3) El transocialismo es radicalmente democrático . El concepto mismo de “poder político” pertenece al pasado. La política no debe centrarse en la adquisición y la lucha por conservar el poder, si por esto se entiende la capacidad de algunos individuos de comandar e imponer su voluntad sobre otros, sino en la creación y administración conjunta de instituciones justas .Estas deben cristalizar el tipo de organización de los individuos, los grupos y la sociedad que convenga al mayor número, y ser decididas en asambleas igualitarias, mediante la participación, deliberación y compromiso de los ciudadanos, con el fin de asegurar la libertad y las oportunidades de realización de cada cual. La expresión “la voluntad general” no debe seguir siendo una abstracción engañosa que legitima en realidad la voluntad de unos pocos. Los cargos políticos no son posiciones de mando; la representación democrática no consiste en elegir jefes, sino en depositar su propio poder temporalmente en delegadosque verdaderamente re-presentan nuestra sensibilidad y nuestros deseos cuando nuestra presencia física o comunicacional en alguna decisión no es posible.
Por ello, la democracia representativa debe ser sustancialmente completada por instancias participativas, deliberativas y vinculantes, administraciones colegiadas y rotativas, procurando el empoderamiento efectivo de la población, la experimentación de nuevos métodos de elección y designación de representantes y funciones, como el sorteo, dando lugar a una vasta invención política. La democracia sigue siendo un ideal de futuro y debemos asumir que aún está en construcción.
4) La economía debe estar al servicio de la vida humana , de la libertad y de la felicidad compartida de los ciudadanos y no al revés: los humanos no deben servir a la economía (en realidad, lo que en general se sirve es a las grandes fortunas). La vida y la actividad en la sociedad no deben estar centradas principalmente en el trabajo productivo ni los intercambios regidos mayoritariamente por el mercado. La nueva concepción de la vida en común deberá considerar que el ser humano no es solo ni principalmente un “homo œconomicus” ; el fin último de la vida humana no es la adquisición y posesión de bienes materiales. La producción y la distribución de bienes y servicios debe estar siempre totalmente vinculada a la realización personal y al bienestar de quienes los producen y de quienes los reciben, y no servir al enriquecimiento desmesurado de nadie.
El aumento de la productividad del trabajo en el último siglo y aún más en las últimas décadas, debido a los avances tecnológicos, ha sido inmenso. Es evidente que necesitamos trabajar muchas menos horas a la semana que en el pasado. Pero esa ganancia extraordinaria de productividad no se ha traducido en absoluto en ganancia de tiempo libre para las personas. Seguimos trabajando obsesivamente para satisfacer las exigencias cada vez más difíciles del omnipresente mercado y del crecimiento de la economía productivista y consumista, sometida a la presión irracional de la competencia.
Por ello, es indispensable que el mercado no gobierne todas las esferas de la vida humana ; cuando el mercado se introduce en un máximo de actividades y situaciones de la vida, muchos valores se pierden o se corrompen.
El ser humano no necesita ser rico, sino humano. Y feliz; las personas deben poder tener tiempo y medios para realizar un máximo de actividades significativas , relacionales, cognitivas, culturales, artísticas, de ayuda mutua y espirituales, y poder cultivar un máximo de vivencias e interacciones profundas con personas que comparten valores en variadas dimensiones, se re-conocen y enriquecen humanamente los unos a los otros. La economía política exitosa es aquella que permite eso y organiza la manera de producir, poner en común y gestionar eficazmente las riquezas humanas liberando la vitalidad de intercambios que no son ni exclusiva ni principalmente económicos.
5) El transocialismo es un feminismo : la igualdad de dignidad y oportunidades entre seres humanos de sexo diferente debe ser un principio y una búsqueda permanente de la sociedad. De ninguna manera es aceptable que subsistan resabios de la secular y multiforme dominación masculina sobre las mujeres y se traduzcan en posiciones de autoridad y privilegios basados en el género, implícitos o explícitos, ni las discriminaciones correspondientes en la sociedad. La enseñanza, el cultivo de la sabiduría, la sensibilidad y el pensamiento femenino deben encontrar las capacidades de acción que merecen en el mundo del futuro. Este feminismo ya no es solo un combate de las mujeres por la igualdad y por sus derechos, sino el combate de la sociedad en su conjunto por el fin de las formas patriarcales, verdadero lastre de la historia.
El ser humano universal y libre está más allá tanto de las diferencias biológicas de sexo como de las construcciones sociales de género, aunque estas sean producto de la cultura y de las historias particulares de los pueblos. Les compete a los movimientos y proyectos políticos del futuro la extensión de las luchas por la igualdad de oportunidades y de consideración que las mujeres han brillantemente conducido, hacia el fin de toda forma de violencia de género, desprecio o discriminación, tanto real como simbólica, hacia cualquier minoría sexual, racial, tendencia o elección de tipo de vida y de construcción de identidades y relaciones. Un feminismo integral, que libera a todos los seres humanos de todas las determinaciones de género.
6) L a horizontalidad de las relaciones y la igualdad es la situación interhumana más natural. Toda jerarquía y ejercicio de autoridad debe ser provisoria y limitada estrictamente a una función o tipo de actividad, basada en el conocimiento y el mérito y elegida de manera democrática y transparente y con vistas a la eficacia. Las funciones de autoridad —no de poder ni de dominación— deben ser accesibles a quienes puedan merecerlas y no tienen por qué ser causa de distinción social particular ni de privilegios económicos desmesurados: el ejercicio de un cargo de responsabilidad debe ser considerado él mismo como la fuente principal de gratificación subjetiva. Servir provisoriamente al pueblo, a una empresa o a una institución en una posición de autoridad debe ser considerado un privilegio y un honor que no necesitan ser redoblados por una situación económica ostensiblemente superior.
No se trata sin embargo de un artificial igualitarismo económico, generador de tensiones y tiranía; las diferencias de riqueza y de medios son posibles entre los ciudadanos, solo que no deben estar desvinculadas del mérito reconocido o de las necesidades específicas de un oficio. Ellas pueden resultar de diferencias de implicación, talento, voluntad, eficacia, esfuerzo y experiencia; deben ser conocidas y aceptadas por las personas implicadas en el contexto en el cual aparecen (empresa, institución o comunidad) y tener, de alguna manera, una relación proporcional con el beneficio que las menos favorecidas de entre ellas puedan obtener.
Se sigue que la competencia no es el centro de la vida social ni es en absoluto indispensable para dinamizar las economías, como lo proclama un darwinismo mal asimilado. Debemos ser capaces de idear un mundo en el cual sus habitantes no seamos básicamente adversarios (ni eventualmente enemigos), sino colaboradores, vecinos, socios, amigos, conciudadanos, tomando en cuenta las especificidades de cada cual, tanto en las variadas formas de la vulnerabilidad cuanto en las potencialidades individuales y la fuerza de los aportes colectivos.
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