Mariela González - Götterdämerung

Здесь есть возможность читать онлайн «Mariela González - Götterdämerung» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Götterdämerung: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Götterdämerung»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Europa, principios del XIX. Una época de cambios, de sentimientos encendidos que afloran en forma de nuevos ideales. Aunque lo cierto es que las cosas comenzaron a ser diferentes mucho antes: el día en que se abrieron los Senderos, los seres feéricos empezaron a convivir con los humanos, y los mismos dioses reclamaron su lugar como gobernantes legítimos de las naciones del continente.Viktor DeRoot, como tantos otros poetas y artistas diletantes, busca su fortuna en Heidelberg. Pero hay algo que le diferencia: es uno de los pocos que saben emplear la Alta Poesía, la disciplina capaz de convertir los versos en herramientas para manipular la realidad. Es por ello que tiene una visión muy diferente del mundo que le rodea… bueno, y quizás también por llevar en su ojo derecho el corazón de su amigo Gus, un trasgo de Galiza. El mismo que guarda el alma de Viktor en un tarro vacío. Cosas que pasan en una noche cualquiera, en un encuentro casual.La Alta Poesía es un conocimiento preciado y peligroso a partes iguales, y por mucho que Viktor quiera mantenerse alejado de ella y rehuir los errores de su pasado, se verá envuelto en intrigas, traiciones y juegos de máscaras que le obligarán a asumir un papel que nunca hubiera imaginado para mantener el orden del mundo.

Götterdämerung — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Götterdämerung», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—A eso también nos apuntamos los demás —convino Tarasque. Se puso en pie y empezó a recoger las cartas; las monedas, en cambio, las tomó de una vez con su manaza y las guardó en un saquillo, disparando una mirada de advertencia a sus rivales—. Esto se queda como bote para mañana.

Se dirigieron al refectorio, situado en la planta superior. El lugar donde los antiguos monjes comían y que permanecía intacto desde aquella época, con el mismo cometido: los largos bancos de madera habían servido a las muchachas que habían estudiado allí, y después a los artistas que asistían a reuniones o que pasaban una temporada de retiro creativo. No hubo necesidad de remodelar la sala al adquirir la abadía, les explicó Algernon, más allá de cambiar los bancos que estaban en peor estado y pintar las paredes para eliminar desconchones y humedades. Les contó varias anécdotas referentes a la reconstrucción de algunas zonas o la adecuación de otras, conforme dejaban el taller y atravesaban los pasillos. Para aquel tipo, hablar de cómo había comprado una abadía entera y la había remodelado era tan cotidiano como charlar sobre el precio del pan. Viktor se sintió más miserable que nunca: un mentecato que había accedido a colaborar con Lake por un puñado de monedas. Le atormentaba lo que Erin pudiera pensar si lo más reciente que sabía de él era algo así. Y también se avergonzaba frente a Algernon. Cuanto más pasaba el tiempo, más difícil se le hacía sentir recelos o animosidad hacia aquel tipo. Parecía un hombre honesto, y aquello sí que era un espécimen inusual.

Juzann y Tarasque se encerraron en la cocina y prepararon en un tiempo récord una sopa de tomates, puerros y calabaza, una mezcla suave que el estómago de Viktor agradeció, agarrotado como estaba después de las emociones. Gus, tan extrovertido como de costumbre, departió de forma animada durante la cena con Tarasque. Al trasgo le fascinaba saber que estaba ante aquella criatura que los grabados pintaban como un lagarto de seis patas con una concha picuda y cola de escorpión. El monstruo que había hostigado los campos franceses durante siglos, según contaban las historias, y que había terminado siendo reducido por las gentes.

—¡Incluso hay procesiones que conmemoran tu derrota! No solo en Francia, también en Hispania, en el sur. ¿Nunca has estado en ninguna? ¿No te pica la curiosidad?

Tarasque, lejos de ofenderse o molestarse con aquel interrogatorio (bastante indiscreto, en opinión de Viktor), rio con ganas ante la idea.

—¿Irías tú a una fiesta para ver cómo te convierten en una marioneta de cartón y te vapulean? Ah, no, no. Ese tiempo ya quedó atrás. Me encanta esta nueva piel, incluso cuando me pica en verano y cuando se me acumulan las flemas en invierno. Y no echo nada de menos esa concha que me estaba destrozando la espalda.

—Pero tenéis que contarme más —insistió Gus—. Cuánto de lo que se dice es cierto, qué hacéis aquí… Os guardaré el secreto, os lo aseguro.

—Ya lo creo que sí —intervino entonces Mara, que no parecía estar prestando atención hasta ese momento—. O seré yo quien se asegure de que sueñes con ser devorado por dragones durante una temporada.

Aunque Gus palideció un momento al escuchar aquello, las carcajadas de Juzann y Tarasque le quitaron hierro al asunto.

Fue una cena agradable que se prolongó hasta que, como suele suceder, el ánimo decayó poco a poco. Viktor no abrió la boca apenas. Su rostro, no obstante, era del todo elocuente: se hallaba derrengado. Algernon fue quien puso fin a las conversaciones, que a buen seguro podrían haber durado toda la noche, y mandó a cada uno a sus respectivas habitaciones. «Dejemos a herr DeRoot descansar». A los recién llegados les asignó dormitorios contiguos, antiguas celdas de los monjes adaptadas a los nuevos tiempos en cuanto a mobiliario. El poeta agradeció con cada fibra de su ser descalzarse, guardar su ropa en un armario como Odín mandaba y dejarse caer en una cama mullida, que lo abrazó sin soltarlo hasta que el sol volvió a despuntar entre las montañas.

