Alberto León Gutiérrez Tamayo - Tejer redes para la apropiación social de conocimiento
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En quinto lugar, se proponen algunas consecuencias para la sociedad y para la universidad (que hace y quiere hacer transferencia de conocimientos para que haya apropiación social de conocimiento).
Concepto de conocimiento
El primer punto está relacionado con el conocimiento como una totalidad disponible, lo cual se expresa en la región de las teorías nombrada como “teoría de los tres mundos”.3 En ella, se figura el conocimiento como una pila, un acervo, una acumulación, que reúne lo que muchos individuos han ido aportando a ella. En este punto, es posible establecer una distinción inicial, la que hay entre conocimiento subjetivo y conocimiento objetivo.4 Una cosa es cuando alguien dice “yo sé”, por ejemplo: “yo sé quién atropelló al peatón que yace en la calle”; eso es algo que él sabe, y mientras no lo exprese, es un conocimiento suyo, privado y, por tanto, subjetivo. Corrientemente se usa el verbo saber en un sentido subjetivo. Pero es diferente cuando alguien dice: “se sabe que el agua hierve a 100 °C” o “se sabe que Bruto apuñaló a Cayo Julio César”, pues estos son conocimientos que están abiertamente disponibles y se pueden recuperar a partir de lo que está escrito, de lo que se enseña en la escuela o en los libros de texto, enciclopedias, etc.
El sentido subjetivo proviene de un sujeto que produjo un conocimiento, en el caso del ejemplo del peatón atropellado, el contenido es una sensación, algo visto y oído por alguien. De otra parte, en el sentido objetivo se trata de algo que puede tener la forma de objeto, porque tiene la exterioridad y la materialidad de una silla o de cualquier otro objeto por haber sido depositado sobre un soporte material. Cuando se tiene una colección de libros, ellos son como las sillas, están ahí como objetos. Pero es más importante el caso de los libros que, a diferencia de las sillas, no están allí para que nos sentemos encima de ellos, sino que contienen, incorporan, conocimientos producidos por otras personas. Ese conocimiento es un conjunto de objetos abiertamente disponibles. Son patrimonio colectivo. Ese es el conocimiento en sentido objetivo.
El conocimiento en sentido subjetivo-íntimo se hace objetivo-público cuando es incorporado en sustratos materiales o en acciones concretas-repetibles. Por ejemplo, cuando algo que sabe un individuo –y que solo sabe él– es descrito verbalmente y grabado en una grabadora de sonido o video, se permite que los demás puedan tener acceso a ese conocimiento y, por lo tanto, llegar a conocer lo que solo él sabía, es entonces cuando está incorporado a un sustrato: la cinta ferrosa de grabaciones, el disco de acetato o, más clásicamente, el papel. En ese sentido, hay una materia que sirve de soporte al antiguo saber individual, lo convierte en accesible para otros y, a partir de entonces, muchas personas pueden llegar a tener los mismos conocimientos. Por ejemplo, alguien consigna información acerca de la bomba atómica, cómo se hace, cuál es la tecnología que se necesita para su fabricación y, entonces, deja de ser un conocimiento exclusivo de las grandes potencias bélicas y permite que otras personas puedan llegar a fabricarla. Es un peligro, pero es una consecuencia de que el conocimiento tenga un sentido objetivo, se pueda intercambiar y esté disponible para que alguien obtenga conocimiento a partir del acervo.5
Por eso, es un acumulado de donaciones individuales que, por una parte, se puede llamar la cultura, porque en las acciones que realizan diariamente los seres humanos de una comunidad hay muchos conocimientos tácitos. Y, por otra parte, a esa pila de conocimientos más sofisticada y elaborada por medio de teorías, como las de la ciencia, se le puede llamar la enciclopedia,6 que es una acumulación de enseñanza. Si se trata de cuantificar, se hará evidente que la pila de conocimiento global es mayor de lo que cada ser humano puede sacar de ella, y también mayor de lo que ha producido cada ser humano como individuo, es decir, el conocimiento, en sentido objetivo, es mucho mayor que el conocimiento en sentido subjetivo. Además, el individuo suele producir conocimientos derivados de lo que se apropia del acervo colectivo.
