absolutamente indemne. Sólo he sufrido ligeras erosiones, contusiones y quemaduras. Considero que mi salvación confirma que la Providencia me ha confiado una importante misión y que debo seguir adelante por la ruta de mi destino, como he hecho hasta ahora. Porque puedo afirmar solemnemente ante la nación entera que, desde el día en que entré en la Wilhelmstrasse, no he tenido más que un pensamiento: cumplir con mi deber como mejor pueda hacerlo y con toda conciencia. Desde que vi claramente que la guerra era inevitable y no se podía retrasar, no he tenido más que preocupaciones y trabajo. Durante innumerables días y noches en vela, sólo he vivido para mi pueblo.
Ahora que los ejércitos alemanes están enzarzados en los más duros combates, se ha descubierto en Alemania, como en Italia, un pequeño grupo que creía poder dar una puñalada por la espalda, lo mismo que en 1918. Pero esta vez los conspiradores se han equivocado del todo. La afirmación de estos usurpadores de que he perdido la vida queda desmentida desde el momento en que os hablo, mis queridos conciudadanos.
El círculo de estos conspiradores es insignificante. No tiene nada común con las Fuerzas Armadas alemanas, sobre todo con el Ejército. Es un reducidísimo grupo de elementos criminales cuya implacable eliminación ha empezado ya.
En consecuencia, ordeno:
1º Que ninguna autoridad civil acepte orden alguna de los servicios que estos usurpadores se atribuyen.
2º Que ninguna autoridad militar, ningún jefe de tropa, ningún soldado obedezca orden alguna de estos usurpadores; que, por el contrario, todos tienen la obligación de detener en el acto a todo hombre que transmita o dé tales órdenes, y, si se resiste, darle muerte inmediatamente.
A fin de restablecer definitivamente el orden, he nombrado al ministro del Reich, Himmler, jefe del Ejército del Interior.
He designado al general Heinz Guderian jefe del Estado Mayor General para reemplazar al anterior, incapacitado por enfermedad, y he nombrado para secundarle a un segundo jefe procedente del frente del este.
En todos los demás servicios del Reich, nada se modifica. Estoy convencido de que con la eliminación de esta pequeña pandilla de conspiradores y traidores crearemos al fin, y también en la retaguardia, la atmósfera que necesitan los combatientes. Porque es inadmisible que mientras en la vanguardia cientos de millares de valientes se sacrifican hasta el fin, una diminuta banda de criaturas ambiciosas y miserables intente constantemente en el interior sabotear tal proceder.
Esta vez ajustaremos las cuentas como nosotros, los nacionalsocialistas, tenemos costumbre de hacerlo.
Estoy convencido de que todo oficial responsable y todo soldado valiente comprenderá esta resolución.
La suerte que se habría abatido sobre Alemania si el atentado hubiese tenido éxito, pocos pueden imaginarla. Personalmente, doy gracias a la Providencia y a mi Creador no por haberme salvado -mi vida no es más que preocupación y trabajo por mi pueblo-, sino por haberme dado la posibilidad de continuar sobrellevando estas preocupaciones y proseguir mi trabajo lo mejor que pueda y a conciencia.
Todo alemán, cualquiera que sea, tiene el deber de oponerse por todos los medios a estos elementos, de detenerlos en el acto o, si se resisten, darles muerte. Las órdenes han sido transmitidas al conjunto de las tropas. Serán ejecutadas ciegamente, con la disciplina tradicional del Ejército alemán.
Deseo sobre todo saludar una vez más con alegría a mis antiguos compañeros de combate por haberme librado de nuevo de una suerte que para mí no tiene nada de terrible, pero que habría sembrado el terror en el pueblo alemán. Veo también en ello un signo de la Providencia: es necesario que prosiga mi obra y, por consiguiente, la proseguiré.
Anexo 6 Proclama del mariscal Goering a la aviación
Camaradas de la Luftwaffe: En nombre de una detestable camarilla de antiguos generales expulsados por su comportamiento, el coronel conde von Stauffenberg ha intentado hoy un atentado vil contra nuestro Führer.
Mediante órdenes falsificadas, esos criminales tratan ahora de provocar el desorden entre las tropas. Ordeno que el general comandante de cuerpo de ejército Stumpf, en calidad de jefe de Aviación del Reich, mande en mi nombre todas las formaciones de la Luftwaffe en el interior del territorio alemán. Sólo deberán ser obedecidas mis órdenes y las suyas.
Todas las autoridades de la Luftwaffe deberán apoyar lo más activamente posible al Reichsführer de las SS Himmler. No podrán efectuarse transportes de correo en cualquier aparato más que con mi autorización o la suya. Los oficiales y soldados, así como las personas civiles que tomen partido con esos criminales usurpadores, y que traten de ganaros para sus proyectos, deberán ser detenidos y fusilados sin consideración.
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