1 ...8 9 10 12 13 14 ...28 Kovak prefirió no mojarse. Si algo había aprendido Mario con el tiempo, es que su amigo era parco al hablar de sentimientos.
Mario se pidió la última copa y salió a tomar el aire. Fuera vio a Álex, sentado en un banco de piedra fumándose un cigarro. Se preguntó si sería un buen momento para hablar con él. No veía a Icíar por ningún lado. Tenía que averiguarlo, solía preocuparse por cosas que escapaban a su comprensión, así que decidió arriesgarse.
—No sabía que fumabas —dijo Mario abordando a su reciente nuevo amigo.
—¿Quieres? —le ofreció Álex.
—No, gracias, no fumo.
—Haces bien. El tabaco es una mierda —Álex hablaba con cierto agotamiento.
—¿Y por qué no lo dejas?
—Bueno, de algo hay que morir, ¿no?
—Esa era precisamente la respuesta que esperaba. —Mario le sonrió y consiguió que Álex también lo hiciera —. ¿Qué ha sido de Icíar?
—Se ha largado. Mucho mejor, no estoy para aguantar tonterías esta noche.
Mario le ofreció un trago de Pitufo . Tras una pequeña pausa, continuó:
—¿Una gran bronca? —le preguntó.
—Algo así, como casi todos los días. —Álex le pegó otro trago al cubata y luego se lo devolvió a Mario—. Te juro que no la entiendo. Icíar es una chica genial, pero su forma de ser a veces le delata. Me jode que se vaya pavoneando delante del primer tío que se le cruza por delante. Estoy cansado de que no quiera ver que eso no me gusta.
—Lo entiendo. A mí tampoco me parecería correcto.
—¿Verdad? —preguntó Álex acogiendo su aprobación—. No sé qué hacer, porque siempre estamos discutiendo por tonterías. Ya no sé qué pensar.
—Aun así, ella tiene todo el derecho del mundo a hacer lo que le plazca. No por el hecho de que sea mujer se debe privar de ser quien es.
Álex le observó con el ceño fruncido. No estaba muy seguro de haberle entendido. ¿Lo estaba apoyando o se estaba contradiciendo?
—¿La quieres? —preguntó Mario de súbito. Ni él mismo se lo esperaba.
—¿Cómo dices?
—Que si la quieres.
—¡Sí! —contestó inmediatamente, algo desubicado.
—Vaya, has contestado rápido —asintió Mario—. Eso es porque es verdad. Lo normal es que hubieras tardado en responder. En ese caso significaría que tendrías dudas de lo que sientes por ella. Pero tu respuesta ha sido sincera y directa.
—¿Esto qué es? ¿Una escena de Titanic ? —preguntó Álex algo disgustado.
—No, porque tú no eres Rose —contestó Mario intentado suavizar el ambiente.
—Ni tú Jack —contraatacó Álex algo brusco.
Cuando una persona muestra genio ante otra persona que intenta animarle es por pura necesidad. Mario no fue muy oportuno con sus comentarios, pero rompió una barrera que muy pronto le traería consecuencias. Preocuparse por un extraño no estaba en sus planes, pero Álex no era cualquier extraño. Esa persona estaba ahí sufriendo en silencio, y Mario había conseguido sonsacarle más información en cinco minutos que Kovak en todos esos meses en clases de interpretación. Álex estaba perdido, y pedía ayuda a gritos, solo que nadie más lo veía. Mario se podría haber marchado en cualquier momento, después de todo se le daba bien analizar las razones por las que una persona actuaba con prepotencia. Su nueva amistad no denotaba esos mismos aires, así que decidió darle la vuelta a la situación y otorgarle el beneficio a la duda.
—Perdona —se disculpó Mario—, no es que ponga en duda tus sentimientos, nos acabamos de conocer y no quiero que te lleves una mala impresión de mí, es solo que no creo en el amor verdadero. Por eso me ha impactado tu respuesta.
—¡Claro que la quiero! —explayó—. Es el amor de mi vida.
—¿Te ves con ella formando una familia a largo plazo? —Mario continuó con su interrogatorio intimidatorio.
—Sí —afirmó sonriendo—. Es decir, no es que me vea casado con ella y con hijos. No me gustan los niños, pero sí me veo viviendo con ella, levantándome todos los días a su lado… Ver su rostro todas las mañanas…
—Te creo —mintió Mario.
—¿Qué podría hacer para…?
