Josep Játiva - Agónico carmesí

Здесь есть возможность читать онлайн «Josep Játiva - Agónico carmesí» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Agónico carmesí: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Agónico carmesí»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Su obsesión por el color carmesí, la sumerge en un mundo de depravación donde ella es la pieza clave en una profecía demoníaca con intenciones eróticas. Amor, deseo y muerte se mezclan en esta experiencia de terror con tintes románticos.Escrita en primera persona con la intención de que el lector pueda experimentar tanto el dolor como el placer de manera lo más realista posible. Una oportunidad para adentrarse en el interior de una mente dominada por un deseo más fuerte que el amor, la sed de sangre.¿Te ves capaz de sobrevivir a esta ola de acontecimientos carmesí?Publicación íntegra, sin censura, donde poder vivir la experiencia perturbadora en su totalidad.

Agónico carmesí — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Agónico carmesí», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Recuerdo frases interminables de palabras estúpidas, manoseos torpes que asesinaban mi libido, a esa puta mordiendo tu oreja... Y tus ojos, que fueron lo único que me hizo aguantar hasta llegar al habitáculo donde todo cambió.

Tu látigo chasqueó sobre la piel de aquel miserable y una ráfaga de intenso carmesí salpicó mi boca, fue entonces cuando un torbellino de emociones se apoderó de nosotros y un éxtasis rojizo lo cubrió todo. Asestaste latigazos a diestro y siniestro. Rasgando tela y carne. Consiguiendo que aquella ridícula pareja perdiera el sentido entre agónicos sollozos. Fue todo tan repentino que no pudieron ni gritar. Tu maestría con la poderosa cuerda de cuero me maravilló tanto como la primera vez que la usaste sobre mi espalda, y mi excitación llegó a límites insospechados cuando pusiste el cuchillo en mi mano y juntos lo hundimos en el pecho de aquel desecho humano. Tus dedos pintaron mis labios con la sangre del condenado y entonces descubrí a través de tus ojos, que aquel y solo aquel, sería para siempre el color que mi boca llevaría como atuendo. El color de la agonía, el rojizo color de la muerte.

Embelesada por los dulces recuerdos, he perdido la noción del tiempo, el claxon de tu moto me devuelve a la realidad y ahora sí, es el momento de salir a tu encuentro. De dar comienzo a una nueva cacería... De sangre humana.

II

Desnuda desde la cama veo cómo te duchas y limpias el exceso carmesí de tu piel. Mi corazón todavía es presa de la excitación y me cuesta bastante más que a ti salir de aquel éxtasis de placer en el que nos hemos sumergido una noche más. No me canso de mirarte, de observar cada uno de tus fuertes músculos y recordar lo duro y severo que eres con los incautos que se atreven a retozar con nosotros. Esta noche ha sido mágica. Una orgía de agonía rica en tonalidades rojizas. Matices que ahora, y tras un ejercicio de reflexión, me han llevado a descubrir otro nivel de placer.

No puedo más que agradecer tu generosidad y tu muestra de afecto durante el acto. «Toma, cariño, presiónale el cuello con tu rodilla. Déjalo sin aire y bésame». Qué viva me siento a tu lado. Mis otros amantes no han sabido hacerme sentir ni la mitad de querida de lo que tú lo haces.

Hoy ha sido mágico, y quiero que lo sepas. Cuando me has dejado en la puerta del hotel y me has soltado ese enigmático «espera aquí, tengo una sorpresa», pensaba que repetiríamos lo mismo de ayer, pero al verte llegar con ese grupo de turistas ebrios, he comprendido que esta noche iba a ser diferente. Siempre enseñándome a ser mejor amante, a descubrir mi completa sexualidad carmesí.

Antes de entrar te he besado violentamente. «Tranquila, cariño. Reserva tu fuerza. Tenemos muchas horas de diversión», me has dicho al oído. Me he alejado de ti unos centímetros y he observado a los inocentes turistas que empezaban a tocar mis senos con la mirada perdida. Tres jóvenes fornidos y dos muchachas de larga cabellera y delgadas piernas. Uno de los chicos ha querido besarme en el cuello. Lo he empujado de forma lasciva contra la puerta y poniendo mi mano sobre su abultada entrepierna le he susurrado. «Oh, no querido. Hoy quiero experimentar», y tras soltarle, notando cómo se aceleraba su riego sanguíneo, me he abalanzado sobre la joven de pelo castaño.

La mujer me ha aceptado presionando sus pechos contra los míos. Juntas, nos hemos entregado al juego. Mientras, tú nos has dirigido al interior de la habitación donde hemos dado rienda suelta a nuestras perversiones más primitivas.

