1 ...6 7 8 10 11 12 ...16 Insistimos, tomar ayahuasca no es un juego; es adentrarse en un mundo fascinante y sorprendente que puede ayudarnos a sanar y a conocer más de nosotros mismos. Aquello que escribía Robert Gordon Wasson (1980) acerca de los efectos de los hongos mágicos bien puede aplicarse a la ayahuasca:
Éxtasis... Nuestra mente se remonta al origen de esta palabra. Para los griegos, ektasis significaba la salida del alma procedente del cuerpo. ¿Puede encontrarse mejor palabra que ésta para describir el estado de ánimo descubierto por los hongos enteógenos?
En el lenguaje usual, y para los muchos que no lo han experimentado, éxtasis es “pasárselo bien” y a menudo me preguntan por qué no tomo hongos todas las noches. Pero éxtasis no es “pasárselo bien”, pues la propia alma es tomada y sacudida hasta estremecerse, y nadie escoge voluntariamente experimentar este incontaminado temor reverencial de vagar suspendido ante las puertas de la divinidad.
Capítulo 1
Botánica y bioquímica de la ayahuasca
Nos preguntamos cómo los pueblos de las sociedades primitivas, sin conocimiento de química o fisiología, encontraron una solución para activar un alcaloide mediante un inhibidor de la monoaminooxidasa. ¿Pura experimentación? Tal vez no…
Richard Evans Schultes
La dmt permea la naturaleza demasiado. Es como una broma cósmica. En cierto modo es la naturaleza jugando con nosotros, diciéndonos: “¿Entiendes?”; “¿Lo comprendes”?… El hecho de que a dos pasos del triptófano existe una molécula que abre dimensiones trascendentes…
Dennis McKenna
¿Por qué fabricamos dmt en nuestros cuerpos? Mi respuesta es: “Porque es la molécula del espíritu”.
Rick Strassman
Algunas nociones de botánica, química y farmacología
Entre las numerosas plantas utilizadas como enteógenos en las Américas, se destaca la que da título a este libro: la liana Banisteriopsis caapi de la familia Malpighiaceae, popularmente conocida con el vocablo quechua ayahuasca, y cuya descripción botánica Richard Evans Schultes hace en los siguientes términos: “[Tanto Banisteriopsis caapi como Banisteriopsis inebrians] son lianas con corteza lisa, de color café y hojas verde oscuras, pergaminosas, ovadolanceoladas, que miden hasta 18 centímetros de longitud y 5-8 centímetros de ancho. La inflorescencia es multiflora. Las flores pequeñas son de color rosa o rosadas. El fruto es una sámara con alas de más o menos 3,5 centímetros de longitud. B. inebrians se diferencia de B. caapi principalmente por sus hojas; [si bien estas lianas son las más importantes y comunes en la preparación del brebaje conocido como ayahuasca] aparentemente, hay ocasiones en que otras especies se utilizan según la región: B. quitensis; Mascagnia glandulifera; M. psylophilla var. antifebril; Tetrapteris methystica y T. mucronata. Todas estas plantas son largas lianas de los bosques y pertenecen a la misma familia” (Evans Schultes y Hofmann, 1994). Recientemente, Bronwen Gates (en Luz, 1966) amplía esta información y menciona además, como base de la ya afamada bebida enteogénica, las siguientes especies del género malpigiáceo: Banisteriopsis longialata, Banisteriopsis lutea, Banisteriopsis martiniana var. subenervia, Banisteriopsis muricata, Callaeum antifebrile y Lophantera lactescens.
Banisteriopsis caapi Psychotria viridis
Clásicas ilustraciones que identifican botánicamente la liana Banisteriopsis caapi (ayahuasca, yagé o caapi) de la familia Malpighiaceae (entre cuyos componentes químicos se destaca la harmina, del grupo de alcaloides llamados beta-carbolinos) y la Psychotria viridis (chacruna, de la familia de las Rubiaceae o del café), que contiene triptaminas que, ingeridas en conjunto con los beta-carbolinos mencionados, sirven para alargar y potenciar el estado ampliado de conciencia. Ambos son los principales componentes vegetales de la famosa bebida sagrada amazónica ayahuasca.
El ya citado Richard Spruce, joven botánico inglés, fue el primer europeo en describir la planta, que conoció en 1852 en la localidad brasileña de Urubú-coára. A pesar de las referencias previas al uso indígena de esta especie −hechas por misioneros: Chantre al final del siglo xvii, Magnin en 1740, y por algunos viajeros extranjeros−, fue Spruce el que primero colectó e hizo la identificación botánica de la planta en cuestión (Luz, 1966). Encontrándose en la mencionada localidad, durante una fiesta indígena dabucuri (fiestas de intercambio que aún se realizan) fue convidado a ingerir la bebida elaborada a partir de Banisteriopsis caapi. Indagando sobre el origen de tal preparado, tuvo la suerte de ser llevado hasta un ejemplar en flor y con algunos frutos, hecho que posibilitó su correcta identificación. A partir de entonces la ciencia occidental comenzó a interesarse por su estudio, mientras hacía muchísimo tiempo que la planta era usada por pueblos de la Amazonia occidental.
