Al SARS-CoV-2 lo cercaremos científicamente, pero la lectura de la enfermedad, los contornos del poscovid-19, vendrá dictada por los relatos. De momento, el cuento que va ganando es el de las finanzas. Al final, todo parece un rescate encubierto e indirecto de los grandes capitales. Si la recuperación aumenta la deuda de los Estados, vuelven a ganar los bancos. Y esa va a ser la tónica. La derecha va a estar de acuerdo con que los Estados liberen ayudas para las personas, que en su lectura será para el consumo. Cuando sea el momento, propondrán recortes para limitar la deuda. Regresarán las metáforas: «vivir por encima de nuestras posibilidades», «no permitirnos más de lo que podemos pagar», «hay que equilibrar los balances», «los impuestos son un peligro»… Y será, al menos en su cabeza, como en 2008. ¿Tendremos memoria [2] [2] John F. Weeks, The Debt Delusion. Living Within Our Means and Other Fallacies, Cambridge, Polity Press, 2020. [3] «Brasil: pandemia, guerra cultural y precariedad. Entrevista a Lena Lavinas», Nueva Sociedad 287 (mayo-junio de 2020). Disponible en: [ https://nuso.org/articulo/brasil-pandemia-guerra-cultural-y-precariedad/?utm_source=email&utm_medium=email ]. [4] [ https://edition.cnn.com/2020/04/23/politics/michael-caputo-tweets/index.html ]. [5] Peter Sloterdijk, «El regreso a la frivolidad no va a ser fácil», entrevista en El País, 3 de mayo de 2020. Disponible en: [ https://elpais.com/ideas/2020-05-02/peter-sloterdijk-la-supervivencia-es-indiferente-a-las-nacionalidades.html ].
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El capitalismo neoliberal está herido de muerte. Porque su legitimidad está herida de muerte. Y, sin legitimidad, ningún sistema dura. No se trata de firmar en piedra que no va a recuperarse, porque lo ha hecho muchas veces. Pero sabemos que de cada crisis sale con un abanico de soluciones más estrecho y con más efectos colaterales adversos (los más evidentes y peligrosos: las guerras y seguir devastando la naturaleza para mantener la tasa de beneficio de una maquinaria que no piensa en otra cosa). El reguero de sangre de animal herido se podía rastrear antes del invierno de 2020.
El capitalismo en su fase financiera está herido de muerte, pero va a morir matando. La covid-19 va a inaugurar una nueva etapa que empezaremos a ver después del confinamiento. El miedo va a hacer al mundo más temeroso. ¿Qué harán con los rascacielos? ¿Qué será de los cruceros? ¿Y los estadios de fútbol y béisbol? ¿Y con la peregrinación a La Meca? Antes, es muy probable que pasemos por una fase de autoritarismo, donde van a ser menos importantes los fusilamientos y las torturas que el control tecnológico y mediático. La primera fase del enfado va a encontrar más preparados a los poderosos, que harán lo imposible para imponer una salida de la crisis sobre las espaldas de las mayorías. Es muy probable que tengan que recurrir a medidas de fuerza –con el caso extremo de golpes de Estado «constitucionales»–, pero será una señal de la agonía del sistema.
La lógica del sistema es autoritaria. La concienciación social está abierta, peleando entre los golpes de la realidad y las promesas ideológicas del paraíso consumista. Los liderazgos sociales emancipadores con capacidad de movilizar a las masas están detenidos. El coronavirus parece un sueño donde la realidad conocida se distorsiona. Del sueño podremos recrear pesadillas o esos dibujos de cuando niños, llenos de esperanza. La frontera entre el siglo XX y el siglo XXI se llenó de películas donde nos implantaban los sueños, de Blade Runner a Total Recall, de Vanilla Sky a Inteligencia Artificial. La derecha ha ganado tantas veces a la izquierda porque sus análisis son más realistas. Y en las sociedades capitalistas hay un tercio de la población que está dispuesta a convivir e incluso liberar las cadenas de cualquier pesadilla.