—Hazle saber que siempre estarás para ella —le cortó su amigo—. Compréndela, entiéndela. Ella es así, y las personas no cambian. Lo que cambia es el camino. No siempre es igual y puede que de vez en cuando te topes con alguna intersección, pero al final vuelves a elegir otro camino. Cuanto antes entiendas estas palabras, antes dejarás de sufrir. Si de verdad estáis enamorados, ella empezará a hacer lo mismo y llegaréis a respetaros. Podréis empezar a pensar como si fuerais uno solo. El amor es cosa de dos. Dos personas no se entienden si una de ellas no quiere. Icíar es una chica de mente abierta, es la impresión que me ha dado. Creo que es normal que atraiga a los hombres, no puede evitarlo, es una chica atractiva, preciosa, y con una personalidad marcada. Eso no desaparecerá del día a la noche. Tendrás que aprender a convivir con ello. Si se le acerca algún chico para ligársela, deberás confiar en ella. ¿El amor no se basa en la confianza?
Mario había ensayado el soliloquio por si alguna vez se topaba con este caso.
—Ese es el problema —contestó Álex—, que no sé si confío en ella.
—¿Te ha dado algún motivo para no hacerlo?
—¿Te parece poco lo de esta noche?
—Álex, vas a odiarme por esto, pero ella no te ha faltado el respeto en ningún momento. Ha estado escuchando tus canciones en primera fila, te ha estado animando y lo ha disfrutado. Sobre todo, sonreía cada vez que le guiñabas un ojo y te dedicaba alguna canción. El hecho de que esté hablando con un tipo que se le ha acercado, no la convierte en una mala persona. No lo ha besado, ni se han estado magreando. Ella está contigo, y lo sabe. Creo que lo que más le apetecía esta noche era disfrutar con nosotros. Reconócelo: eres celoso.
—La Virgen, Mario —se quejó Álex—. Se supone que deberías animarme, no deprimirme.
—Lo siento —volvió a disculparse Mario—. No suelo seguir las reglas. Tiendo a decir lo que pienso, y pienso pocas veces en saber cómo se lo puede tomar la gente. Y aunque suena contradictorio, no suelo hablar abiertamente de todo lo que pienso. Solo cuando veo la necesidad.
—Pues, tío, no sé si darte un puñetazo o un abrazo.
—Me conformaría con un abrazo. —Rio—. Pero veo que tú tampoco eres de seguir las reglas, aunque prefiero a las personas pacíficas.
Los dos firmaron un contrato en el frío de la noche. Un contrato que estipulaba la confianza por ambas partes y por el que primaba la lealtad del uno con el otro. Las firmas bailaron al unísono de las palabras y fueron formándose poco a poco con la languidez de aquella charla hasta fundirse en un abrazo. Los contratos de amistad no se ven, pero se sienten. Y cuando alguien descubre a un amigo verdadero, lo tiene para toda la vida.
—Volvamos adentro —dijo Mario—, tenemos a Kovak abandonado.
Cuando Blanca cerró la puerta de casa, se derrumbó. Estaba abotargada. Después de dejarse caer y apoyar la espalda en la puerta, los sucesos de los dos últimos días regresaron con fuerza a su cabeza. No pudo contener más las emociones que le provocaba la decisión de Mario, así que optó por dejar que las lágrimas le brotaran de su ser. Se llevó las manos a la cabeza y lloró. Lloró todo lo que necesitaba llorar. Era momento de descargar tensiones en el piso que había compartido con él.
Sin embargo, ¿había sido buena idea regresar al piso? En realidad, en Mallorca no tenía a nadie más. Toda su familia vivía en Barcelona. El único contacto que mantenía en la isla era Tomeu Salou, un antiguo compañero de clase que se había mudado a Palma con la intención de casarse y formar una familia, cosa que consiguió. Era abogado, y por circunstancias de la vida consiguió un puesto de trabajo en el bufete Amengual, la empresa que regentaban los padres de Mario. Pero ahora, Blanca necesitaba respuestas. Tampoco sabía si buscarlas sería la solución a todos sus dilemas, solo intentaba dejar la mente en blanco, pero lo único que proyectaba su cerebro eran preguntas sin respuesta. Se desfogaba, ahí tirada en el suelo, arrancándose los pelos por intentar asimilar que ahora estaba sola, que, aunque Mario no había muerto, no podría volver a sentir las mismas vivencias con él. Sabía perfectamente que, si su novio sobrevivía al coma, nada volvería a ser como antes. Un antes y un después. ¿Y la carta? ¿De verdad debía creerse todo el contenido que se mencionaba? No… Blanca necesitaba respuestas. Y las necesitaba ya.
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