Antología de
terror hispánico
Colección Readuck Narrativa Alas
Antología de
terror hispánico
Coordinado por Carlos G. Gurpegui
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos sin el permiso y por escrito del Editor y del Autor.
Ilustración de portada e interiores: Ivan Papiol
Corrección: Marina Montes
Maquetación: José Antonio González Padilla
©Carlos G. Gurpegui, Eleazar Herrera, Nieves Mories, Mariela González Álvarez, Álvaro Arbonés, Irenea M. Fernández, Inés Alcolea Llopis, Mal Lawless, Guillermo Blázquez, Elena Santiago González.
Director de la colección: José Antonio González Padilla
Título: De tenebris. Antología de terror hispánico
Octubre de 2020. Primera edición
Impreso en España / Printed in Spain
Impresión: Podiprint
©ReaDuck Ediciones
41020-Sevilla
E-mail: ediciones@readuck.es
www.readuck.es
ISBN: 978-84-18406-28-7
ISBN ePub: 978-84-18406-29-4
ISBN Mobi: 978-84-18406-30-0
Depósito Legal: SE-1757-2020
PRÓLOGO
Callijuelas
Irenea M. Fernández
Dalia Saavedra
Elena Santiago González
El descenso
Inés Alcolea Llopis
Y te daré mis alas
Eleazar Herrera
Caleidoscopio
Mariela González Álvarez
La Gran Tribulación
Mal Lawless
La sangre de mi pueblo
Guillermo Blázquez
El pozo de San Lázaro
Álvaro Arbonés
SIGNATUS
Nieves Mories
Macarena libre
Carlos G. Gurpegui
Biografías
Durante las semanas de selección de los relatos que estás a punto de leer, pensé a menudo en qué palabras pondría para comenzar esta antología. ¿Qué poner en un prólogo? ¿Tienen sentido? ¿Los lee alguien? Si no lees nunca este prólogo no te preocupes, todo perdonado.
Si lo lees, supongo que lo idóneo es que te ponga al día de qué es exactamente De Tenebris. Lo primero que puedo decir de la antología que he tenido el placer de gestionar es que fue una idea de esas que se te quedan clavadas con garras y dientes en la nuca y te van chupando la sangre cada noche. Un sorbito cada vez que me tumbaba en la cama: ¿y si la temática fuera esta?, ¿y si llamase a tal autora o autor?, ¿estaría alguien interesado en algo así?, ¿tiene siquiera un ápice de novedad? Cuando la idea se convirtió en una pústula del tamaño de mi puño, decidí reventarla con un alfiler, así que cogí el teléfono y contacté con ReaDuck Ediciones con quienes me une una obra editada y una buena amistad.
Y nada, dicho y hecho. La idea se transmitió por teléfono y ya uno podía notar como iba robándoles también una mijita de sangre a cada día que pasaba hasta que dieron luz verde. Esa idea ha terminado creciendo, muy bien alimentada con la tinta y sangre de todas las personas implicadas en su proceso y, siento decir, que eso también te incluye a ti que estás leyendo esto.
De Tenebris es una antología de ficción weird, en su acepción más amplia, con una base común: España entendida de la manera más amplia y diversa. Entre los relatos que recibimos para hacer la selección encontramos diferentes ideas y conceptos de lo que puede ser España. Desde la Asturias casi prehistórica hasta un navío de nacionalidad española en aguas extranjeras, todo eso pasando por ciudades, pueblos y leyendas conocidas, y no tan conocidas, de toda la península. Historias de barrios pobres, de pueblos de esos que estamos dejando morir lentamente, pero también de rincones ocultos en las ciudades más importantes de nuestro país.
Todo eso y más llegó a mis manos. Buscaba que la gente escribiera sobre sus hogares, sus barrios y sobre los cuentos de sus abuelas. O acerca de las leyendas locales que aprendieron en el instituto, de esas historias que uno se aprende y luego cuenta cuando pasea por sus ciudades: «Mira, ahí vivía la Susona y ahí colgaron su cabeza» o «Aquí, debajo de este puente, en el pozo de San Lázaro, dicen que hay una extraña estatua», pero también buscábamos esas historias que surgen de los pequeños detalles cotidianos. Ese terror que puede llegar a transmitir algo tan sencillo y castizo como un azulejo… ¿Difícil de imaginar? Esperad a leer una de las historias aquí recogidas. Todo eso, y algo más, lo conseguimos y de esa amplia variedad elegimos cinco relatos que se unirían a los escritos por las cinco autoras y autores invitados.
Podría desgranar aquí en pocas palabras cada uno de los diez relatos seleccionados, pero creo que le quitaría la gracia al asunto, pero basta decir que saben beber de nuestra tierra. Una tierra que, por suerte, cada vez es más común entre los textos que consumimos ya sean en formato escrito, audiovisual o lúdico, pero que todavía está lejos de recibir la atención que debería. Sirva esta antología como pequeña aportación a esa tarea.
Reconozco que el principal aliciente que hizo que se me pegara la idea a la nuca era la intención de arrojar algo de luz sobre nuestra cultura y nuestra forma de escribir ficción weird. Mirar a los rincones más oscuros de nuestros pueblos, campos y ciudades y adentrarnos en sus recovecos en busca de esos terrores enraizados en nuestra forma de ser. Encontrar una manera propia de escribir weird y creo que esta pequeña selección es una buena muestra de cómo hacerlo.
De Tenebris busca a partes iguales hacer que toda persona que se adentre en sus páginas sienta la fascinación de descubrir algo nuevo, el temblor de pensárselo bien antes de pasar página y, sobre todo, la chispa que lleve a querer sentarse a escribir desde lo más profundo de su ser.
Carlos Gómez Gurpegui
Madrid, 13 de septiembre de 2020
Irenea M. Fernández
Cada cierto tiempo, alguna pequeña chispa alteraba la paz en el patio de vecinos y este pasaba de ser territorio neutral a convertirse en el escenario de una batalla campal. Daba la casualidad de que tal fenómeno solía producirse los sábados por la mañana, cuando la mayoría de los niños de las callijuelas nos encontrábamos ociosos en mayor o menor medida.
Mis hermanos se colocaban a un lado del pozo y los retoños de María la Porcachona, con sus rodillas llenas de rasponazos y las caras ribeteadas por churretes oscuros, en el contrario. Cada bando cerquita de la puerta de sus respectivas casas, por si había algún herido o por si doña Concha, que ocupaba la tercera de las viviendas, salía con su bastón a darnos para el pelo.
Así nos las gastábamos en nuestra pequeña islita del sur. «La tierra de los dos mares», como la solía llamar mi padre, sobre todo cuando la gorra le salía volando calle abajo entre remolinos de arena salobre de las salinas y pétalos secos de buganvillas que aleteaban desesperados valiéndose de la nueva vida que se les había insuflado: «La mare que parió al levante y la mare que parió al poniente».
—Tú mantente al margen, Antoñita —dijo mi hermano Rafael mientras me apartaba con el brazo—. Esto es cosa de hombres.
Fruncí el ceño con desagrado. ¿Hombres? ¡Si él ni siquiera había cumplido los once y yo le superaba en edad y envergadura!
—He venido a luchar —le espeté— y traigo munición de la buena. —Le mostré el interior del pequeño saquito de arpillera en el que solían venir los garbanzos. Estaba lleno hasta arriba de conchas de cañaíllas.
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