Por otra parte, está la imagen y la sensación de control que se adquiere en las múltiples ocasiones que un adolescente se planta frente al espejo. Allí es posible copiar y ajustar los ángulos óseos, tensiones y relajaciones musculares en el cuerpo; gestos faciales; posiciones de extremidades (una pierna más adelante que la otra, la cadera desbalanceada, las manos ocultas o expuestas), que conforman el infinito universo de la presencia física comunicante: soy recio, soy tímida, soy audaz, estoy enojado, estoy en contra no importa de qué. Como lugar de re-presentación, el cuerpo8 pasa a perderse en el deseo de los otros. El cuerpo adquiere narrativas: el cuerpo-dato de la medicina transformado en imágenes o rangos; el cuerpo-fisiológico, que es el que se enferma, siente frío o calor, suda, tose, duerme y sueña; el cuerpo-escénico, que es el que se dispone a la representación social; el cuerpo-erótico, dispuesto al contacto, y finalmente la supra categoría: la imagen corporal.
La belleza es una propiedad apetecible, reproducible y variable que se repite de muchas formas a través de toda la historia de la humanidad9. La imagen es por definición una intervención a la realidad. Desde los griegos, los cuerpos han sido matematizados buscando la armonía como resultado del estímulo cerebral. El número áureo en el Renacimiento y, antes que eso, en las esculturas griegas, muestra un cuerpo (masculino o femenino) con proporciones imposibles para un cuerpo real y vívido. Ya los griegos obtenían los resultados del fotoshop haciendo distorsiones en sus esculturas (literalmente torciendo los cuerpos al esculpirlos en ángulos que por la estructura del cuerpo humano son imposibles de conseguir en la realidad). Sus fines tenían relación tanto con el placer y el salto al espíritu que produce la belleza, como con honrar a dioses o reyes.
Todos queremos pertenecer al concierto común consensuado y en este está decidido cómo tienen que lucir los cuerpos. La experiencia de una dieta en la cual se baje de peso es una experiencia conocida para muchos y las gratificaciones son varias: sensación de control corporal por la holgura de la ropa, comodidad en las posturas, mayor éxito social, aumento de la autoestima.
La fase uno por lo tanto es aquella donde se hacen ajustes a la identidad (a ese que siento que soy) a través del control del peso y esto es culturalmente considerado no sólo como algo normal, sino deseable. Quien ajusta la silueta al ideal fijado, logra regular la autoestima a través de la imagen y con eso balancear su bienestar. Hasta aquí podemos decir que funciona la salud, es decir, se está funcionando sanamente y aún no hablamos de patología.
Objetivo terapéutico: Intervenciones preventivas. Psicoeducación de riesgos a profesores, profesionales de la salud e incluso padres. La prevención está en el nivel vincular más que en el alimenticio. |
2.2.2. Fase dos. El reconocimiento: centrar la autoestima en la imagen corporal
Una vez que el peso saludable se alcanza y ahora que está “delgada”, su cuerpo es portador de un deseo colectivo. Al ser valorada, esta vez por su silueta, la angustia disminuye. Se siente aceptada, deseada, admirada. La imagen pasa a ser toda una actividad que la satisface y la opone a los deseos parentales de administrar el cuidado a través de la alimentación. La imagen va quedando a cargo de regular el bienestar general. Se cumple la sencilla ecuación de la no relatividad: “éxito + belleza = felicidad”.
Sin embargo, la imagen corporal es una sensación cambiante conectada con el ánimo, el acontecer, las angustias, la competencia sexual. La imagen de sí mismo está atada a las formas del cuerpo y parece adquirir valor si se acerca al ideal. Lo ideal es por definición algo que no se alcanza, algo hacia lo cual se tiende. Es por tanto una dirección, un sentido que promete ser alcanzado, pero que, fugaz, no se deja atrapar.
La imagen corporal de sí mismo suele no calzar con la imagen que otros tienen de uno mismo. Ellos toman la presencia de ese sí mismo y dejan que despierten deseos, impulsos, memorias. Construyen una imagen del otro que va mucho más allá de solo una silueta. La paciente quisiera controlar con su silueta la imagen que otros tengan de ella para que le afirmen que ha logrado acercarse al ideal, pero no es posible ya que esta construcción depende de las experiencias de quien la recibe tanto de quien la entrega.
