Big Mama Thornton, de padre predicador, creció cantando en el coro, así como tocando la armónica y la batería, pero con la prohibición expresa de cantar blues. Grabó «Hound Dog», clásico de Jerry Leiber y Mike Stoller, cuatro años antes de que lo hiciera Elvis Presley.
Sister Rosetta Tharpe ya tenía influencias familiares, puesto que su madre era cantante del coro de la Iglesia Pentecostal de Charles Harrison Mason, obispo afroamericano que promulgaba la expresión artística como alabanza y permitía que las mujeres tocaran e incluso enseñaran en la congregación. Rosetta comenzó a tocar la guitarra con cuatro años, convirtiéndose en una excelente guitarrista a muy corta edad. Se casó con un predicador pentecostal a los 19 años en el primero de una larga lista de matrimonios fracasados. Era conocida veinte años antes que Elvis y pasó a las historia como la madre del rock’n’roll.
Carl Perkins no tocó en ninguna iglesia, pero creció escuchando góspel en su comunidad local Tiptonville, Tennessee, sin mayor interés espiritual que el meramente musical. Dicha atención se cultivó asimilando música country que su padre escuchaba en la radio y descubriendo las work song y el blues de los trabajadores afroamericanos de los campos de algodón. Con todo ello se convirtió en una de las figuras más importantes del rockabilly, a quien debemos temas como «Blue Suede Shoes», «Matchbox» y «Everybody’s Trying To Be My Baby».
Otros que recogieron las enseñanzas del seno del cristianismo y que veremos más adelante fueron: Elvis Presley, Little Richard, Jerry Lee Lewis y Johnny Cash.
Muddy Waters plasmó en el tema «The Blues Had A Baby And They Called It Rock and Roll» editado en 1977, un sentimiento que tenían todos los músicos de blues, el rock’n’roll era su música edulcorada por los blancos:
«Muddy Waters lo dijo, sabes que el blues tiene alma.James Brown lo dijo, sabes que el blues tiene alma.Bueno, el blues tuvo un hijo y lo llamaron rock’n’roll».
Tócala otra vez Sam
Little Richard dijo en una ocasión que «El rock’n’roll es blues acelerado» y Fats Domino sentenció «Esto que llaman rock & roll es rhythm & blues y llevo tocándolo quince años en Nueva Orleans». Fuera como fuese el rock’n’roll se impuso entre la juventud americana de forma imparable e irremediable. Cuando en abril de 1954 Bill Haley graba «Rock Around The Clock» enciende la mecha de un barril de pólvora que le estalla en la cara a la puritana sociedad norteamericana, enfrascada en la Guerra de Corea, dentro de la cruel estrategia de la Guerra Fría ejecutada por los bloques soviético-americano, ensimismada por los peligros de un incipiente comunismo que no paraba ni la creación de la OTAN y que les hacia ver fantasmas por doquier.
El rock’n’roll supuso una efervescente revolución consumista de la juventud americana, que se negaba a caer en los mismos errores que sus progenitores y configuró su propia cultura paralela al margen del sistema.
Tres meses después se edita el primer single de un jovenzuelo llamado Elvis Presley, «Hound Dog» y en menos de un año y medio los primeros discos de imberbes desconocidos que atienden a nombres como Jerry Lee Lewis, Little Richard, Carl Perkins, Gene Vincent o Brenda Lee, pasan del anonimato a ser ídolos juveniles, vendiendo miles de discos.
La comunidad católica al completo, las asociaciones de la defensa de la moral americana, la extrema derecha, agrupaciones de padres y madres, periodistas, emisoras de radio y televisión, políticos e incluso personajes del espectáculo como Frank Sinatra o Dean Martin, se levantaron en armas contra el nuevo sonido que, sin tener ninguna relación con el ocultismo, brujería o satanismo, fue acusado de salvaje y demoníaco, la música del Diablo.
