Osvaldo Bazán
Seamos libres
Bazán, OsvaldoSeamos libres / Osvaldo Bazán. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2020.Libro digital, EPUBArchivo Digital: descarga y onlineISBN 978-987-599-704-21. Análisis de Políticas. 2. Corrupción Política. I. Título.CDD 320.82 |
Foto del autor en solapa: © Daniel Nahmías
Diseño de tapa: Osvaldo Gallese
Revisión: Federico Juega Sicardi y Pablo Krantz
© 2020. Libros del Zorzal
Buenos Aires, Argentina
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Impreso en Argentina / Printed in Argentina
Hecho el depósito que marca la ley 11723
A Dani, responsable siempre de mi mejor versión
Al amperímetro
Table of Contents
Los mejores días Los mejores días No han sido tiempos fáciles. Ya sabíamos que no lo serían, pero resultaron mucho peores de lo que podían prever los más pesimistas. Por un lado, claro, la pandemia, la peste que vino a descubrir lo bello y lo monstruoso de un planeta en construcción. Todo fue puesto en tensión: las relaciones mundiales, las relaciones personales, la solidaridad, el egoísmo. Gente normal convertida en delatores de vecinos sin barbijo. Organizaciones internacionales con pies de barro. El verdadero estado social de un país sin rumbo. La estructura feudal, el esqueleto sin músculo, la indigencia material, espiritual y mental. Por otro lado, el nuevo gobierno. “Nuevo”, porque comenzó a fines de 2019, pero, por lo demás, es la misma serie de fotografías en sepia que venimos sufriendo desde la Segunda Guerra Mundial. Inflamado discurso de igualdad en donde los lenguaraces siempre miran desde arriba: a ellos no les toca ser iguales. A ellos, las mansiones malhabidas, las carteras Hermès, las tierras del sur. Ellos son los que no son iguales porque son buenos, están para repartir lo que otros ganan con su trabajo. Ni libros ni alpargatas. Una administración que no administra, unos funcionarios que no funcionan y una cuarentena que no termina. Como dice un chiste popularizado en las redes: “Entre economía y salud, eligieron salvar a Cristina de las causas judiciales”. Millones de argentinos somos más pobres, más infelices, más ninguneados. Sin embargo, los tres objetivos básicos que sabíamos que estos cosos en el poder iban a tener se cumplen día a día: impunidad, choreo, venganza. De eso se habla en este libro. De la impunidad, del choreo y de la venganza, los tres pilares básicos en los que se asienta el peor gobierno de la historia. De cómo todo, absolutamente, está dirigido a esos tres objetivos. De cómo intelectuales, artissstas, periodistas, empresarios y círculo rojo son responsables de este desastre. Este libro también intenta ayudar a pensar salidas, porque las hay. Y mire usted por dónde, esa salida somos ni más ni menos que nosotros mismos. En acción, claro. Contrariamente a lo que desean muchos nostálgicos, no tengo ningún interés en volver a “la Argentina de nuestros abuelos”. Resulta mucho más excitante preparar “la Argentina de nuestros nietos”. Es allá adelante en donde van a pasar las cosas. Y lo que ocurrirá será exactamente lo que sepamos armar ahora. Mi manera de empezar ha sido escribir este libro. Te toca a vos.
La noche inolvidable La noche inolvidable Fue una pata de elefante sobre el pecho. Fue la asfixia y fue el desgarro. Fueron la oscuridad y el desastre cayendo de punta sobre cada uno de nosotros. Fue un dolor por viejos dolores, fue un dolor por los dolores que vendrían. Fue el comienzo de la pesadilla; peor aún, la certeza del comienzo de la pesadilla. Fue de mirarse con los propios, llorar, no poder respirar. Fue de pedir perdón al futuro, contar las pérdidas, juntar los pedazos. La noche del 11 de agosto de 2019 fue, para muchos, la peor noche de su vida. Fue ver el tren de frente, limpio, impasible, decidido. Fue un golpe bajo, un terremoto, un sismo de magnitudes inusitadas, 10 en la escala Richter del desánimo. Los números que daba la televisión eran incontestables. Alberto Fernández, 15 puntos por sobre Mauricio Macri. Axel Kicillof, 17 puntos por sobre María Eugenia Vidal. No fue una cachetada. Fue una paliza en todo el cuerpo. Sabíamos lo que se vendría. Impunidad, choreo, venganza. No era ningún prejuicio. Los habíamos visto, los habíamos sufrido a lo largo de años. Y, lo que era peor, habíamos visto que otra cosa era posible. Dicen que el ciego de nacimiento no puede hacerse una idea de lo que pierde por no ver. Nunca vio. Nosotros habíamos visto que otra manera de hacer las cosas era viable. Y cuando estábamos empezando a diferenciar los colores, ¡zas!, el zarpazo que nos tiró para atrás, para abajo, muy abajo. Fue una noche inolvidable. De la peor manera, inolvidable. De golpe, una campana inmensa quitó el aire al territorio nacional. No podíamos respirar. ¿Recuerdan que no podíamos respirar? Sí, claro que lo recuerdan. Daba vergüenza mirarse a los ojos. Se nos había escapado entre los dedos. Muchos también nos sorprendimos de que nos afectara tanto. “Bueno, unas elecciones, ya pasamos muchas, ganamos pocas, ¿qué es tan grave?”, nos decíamos como para conformarnos. Pero todos sabíamos que no era tan poco. Que se jugaban años de nuestras vidas. Que algunos de los nuestros, cumpliendo lo que sabíamos que iban a cumplir, se irían. Volvería la tropa de la superioridad moral, subida al poni de la claridad intelectual, señalando a todos los demás como gorilas, oligarcas, de ultraderecha, violentos. Volvería el desprecio por el otro, disfrazado de “la patria es el otro”. Desde detrás de la tranquera, los demonios afilaban sus tridentes. Los veíamos venir. No durmió casi nadie esa noche.
El amperímetro
Diciembre de 2019
Artisssteando
La mesa contra el hambre
Las palabras
Todo es coso
Total miserabilidad
Este es un mundo de mierda
Todos Tus Muertos
La peste
Ya está
Agradecimientos
Los mejores días
No han sido tiempos fáciles.
Ya sabíamos que no lo serían, pero resultaron mucho peores de lo que podían prever los más pesimistas.
Por un lado, claro, la pandemia, la peste que vino a descubrir lo bello y lo monstruoso de un planeta en construcción. Todo fue puesto en tensión: las relaciones mundiales, las relaciones personales, la solidaridad, el egoísmo. Gente normal convertida en delatores de vecinos sin barbijo. Organizaciones internacionales con pies de barro. El verdadero estado social de un país sin rumbo. La estructura feudal, el esqueleto sin músculo, la indigencia material, espiritual y mental.
Por otro lado, el nuevo gobierno. “Nuevo”, porque comenzó a fines de 2019, pero, por lo demás, es la misma serie de fotografías en sepia que venimos sufriendo desde la Segunda Guerra Mundial. Inflamado discurso de igualdad en donde los lenguaraces siempre miran desde arriba: a ellos no les toca ser iguales. A ellos, las mansiones malhabidas, las carteras Hermès, las tierras del sur. Ellos son los que no son iguales porque son buenos, están para repartir lo que otros ganan con su trabajo.
Ni libros ni alpargatas.
Una administración que no administra, unos funcionarios que no funcionan y una cuarentena que no termina.
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