La presencia de aquellos sustantivos en la documentación de esos tiempos y su ausencia en los libros de historia son inexplicables, aunque dejan bien claro el triunfo de la designación de México para la ciudad y el traspaso del sustantivo Culua a los tiempos primigenios de los pueblos que estaban conquistando o a la equivalencia con otros sustantivos como el de Ulua.
Tras esa manera de actuar se nota que mejor ha sido obviar aquellos sustantivos primigenios –Temixtitan, Culua, principalmente– como si no se hubiesen escrito o pronunciado en los primeros años de la conquista, o dicho de otro modo, se hace caso omiso a lo que manifiestan los documentos, llegando al extremo de modificar o manipular sus señas de identidad, echando mano de las técnicas más ingeniosas que se hayan podido imaginar, para silenciarlos o sepultarlos como veremos a lo largo de nuestra exposición, la presencia de aquellos sustantivos, y en concreto el de Temixtitan.35
Si fue un error llamar o designar a la provincias con el sustantivo Mexico, o denominar a la ciudad bajo la sola la mención de Temixtitan, por parte de Cortés, tendríamos que saber durante cuánto tiempo se vivió en aquel error y cómo es que se corrigió, quién lo hizo, qué implicaciones tuvo una deficiente comprensión de la realidad prehispánica en la vida de la incipiente colonia y la metrópoli; cómo y de qué manera se llegó a tratar esa mala apreciación en los círculos gobernantes de acá y de allende el océano. En fin y para un primer momento saber cuál es la historia de ese error y exhibir su documentación.
Hasta donde sé los anteriores cuestionamientos no se han planteado, pues lo que prevalece son las correcciones a modo, tal y como resulta ser para referir los primeros años de conquista, citar a Bernal Díaz del Castillo o insertar parte de los decires mitológicos o explayar narrativas posteriores sobre aquellos primeros años de conquista española, sin que se aclare cómo es que se vivió y corrigió esa pésima comprensión de designación de la ciudad y provincia más importante con la que se toparon las huestes conquistadoras comandadas por Fernando Cortés, al occidente de la isla de Cuba.
Utilización de otros materiales para verificar o contrastar lo hasta ahora establecido
En párrafos anteriores he sostenido que con la documentación tradicional en la cual se estudia y reelabora lo concerniente al sustantivo México, yo en lo personal, no creo que pudiera avanzar más de lo que ya lo han logrado otros meritorios estudiosos. Entonces la pregunta pertinente sería en qué otros materiales documentales se pueden trabajar para aportar algo no visto y estudiado hasta ahora y que tenga que ver, justamente, con lo señalado por Fernando Cortés, en el sentido de que dicho sustantivo era una propuesta suya para designar a la provincia que hoy denominamos justamente como cuenca de México.
Existe un variado y rico material que da cuenta de la vida misma de los conquistadores y las instituciones que comenzaron a imponerse en los territorios a los que arbitrariamente denominaron como Nueva España, y de su relación con las instituciones y personas en los reinos de España. Esta riqueza documental incluyen las llamadas Reales cédulas, Ordenanzas, Mandamientos, Nombramientos, correspondencia varia entre distintos funcionarios eclesiásticos y civiles, Actas de Cabildo de las ciudades que iban fundando los españoles; libros de protocolos, esto es, todo ese cúmulo de documentos referente a la vida cotidiana en sus proyecciones legales, institucionales o entre particulares que generó la conquista y dominación encabezada por Fernando Cortés y don Carlos y doña Juana,36 reyes de la corona de Castilla y Aragón en lo que llamaron la Nueva España.
Por desgracia, no contamos con trabajos que sistematicen en su integridad todo ese mundo de papeles de manera cronológica, temática y geográfica y que nos permitan una visión pormenorizada del tema que aquí nos interesa ir rastreando.
Pero ello no puede ser una limitante que nos obligue a desviar nuestra atención hacia otro punto. Así que faltando dicha herramienta no queda otro camino más que el de construirla.