Varios son los pecados del nuevo sonido que pasan irremediablemente por una cuestión racial. El auge y expansión del rock’n’roll coincide con el inicio del Movimiento por los Derechos Civiles, la juventud americana bailaba los éxitos de sus nuevos ídolos y se enteraban del asesinato de Emmett Till, un niño de 14 años que fue linchado por dos blancos supremacistas llamados Bryant Roy y JW Milam, por haber ofendido supuestamente a la mujer blanca del primero en un supermercado de Misisipi. Elvis y Richard tocan rock’n’roll al mismo tiempo que Rosa Parks no cede el asiento a un blanco en un autobús de Montgomery, Alabama y es encarcelada, lo que provoca el Boicot de Autobuses de Montgomery, que durante un año consiguió que toda la población afroamericana de Montgomery realizara sus desplazamientos caminando, ignorando a la compañía de transporte.
¿Qué hace ese negro tocando a mi chica?
El rock’n’roll no era reivindicativo, pero era netamente antirracista e incluso más peligroso, se trataba de un movimiento inclusivo desde su concepción, música de negros interpretada mayoritariamente por blancos y para un público que no hacía distinción de razas.
En los primeros conciertos de rock’n’roll las autoridades separaban las audiencias por el color y delimitaban sus zonas con cuerdas o vallas vigiladas por agentes de policía, algo a todas luces insuficiente ya que, con el fervor de la música las limitaciones eran inútiles; eso sin tener en cuenta que algunos músicos incitaban al público a saltarse las prohibiciones.
La inmersión racial fue uno de los pecados más imperdonables del rock’n’roll, en un país donde el Ku Klux Klan había llegado a tener más de cinco millones de simpatizantes o miembros activos. En la década de los cincuenta había sido diezmado considerablemente, pero sus ramificaciones se extendían a la política, el aparato judicial y sobretodo a la maquinaria policial.
El rock’n’roll también provocó el advenimiento de la primera revolución sexual, quizás no tan drástica como la asumida en la década de los sesenta, pero más cruda al chocar de frente como un tren de mercancías con el puritanismo americano que no estaba preparado para el gran demonio que se les venía encima, un ritmo que penetraba en la mente de su juventud con la tentación de la carne y el sexo, jóvenes salvajes que lanzaban himnos de pecado, incitando a bailes lascivos, pecaminosos, de contacto impropio, a todas luces obscenos, con gritos y expresiones libidinosas que invitaban a la lujuria colectiva. Pero mucho peor que eso era ver a jóvenes negros tocando y bailando con chicas blancas, levantándolas en volandas por la cintura, dejando que sus nuevas faldas volaran con total impunidad... esto sólo podía ser cosa del mismísimo Diablo.
Los máximos sacerdotes de la nueva doctrina era comunicadores, disc jockeys, pinchadiscos avispados que vieron en el nuevo sonido un movimiento cultural que los sobrepasaría a todos y por qué no, que les dejaría pingües beneficios a los responsables de su explotación.
Ed Sullivan, icono de la cultura pop
La caja catódica presidía el centro de reunión de las casas y desde ese aparato Ed Sullivan era uno de los comunicadores más importantes. Primero con el programa The Toast of the Town en 1948, que más tarde en 1953 mutó a The Ed Sullivan Show con el que estuvo en antena durante 23 años, pasando a la historia como un icono de la cultura pop americana. Sullivan había sido periodista deportivo y amante del boxeo, lo que le había proporcionado relacionarse con normalidad con afroamericanos a través de ese deporte. Fue de los primeros en abrir las puertas de la televisión a artistas de color, no sin problemas con sus patrocinadores, que supo solventar con inteligencia y no pocas dificultades. Uno de los casos más vergonzosos fue con la actriz y cantante Pearl Bailey, afroamericana que en su primera actuación en el programa sorprendió tanto al presentador que este la abrazó y le dio un beso en la mejilla. Se dice que los teléfonos del sur de Estados Unidos echaban humo; el programa perdió patrocinadores y uno de los más importantes, el Ford Lincoln, le presionó para que no admitiera artistas de color en el programa y ante la negativa de Sullivan, intentó prohibir que el presentador interactuara con ellos, saludándoles con un apretón de manos y mucho menos abrazando o besando como en el caso de Bailey. La respuesta fue que Pearl actuó en 23 ocasiones en el show. Nat King Cole, Sammy Davis Jr., Louis Armstrong y Ella Fitzgerald, fueron algunos de los pioneros afroamericanos en aparecer en su show.
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