Estamos en la práctica del malentendido y tocar la diferencia sexual es tocar la cuestión del lenguaje. Poder interrogar todo lo que sabemos en psicoanálisis y dejarnos enseñar por aquello que el sujeto inventa.
Podríamos sostener que hoy se trata de una práctica a partir de lo que cada sujeto construye. La importancia de estar atentos a esas soluciones, puntualizando que la enseñanza de lo transgénero es una clínica de las soluciones originales de cada quien.
La apuesta central para el psicoanalista es abrirse sin dejarse engañar por el discurso común entrando en la lengua particular de cada uno y siguiendo el camino singular donde cada quien invente su manera de estar en el mundo.
A continuación presentaré una viñeta clínica a fin de mostrar fenómenos que atañen a la transformación de un muchacho en su devenir mujer.
Una viñeta clínica: Un femenino original
La paciente D llega luego de su despido laboral, pidiendo una escucha a su padecimiento que se centraba especialmente en la cuestión que ella consideraba su alejamiento del trabajo como producto de la discriminación.
En el transcurso de las entrevistas despliega el camino que tomó hasta convertirse en trans. En su infancia su madre le dejó el cabello hasta la cintura en respuesta a una promesa hecha a una virgen para que puedan “mudarse de barrio”.
Luego recuerda haber escuchado en palabras de su abuela que la madre deseaba una niña y llegó un varón refiriéndose a la paciente. D lo cuenta con una sonrisa y rápidamente se le caen algunas lágrimas. Cuando se le pregunta qué son esas lágrimas responde rápidamente: “Ahora soy una mujer como quería mamá”.
Apenas asomaba la adolescencia D se convierte en un muchachito gay. Es allí donde comienza su recorrido por la prostitución. Al tiempo prefiere travestirse. Hoy digo trans ya que ella misma dice no ser mujer. Ante mi pregunta por la mujer responde que las mujeres tienen hijos y vagina. Ella no va a desprenderse de su pene. Es de esta manera que si la demanda del Otro lo requiere ella lo puede ofrecer.
Al querer saber cómo fue el proceso de hormonización dice: “Nunca tomé hormonas. La depilación definitiva fue mi solución”. Actualmente va a operarse para tener, al decir de la paciente, “unas buenas lolas” y continúa diciendo “es lo que le gusta a los hombres: tetas y un buen órgano. Para poder ser penetrados por alguien femenino”.
Quiere ser única y lo expresa de esta manera: “Única y bien femenina. Diferente a todas las mujeres con quienes están casados o de novios. Yo tengo mi buen órgano y eso es lo que buscan”.
Esta viñeta ilustra de modo significativo el bricolage que arma D para construir la solución a su nueva identidad. “Una trans. No una mujer” dice cada vez que nos vemos. Es lo que busca todo el tiempo: un imaginario femenino que la sostenga de pie en la vida.
La intervención que surge desde la analista ahora que terminó con el juicio y ya recibió su indemnización es: ¿por qué continuar con las entrevistas? “Te quiero como testigo de mi vida”, es su respuesta.
No es cualquier hombre a quien ella dirige su seducción sino a aquellos heterosexuales comprometidos con una mujer. Eso es lo que le permite ser la única. También será la única como trans en relación a las mujeres. Su modalidad de goce implica claramente una relación centrada en el órgano como medio de satisfacción del Otro.
Ella encarna el objeto que hace gozar al Otro y tiene un saber hacer en relación a eso y además en muchas ocasiones se hace pagar por sus servicios.
D es trans y quiere ser la más femenina. Su preocupación constante es verse femenina acentuando sus formas, su imagen, su atuendo. Exacerba su arreglo y goza de ese mostrarse y exhibir su femineidad. Estudia maquillaje y no sale de su casa si no está bien producida. Incluso se ocupa de que su voz suene muy femenina, toma clases de canto.
Para concluir intentaré acercarles algunas apreciaciones acerca de la viñeta clínica.
Para Lacan ser es un ser hecho de palabras que se oye a través de una enunciación. El ser lacaniano está atado a la palabra proferida. En D nos damos cuenta del alcance de las palabras de los padres sobre los hijos.
Fue su madre quien le dejó el pelo largo haciendo de esa manera que parezca una niña. Su madre deseaba una niña.
El paradigma de la diferencia de sexos en el psicoanálisis conduce a una lógica inconsciente que hace que el sujeto esté marcado por la manera en que fue deseado o rechazado por el Otro. A partir de lo cual podemos sostener que la anatomía de nuestra paciente ha sido reinventada por ella misma a partir de la construcción de ese nuevo cuerpo femenino. Se puede entonces ser un varón anatómicamente hablando e identificarse a una niña, desde que tenemos relación con el Otro.
