Un nuevo capitulo se introduce en la materia de biopolitica de los cuerpos a través del adagio del individualismo democrático que pregona “sé tu mismo”, “tu puedes” y ”tienes derecho a elegir tu sexo” tomando la forma de un orden de hierro que obliga al sujeto a hacerse su propio sexo ¿Se le posibilita elegir o se impide elegir?
Es claro que en tanto analistas ciudadanos celebramos el avance en materia de los derechos de las minorías trans, lesbis, homos pero esos avances en el terreno jurídico no nos llevan a equiparar la igualdad jurídica con la disparidad sexuada.
Un sujeto puede hacerse un cuerpo a través de la cirugía y otros encontrar una nominación a través de la nueva de identidad de género. Otros preservar sus derechos en el trabajo sexual y no hay argumentos desde el psicoanálisis para ir en contra de estas adquisiciones, pero sea cual sea la elección sexuada para el psicoanálisis no se trata de un mero enunciado proferido desde el yo sino que a tañe a una elección de goce y la misma es inconsciente. Para Lacan se trata del gosoy, neologismo que apunta al goce y no al yo.
En “La ciencia y la verdad”, Lacan afirma al psicoanálisis como escolta de la ciencia. Escoltar a la ciencia no es lo mismo que enarbolar su bandera, no se trata para un analista tampoco de ir en su contra sino de ver como la escoltamos de acuerdo no sólo en cada época sino también en cada caso. Hay sujetos que a través de la cirugía consiguen hacerse un cuerpo y otros casos que solo con el cambio de documentación es suficiente. Para la ciencia y el capitalismo no hay limite “Tú puedes hacerte el cuerpo que quieras: convertirte en metrosexual, quitarte los pechos, ponerte un pene o una vagina”, ¿Y si se llegara a pedir dos brazos, una vagina y también un pene?
¿Qué aportes podemos hacer respecto de la democracia de las diversidades sexuadas? ¿Qué podemos decir los psicoanalistas respecto de lo auto-percibido?
En relación a la ley de identidad de género se impone un análisis respecto del auto percibimiento que merece un comentario desde el psicoanálisis. También la inmediatez que saltea el tiempo de comprender.
El “Yo soy yo”, “yo me auto determino” de la actualidad plantea una identidad consigo mismo, pero esa mismidad fue desmentida por Lacan tanto en lo referente a la captura especular como también a la identificación simbólica. El único núcleo indiviso del sujeto esta marcado por ese goce opaco del síntoma allí donde el sujeto no puede reconocerse bajo un yo soy sino que Lacan allí utilizo el yo-gozoy.
El sujeto requiere del otro para hacerse un cuerpo, para identificarse y para sexuarse también.
Por otro lado respecto de la sexualidad en Freud, la misma requiere de un proceso que culmina en la pubertad y la latencia es esa interrupción entre la primera infancia y la metamorfosis de la pubertad en la cual se asienta el tiempo de comprender. Pareciera que hoy en día con el calificativo de infancias trans se le impide al niño ese tiempo de comprender y se concluye anticipadamente en una nominación a partir del instante de la mirada.
En una época en la cual todo lo auto se impone, la autodeterminación del sexo, el consentimiento autoinformado, la voluntad procreacional, el autopercibimiento que refuerza el yo soy libre. ¿No habrá que mostrarle al sujeto sus ataduras? ¿Los lugares en los cuales está determinado por las marcas del Otro? ¿Frente a esa aparente libertad no habrá que recordarle a los padres que los hijos le pertenecen? ¿Esa supuesta libertad, liberada de las marcas del Otro que no impone ni el rosa ni el celeste libera o condena al sujeto?
Si hay algo preliminar para cualquier abordaje del cuerpo en psicoanálisis es señalar que no se es un cuerpo sino que tenemos un cuerpo. El cuerpo biológico para un analista no es biología a secas es biología lacaniana, es decir un cuerpo que goza.
No se trata de ponernos en contra de los avances científicos porque en muchos casos la cirugía puede ser un alivio y una solución para un sujeto, pero ello no implica seguir ciegamente un orden de hierro que empuja al sujeto a ser él mismo. Todos los testimonios de trans se asientan sobre la base del sufrimiento y allí los analistas podemos alojar ese padecimiento con nuestra escucha antes de precipitar al sujeto a un empuje al corte.
Cómo situarnos desde el discurso analítico en relación a estos avances de la ciencia, constituye verdadero desafío.
En el texto El reverso de la biopolítica, Laurent se pregunta ¿Quién sabe lo que le ocurre a un cuerpo? Y responde el saber no es del cuerpo, es del inconsciente.
La diferencia entre ser un cuerpo y tener un cuerpo se torna fundamental para una lectura del transexualismo en la actualidad.
Lacan a partir de Joyce afirma que el LOM, (el hombre) tiene un cuerpo y no tiene más que uno. “El hombre tiene un cuerpo, cree que lo tiene, y no tiene más que uno”.
Nadie es idéntico a si mismo: identificación y sexuación no son sin el lazo al Otro Desde Freud sabemos que la anatomía no es el destino, pero también que esa diferencia sexual anatómica debe ser leída por el sujeto. Por ello Lacan habló de sexuación implicando no solo la elección del sujeto en cuanto a su elección sexuada sino también, que esa elección lo es en relación a su modalidad de inscripción en relación al goce y ello nunca es sin las marcas que le vienen del Otro.
Quizás frente a los avances médico –científicos y la ideología de los derechos humanos a los analistas nos quede el esfuerzo de poesía para acompañar con nuestra escucha el sufrimiento de los sujetos que dicen haber nacido en un cuerpo equivocado y frenar el empuje al quirófano a sabiendas que aún obteniendo un cuerpo en el quirófano la posición sexuada requiere del consentimiento subjetivo a la causa sexual que siempre viene del Otro, nunca es autónoma.
1- Lacan, J., El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuese del semblante, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 30.
2- Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 17.
Cuerpos trans (1) Alejandra Antuña
Voy a tomar la ley de de identidad de género y comentarles algunas cuestiones que pueden extraerse del texto de esa ley porque considero que es un lugar privilegiado para sacar algunas conclusiones respecto a la época en la que vivimos y, en particular, de la concepción de sujeto y de ser sexuado que de allí se desprende y de su relación al cuerpo. Tomaré estas concepciones para hacer un contrapunto con lo que enseña el psicoanálisis y con lo que nos ha ido mostrando la casuística que fuimos recopilando en el Observatorio de género, bipolítica y transexualidad. (2)
La ley de Identidad de Género fue producto de la militancia de las organizaciones sociales LGBTI, tributarias de los estudios de género y los estudios queer, que –como es sabido‒ consideran a la sexualidad y al sexo como construcciones sociales y sostienen una política en la que cuestionan la heteronormatividad tomada como un hecho “natural”, donde la noción de identidad es central, sea para deconstruirla o para afirmarla según los casos.
Esta ley está basada en dos puntos centrales.
Por un lado, establece la identidad de género como un derecho, y esto es lo que hace a la novedad y a la particularidad de la ley argentina respecto a otras legislaciones. Si la identidad de género es un derecho, no será necesario, para el cambio registral de nombres y de sexo ni para el acceso –que debe estar garantizado por el Estado‒ a los tratamientos médicos para la reasignación de sexo de ninguna instancia intermedia previa, bastará sólo con el consentimiento del sujeto. Esta ley, por lo tanto, “despatologiza” la “identidad de género”, convirtiéndola en un derecho.
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