Todavía no se me van de la cabeza tus palabras: «Hazle sentir por qué es mujer» y me has ofrecido aquel bate de béisbol con tachuelas oxidadas. Ahora siento vergüenza. «¿Qué cara debo haber puesto?». Pues me lo has dado tras asestarle un severo golpe en la sien. «Tranquila, no está muerta. Podrá sentir todo lo que quieras hacerle».

En mi interior no cabía más excitación, así que la que no he podido retener internamente, la he manifestado sobre aquella joven que, bañada en sangre, me ofrecía su exuberante cuerpo.

El sonido del teléfono de la habitación interrumpe mis pensamientos y me obliga a tranquilizarme y a bloquear mis instintos. No quiero contestar, quiero volver a entregarme a ti como lo he hecho sobre los cuerpos sin vida de los turistas. Me deslizo sobre la cama recién teñida del mismo color que mis labios para alcanzar el auricular. Lo cojo.

—¿Qué haces? —me dices por detrás—. No contestes, seguramente quieran llamarnos la atención por el escándalo que hemos montado.

Pareces enojado, distinto.

—Tranquilo, no diré nada —te digo, mientras tapo el auricular con una mano y cuelgo—. Nos volveremos a escapar por las escaleras de incendios.

Intento calmarte mostrándote mi cuerpo, provocativamente.

El oscuro carmesí todavía me viste. Tú me coges, tan violento como siempre. No me extraña, pero a diferencia de otras veces optas por abrazarme con fuerza. Me abrazas sin deseo y eso me preocupa.

—¿Crees que soy un monstruo? —preguntas, sin más.

—¿Por qué lo dices? ¿Qué te hace pensar eso?

—¡Mírate, mira esta habitación! —Me apartas con renovada violencia.

—¿Qué te pasa? ¿Acaso no era este el placer que queríamos desde el principio? No lo entiendo. —Intento comprender lo que pasa por tu mente, el motivo de tu tormento. Pero te cierras a mí, no quieres abrirme tu alma.

Intento acercarme de nuevo, tranquilizarte entre mis brazos.

—Hay algo que no sabes... —comentas mirando por la ventana, con los ojos fijos en aquella prostituta que horas antes nos había ofrecido sus servicios.

—Sabes que puedes contarme lo que quieras. Te amo —susurro detrás de ti.

—¡Cállate! ¡No tienes ni idea! ¿Realmente estás enamorada de mí? ¡Mientes! —me acusas—. Tú estás enamorada de la situación. Enamorada del placer, del éxtasis agónico del carmesí.

—¡¿Tú qué sabrás cuáles son mis sentimientos?! ¿Acaso crees que no es verdad? —respondo molesta, desnuda y sucia.

—¡No me hables de sentimientos! —replicas.

Tu mirada fría como el hielo hiere mi fogoso corazón.

Te miro, sin contestar.

—Estaba cansado de disfrutar de esto en soledad noche tras noche. No buscaba nada más allá de la atracción física. Una mujer que se entregara a mis perversiones. Una compañera temporal, porque sabía que a los pocos días y tras subir el nivel de depravación me abandonaría presa del horror —te explicas al fin—. Y ahora, te veo y descubro en ti una auténtica fiera. Una fémina completa, una perfecta diosa carmesí.

—¿Qué problema hay? —pregunto confundida.

—Ahora ellos querrán saber de ti —comentas, volviendo tu mirada hacia la calle—. ¿Me convierte eso en un monstruo?

La sangre se ha secado sobre mi piel y pese a estar completamente cubierta con tonalidades cálidas, siento frío. «¿Quiénes son ellos? ¿Qué está pasando? ¿Dónde quedan nuestros sentimientos? ¿Realmente has jugado conmigo o en el fondo tú también sientes algo por mí?».

Y allí me quedo, inmóvil, sobre los cuerpos sin alma teñidos de rojo, esperando alguna aclaración más.

III

—Cariño, ¿qué está pasando?

Tu mirada vuelve a perderse a través de la ventana, entre los pechos de la prostituta que mientras fuma un pitillo, le dice algo a un joven que pasa cerca y la ignora por completo.

Pensativo, sigues hablando.

—¿Sabes?, no creí que pudiese encontrar a alguien como yo. Con un corazón, una mente y un cuerpo hechos para esto. Preparados para tales actos, para tal entrega… —Por un momento, tus ojos se encuentran con los míos. La ternura que reflejan me tranquiliza, sé que sentimos lo mismo. Desvías de nuevo la mirada, esta vez hacia un trozo de carne que parece un dedo—. Eso me preocupa porque sé que jamás volveré a cruzarme con alguien como tú. Alguien que me haga sentir completo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Agónico carmesí»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Agónico carmesí» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Agónico carmesí»

Обсуждение, отзывы о книге «Agónico carmesí» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x