1 ...7 8 9 11 12 13 ...23 A pesar de que la Primera Guerra Carlista finalizó con el célebre Abrazo de Vergara (1839) entre los generales Espartero (liberal) y Maroto (carlista), y la reina confirmó los fueros de las provincias vascas y de Navarra, el conflicto siguió latente en otros puntos de España, especialmente en Cataluña, con la Segunda Guerra Carlista y numerosos alzamientos posteriores. Hasta que, tras la caída de Isabel II y el periodo del Sexenio Revolucionario, en 1872 estalla una nueva guerra civil, la Tercera Guerra Carlista, que se desarrolla fundamentalmente en el País Vasco.
La guerra finaliza en 1876, ya con Alfonso XII en el trono. Tras la victoria del ejército liberal, ese mismo año se abolía el régimen foral. Las Juntas y las Diputaciones forales son disueltas y se establecen las tres diputaciones provinciales, de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, con las mismas atribuciones que el resto de las provincias españolas. Aun así, se concedía a las nuevas diputaciones la facultad de negociar con la hacienda estatal la fijación de un cupo o cantidad que habrían de entregar al Estado por los impuestos concertados con este. Además, el gobierno de Cánovas reconocía a las diputaciones vascas el derecho a cobrar y gestionar sus propios impuestos para hacer frente al pago del cupo. Esto daba margen a las diputaciones vascas para fijar ciertos impuestos y establecer sus políticas fiscales, un hecho que sería determinante para el proceso de industrialización del País Vasco. El primer Concierto Económico se aprobaba en 1878.
Industrialización y nacionalismo
Ya en plena situación bélica de las guerras carlistas, surgieron en el País Vasco las primeras fábricas modernas, e incluso el primer alto horno para fundir metal de hierro, aunque no será hasta el último cuarto del siglo XIX cuando despegue definitivamente la industrialización. La existencia de mineral de hierro en la región atrajo a inversores británicos que, en un primer momento, exportaban el mineral a Inglaterra para alimentar la revolución Industrial en el entonces principal imperio del planeta, pero más adelante los mismos buques que trasportaban el mineral comenzaron a volver cargados de carbón británico para las plantas siderúrgicas que se iban instalando en la margen izquierda de la ría del Nervión.
Así, a partir 1845 se implanta en Bizkaia una industria siderúrgica moderna que se convertiría en el estandarte de la industrialización de este territorio durante las décadas siguientes y hasta finales del siglo XX. Fruto de este despegue industrial surge en el País Vasco, y sobre todo en Bizkaia, una potente élite burguesa cuyo creciente poder económico y político es, en gran medida, la que consigue que la abolición de los fueros se convierta en el concierto económico.
El desarrollo económico también conlleva para el País Vasco una fuerte inmigración procedente de otros puntos de España, así como la aparición de los movimientos obreros. A finales del siglo, en un marco de crisis de la sociedad tradicional vasca debida a estas profundas transformaciones socioeconómicas y a la abolición de los fueros, nace el nacionalismo vasco de la mano de Sabino Arana, quien en 1895 funda el Partido Nacionalista Vasco (PNV).
Del Estatuto de Estella al franquismo
El aún importante núcleo político carlista en el País Vasco a principios del siglo XX es inicialmente el principal impulsor del primer estatuto vasco durante la Segunda República, el denominado Estatuto de Estella, aunque más adelante se desvincularía del mismo y sería el PNV quien lideraría el proyecto. En noviembre de 1933, el Estatuto fue aprobado en referéndum por el pueblo vasco (aunque en Araba solo obtuvo el 46,4 % de votos favorables), y en octubre de 1936, ya comenzada la Guerra Civil, fue aprobado por las Cortes republicanas. Por tanto, su vigencia fue muy breve. Llegó a constituirse un gobierno vasco durante la guerra, liderado por José Antonio Aguirre, del PNV, pero nunca pudieron celebrarse elecciones al parlamento vasco.
