Por lo anterior, investigadores como Fernando Viviescas resaltan que es un mérito (y no menor) de la administración Mockus-Bromberg9 el haber inaugurado en el Estado colombiano una visión de la ciudad (lo cual, en los momentos actuales, quiere decir: de la sociedad) como problemática cultural, esto es, como dimensión de la existencia individual y colectiva que le plantea al gobernante contemporáneo unas exigencias políticas y sociales que rebasan los recortados marcos —pragmáticos, físicos y economicistas— del manejo y la administración de poder que han significado el devenir de lo político en este país,10 aparte de haber contribuido a “hacer visible la ciudad”.
A partir de estos planteamientos y de la acción administrativa adelantada en Bogotá desde 1995, se configuraron nuevos imaginarios políticos, culturales y urbanos sobre la ciudad, de los cuales no se podría abstener ninguno de los gobernantes de las principales ciudades, a pesar del retroceso posterior en la misma capital colombiana o de la inadecuada y poco imaginativa apropiación y traslado de esta política a otras poblaciones. Pero fue un hecho evidente que la intervención urbana tenía que empezar por valorar y potenciar la cultura local y hacer del espacio público, con sus diversos componentes, un eje estructurador del mejoramiento de la calidad de vida y de la habitabilidad. Contrario a lo que ocurría en los años ochenta cuando los puntos de partida eran las vías, la vivienda y lo privado, ahora la ciudad se debía configurar desde lo público. Las obras físicas, las piezas urbanas y arquitectónicas, construidas a partir de 1998 en ciudades como Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Ibagué, Neiva y Montería, por señalar ejemplos sobresalientes, se plantearían teniendo en cuenta este nuevo derrotero.
A pesar de sus enormes y complejos problemas, producto de la pobreza y la exclusión urbana, la ciudad colombiana del fin del siglo xx disminuyó sus índices de criminalidad, atenuó el conflicto armado y encontró posibilidades de mejorar su espacialidad urbana, elevar las condiciones de vida y generar procesos de inclusión, en los que las obras públicas comenzaron a ser un símbolo materializado de nueva ciudad. Entre el plan “Formar ciudad” de Mockus en Bogotá y el “Urbanismo social” de Sergio Fajardo (2004-2007) en Medellín, la arquitectura y el diseño urbano ganaron protagonismo desde una perspectiva más integral que aquella impuesta en los años ochenta, que tenía una visión reducida, puntual y desligada de lo sociocultural. En esta nueva tendencia, lo estético, propio de la arquitectura y el urbanismo, ligado a lo sociocultural y lo político, se juntaron para escenificarse en espacio urbano. De esta manera, ciclorrutas, senderos y paseos peatonales, alamedas, sistemas de transporte colectivo, plazas, parques, bibliotecas y parques biblioteca, entre otros, comenzaron a formar parte del lenguaje y de la gramática urbana, como una manera de complementar o enfrentar, desde el espacio público y lo público, aquella que habían construido y seguían construyendo con vehemencia los centros y edificios comerciales que, desde el ejercicio rentista y la especulación inmobiliaria privada, dominaban la ciudad.
1Comentario sobre el libro Pensar la ciudad, compilado por Fabio Giraldo y Fernando Viviescas (Bogotá, Tercer Mundo Editores, Cenac y Fedevivienda, 1996), hallado en Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, N.º 15, Universidad de Barcelona, Barcelona, 24 de marzo de 1997, p. 1.
2Se considera que la política de Seguridad Democrática alcanzó avances notables a partir del 2002, y, según el informe evaluativo de esta política realizado por la Corporación Nuevo Arco Iris, “tuvo su punto más alto en el 2008 cuando fueron extraditados catorce jefes paramilitares, se produjo la muerte de tres miembros del secretariado de las farc, se realizó la ‘Operación Jaque’ que trajo a la libertad a Íngrid Betancourt y a otros catorce secuestrados, y se redujo el tráfico de drogas. Fue el momento cumbre de un proyecto que a lo largo de seis años había reducido los homicidios, los secuestros y el asedio de los grupos ilegales a los grandes centros de población y producción, mediante un gran esfuerzo del Estado y del sector privado que llevó a un aumento del más del 70 % de los efectivos de la Fuerza Pública y a uno similar en los gastos de defensa”. Pero, de igual manera, en dicho informe se plantea que en el 2009 comenzó a declinar por el rearme de paramilitares, la organización de una nueva generación de los mismos, el incremento de la violencia urbana y la reorganización y relanzamiento de las acciones guerrilleras, entre otros factores, que darían pie a señalar dicho declive, algo no admitido y cuestionado por funcionarios del gobierno nacional. Cfr. Corporación Nuevo Arco Iris, ¿El declive de la Seguridad Democrática?, Observatorio del Conflicto Armado - Corporación Nuevo Arco Iris, 2009, p. 1, disponible en: http://www.nuevoarcoiris.org.co/sac/files/oca/analisis/Consolidado_informe_2009.pdf[consultado el 10 de marzo de 2010].
3Saldarriaga Roa, Alberto, “Arquitectura en un país en crisis”, Magazín Dominical, N.º 339, El Espectador, Bogotá, 22 de octubre de 1989, p. 4.
4En 1975 se habían trasladado al Banco Central Hipotecario las funciones de Fondo Financiero de Desarrollo Urbano, que hasta ese mismo año eran tarea del Banco de la República.
5Viviescas, Fernando, Urbanización y ciudad en Colombia (una cultura por construir en Colombia), Foro Nacional por Colombia, Bogotá, 1989, p. 22.
6Ley 388 de 1997, disponible en: https://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=339#0[consultada el 10 de marzo de 2010].
7La cultura ciudadana se entiende en el plan de desarrollo “Formar ciudad” como “el conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos”.
8Para esto, Mockus planteaba acciones como modificar ciertos comportamientos individuales y colectivos mediante la autorregulación, construir colectivamente una imagen de ciudad que generara identidad y pertenencia, impulsar la cultura como otra forma identitaria y propiciar la participación comunitaria y la regulación de la administración por parte de la ciudadanía.
9Si bien fue elegido para el periodo 1995-1998, Mockus no terminó su periodo y fue reemplazado en el cargo por Paul Bromberg, también profesor de la Universidad Nacional.
10Viviescas, Fernando, “La planeación urbana y el Estado: Entre la connivencia y la complicidad. Bogotá entre el siglo xx y el xxi: La orgía del caudillismo ilustrado”, en: Brand, Peter C. (ed. y comp.), Trayectorias urbanas en la modernización del Estado en Colombia, TM Editores, Universidad Nacional - sede Medellín, Medellín, 2001, p. 319.
El sueño de la ciudad global en Colombia: ¿de la utopía a la e-topía?
Fuera del marco de violencia, crisis, caos e inequidad urbana en la Colombia de los años ochenta, el mundo era escenario de procesos económicos, tecnológicos, sociales y espaciales que determinaron profundas transformaciones en el último cuarto del siglo xx. El surgimiento y la consolidación de la doctrina del neoliberalismo o la libre competencia dentro del capitalismo, la introducción del computador personal y el establecimiento de la World Wide Web o superautopista de la información en internet, fueron piezas angulares en la conformación del contexto de los años noventa. La interrelación entre economía de mercado, informática y mass media define, teniendo como fondo la tecnociencia, la llamada globalización o, para otros, la tercera mundialización.
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