En un interesante estudio, R. Bauckham 39, insiste en la cercanía entre los escritos evangélicos y los testigos directos de Jesús. Al tiempo de escribirse los evangelios, quienes gozaban de la mayor autoridad en la transmisión de los hechos y palabras del Señor eran los discípulos de Jesús o quienes habían escuchado directamente a los apóstoles 40. Por ello, según un obispo del siglo I-II, en aquel tiempo, se prefería el testimonio oral que el libro escrito . Entiéndase bien: lo que se consideraba superior a los libros no era la tradición oral , sino el testimonio oral , es decir, el contacto directo, de primera mano, con quienes fueron testigos oculares de Jesús o con los discípulos de ellos. Naturalmente, para que se perpetúe el testimonio oral, es necesario ponerlo por escrito. Es precisamente lo que hacen los evangelistas.
No debemos imaginar, entonces, que la tradición acerca de Jesús se propagaba por medio de anónimas comunidades que relataban, creaban y modificaban dicha tradición, sino mediante testigos concretos, con nombre, que enseñaban públicamente, que gozaban de autoridad en las comunidades y que, eventualmente, podían ser consultados. Es muy razonable pensar que durante el período de la redacción de los evangelios, varios seguidores directos de Jesús y muchos testigos directos de la predicación de los apóstoles estuvieran vivos. El prólogo de Lucas, iluminado por otros textos antiguos, confirma que el referente fundamental para la composición de los evangelios no fueron tradiciones anónimas elaboradas en diversas comunidades, sino discípulos concretos, con nombre, que habían seguido a Jesús o que habían escuchado a los apóstoles. De este modo, es necesario tomar en serio las palabras iniciales de Lucas, cuando afirma que su evangelio se basa en los que «desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra» (Lc 1,2). Es decir, en aquellos que conocieron a Jesús, desde el comienzo, y que luego se dedicaron a propagar su testimonio por el ministerio de la Palabra 41.
Luego, la tradición de Jesús no pasó de boca en boca a través de muchas comunidades colectivas y anónimas antes de ser puesta por escrito en los evangelios, sino que inicialmente fue transmitida por testigos oculares, concretos y con nombre, que habían seguido a Jesús mismo, y luego fue puesta por escrito sobre la base de los testigos directos. En definitiva, hay una relación mucho más estrecha entre los testigos oculares de Jesús y los redactores de los evangelios. Esta relación está constituida por vínculos concretos con personas específicas. Dada la fecha de composición de los evangelios, la cantidad de eslabones en esta cadena es mínimo, ya que al menos los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas fueron redactados cuando aún estaban vivos algunos discípulos de Jesús.
Por otra parte, es necesario valorar los evangelios de acuerdo con su propio propósito. No debemos pedirles que sean lo que no pretenden ser: no son libros de ciencia ni una colección de datos históricos. El propósito de los evangelios no es elaborar una cronología de los hechos o proporcionar datos para el historiador moderno, sino proclamar la revelación de Dios en Jesús de Nazaret. Y como la revelación se ha dado en la historia, la proclamación tiene forma de narración, porque se anuncia que, en Jesús, Dios ha actuado en la historia.
La actividad propia del historiador antiguo consistía primero en investigar, sobre la base de testigos, y luego componer una narración razonada, para lo cual debía seleccionar, combinar y reordenar el material adquirido en la investigación. Es lo que hicieron los evangelistas. El resultado de este seleccionar, reagrupar, sintetizar, desarrollar y combinar el material recogido no es una figura menos exacta de la persona de Jesús. De este modo, un cuadro, por ejemplo, de Claude Monet es capaz de expresar muchísimo más de la realidad que una simple fotografía. La fotografía es más precisa para describir la figura exterior de un rostro, pero es incapaz de expresar la interioridad y el drama vital con tanta hondura e intensidad como lo hace la obra de arte.
La pintura, entonces, nos ofrece una imagen mucho más profunda y completa, y que nos permite conocer mejor la realidad de una persona que lo que podría lograrse a través de una simple fotografía. De un modo semejante, los evangelios expresan muchísimo más de Jesús que lo que manifestaría una cronología ordenada de la materialidad de las actividades y palabras de Jesús (y por ello son más fieles que una cronología). Así, los evangelios se parecen más a una obra de arte que a una seca descripción cronológica.
f. Ejemplos de la cuestión sinóptica
Algunas comparaciones permiten familiarizarse con la manera en que los estudiosos distinguen las fuentes evangélicas.
Mt 9,11-13 |
Mc 2,16-17 |
Lc 5,30-32 |
11Al verlo los fariseos decían a los discípulos: ‘¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?’ 12Mas él, al oírlo, dijo: ‘No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. 13 Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores’ . |
16Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: ‘¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?’ 17Al oír esto Jesús, les dice: ‘No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores’ . |
30Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: ‘¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?’ 31Les respondió Jesús: ‘No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. 32 No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores’ . |
* Los tres textos coinciden porque Lucas y Mateo utilizaron el evangelio de Marcos como fuente.
Mt 11,2-6 |
Mc |
Lc 7,18-23 |
2Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: 3 «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» 4Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: 5 Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; 6 ¡dichoso el que no halle escándalo en mí!» |
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18Sus discípulos llevaron a Juan todas estas noticias. Entonces él, llamando a dos de ellos, 19los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» 20Llegando donde él los hombres dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?» 21En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. 22Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; 23 ¡dichoso el que no halle escándalo en mí!» |
* Lo común a los relatos, que no está en Marcos, proviene del documento Q . Así se explican las coincidencias literales. Los versículos 20-21 de Lc, que no están en Mateo, es razonable atribuirlos a Lucas.
Mt 13,44-46 |
Mc |
Lc |
44 El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. 45 También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, 46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. |
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* La presencia de este texto sólo en Mateo indica que este evangelista contaba con una fuente de información propia, que no conocían o no utilizaron los demás evangelistas.
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