Como las características del medio ambiente y de la cultura material de los grupos que usan la Banisteriopsis no favorecen la preservación de vestigios arqueológicos, basándose en la presencia de esta planta en los mitos de creación de los pueblos que la utilizan, Evans Schultes considera milenario su uso. Plutarco Naranjo (1986), basado en vestigios arqueológicos encontrados en Ecuador, lo remonta a cuatro mil años.
Como se ha observado, la más usada y apreciada es la Banisteriopsis caapi, la cual es sustituida por otras especies del género cuando no está disponible. La Callaeum antifebrile es considerada más como una planta aditiva que como base de la bebida; sin embargo, se ha observado en Pará, Brasil, un uso adivinatorio y terapéutico de esta particular especie como base de una bebida llamada cábi (Ott, 1996). En cuanto a la Lophantera lactescens, los indicios de su uso son tenues (Evans Schultes, 1986), al tiempo que la Tetrapterys methystica parece ser usada exclusivamente por los indios makú, y la Tetrapterys mucronata, tener su uso restringido a los indios larapaná. Además de su empleo como enteógeno, otras especies del mismo género tienen uso cultural: en la etnomedicina, la Banisteriopsis argyrophilla se emplea para tratar “dolencias de niños” en Brasil; y en la magia, la Banisteriopsis lucida es usada en encantamientos para atraer la pesca en Venezuela. Las especies empleadas con el fin de alterar o ampliar la conciencia poseen, todas, alcaloides del tipo beta-carbolinas (Luz, 1996).
El primer estudio fitoquímico de la Banisteriopis caapi tuvo lugar a comienzos del siglo xx, cuando en 1905 el farmacéutico colombiano Rafael Zerda Bayón aisló, a partir de una muestra de yagé, un alcaloide al que denominó “telepatina” por las propiedades supuestamente telepáticas de la bebida (al respecto, véase en el capítulo 2 la sección dedicada a los amahuacas y sus correspondientes notas; también, en el capítulo 5, “La mujer-planta”). En 1924, Harvey Seil y Earl Putt presentaban su trabajo afirmando haber encontrado tres alcaloides en muestras de Banisteriopsis caapi (en aquella época llamada Banisteria caapi). En 1925, el químico colombiano Antonio María Barriga Villalba reportó la presencia de dos alcaloides a los que bautizó yajeína y yajenina, también mencionados ese año por otro químico colombiano: Leopoldo Albarracín. En 1927, Émile Perrot y Raymond Hanet expusieron la equivalencia entre la telepatina y la yajeína. Y un año más tarde, Louis Lewin describe el alcaloide por él llamado banisterina en muestras de Banisteriospsis caapi. En 1928 la confusión comienza a ser deshecha cuando K. Rumpf y O. Wolfes demuestran la identidad de los alcaloides yajeína, telepatina y banisterina con la ya conocida harmina (Ott, 1996). Finalmente, en 1939, los químicos A.L. y K.K. Chen demostraron definitivamente la identidad de telepatina, yageína y banisterina con el alcaloide ya conocido como harmina desde 1847 a partir de la obra de J. Fritzche. Este alcaloide fue aislado por primera vez a partir de las simientes del arbusto Peganum harmala, una Zigophilliacea, planta que algunos autores identifican con la célebre “zarza ardiente” que habría provocado las visiones de Moisés, y también con el soma de los hindúes (el “brebaje de la inmortalidad”) (Flattery y Schwartz, 1989, citados por Ott, 1993).[4] El principal efecto de este alcaloide es inhibir la acción de la monoaminooxidasa (mao), una enzima que aparece naturalmente en el cuerpo humano, en tejidos del hígado, cerebro, intestino, plasma sanguíneo, corazón y garganta, y que tiene por función inactivar las monoaminas producidas en forma endógena, como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina, todos neurotransmisores. Los inhibidores de la mao son utilizados desde la década del 50 como antidepresivos, siendo la primera generación de este tipo de medicamentos. Aunque los alcaloides presentes en la Banisteriopsis caapi son psicoactivos por sí solos,[5] en todas las muestras de bebida hasta ahora testeadas nunca se verificó la dosis mínima (500 mg) necesaria para alterar las funciones psíquicas, debiendo los efectos del brebaje ser antes asignados a los alcaloides (dmt) de las principales plantas aditivas: Diplopteris cabreana (yají o chagropanga) y Psychotria viridis (chacruna). Steve Barker, John Monti y Samuel Christian (1991) afirman la posibilidad de que n,n-dmt sea un neurotransmisor o un neuromodulador por sí mismo, ya que esta sustancia se verifica naturalmente en el cerebro y otros tejidos de los mamíferos, así como se encuentran enzimas capaces de sintetizar en vivo tal molécula. Estos autores avanzaron en la hipótesis de la existencia de un sistema receptor autónomo para la n,n-dmt, hipótesis que por fin se habría comprobado recientemente.
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