Ilustración 1. Propaganda que ilustra la publicación del álbum
Fuente: El Tiempo [Bogotá], 21 de mayo, 1931: 3.
La estructura mental de Rendón estaba dedicada a la vida inmediata. Mal no ganaba en el diario. Recibía una suma de trecientos pesos mensuales, una cifra astronómica. El pago venía de la competencia en ofertas laborales que le llegaron ante su renombre. Su fama traspasó las fronteras del país. Numerosos periódicos de Hispanoamérica, Estados Unidos y Europa lo buscaron. Entre las ofertas más importantes estuvo la de The New York Times, en la cual le ofrecían un salario apenas para una vida en Estados Unidos. Sin embargo, la rechazó enfáticamente. Ante la insistencia del periódico para vincularlo, mencionó que su decisión se debía a que vivir allá lo imposibilitaba de seguir rodeándose de sus amigos. Igual allá “no había presidentes conservadores, ni curas reaccionarios, ni militantes despóticos a quienes ridiculizar y fustigar con su lápiz magistral”. 39A pesar de lo conflictivo que resultó el tema del álbum para Rendón, gran reconocimiento se le hizo a su figura. Se rescataba el valor de sus caricaturas, al atribuírsele el de ser la consigna intacta y transparente de la vida política del país. Era en sí un trozo de la vida colombiana. Se le ponía junto al cronista Mario Ibero como uno de los “maestros de la Petite Histoire colombiana”. 40Eran autores de documentos que consignaban la fiel voz del pueblo sobre los hechos en torno a la caída conservadora. Eran productores de fuentes que, desde entonces, se consideraban de gran utilidad para los historiadores del futuro ( ilustración 2).
El último dato que se tiene antes de que muriera es que había sido nombrado profesor en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá. En lo que pareció ser un cambio en su comportamiento frente al régimen liberal, redujo su tarea combativa en su último año, al dedicarse a otros oficios como pintar óleos, efigies y el dibujo publicitario. Su figura y su comportamiento fueron los aspectos a los cuales más atención le prestaron en vida, de los que sus contemporáneos hicieron varias apreciaciones. Desde escritores y caricaturistas, coincidían en la imagen de “su cuerpo magro, su vestir siempre de negro, su cara pálida bien rasurada, el chambergo (el sombrero) de alas no muy anchas, los ojos pequeños de mirada inquisidora y los labios apretados de satírico”, 41como bien se veía en la fotografía con Ibero.
A pesar de ser un espíritu nostálgico y retraído, mantuvo una comunicación leal con su círculo intelectual y otros allegados. El escritor antioqueño Fernando González decía: “Era idiota para la vida práctica y de sociedad. […] Inconsciencia de genio. Sonreía y expresaba todo con los ojos. Producía sensación de lejanía. No podía familiarizarse”. 42El jurista y escritor también antioqueño, José Manuel Mora Vásquez, en una crítica más dura, plasmó: “Rendón, por su acendrado idealismo, era un pesimista. En la obra del maestro inolvidable no he encontrado el alegre humorismo con que califican su espíritu simplista […]. Sus caricaturas dejan un sentimiento de malestar. Allí no está toda la verdad. La realidad fue vencida por la desolación, la inquietud y el análisis de un espíritu puro”. 43
Ilustración 2. Ricardo Rendón y Mario Ibero
Fuente: “Dos maestros de la Petite Histoire”, El Tiempo [Bogotá], 31 de mayo, 1931: 4.
El propio Gustavo Santos, en el prólogo del álbum, lo describió como un hombre de paso distraído y sonámbulo, una silueta de hidalgo bohemio que recorre Bogotá y Medellín. Desde la caricatura, igual sus pares, lo interpretaron y presentaron ( ilustraciones 3y 4).
Lo común era entonces su figura y postura. Se destacó siempre su chambergo y la ropa oscura. M. España ve los rasgos de su mirada, su boca pequeña, la cara pálida y delgada. Su figura es casi una sombra, un fantasma. Es un ser misterioso que se esconde tras la figura de un búho o un gallinazo. Lisandro Serrano, en cambio, quien gozaba de reconocimiento en el círculo de caricaturistas al trabajar durante la década de 1920 para la revista humorística Fantoches, extendió la descripción física a una alegoría de su obra. Es una escena completa donde Rendón yace sobre un jamelgo negro. Conecta la figura escuálida y vieja del animal con la del desgarbado y apagado caballero. Esta imagen, además, venía del ser tratado como uno de los artífices de la caída de la Hegemonía Conservadora. Rendón se sitúa sobre lo que parece ser un enorme gallinazo. Triunfa entre cráneos y aplasta las “roscas”, los “regímenes oprobiosos”, la Hegemonía Conservadora y al ministro de Guerra Ignacio Rengifo. Salen a relucir los cráneos, la alegoría a la nación, la Iglesia, las banderas ondeantes y la muerte, elementos clave de su pluma. Fue entonces una entrada no solo a su imagen, sino a lo que proyectaba en su trabajo de su cabeza y psicología. Se construía entonces como personaje público y fenómeno social.
Ilustración 3. El maestro Ricardo Rendón, de M. España
Fuente: El Tiempo [Bogotá], 29 de octubre, 1931: 14.
El caballero de la triste figura.
Ilustración 4. Las caricaturas de Rendón por Serrano
Fuente: El Tiempo [Bogotá], 26 de mayo, 1931: 4.
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