Génova y Venecia eran dos de estas grandes ciudades que se fueron afianzando a la vez que iban sometiendo a las demás poblaciones del entorno.
A finales del siglo XV, desaparecida ya la Liga Lombarda, las ciudades-estados del norte italiano pagaron un alto precio ya que su progreso y poderío las hizo objeto de la codicia de los reinos circundantes. Franceses, austríacos y alemanes las invadieron reiteradamente hasta que en 1866 Venecia pasó a formar parte del Reino de Italia.
La rápida visión panorámica que acabamos de compartir nos permite apreciar la policromía étnica y cultural que confluye en el entorno.
Desde las primeras tribus de los vénetos, pasando por los romanos, bizantinos y pueblos germánicos, todos dejaron una profunda huella que conforma el ADN cultural remoto de nuestros ancestros.
Los avatares de la historia italiana han sido tantos, tan variados y ricos que entrar minuciosamente en ellos significaría desequilibrar el contenido de este estudio.
A pesar de ello quisiera reseñar brevemente algunas circunstancias que condicionaron de manera más directa la vida de nuestros inmigrantes.
Nos ubicamos en el período de la Revolución Francesa (1789) y frente a la política expansionista de Napoleón. El 23 de mayo de 1805, Napoleón I fue coronado como primer rey de Italia, en la catedral de Milán. En este período nacieron las generaciones de los futuros inmigrantes que partieron hacia América a mediados del siglo XIX31.
El reinado napoleónico no tuvo gran duración ya que el sentimiento nacionalista se fue acentuando entre los habitantes de la península itálica. Después de numerosos conflictos contra Francia y el Reino Austro-húngaro, cristalizó en la unificación de Italia.
La región véneta se vio directa y particularmente implicada en el proceso de conformación del país. Víctor Manuel II32, de la casa de Saboya, fue el organizador de la nueva Italia, contando con la efectiva tarea unificadora de su Ministro, el Conde de Cavour, así como la de Massini y la del líder político y militar, Giuseppe Garibaldi.
En 1870, Roma, que estaba bajo el poder del papado, fue anexada al país pasando a ser la capital de la Italia unificada en 1871. En el año 1946, por referéndum popular, se eliminó la monarquía instaurándose la república como sistema de gobierno.33
Es en el convulso período de reconfiguración geo-política desarrollado durante el siglo XIX que debemos situar el proceso inmigratorio que nos ocupa.
Algunos de nuestros bisabuelos inmigrantes nacieron con una Italia fragmentada en reinos y “ciudades estado”, entre las que destacaban los Estados Vaticanos y la República de Venecia. Presionados por políticas expansionistas practicadas por Francia y también por el Imperio Austríaco, terminaron sus días formando parte de una Italia unificada y empeñada en construir su propia identidad.
Los sentimientos que estos movimientos despertaron en la población perduraron en el tiempo y llegaron en forma de historias y leyendas que algunos tuvimos la suerte de escuchar de labios de estos viejos “tanos” 34 cuando, en las serenas tertulias nocturnas, después de la dura jornada de trabajo, rememoraban con sus hijos, nietos y bisnietos, lo que a su vez habían escuchado de sus padres y abuelos.
Algunos podemos recordar las visiones papistas y antipapistas, propias del período de anexión de los Estados Vaticanos, o las posiciones en torno al proceso de la Unificación, con Giuseppe Garibaldi como icono de sus propias biografías. Cuántas veces escuchamos los versos dedicados al revolucionario Giuseppe: “E non é vero che é morto Garibaldi, pum, Garibaldi, pum, Garibaldi, pum”?
Este luchador por la libertad, revolucionario, masón y republicano, compartió la historia inmediata de nuestros inmigrantes de forma muy particular ya que estuvo presente tanto en las luchas libertarias rioplatenses como en las italianas.35
Giuseppe Garibaldi regresó a Italia en 1848 para unirse al Reino de Saboya en su lucha contra la ocupación austríaca y francesa. Regresaba después de participar activamente en la revolución de la República Riograndense contra el Imperio de Brasil y en la defensa de las ciudades de Montevideo, Colonia y Salto.
La memoria del compromiso revolucionario de este piamontés universal ha estado siempre presente entre sus paisanos, dando lugar a no pocas y rocambolescas leyendas que recreaban su presencia en nuestras tierras36.
Recuerdo que, después de escuchar anécdotas sobre tan emblemático personaje, mi mente infantil creaba escenas pobladas de soldados con birretes rojos que sigilosamente rodeaban la casa y los corrales para robar un cerdo, una vaca o al querido “Malacara”37. En más de una ocasión me despertaba sobresaldado, buscando en la oscuridad del cuarto la presencia de algún garibaldino.
Por largos años asocié aquellas pesadillas infantiles más a una leyenda entrañable de los abuelos que a un hecho histórico38.
Viene al caso recordar a dos jóvenes de Arsiero,39 paisanos conocidos y muy cercanos a nuestros bisabuelos, que se enrolaron en las milicias garibaldinas.
Innocente Stella, nacido en Arsiero en el año 1837, estudiante en la universidad de Padua, formó parte de la campaña para la liberación de Lombardía, Sicilia y Nápoles. Murió muy lejos de su pueblo natal, a los 23 años, en la batalla de Volturno, al sur de Nápoles.
Mario Sartore, también arseriense, nacido en 1846, se enroló con las tropas garibaldinas para liberar el Véneto. Después de las campañas de la Reunificación volvió a su pueblo donde se casó y se ocupó de encender y apagar las siete farolas de petróleo instaladas en puestos estratégicos de su pueblo natal.
Las memorias de la época dejan consignado que, en ocasiones especiales, Mario se presentaba en la plaza del pueblo con su camisa roja y el característico birrete garibaldino.
Aproximación a la tierra de nuestros abuelos
Propongo acercar la mirada y hacer un recorrido por el contexto más inmediato. Este ejercicio nos permitirá reconocer la influencia del medio y del clima en la historia, en el modo de ser y en las costumbres del pueblo véneto.
Situado en el noreste de Italia, el Véneto se extiende desde la alta cordillera alpina hasta el Mar Adriático, atravesando una amplia franja de colinas y llanuras marcadas por ríos, canales y por el gran delta del río Po.
Típica de la costa es la gran laguna véneta, situada al centro del Golfo de Venecia, donde se encuentra la histórica y renombrada capital de la región.
Cuenta con siete provincias: Venecia, Belluno, Padua, Rovigo, Treviso, Verona y Vicenza.
Su geografía es variada, con extensas llanuras en las cuencas formadas por los ríos Po, Adige, Brenta y Piave, y zonas de fértiles colinas que nos conducen hacia el sistema alpino, pasando del nivel del mar a más de 2.000 metros de altitud, con todo lo que ello implica de policromía orográfica, climatológica y de biodiversidad.
La Provincia de Vicenza es la tierra de origen de los bisabuelos Farneda y Calgaro. Visitarla significa sumergirse en un universo donde naturaleza, arte e historia se presentan de forma particularmente enriquecida.
En cuanto al clima contamos con variaciones muy significativas. Es continental en las zonas bajas del sur, con inviernos rigurosos, veranos muy cálidos y con frecuente presencia de una espesa niebla, dadas las abundantes fuentes hídricas.
Las precipitaciones en la llanura son escasas con una media que ronda los 800 mm/año en tanto que en la región pre-alpina y alpina llega hasta los 3.300 mm/año.
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