Al inicio de la Guerra Civil el territorio vasco quedó dividido entre los dos bandos: Araba se unió a los insurgentes mientras que Gipuzkoa y Bizkaia permanecieron fieles a la legalidad republicana. En la primavera de 1937 tuvieron lugar los bombardeos por parte de la Legión Cóndor (con los aviones enviados por la Alemania nazi) de las ciudades de Durango, Elorrio y Gernika, este último inmortalizado en el célebre cuadro que Picasso realizó por encargo del gobierno republicano para la Exposición Internacional de París.
El final de la guerra supone el exilio del primer gobierno vasco, la abolición de los fueros de Bizkaia y Gipuzkoa y el inicio de una etapa de durísima represión que se extendería a lo largo de los cuarenta años de dictadura franquista. Cualquier intento de disidencia política es perseguido y la lengua vasca, relegada al uso doméstico. Álava y Navarra conservan sus fueros durante el franquismo gracias a haber apoyado la sublevación militar de 1936, pero no las otras dos provincias vascas. En el País Vasco la oposición política deriva en actividad armada con la fundación de ETA en 1959.
El bombardeo de Gernika
Este es uno de los episodios más trágicos de la Guerra Civil. El 26 de abril de 1937, Gernika, que en ese momento no contaba con más de 7000 habitantes, fue bombardeada por la fuerza aérea alemana por orden del general Franco. El número de víctimas nunca se estableció oficialmente, pero se cree que alrededor de 1000 personas murieron en el bombardeo. Pero fue sobre todo la naturaleza desproporcionada del ataque, en un lugar sin ningún valor estratégico, lo que dejó una profunda impresión. No en vano, el bombardeo de Gernika fue considerado durante mucho tiempo como el primer ataque en la historia de la aviación militar moderna contra una población civil indefensa. Este episodio fue inmortalizado por el cuadro homónimo de Picasso, pintado en 1937, que contribuyó a la cobertura mediática internacional del conflicto.
La comunidad autónoma
Tras la muerte de Franco en 1975 y la coronación de Juan Carlos I, en 1978 se aprueba la Constitución mediante referéndum, que permite establecer el sistema de las autonomías. Ya ese mismo año se constituía un Consejo General Vasco, integrado por representantes de las tres provincias históricas, que establecía una ponencia redactora de un nuevo estatuto de autonomía, el Estatuto de Gernika. Este fue aprobado por referéndum al año siguiente.
Así pues, el País Vasco se constituía como la primera comunidad autónoma española, aunque entraba en esta nueva etapa de su historia sumido en una profunda crisis económica que se extendió hasta finales de la década de 1990. Fueron años de conflictividad política y social, marcados por la obsolescencia y la destrucción de su emblemático tejido industrial. La vida de los altos hornos y los grandes astilleros, iconos del proceso de industrialización en todo el País Vasco, llegaba a su fin. Pero la reconversión industrial y la reestructuración de los sectores económicos tradicionales fue superándose favorablemente, dando paso a nuevas actividades económicas y a una moderna terciarización de la economía.
Las últimas décadas han supuesto, para la sociedad vasca, la consolidación de su peculiar autogobierno y de un desarrollo económico sin precedentes, que le han permitido dotarse de unos sistemas sanitario, educativo, hacendístico, administrativo o de infraestructuras de altísimo nivel.
ETA
ETA, o Euskadi Ta Askatasuna (que significa Euskadi y Libertad), nació en 1959 bajo la dictadura de Franco. En sus inicios, el objetivo de este grupo era defender la identidad vasca frente a la opresión de Franco. En 1973, el asesinato de Luis Carrero Blanco, presidente del gobierno, provocó la escisión del movimiento en una rama política (que renunció a la lucha armada en 1982) y una rama militar, que se radicalizó y evolucionó hacia una organización terrorista. A pesar de la firma del Estatuto de Autonomía de Euskadi en 1979, ETA continuó sus ataques.
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