El Brasil de Bolsonaro, los Estados Unidos de Donald Trump, la Hungría de Orbán, el Israel de Netanyahu o la India de Narendra Modi son una prueba evidente de la pesadilla y sus residentes. «Yo soy la Constitución», dijo Bolsonaro. Antes había sostenido que la covid-19 era apenas una gripezinha, que los brasileños no se iban a contaminar porque eran capaces de bucear en las alcantarillas sin que les pasara nada, y que, si la pandemia costaba vidas, también costaba la muerte de las empresas. Todos los fines de semana hay manifestaciones de apoyo a Bolsonaro en Brasil. Al igual que en Bolivia –lo que permitió el golpe de Estado contra Evo Morales– hay una mayoría de evangelistas en los bajos escalafones del ejército y la policía. En Brasil, de 22 ministros, 9 son militares y hay más de 2100 en el gobierno federal [3] [3] «Brasil: pandemia, guerra cultural y precariedad. Entrevista a Lena Lavinas», Nueva Sociedad 287 (mayo-junio de 2020). Disponible en: [ https://nuso.org/articulo/brasil-pandemia-guerra-cultural-y-precariedad/?utm_source=email&utm_medium=email ]. [4] [ https://edition.cnn.com/2020/04/23/politics/michael-caputo-tweets/index.html ]. [5] Peter Sloterdijk, «El regreso a la frivolidad no va a ser fácil», entrevista en El País, 3 de mayo de 2020. Disponible en: [ https://elpais.com/ideas/2020-05-02/peter-sloterdijk-la-supervivencia-es-indiferente-a-las-nacionalidades.html ].
. La estupidez se transmite también por el aire. «¿Qué pasa si este virus muta hacia una forma más benigna? ¿Qué pasa si muta y se pone buena persona?». Lo dijo Jaime Mañalich, ministro de Sanidad de Chile. El portavoz del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) del gobierno de Donald Trump, el encargado de bregar con la covid-19, afirmó en un tuit: «Como aperitivo, millones de chinos chupan la sangre a murciélagos rabiosos y se comen el culo de osos hormigueros». Era su prueba irrefutable de que el gobierno de los EEUU no había llevado el virus a Wuhan, como sostenía alguna teoría conspirativa. El hombre encargado de tranquilizar al país. El responsable de cuidar de la salud de todos los norteamericanos [4] [4] [ https://edition.cnn.com/2020/04/23/politics/michael-caputo-tweets/index.html ]. [5] Peter Sloterdijk, «El regreso a la frivolidad no va a ser fácil», entrevista en El País, 3 de mayo de 2020. Disponible en: [ https://elpais.com/ideas/2020-05-02/peter-sloterdijk-la-supervivencia-es-indiferente-a-las-nacionalidades.html ].
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Un tercio de locos o de radicales de extrema derecha, en cualquier lado, son muchos locos y muchos radicales de extrema derecha. Especialmente si están en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, en los medios de comunicación y en las grandes empresas.
La sociedad burguesa de comienzos del siglo XX estaba tan cansada de sí misma que se fue a la guerra con una frivolidad que sólo la brutalidad de la guerra de trincheras disiparía. En esta segunda década del siglo XXI, la sociedad de clases medias aspiracionales se ha comportado como una sociedad satisfecha, obediente, gracias, en primer lugar, al endeudamiento, que a su vez ha permitido la perspectiva de un factible viaje low cost, el acceso a una ropa de marca comprada en un outlet, el disfrute, de un modo u otro, de las mismas series de televisión que ven los que están a la última, una mirada optimista brindada por el evidente ascenso social que ven los ancianos –aunque a sus nietos les hayan robado esas gafas– y la mayor libertad alcanzada por las mujeres para pensar su libertad. Además, con la posibilidad exprimida por la derecha de canalizar la frustración hacia los inmigrantes y hacia los «políticos» (menos que hacia los banqueros y los rentistas). Todo en un marco irresponsable, como en un anuncio permanente de la chispa de la vida donde todo es concordia. Como dice Peter Sloterdijk: «Sin frivolidad no hay público ni población que muestre una inclinación hacia el consumo» [5] [5] Peter Sloterdijk, «El regreso a la frivolidad no va a ser fácil», entrevista en El País, 3 de mayo de 2020. Disponible en: [ https://elpais.com/ideas/2020-05-02/peter-sloterdijk-la-supervivencia-es-indiferente-a-las-nacionalidades.html ].
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