La restricción alimentaria en esta fase permite tener experiencias corporales relacionadas con el incremento de la alerta que ocurre en el organismo al activarse la alarma de “no hay suficiente alimento en el entorno”. Esto activa el eje noradrenérgico de modo que aumenta la velocidad de procesamiento cognitivo; la necesidad de búsqueda; el campo perceptual y revisión del entorno; la actividad y el tono muscular disponiendo a escapar o atacar; la inhibición emocional. Por otra parte, hay una disminución de la necesidad de alimentos, todo lo cual produce un estado de euforia transitoria.
Este modo fisiológico requiere un aumento del control inhibitorio sobre los sistemas que pondrían en riesgo vital al organismo y requerirá de un aprendizaje desde el control: desear no desear el alimento. Activada la alarma, la libido se desactiva, presumiblemente para evitar la reproducción que implicaría un gasto energético imposible de sostener bajo las condiciones dadas. Se trata entonces de funcionar fisiológicamente en modo pre-reproductivo o, dicho de otra manera, volver a configurar modos infantiles de experiencia vital.
En la fase dos, la niña aún está libre de optar por variadas soluciones para lograr su independencia, además de administrar su imagen a través del peso y la ingesta. En la fase dos se ha logrado la imagen requerida y, a través de ella, el re-conocimiento social buscado como regulador de autoestima y bienestar. ¿Qué hace que logrado este objetivo en algunas niñas continúen la restricción y/o aparezcan las purgas? ¿Cómo se pasa a la fase tres? Es decir, ¿quiénes son las que pasan el umbral hacia la patología? La patología se iniciaría cuando la niña descubre que estas sensaciones y esta silueta, que le han permitido bajar de peso, la gratifican a tal punto que empieza a utilizarlas como organizadores psíquicos de forma preferente y rígida.
Dejar que sobre el peso recaiga la responsabilidad de la imagen y el control, así como el de la administración psíquica de los estados emocionales es una solución precaria y físicamente peligrosa que baja la calidad de vida o lleva a la muerte. Es la hipérbole de estas actividades la que hará de esto una patología, como lo veremos en la fase tres.
Objetivo terapéutico: Terapia Individual. Regulación del ánimo y el afecto. Trabajo con la autoestima. Trabajo con las relaciones con pares y eventuales parejas. |
2.2.3. Fase tres. La protesta relacional: manteniendo la oposición a subir de peso como forma de individuación10
La protesta relacional pone en interdicción el cuidado parental. ¿Cómo lograr ese equilibrio entre contener y soltar que permita al paciente decir a sus cuidadores “donde tú eras, yo debo advenir?” (parafraseando el famoso Wo es war soll Ich werden de Freud traducido por Lacan). Es decir, pasar de ser eso que los padres propician a lo que ella decida ser.
En esta fase suelen aparecer síntomas parciales, posiblemente porque la alerta genera el efecto Minnesota11. El temor de subir de peso se apodera de la paciente y organiza su vida psíquica y relacional. El temor toma su forma a través del tema del peso, el cuerpo y la imagen. Esto en una ilusión de poder controlarlo. El temor es un sentimiento muy primitivo que se despierta ante depredadores o a catástrofes. La paciente vive la experiencia emocional primitiva de una catástrofe y eso la hace buscar defensas psíquicas muy primitivas también. Es decir, hay poca elaboración, articulación con la realidad. El temor a la desprotección, intromisión, disolución, fragmentación, caída, daño, enfermedad, muerte se presentan con un solo ropaje (el peso y la imagen) que parece ofrecer una solución (bajar de peso). Inicialmente los temores son innominados y requieren de un proceso de interpretación que los vaya desplazando hacia territorios que por estar simbolizados van siendo modificados. Este es el gran trabajo de la terapia. Unir las sensaciones corporales a imágenes o palabras que la hagan comunicable, representable.
Читать дальше