La contraposición clásica entre ordo naturalis y ordo artificialis da cuenta de la construcción del texto retórico en lo que respecta a su estructura profunda y a la organización del modelo retórico como estructuración modificable, tanto a propósito de la totalidad de las partes orationis como de la narratio, y constituye un mecanismo imprescindible para el funcionamiento de la operación de dispositio (Albaladejo, 1993: 115 - 116).
Así, la cuestión de la organización textual como natural o artificial ha sido un punto de confluencia y de enriquecimiento mutuo entre la teoría retórica y la teoría poético - narrativa, tal como lo reafirma Quintiliano en Institutio oratoria:
Pues yo tampoco me sumo a aquellos que consideran que siempre hay que narrar en el orden en el que algo haya sido hecho, sino que prefiero narrar en el modo que conviene. Lo cual puede hacerse de muchas formas. Pues algunas veces simulamos que hemos olvidado cuando dejamos algo para un lugar más útil, y a veces declaramos que vamos a restituir el orden que falta porque así la causa va a ser más clara, a veces subordinamos al asunto expuesto las causas que lo precedieron (1987, II, IV, 83 - 84).
Asimismo, Aristóteles en su Poética (2002) amplía el concepto de orden desarrollado en la retórica y lo relaciona con la dramaturgia. Para él, la dramaturgia es la creación del drama (de la raíz griega dran, que significa “acción”). Por lo tanto, la dramaturgia es en esencia la disposición de las acciones del relato en un orden que logra obtener el mayor efecto posible sobre el espectador y la organización de estos hechos conforme a la manera más apropiada en que se los debe expresar, para que el conflicto central sea planteado, desarrollado y resuelto y, a la vez, cree expectativa y emoción en el espectador.
Ruiz de la Cierva (2001) compara la teoría retórica con la narrativa y equipara así la estructura macrosintáctica de base, regida por el orden normal, lineal, de los hechos y los argumentos, con el concepto de historia de la narratología. La estructura macrosintáctica de trasformación, por su parte, la relaciona con el concepto narratológico de discurso o intriga.
En el documental cinematográfico se puede ver que, mientras las películas que pertenecen a una tradición narrativa o a una observacional intentan construir muchas veces su discurso en un orden natural, los documentales más experimentales y poéticos lo hacen desde un orden artificial. Las diferentes formas que puede adoptar este tipo de discurso artificial configuran las estructuras narrativas no canónicas y las estructuras no narrativas que se dan en la no ficción. Así, este orden se puede dar in medias res o como nestoriano, topográfico, aleatorio, convencional (alfabético u otro), mnemotécnico, lógico o causal, gradativo, de importancia, de preferencias, de complejidad progresiva, de background progresivo o retroalimentado, autorreflexivo, de impacto psicológico, de familiaridad, egocéntrico, entre otros. Esta gran variedad de formas se ha desarrollado desde muchos tipos de discursos, enriqueciendo las básicas enunciadas por los primeros retóricos.
Otras categorías estructurales
El modelo analítico para la dispositio que se ha expuesto hasta aquí se basa en las propuestas clásicas y contemporáneas de la retórica. No obstante, campos de estudio como el de los discursos de no ficción, la narratología y el cine ofrecen categorías complementarias que pueden aportar elementos novedosos al análisis y a la construcción estructural en el documental cinematográfico, para la cual es insuficiente el modelo clásico. Aquí se esbozan algunas propuestas que se podrían elaborar como un modelo más sólido de análisis o composición de la estructura documental en futuras investigaciones.
El estudio de la dispositio, de las estructuras, en la no ficción es aún muy incipiente. En el ensayo Structure and form in non - narrative prose, Richard Larson, citado por D’Angelo (1990), afirma que “aunque hay un gran cuerpo de literatura sobre la inventio, la estructura y la forma en la prosa no narrativa solo recientemente se ha vuelto sujeto de una investigación teórica seria y múltiple”, y agrega que “la mayoría de discusiones de forma que están disponibles a los profesores de escritura son enumeraciones de planes y fórmulas de las cuales los escritores pueden escoger”. D’Angelo hace hincapié en que muchos de los métodos tradicionales frente a la composición, en lugar de describir las relaciones que se obtienen entre las partes del discurso, simplemente las nombran. “Decir, por ejemplo, que un texto tiene un principio, un medio y un final; o por un exordium, narratio, propositio, confirmatio, refutatio y peroratio no es describir la estructura, sino nombrar partes”.
Frente a esta limitación del modelo clásico, se proponen otras categorías basadas en la teoría tropológica, la narratología y la teoría cinematográfica y
documental.
Tropología estructural
La teoría tropológica no solo impregnaría el lenguaje figurativo, sino que penetraría todo el sistema retórico. Así, los cuatro tropos maestros (metáfora, metonimia, sinécdoque, ironía) se toman como marco conceptual para representar el proceso de selección, orden y ubicación de ideas e imágenes dentro del texto. Este modelo es aplicable a cualquier tipo de discurso, pues el lenguaje figurativo no solo describe el traspaso de significados entre palabras, sino todo el texto como su esqueleto estructural. Los tropos son estrategias básicas para organizar todo tipo de textos (D’Angelo, 1990).
Hayden White (1978: 23) afirma que los eventos se deben “prefigurar” y “constituir” como objeto de pensamiento, lo que se logra por medio de los tropos maestros. Como para la “estructura profunda” de la conciencia histórica, estos están al servicio de la “estructura profunda” o “latente” del texto y explican relaciones entre los eventos en el mundo de la experiencia y, al mismo tiempo, en el seno del texto entre las partes e, incluso, entre estas y el todo.
Los tropos conducen entonces a los diferentes modos de guionización y a otras estrategias de interpretación. Así, cada tropo corresponde a un modo pregenérico, o “mito arquetípico”: romance - metáfora, tragedia - metonimia, comedia - sinécdoque, sátira - ironía. Dichas duplas, argumenta White, demuestran que es posible organizar un texto a partir de un modo tropológico dominante. Entonces, un documental que busca remarcar las similitudes entre elementos referenciales es metafórico; si se mueve de un elemento a otro, (de parte a parte) es metonímico; si trata de entender la naturaleza de las partes y el todo que las forma, es sinecdóquico y si es reflexivo frente a la experiencia u otras visiones, es irónico.
Además de estas estrategias generales de organización tropológica, D’Angelo (1990) propone una más específica basada en el concepto de ratio de Kenneth Burke (1970: 34), con el que se pueden estudiar las relaciones internas y entre los tropos. Dicho concepto indica los puntos de transición de un término a otro, lo cual, aplicado a los tropos, describiría un texto como organizado de un modo metafórico - metonímico, metafórico - sinecdóquico, metafórico - irónico y así, en sus combinaciones posibles (figura 1.8). Además, sugiere que se puede subdividir cada tropo maestro en categorías similares, algunas de las cuales enumera:
— modo metafórico: personificación, símil, alusión, doble sentido, elipsis, paralelismo, esquemas de repetición (anáfora y epístrofe), esquemas de sonido (homofonía, aliteración, asonancia, consonancia);
— modo metonímico: antimeria, metalepsis, prolepsis, traductio, políptoton, epíteto, eufemismo;
— modo sinecdóquico: inducción, partición, enumeración, merismo, entimema, silogismo;
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