El segundo punto tiene que ver con el conocimiento tácito. Los seres humanos saben más que lo que saben que saben. Eso parece un juego de palabras, pero no es un simple juego sin contenido. Alguien puede comer una manzana y ello pone en acción una serie de conocimientos que hay en su cuerpo y requieren muchos libros para su descripción.7 Aunque eso lo saben las células correspondientes de su cuerpo, su corteza cerebral puede ser incapaz de hacer la descripción del proceso, a no ser que sea un químico que ha tenido mucha formación sobre la digestión y, entonces, sí podrá explicitar, con base en su memoria subjetiva, todo lo que está en esos libros.
El cuerpo, en su totalidad, sabe mucho más de lo que sabe la corteza cerebral, porque las células del cuerpo tienen mucha información que proviene de la evolución de los seres vivos antes de que emergiera la conciencia. Cuando se usa la lengua natural, se utilizan clasificaciones asimiladas silenciosamente al aprender a hablar y entender, y se piensa que el mundo es tal como ellas lo segmentan, pero esas clasificaciones no vienen del mundo, sino de la lengua que se habla. Es algo que se asimiló sin darse cuenta de que provenía de quienes hablaban. En las lenguas naturales, hay encerrados muchos conocimientos que las personas no saben que los saben. Cuando se estudia una lengua natural que no es la lengua materna, se tienen que aprender conocimientos clasificatorios que hay en la otra lengua, parecidos a los de la propia, pero no iguales. Esa suele ser la parte más difícil.
No se trata de aprender las palabras, sino las estructuras de conocimiento con las cuales se ordena el mundo. Esto explicita en qué consiste el conocimiento tácito. Aún el acervo subjetivo del conocimiento no es totalmente transparente para la conciencia individual. Como ya se ha dicho, las personas saben muchas cosas que no saben que saben. La parte inconsciente del conocimiento es activa, y tiene un papel fundamental en la conducta y en el pensamiento de los seres humanos. En la tradición, se ha desconocido el componente tácito o silencioso del conocimiento. Cada vez que se dice que algo es lógico u obvio, ¿qué contenido tiene nuestra afirmación? Esas dos palabras –lógico y obvio– se refieren a algo que no se explicita siempre, y que cuando quiere hacerse resulta ser complejo y sofisticado.
¿Cómo es posible hacer, en este caso, esa ampliación del concepto de conocimiento? Llevándolo más allá de la conciencia; es decir, más allá de lo que se sabe que se sabe, incluso más allá de la conciencia de los seres humanos, por ejemplo, hasta reconstruir, hipotéticamente, lo que fundamenta la conducta de un perro, de un caballo o de un gato. Ellos saben muchas cosas parecidas a las que nosotros sabemos y otras que no son tan parecidas. Por ejemplo: el olfato del perro reconoce (tiene la capacidad de discernir, de separar) muchos más tipos de olores que el de los humanos, hasta el punto que hoy se está trabajando con perros para que puedan detectar a personas con ciertos tipos de cáncer, lo cual es posible porque sus células olfativas saben mucho más de lo que saben los médicos con sus teorías y los aparatos de reconocimiento, por el olor que producen las células. Esto lleva a una forma de conocimiento que poseen algunos seres vivos y no los seres humanos, y permite ampliar el concepto de conocimiento al sacarlo del campo de la conciencia de las personas y expandirlo hasta todos los seres vivos.8
Actualmente, se experimenta también con ciertos tipos de bacterias que pueden arrojarse sobre los campos y formar aglomeraciones visibles sobre los sitios donde hay explosivos. Se puede decir que esas bacterias saben dónde están los explosivos de las minas antipersona y lo pueden mostrar, para proceder a erradicar estos artefactos letales, cuando forman sus aglomeraciones coloreadas. Esa es una forma de conocimiento, pero ciertamente no es consciente sino conocimiento inconsciente, y este no es exclusivo del sistema nervioso de los humanos, sino de los seres vivos en general. En esta concepción de biología del conocimiento, que implica una ampliación del concepto mismo, se entiende por tal la información que hay en el interior de un ser vivo y sirve para orientar o controlar la relación con el medio exterior. Eso permite sobrevivir a los seres vivos, incluyendo a los humanos. Esta revisión de la definición permite comprender que hay más conocimiento de lo que, generalmente, se asume.
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