****

Viktor podría haber dormido el doble si le hubieran dejado. Ni le habían acosado las pesadillas, pese a todos los estímulos y revelaciones de la noche anterior, ni había despertado con migraña o dolor en las sienes, lo cual era todavía más extraño. Por desgracia, no estaba seguro de que no fueran a provocárselo aquellos golpes llamando a su puerta.

Gus apareció cuando la entreabrió, con un rostro mucho más espabilado que el suyo. El trasgo lo mismo trasnochaba que madrugaba sin que le importase lo más mínimo, como se lo pidiera el cuerpo.

—Hum —Viktor se frotó los ojos, se apoyó contra el marco con desgana—. ¿Es la hora del desayuno? —Por encima del hombro de su amigo, advirtió que las ventanas mostraban ya el resplandor dorado del día.

—Sí, entre otras cosas —confirmó el trasgo—. También han llegado noticias que tendrías que conocer de primera mano.

Aquellas palabras bastaron para que Viktor se obligara a quitarse de encima la modorra. No sin cierto fastidio; de alguna manera había confiado en pasar una simple jornada en paz. Pero al parecer era un placer que se le negaba de momento. Se vistió tan deprisa como pudo, repasando un par de veces que cada botón estuviera en el ojal que le correspondía, y por supuesto que ambas solapas del cuello de la camisa estuvieran simétricas. Se desató y se volvió a atar el parche, una manía que tenía cada mañana pese a que no se lo quitaba para dormir. Al cabo de todo este ritual se encontró presentable. Gus le indicó que los esperaban en el refectorio, donde hallaron a Algernon y a Juzann. El djinn se había repeinado la cresta hacia atrás y llevaba uno de aquellos jubones coloridos propios de su tierra; los arabescos en su diseño y los ribetes dorados realzaban su expresión astuta. Ambos tenían un plato repleto de embutidos varios, queso y un par de semmel delante de ellos. A Viktor se le hizo la boca agua.

—Buenos días, herr DeRoot —saludó el genio, el primero que los vio entrar—. Espero que hayáis descansado y os encontréis con energía. Os vendrá bien para lo que voy a contaros —añadió sin preámbulos. Algernon, todo modales, lo amonestó con la mirada por semejante brusquedad, pero no pareció darse cuenta.

—Sentaos. Gustavo ya ha desayunado hace un rato, es un tipo madrugador. Te traeré algo mientras habláis, Viktor.

En un gesto sorprendente en alguien de su posición, Algernon se levantó y se dirigió a la cocina. Ahora que caía, el poeta no había visto servidumbre de ningún tipo en la abadía. Juzann les invitó a sentarse a su lado en el banco.

—Por cierto, no es necesario el «herr». Podéis llamarme Viktor, si os apetece —aprovechó para decirle al hombrecillo—. Incluso Vik, no tengo inconveniente.

—A veces me resulta complicado todo este protocolo y palabrería que os gastáis los germanos. Así que me parece bien, cuanto más sencillo, mejor —convino el djinn—. Tampoco yo necesito ningún tratamiento por tu parte; mis silfos colman mis necesidades de respeto. El caso es que de ellos quería hablarte. Verás, como cada mañana, uno de mis pequeñajos acude a traerme las nuevas de la ciudad —explicó, mientras tomaba un tazón de leche caliente que tenía frente a sí y empezaba a removerlo con el dedo—. Chismorreos: me hablan de recién llegados o de gente a la que le tenemos un ojo encima, esas cosas. Hoy me han traído la noticia estrella en Heidelberg: tu huida de la cárcel y el destrozo que causaste.

—Bueno, eso de «destrozo»… —El aludido torció el gesto—. No les costará tanto arreglar una puerta vieja.

—¡Ja! Una puerta vieja. No es eso lo que me ha dicho mi espía. Dejaste la celda derruida, por lo que cuentan aquí y allá. Abriste un boquete en el techo, bloqueaste el acceso con escombros al pie de la escalera. Presos con ataques de pánico, algún herido por desprendimientos... Un desaguisado, muchacho. Los periódicos tienen comidilla hoy.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Götterdämerung»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Götterdämerung» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Ignacio González Faus - Instantes
José Ignacio González Faus
Alfonso González Matorra - Tocan las campanas a concejo
Alfonso González Matorra
Arnau Gonzàlez i Vilalta - Cataluña bajo vigilancia
Arnau Gonzàlez i Vilalta
Ana María González González - El claroscuro catalán
Ana María González González
Alaciel Molas González - Mi hombre bueno
Alaciel Molas González
María José Sorlózano González - Optimización de la cadena logística. COML0210
María José Sorlózano González
María José Sorlózano González - Optimización de la cadena logística. COML0209
María José Sorlózano González
Mariela González - De tenebris
Mariela González
Raúl Vélez González - Memorias de viaje (1929)
Raúl Vélez González
Mariela González - Más allá del Tiempo
Mariela González
Отзывы о книге «Götterdämerung»

Обсуждение, отзывы о книге «Götterdämerung» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x