¿QUÉ APRENDER –APRENDER A HACER, APRENDER A SER– PARA VIVIR JUNTOS Y EN PAZ?
La formación en psicología comunitaria se orienta al desarrollo de dominios teóricos y prácticos para la transformación social, lo que involucra habilidades para la intervención que se entrelazan con las de la investigación. Si bien los elementos teóricos pueden enseñarse con diversas estrategias pedagógicas en el aula, no sucede lo mismo con las habilidades prácticas del psicólogo comunitario ( Nelson y Prillentensky, 2010) o con las habilidades para la investigación-acción en cualquier campo, pues estas se potencian cuando estudiantes y docentes se enfrentan juntos a la solución de problemas reales ( Levin, 2008).
Figura 1.Portada del libro construida por el grupo durante el encuentro en Agua Bonita
Teniendo en cuenta que se requiere contar con una experiencia de aprendizaje-servicio comunitaria acompañada por el docente ( Nelson y Prillentensky, 2010), la electiva se diseñó siguiendo dos de los principios para el entrenamiento en psicología comunitaria señalados por Evans, Nelson y Loomis (2007): 1) crear con los estudiantes las condiciones de empoderamiento que buscamos generar en la comunidad y 2) promover el involucramiento de los estudiantes en el salón y la comunidad, integrando teoría y práctica.
Precisamente en estos escenarios se desarrollan las competencias profesionales para la praxis, que involucran la efectividad personal (reflexión y concientización personal; habilidades comunicativas como liderazgo y asertividad), el establecimiento de alianzas y colaboración con distintos actores clave y las competencias técnicas relacionadas con la gestión de proyectos, entre otros ( Nelson y Prillentensky, 2010). En la misma línea, el aprendizaje de la investigación-acción desarrolla habilidades profesionales centrales, como la escucha profunda, la escritura para la difusión del conocimiento ( Pyrch, 2017) y la práctica reflexiva ( Herdman-Barcker y Erfan, 2017; Taylor, Rudolph y Foldy, 2017).
Entre todas ellas, la práctica reflexiva es, tal vez, la habilidad más importante del profesional que desarrolla procesos de investigación-acción ( Herdman-Barcker y Erfan, 2017). Pero la reflexión aquí no se realiza solo sobre la acción desarrollada o sobre las comunidades: de acuerdo con Taylor et al. (2017), la invitación al cambio social sin la necesaria transformación personal es ineficaz, de manera que la práctica reflexiva debe llevarse a cabo entendiendo que esta implica revisar y aprender acerca de sí mismo, particularmente sobre los propios marcos con los que vemos y a partir de los cuales actuamos en el mundo social.
Los relatos de este libro son fruto de la reflexión sobre la acción que orientó la transformación de cada estudiante como persona y del grupo como comunidad de aprendizaje. Esta praxis hizo tangible el que la psicología comunitaria “empieza en casa”, de manera que los textos delinean el camino del encuentro hacia la necesaria coherencia en lo que somos a nivel profesional, político y personal ( Nelson y Prillentensky, 2010).
CÓMO SE CONSTRUYE ESTE PUNTO DE ENCUENTRO
Este libro es resultado de un trabajo colaborativo entre estudiantes, profesoras y actores locales, que da cuenta de la creación de oportunidades de aprendizaje colectivo en el proceso de reflexión-acción ( Levin, 2008), así como del proceso de integración del conocimiento y la acción en respuesta a los asuntos que son relevantes para las comunidades. Así mismo, ilustra el carácter bidireccional de la transferencia de conocimientos y habilidades ( Israel et al. , 1998).
Los relatos que configuran este libro son resultado de las reflexiones de cada estudiante sobre su experiencia de aprendizaje durante el trabajo de campo en el ETCR-HR. Fueron gestados en conversaciones informales en campo y forjados en los escenarios educativos intencionados de reflexión colectiva durante los días de trabajo en el ETCR-HR. En este proceso fue posible ver el trabajo cooperativo que resulta al entender las conversaciones como estrategia pedagógica para aprender sobre la práctica, y que las mismas conversaciones que consolidan la situación de aprendizaje son las que ocurren durante el proceso de investigación-acción y son las que modelan la manera en que el conocimiento se podrá comunicar a otros ( Levin, 2008).
La primera versión escrita de los relatos fue compartida oralmente con el grupo de estudiantes y editada a partir de las preguntas y sugerencias de los demás; en los casos en los que se hacía referencia a personas de la comunidad del ETCR, los relatos fueron compartidos con ellos para recibir su consentimiento y aportes. La segunda versión de los escritos fue revisada entre los estudiantes de manera colaborativa y después se compartió con los coordinadores de la biblioteca del Espacio, quienes realizaron su revisión y aprobación.
Con esta versión de los textos, identificamos en una sesión colectiva los temas comunes en las experiencias que cada uno eligió contar y llegamos a consensos sobre las categorías generales con las que nombraríamos los apartados que configuran el libro: “Valores”, “Rutas y caminos”, “Reflejos”, “Desmitificación”, “Artefactos”.
En esta primera visita, en la que no teníamos más propósito que conocernos, el encuentro con “el otro”, la conciencia de la estigmatización y la sorpresa ante la humanidad compartida fueron los temas recurrentes; pero también convergieron las reflexiones sobre el encuentro con uno mismo y sobre los vínculos que se forjan entre estudiantes, y estudiantes y profesoras en este tipo de escenario de aprendizaje. Por ello, acordamos que Punto de encuentro era el título que mejor englobaba la experiencia compartida de aprendizaje en contexto de trabajo comunitario en alianza con el ETCR-HR (véase la figura 1). En el cierre de nuestra visita al Espacio, presentamos el libro en su versión hecha a mano para recibir las percepciones de la comunidad y pedir su aprobación para la publicación.
Este libro es el resultado de un proceso colaborativo, de co-construcción de narrativas sobre el encuentro entre un grupo de estudiantes universitarios y la comunidad fariana en proceso de reincorporación. Cada sección cuenta con un comentario al final, en el que profesores de la Universidad de La Sabana analizan desde su disciplina los relatos de los y las estudiantes y reflexionan sobre ellos. El objetivo de estos comentarios es construir un libro que articule la práctica y las vivencias, con marcos de comprensión propios de las ciencias sociales. A continuación, presentamos las secciones y sus comentarios.
VALORES: CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA DESDE LA PRÁCTICA
En teoría, el psicólogo comunitario aboga por valores afines a la liberación y el bienestar personal, relacional y colectivo, y en la intervención debe conocer tempranamente los valores de los colectivos, grupos y comunidades para revisar su convergencia con los propios ( Nelson y Prillentensky, 2010). Pero ¿cómo ocurre esto en la realidad? ¿Dónde están escritos los valores de cada quién?
En términos pedagógicos, pensamos que incluso la conformación de grupos con los estudiantes nos podía ayudar a sentar un precedente sobre el conocimiento de otros: al llegar al Espacio tuvimos la tarea de organizar grupos de trabajo de los estudiantes que ya habían establecido sus propias preferencias. ¿Cómo organizamos a los estudiantes en esos grupos de trabajo cuando ellos ya han establecido sus propios grupos de amigos? Entendimos que necesitamos conocernos a nosotros, entre nosotros, como proceso paralelo en el encuentro con otros. De manera que dividimos a los estudiantes en grupos mezclados con personas que sabíamos que no conocían. Por ello, los relatos de esta sección también muestran cómo la experiencia cotidiana compartida facilita el encuentro entre estudiantes y que se conozcan mejor los valores compartidos.
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