Sería complicado intentar dicho esfuerzo a partir del reconocimiento de los materiales localizados en archivos públicos y privados, aún y con todos sus adelantos tecnológicos, tanto nacionales como españoles, por lo que es necesario antes que nada intentar una primera aproximación cronológica muy sistemática a través de los materiales que conocemos a partir de las Ordenanzas de Mendoza;37 de los Cedularios de Puga;38 Zorita39 y Encinas;40 de los denominados Cedularios metropolitanos;41 Cortesiano, etc.;42 así como también de la correspondencia reunida bajo el nombre de Epistolario de la Nueva España, compilado por Francisco del Paso y Troncoso43, y toda esa otra masa documental que aparece en las diversas colecciones de documentos inéditos de América y Oceanía;44 sin dejar de lado los que se reproducen en las distintas ediciones de colecciones de documentos que tienen que ver con el actuar de Fernando Cortés y otros conquistadores; los Libros de protocolos de la Ciudad de Mexico;45 las Acta del Cabildo de la Ciudad de Temixtitan o Temistitan y luego de Mexico,46 y de toda esa otra masa documental que se ha publicado a manera de apéndices en distintas monografías, y que proporcionan información de primera mano que aunque no esté relacionada directamente con el tema que aquí nos ocupa, aporta información de primera mano para nuestro tema como veremos en su oportunidad.
Lo antes dicho quiere decir que se reunió y sistematizó toda esta información por exacto orden cronológico para apreciar, primero, el universo a reconocer y luego dentro de él detectar el manejo de las referencias geográficas consignadas en los documentos ya fuesen elaborados en la Nueva España o en la naciente metrópoli colonial, y esto para tener alguna claridad histórica, que incluso me condujera a buscar materiales de archivo, si es que hubiera lagunas de información que resultaran evidentes tras la reunión del material arriba referido.
Para el presente trabajo se recogieron y sistematizaron cronológicamente más de tres mil referencias de documentos y poco más de 500 documentos desplegados, aunque la base de datos contiene muchísimos más, ya que revisé muy puntualmente los Libros de Cabildo de la ciudad de Temixtitan, que luego se le llamó de Mexico, como veremos en su oportunidad, así como los primeros Libros de Protocolos de la misma ciudad.
Prevenciones muy necesarias de tiempo, modo y lugar
Todo el volumen documental referido anteriormente es heterogéneo y disímbolo, no sólo por los personajes y motivos que lo originaron, sino también por las maneras y modos en que se elaboró. No habiendo reglas de identificación para unos u otros documentos, los resultados que podemos observar son una disparidad de maneras de presentar los escritos en lo que hoy llamaríamos señas de identidad de primer impacto visual, esto es, la consignación del lugar donde se expidió, a dónde se remitió, así como las ubicaciones dentro del mismo documento de las fechas, remitente, destinatarios y algunas otras señas claras del asunto que trata y los sujetos involucrados. Sin embargo, no se piense que esos datos faltan, sino que simplemente en algunos casos esas señas están en distintas partes del texto del documento, sin corresponder siempre a los mismos lugares y, salvo la data que inequívocamente va al final del documento, el resto de la información puede ir en distinto orden después del larguísimo nombre y títulos de los monarcas, cuando por ejemplo se tratan de reales cédulas, provisiones, etcétera.47
Por otra parte, esos datos que son esenciales para el tema de esta investigación, principalmente aquello que tiene que ver con los registros de los lugares a dónde se remitieron y de dónde se emitieron o escribieron, han sido afectados por eso que llamo “síndrome de actualización”, esto es, la imposición de nomenclaturas distintas a las que se consignan en los mismos documentos, debido a que archivistas o editores terminaron imponiendo en alguna parte notoria del escrito, las adendas que los identifican con el orden político-administrativo territorial colonial español que se terminó imponiendo.
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