1. El evangelio de Mc es el más antiguo, y tanto Mt como Lc lo conocieron y lo incorporaron casi por completo en sus propias obras. Así se explica aquello que está en estos tres evangelios. En tanto, Mt y Lc no se conocieron entre ellos, lo que explica sus diferencias.
2. Mt y Lc de modo independiente conocieron, además, un documento que contenía gran cantidad de palabras de Jesús, organizadas en forma de colecciones de dichos y parábolas. Partes de este documento, al que los estudiosos se refieren con la sigla Q , habrían servido a estos evangelistas para configurar algunos de los discursos de Jesús (ej. el sermón del monte en Mt y el sermón del llano en Lc).
3. Mt y Lc incorporaron también a sus obras capítulos de la infancia de Jesús, escenas de apariciones del Resucitado y algunas otras unidades literarias propias. Un material variado que cada uno habría hallado en la tradición de su comunidad. A todo esto hay que agregar el genio de cada uno de estos escritores que combina, ordena y sintetiza, de modo personal, el material del que dispone.
Estas relaciones podrían resumirse en el presente diagrama, en el que la sigla M representa el material propio de Mateo, y L el de Lucas. Según esta hipótesis, Marcos debió ser el evangelio más antiguo. En la composición de su relato, utilizó seguramente tradiciones y colecciones anteriores como colecciones de parábolas, de controversias, de milagros y el relato de la pasión. De este modo, el actual texto de San Marcos habría sido redactado a fines de la década de los años 60, pero contando con material anterior. Algunos estudiosos creen que, por ejemplo, el relato de la pasión ya estaba redactado en torno a los años 35 ó 36, es decir, muy poco tiempo después de los acontecimientos descritos, cuando muchos testigos oculares estaban vivos y presentes en las comunidades.
La tarea de Marcos no consistió simplemente en reunir todas estas tradiciones, sino que las actualizó y las organizó siguiendo un esquema que los misioneros cristianos utilizaban para contar los principales acontecimientos de la vida de Jesús (véase Hech 10,37-41).
Mateo y Lucas no sólo siguieron el trazado básico de Marcos, sino que incluyeron en sus relatos la mayor parte de dicho evangelio, aunque con importantes modificaciones, que tratan de aplicar los diversos pasajes a las situaciones de sus respectivas comunidades. En el trazado de Marcos, incluyeron las tradiciones procedentes del documento Q y otras tradiciones propias, en un claro intento de completar la obra de Marcos. Ambos evangelios suponen pues, un paso más en el proceso de integración de las tradiciones cristianas iniciado por Marcos.
c. El documento Q
El documento Q o fuente de los dichos, no se descubrió en la arena del desierto o en una gruta olvidada, sino al interior del texto de los evangelios 37. De la comparación de los tres primeros evangelios se comprueba que hay unos 230 versículos que no están en Marcos, pero que sí se encuentran en Mt y Lc. En algunos casos, estos versículos son literalmente idénticos, lo que dificulta que estas semejanzas se expliquen sólo por una tradición oral común.
Las semejanzas entre estos textos se explicarían recurriendo a la hipótesis de la utilización de una fuente escrita común, conocida y utilizada tanto por Mateo como por Lucas. A este hipotético documento se le llama Q , es decir, la fuente (en alemán, fuente se dice Quelle ). Este texto habría consistido en una colección de dichos de Jesús, y Lc habría mantenido su orden. El documento no se conserva físicamente en ningún manuscrito, pero a partir de la comparación del material común a Mt y Lc que no se encuentra en Mc, se ha podido incluso reconstruir como texto. Algunos versículos considerados pertenecientes al documento Q se encuentran también, en una forma similar, en el Evangelio de Tomás, texto apócrifo cuya redacción actual es del siglo II.
Hay bastante consenso entre los estudiosos en que el ambiente de proveniencia de Q es Galilea. Su datación, por el contrario, es más discutida: mientras unos la fijan en torno al año 70, otros la sitúan en la década de los 40 ó 50, e incluso algunos afirman que este documento, como colección de dichos, tomó su primera forma estable en tiempos del ministerio público de Jesús, puesto que no alude a la muerte y resurrección 38. Esto significaría que ya en tiempos de la actividad terrena de Jesús, sus discípulos comenzaron a recordar y a transmitir oralmente sus dichos como ayuda a sus labores misioneras.
d. El evangelio de Juan
El evangelio de San Juan contiene la cristología más elaborada del Nuevo Testamento. A diferencia de los sinópticos, que transmiten sentencias y parábolas más bien breves y en los que la identidad de Jesús se revela gradualmente, el evangelio de San Juan contiene amplios discursos de Jesús, cuya identidad es explícita para los discípulos desde el primer capítulo.
El evangelio de Juan ha sido menos utilizado para la reconstrucción histórica de Jesús, pues su versión final se puede datar entre el año 90 y el 100. Actualmente es aceptado por los estudiosos que Juan contiene una tradición histórica muy antigua, independiente de los sinópticos (la fuente de los signos, discursos, relato de la pasión, etc.). De este modo, aún si la redacción final del texto es tardía (década de los años 90), contiene mucho material antiguo que ha sido introducido y reelaborado a la luz de la reflexión eclesial de la comunidad de Juan.
e. Formación de los Evangelios
El Concilio Vaticano II, en 1965, en la Constitución dogmática Dei Verbum, n. 19, sobre la revelación, enfrentó el tema de la formación de los evangelios:
La santa Madre Iglesia firme y constantemente ha mantenido y mantiene que los cuatro Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, transmiten fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo (cf. Hech 1,1-2). Los Apóstoles ciertamente después de la ascensión del Señor predicaron a sus oyentes lo que Él había dicho y hecho, con aquel mayor conocimiento de que ellos gozaban, ilustrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o desarrollándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo, en fin, la forma de anuncio, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús. Escribieron, pues, sacándolo ya de su memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes ‘desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra’ para que conozcamos ‘la verdad’ de las palabras que nos enseñan (cf. Lc 1,2-4).
De acuerdo con el texto magisterial, habría que distinguir tres etapas en la configuración de los evangelios:
a) Las acciones y enseñanzas de Jesús
b) La predicación de los apóstoles
c) La redacción de los evangelios
Los autores de los evangelios, entonces, se valieron de testimonios orales y fuentes escritas. Luego, seleccionaron, reagruparon, sintetizaron, combinaron y las desarrollaron de acuerdo con la situación de sus comunidades. El género literario de estos relatos no es el de la cronología, sino el del anuncio ( kerigma ), porque la intención original de estos textos no fue ofrecer material a los historiadores, sino suscitar y alimentar la fe de los oyentes.
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