Son estos acontecimientos de palabra que trazan el camino en el ser y lo conducen a identificarse inconscientemente a lo que se dice de él. La palabra introduce una marca contingente porque es impredecible y singular. La humanización del niño pasa por un deseo no anónimo.
La pregunta que surge es ¿El Otro ha inscrito a D como sujeto? ¿D encontró en el Otro un deseo por él? D rechaza el cuerpo que le tocó en suerte y encuentra una salida, una solución propia, armado de un nuevo cuerpo: el de una “chica muy femenina”.
Bibliografía
Laurent, E., L´envers de la biopolitique. Une Écriture pour la jouissance, Navarin, Le Champ Freudien, París, 2012.
Leguil, C., L´être et le genre. Homme/Femme après Lacan, Ed. Puf, 2018.
Tendlarz, E., “Aperiódico Psicoanalítico, 30, Trans género”, marzo 2018.
Tendlarz, E., “Aperiódico Psicoanalítico, 31, Género y Tras”, abril 2019.
Across de universe sin salir de Manhattan Gustavo Dessal (New York, mayo de 2019)
I
Walt Whitman, el gran poeta americano cuya obra sigue ejerciendo una enorme influencia aún en nuestros días, nació exactamente hace dos siglos. Como tantos otros artistas, en sus inicios fue ignorado o incluso despreciado por un público que tan mal toleraba las innovaciones. Su empleo del lenguaje, la métrica y el ritmo, eran el anticipo de un mundo que habría de agitarse. Mientras Norteamérica se fracturaba en el debate sobre la esclavitud, Whitman cantaba a la libertad y el amor, hablaba de la inclusión universal y sembraba la semilla de una transformación en la vida erótica que cambiaría la historia de Occidente. En 1969, ciento cincuenta años después del nacimiento de Whitman, un bar gay en el sur de Manhattan llamado Stonewall Inn fue el lugar donde se encendió la mecha de un polvorín que sacudió los cimientos de la moral normativa. Una serie de revueltas y protestas contra la policía que intentó allanar el bar se extendió por todo Nueva York y el resto del país. El movimiento LGBTQ cobró carta de ciudadanía y desafió las leyes existentes, luchó por afirmar sus derechos y adquirió una fuerza política que sigue avanzando. Entre el nacimiento de Whitman y el giro histórico del movimiento LGTBQ hay mucho más que un alineamiento de fechas. No sin dolor ni resistencia, la lucha por el reconocimiento de los derechos del goce -que en definitiva ha sido siempre el motor secreto de los derechos civiles- es una constante en la historia humana, aunque sólo ahora comienza a apreciarse su verdadero alcance y gravitación en los cambios sociales y políticos. Las fuerzas que retuercen, tensan y hacen estallar los discursos hegemónicos no son exclusivamente económicas, porque la economía es inseparable de la dinámica libidinal, de las exigencias que el goce impone a los seres hablantes cuya diversidad desafía la simetría conservadora del discurso del amo, guardián de la homeostasis y el automatismo moral.
II
Un agujero negro es una zona del espacio gobernado por una fuerza gravitatoria de tal magnitud que ninguna porción de materia puede sustraerse a su poder de atracción. Si abandonamos el terreno de la astrofísica, el fenómeno bien puede servir como metáfora de lo que el capitalismo es capaz de lograr: la absorción y reciclado de todo lo que surge como antítesis de sus principios. El capitalismo fabrica compost con cualquier cosa, incluidas aquellas luces que se encienden para iluminar, denunciar y combatir su lógica. El capitalismo crea sus propias contradicciones, promueve los discursos que lo cuestionan, hasta que finalmente sus anticuerpos los devoran, los digieren y los convierten en un nuevo plus de gozar que acaba cotizando en bolsa. El carácter circular del discurso capitalista tal como Lacan lo ha formulado es exactamente eso: la capacidad del sistema para convertirlo todo, incluso sus fuerzas críticas, en material aprovechable, es decir, en mercancía reutilizable. Lo que nace como gesto subversivo puede ir a parar a las ofertas de Amazon o e-Bay. Así funciona la cosa, y la erótica humana no es una excepción. Los movimientos LGTBQ, antes corridos a bastonazos, son hoy bienvenidos en todos los salones de negocios, en las plataformas on-line y en los Ayuntamientos de cientos de ciudades que han descubierto los ingresos turísticos del Gay Pride. Los LGTBQ no pueden bajar la guardia, porque el agujero negro no los dejará escapar.
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