FIGURA 1.6 |
Marco conceptual neutro para definir los términos en ecología de invasiones, sugerido por Colautti & MacIsaac (2004). Comienza con propágulos que residen en una región (potenciales invasores en Estado 0). Ellos deben traspasar una serie de filtros que impiden la transición a las fases posteriores. Los Estados III a V se subdividen de acuerdo a la abundancia y distribución de las especies no nativas. En este marco, una especie no nativa puede tener una distribución localizada y ser numéricamente poco frecuente (Estado III), distribución extendida pero poco frecuente (Estado IVa), distribución localizada pero dominante (Estado IV b), o distribución generalizada y dominante (Estado V). Tres clases de factores pueden afectar la probabilidad de transición de cada estado: (A) la presión de propágulos, (B) los requerimientos ambientales (físico-químicos) y (C) las interacciones bióticas con la comunidad. |
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Como se ha reconocido tradicionalmente, la dispersión primaria ( Tabla 1.1) puede ser intencionalmente facilitada por humanos, como es el caso de las especies introducidas para explotación en cultivos; o no intencional, como es el caso de muchas especies introducidas accidentalmente (Heywood 1989). Independientemente de este mecanismo, solo una fracción reducida de los organismos que iniciaron la dispersión primaria (i.e., propágulos, Figura 1.7) lograrán sobrevivir y arribar exitosamente a la región de destino (Kolar & Lodge 2001; Sakai et al. 2001). De acuerdo a lo que actualmente sabemos de esta etapa, la mayor parte de ellos no podrá superar este primer tránsito (Lockwood et al. 2005). Para ilustrar este hecho, Williamson (1996) sugirió la llamada “regla de 10”, planteando que cerca de un décimo de las especies que se dispersan finalmente arriban a un área de destino y que, a su vez, solo 10% de ellas será capaz de establecerse como población. Aunque existen más excepciones que confirmaciones a esta regla, el mensaje que se intenta comunicar es lo improbable que resultará traspasar exitosamente esta primera barrera (Lockwood et al. 2005).
Desde esta perspectiva, cada especie que ha arribado exitosamente a una nueva área puede ser considerada exótica o no nativa (véase Tabla 1.1), ya que su origen se halla en una región diferente (Richardson et al. 2000b). En esta etapa, se conforma una nueva población o colonia fundadora (véase Tabla 1.1), cuyo destino es la extinción o el establecimiento ( Figura 1.7). En algunos casos, las especies exóticas solo pueden persistir como consecuencia de la asistencia humana, como ocurre con algunas especies propagadas intencionalmente. En otros casos, la colonia puede sobrevivir y reproducirse con independencia de la acción humana. Esta distinción ha permitido reconocer la condición de especie asilvestrada o naturalizada (véase Tabla 1.1), conceptos que se usan con bastante frecuencia en la literatura. Sin embargo, aun así estos términos no tienen una clara definición, pues muchos organismos naturalizados en la práctica se establecen solo en ambientes antropizados, donde encuentran las condiciones de hábitats propicios para su establecimiento; en estos casos, las poblaciones establecidas dependen indirectamente de la intervención humana sobre el hábitat y no son capaces de establecerse en ambientes menos afectados. Es importante destacar que aquellas especies naturalizadas que se encuentran en proceso de expansión pueden ser reconocidas también con el nombre de especies invasivas, aludiendo al hecho de que se trata de taxa en proceso de ampliación de su rango ( Tabla 1.1).
FIGURA 1.7 |
Modelo conceptual del proceso de invasión, en el que se distinguen el tránsito de barreras de diversa naturaleza, que deben ser transpuestas por especies que se dispersan hacia una región recipiente, y que posteriormente se expanden. La colonia fundadora constituye el grupo inicial de organismos que ha logrado arribar a la comunidad recipiente, y que eventualmente puede expandir su rango secundario. |
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Finalmente, la persistencia de especies exóticas a lo largo del tiempo, independientemente de los mecanismos implicados, puede estar asociada a diversos efectos, tanto deseados como indeseados. Aquí es importante considerar que estos efectos pueden ser (aunque no siempre) proporcionales a la abundancia y nivel de expansión del rango secundario. En un extremo está el arquetipo de especie exótica que alcanza la dominación espacial, ejerciendo con ello profundas modificaciones a la estructura y funcionamiento de los sistemas ecológicos. En el otro extremo se encuentran aquellas especies que alcanzan bajos tamaños poblacionales y con mínimos efectos en la región recipiente (Williamson 1996). Así, el concepto de especie invasiva ofrece una segunda acepción, pues puede aludir a aquellas especies exóticas (naturalizadas o no) que ejercen algún tipo de impacto en el rango secundario ( Tabla 1.1).
Objetivos y alcances del texto
Basado en las múltiples implicancias de las invasiones biológicas, hemos desarrollado este texto intentando establecer un marco sintético y organizado para el estudio de las invasiones biológicas. De esta forma, esperamos cubrir la necesidad de un texto en el tópico de ecología de invasiones, así como delinear las fortalezas y debilidades de la investigación realizada hasta la fecha en nuestro continente sudamericano, como también en nuestro país. En esto nos anima la convicción de estar frente a un fenómeno de gran interés biológico, que a nuestro juicio ha sido insuficientemente atendido en esta parte del globo.
Como podrá ser evidenciado a partir de las referencias que empleamos y de los alcances de nuestra labor, el presente ejercicio ha incluido una gran extensión de artículos y títulos, parte importante de ellos publicados en revistas, textos o informes de limitada circulación. A la vez advertimos que algunos de estos estudios originalmente no fueron realizados bajo el marco conceptual que presentamos aquí, por lo que en estos casos los hemos amoldado para extraer nuestras propias conclusiones. En contrapunto, actualmente los estudios de invasiones biológicas se encuentran en fase de crecimiento en Sudamérica (Quiroz et al. 2009), pero con un margen numéricamente menor al registrado en otras regiones (Pyšek et al. 2008a). Por esta razón, creemos que esta publicación contribuirá a fortalecer y estimular la investigación de la biota de nuestra región sudamericana.
Capítulo 2
DIMENSIÓN HUMANA DE LAS INVASIONES BIOLÓGICAS
Preámbulo
Por milenios los seres humanos hemos servido de agentes de dispersión para otros organismos (Elton 1958). Por ello, no es extraño que los patrones y procesos asociados al movimiento humano a través de fronteras políticas o biogeográficas tengan su reflejo en la distribución actual de plantas, animales y microorganismos (McNeely 2001; Crosby 2004). En efecto, la historia del movimiento humano y de sus relaciones de intercambio de mercancías han proporcionado nuevos medios y rutas de dispersión por los cuales los organismos se movilizan (Kowarik 2003; Pyšek & Prach 2003; Perrings et al. 2005; Meyerson & Mooney 2007). Por esta razón, la consideración de aspectos contextuales, tanto históricos como geográficos, contribuyen a mejorar nuestra comprensión de las invasiones en la actualidad (Di Castri 1989).
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